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Astrofísica

El cielo es el límite

Una mujer brasileña obtiene el premio concedido por el presidente de Estados Unidos a futuros líderes de la investigación

Merav: fronteras del Sistema Solar

George Mason University creative services Merav: fronteras del Sistema SolarGeorge Mason University creative services

Una astrofísica brasileña radicada en Estados Unidos fue una de los ganadores del Presidential Early Career Award for Scientists and Engineers (Pecase), un disputado premio concedido a jóvenes investigadores en Estados Unidos. La paulistana Merav Opher, de 38 años, estuvo en la Casa Blanca, sede del gobierno estadounidense, el día 19 de diciembre, para recibir el premio de manos del presidente George W. Bush, junto a otros investigadores de diversos campos del conocimiento. Se trata de un premio bastante competitivo, creado en 1996 por el entonces presidente Bill Clinton para reconocer y estimular a científicos e ingenieros con potencial de liderazgo en las fronteras del conocimiento científico. Se trató de una gran sorpresa porque poquísimos investigadores en física espacial habían obtenido este premio, dice Merav, quien entre 1993 y 1998 realizó el doctorado en astronomía en la Universidad de São Paulo (USP) como becaria de la FAPESP. El logro también llama la atención porque no existen muchas mujeres trabajando en esta rama de la física.

La especialidad de Merav Opher es el cálculo del flujo de partículas y de los campos magnéticos en las fronteras del Sistema Solar. Siendo profesora auxiliar de la Universidad George Mason, una institución pública ubicada en el estado de Virginia (EE.UU.), en los últimos años se abocó al estudio de la heliopausa, una especie de burbuja que contiene al Sol y a los planetas del Sistema Solar, y que funciona como un escudo que impide la invasión de rayos cósmicos galácticos (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 137). Millones de kilómetros más allá de Plutón, la heliopausa choca contra una gigantesca nube de gas y polvo interestelar en movimiento que cruza su rumbo. Como resultado de esa colisión, la burbuja asume una forma distorsionada, similar a la de los cometas que viajan contra el viento solar, con una nariz, al frente, seguida de una larga cola.

En colaboración con Edward Stone, del Instituto de Tecnología de California (Caltech), Merav Opher publicó en mayo de 2007 en la revista Science un mapa de la nariz de la heliopausa, analizando cómo la distorsiona el ambiente interestelar. Para ese trabajo, ella utilizó modelos computarizados para explicar los datos captados hace cuatro años por las sondas Voyager, lanzadas en los años 1970 por la Nasa y que actualmente se encuentran más allá de la heliopausa. El modelo reveló que la burbuja y la zona de colisión eran aplastadas por el campo magnético allende del Sistema Solar. Y que el hemisferio sur se encuentra hundido hacia adentro en relación al hemisferio norte, debido a este campo magnético. Fue el estudio en la revista Science lo que captó la atención de la comunidad científica por el trabajo de la astrofísica. El año pasado, ella recibió una beca por valor de 950 mil dólares por parte de la National Science Foundation (NSF), destinada a estimular la conexión entre investigación y educación bajo el liderazgo de jóvenes investigadores. De ese programa surgen los elegidos para el Presidencial Award.

La investigadora se interesó en la física espacial influenciada por su padre, el físico Reuven Opher, quien es docente del Instituto de Astronomía, Geofísica y Ciencias Atmosféricas (IAG), de la USP. Y no fue la única de la familia en recorrer el camino académico: su hermana gemela, Michal Lipson, hoy es profesora de la Universidad Cornell, Estados Unidos. Sus líneas de investigación abarcan las áreas de la fotónica y nanotecnología.

La Vía Láctea, vista desde el Observatorio Cerro Tololo, en Chile

Noao / nsf La Vía Láctea, vista desde el Observatorio Cerro Tololo, en ChileNoao / nsf

Dirigida por su padre
Merav cursó la escuela primaria y la secundaria en una tradicional escuela religiosa judía de São Paulo, el Colegio Iavne. Aunque mis padres no profesaban la religión, me pusieron en una escuela religiosa para que aprendiese bien el hebreo, comenta. Estudió y se graduó en Física en la USP entre 1989 y 1992 y, casi en seguida, realizó el doctorado en el IAG, dirigida por su propio padre. Alcanzó a iniciar un posdoctorado, pero se dio cuenta que era la hora de dejar el país. La formación que obtuve en Brasil fue excelente, pero sentí que necesitaba un mayor contacto con la observación y Estados Unidos es el mejor lugar para hacerla, afirma.

Fue al Laboratorio de Propulsión a Chorro de la agencia espacial norteamericana (la Nasa) y contactó a la física Paulett Liewer, quien es una referencia en el estudio de las interacciones de los vientos solares en el medio interestelar. Ella me contrató en el acto, recuerda. Entre 2001 y 2004, hizo un posdoctorado en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), al cual está vinculado el laboratorio de la Nasa. Ya por ese entonces estaba interesada en la utilización de herramientas computacionales para explicar los datos observados, y fue a pedirle ayuda a Tamas Gombosi, docente de la Universidad de Michigan, para que desarrollara un programa capaz de simular en tres dimensiones la interacción entre los campos magnéticos y partículas eléctricamente cargadas. El esfuerzo le insumió varios viajes desde California, en la costa sudoeste, hasta Michigan, en la región de los Grandes Lagos, cercana a Canadá, para reunirse con Gombosi. Cuando ya había aprendido a lidiar con los códigos del programa, solicitó trabajar con Edward Stone, del Caltech, quien es el jefe de la misión Voyager.

Merav Opher no perdió el contacto con la comunidad académica de Brasil. En la Universidad George Mason ha trabajado con dos becarias brasileñas, Aline Vidotto, del IAG-USP, y Cristiane Loesch de Souza Costa, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe). Fueron muy buenas colaboradoras. La formación de los brasileños no tiene nada que envidiarle a la de otros países y no entiendo por qué nuestros investigadores a veces se sienten intimidados cuando vienen a trabajar a Estados Unidos, afirma la astrofísica, que se dice abierta a la recepción de nuevos becarios del país.

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