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Ingeniería metalúrgica

El bicentenario de Ipanema

La siderúrgica pionera fue artífice del inicio de la Primera Revolución Industrial en Brasil

Instalaciones remanentes de la Fábrica de Hierro Ipanema, en el interior paulista

Léo Ramos Chaves

Hace 200 años, aún durante el período colonial brasileño, una siderúrgica instalada en la región de Sorocaba, en el interior paulista, lograba obtener arrabio por primera vez en el país. Símbolo de la Primera Revolución Industrial, la obtención de arrabio significa transformar en altos hornos calentados por combustión de carbón, el mineral de hierro en hierro fundido. En estado líquido, este material se vierte en moldes para la producción de maquinarias y equipamientos diversos. La efeméride se festejó el 31 de octubre con una clase en el anfiteatro del Departamento de Ingeniería Metalúrgica y de Materiales de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (Poli-USP) y una ceremonia al día siguiente en las instalaciones de la antigua Fábrica de Hierro Ipanema. Una maqueta de la siderúrgica realizada mediante impresión 3D por Gabriel Faria, alumno de la escuela, sirvió de marco para las celebraciones.

La empresa, creada por don João VI en 1810 con el nombre de Ipanema, junto con otras dos fundiciones en Minas Gerais –Patriotica y Morro do Pilar– fue de importancia no solo para el desarrollo de la siderurgia y la metalurgia en el país, sino para la historia de Brasil (lea en Pesquisa FAPESP, edición nos 202 y 209). “Ella marcó el inicio de la Primera Revolución Industrial en el país, proveyendo trapiches y engranajes de hierro fundido a más de 200 ingenios azucareros de São Paulo. En aquella época, la producción de azúcar era la actividad económica principal del estado”, evoca Fernando Landgraf, docente de la Poli-USP y presidente del directorio del Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT) entre 2012 y 2018.

La fábrica era una planta siderúrgica compleja y concitó la atención internacional en su época. Estaba dotada de dos altos hornos y funcionó de manera intermitente durante algo más de 100 años, produciendo miles de toneladas de hierro fundido durante el siglo XIX. Sus últimos días de operación fueron allá por 1920. La usina fue la más exitosa de las tres instalaciones siderúrgicas inauguradas durante la época colonial. En el caso de Patriotica, esta funcionó tan solo durante 20 años, con una escala de producción mucho menor y sin obtener arrabio, y Morro do Pilar fundió hierro solamente una vez, porque luego el horno se atascó y pasó a producir por medio de otros métodos menos productivos.

Otro aporte relevante de Ipanema y de las dos fábricas mineras fue la capacitación de mano de obra especializada para un sector industrial naciente en el país. “Las tres fábricas funcionaron como escuelas. Formaron a una gran cantidad de técnicos en siderurgia y metalurgia, que fueron quienes llevaron adelante la industria del hierro en el país. Ipanema cumplió con el rol que se esperaba de ella”, culmina Landgraf.

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