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Propiedad intelectual 

El desafío de transferir conocimiento

El estado brasileño de Paraíba despunta en solicitudes de patentes, mientras que los científicos y el sector productivo discuten cómo licenciar tecnología

Paraíba es uno de los estados brasileños mejor ubicados en los indicadores del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) de 2018. Registró un aumento del 164% en la cantidad de patentes depositadas entre 2016 y 2017, el mayor crecimiento relativo entre las unidades de la federación nacional. Ocupa la 7ª ubicación en el ranking de depósitos de patentes, con un total de 177 solicitudes en 2017, al frente de otros estados del nordeste de Brasil, tales como Ceará (169) y Pernambuco (153). Los destacados son la Universidad Federal de Campina Grande (UFCG), con 70 solicitudes en 2017, y la Universidad Federal de Paraíba (UFPB), con 66. La suma de ambas instituciones de ese estado superó a los depósitos realizados por las universidades de Campinas (Unicamp) y de São Paulo (USP) juntas. Este avance es el resultado de la creación durante los últimos 10 años de Núcleos de Innovación Tecnológica en las universidades paraibanas, que ayudaron a amplificar la cultura de protección de la propiedad intelectual en el estado. Pese al aumento del depósito de patentes, aún es rara la transferencia de conocimiento a la sociedad mediante licencias de tecnologías otorgadas a empresas. Al ampliar sus carteras de innovaciones con propiedad intelectual protegida, las instituciones de Paraíba afrontan ahora el desafío de profundizar las relaciones con el sector productivo. Inaugurada en 2013, la Agencia UFPB de Innovación Tecnológica (Innova-UFPB) acumula 225 patentes depositadas en Brasil que aún no generan regalías para la universidad. “Muchas investigaciones aplicadas se realizan en el ámbito académico sin contar con convenios con empresas. Adjudicamos esto a la falta de interacción con el sector productivo, pues las tecnologías patentadas pueden agregarles valor a los productos y procesos”, sostiene el químico Petrônio Filgueiras de Athayde Filho, director presidente de Innova-UFPB.

Filgueiras subraya que el hecho de que Paraíba no cuente con un polo industrial fuerte, lo cual dificulta la transferencia de tecnología. Y reconoce la importancia de que la universidad busque socios en lugar de esperar que los mismos aparezcan espontáneamente. “Hemos empezado a presentarles nuestra cartera de patentes a empresas de otros estados”, comenta. Otro objetivo de Innova-UFPB consiste en intensificar la incubación de empresas en la universidad. “Incentivaremos el aprovechamiento de las tecnologías por startups”. Recientemente, la agencia emitió un pliego de preincubación y aspira a poner en marcha el licenciamiento de patentes para empresas de arranque en 2019.

Para investigadores que poseen patentes generadas en la UFPB, el trabajo de la agencia de innovación ha sido fundamental para difundir la importancia de proteger la propiedad intelectual, si bien estos advierten que Innova-UFPB ahora debe concentrarse en promover las licencias. “Existe una gran dificultad para llegar a las empresas. Aún no sabemos cómo hacer efectivo ese puente con el sector productivo”, afirma la veterinaria Fabíola da Cruz Nunes, vicedirectora del Centro de Biotecnología de la UFPB. “Es necesario atraer activamente a colaboradores de todo Brasil y también de otros países.”

En convenio con la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) Algodón, en la localidad de Campina Grande, la investigadora desarrolló y depositó una solicitud de patente de un insecticida que combate a las larvas del mosquito Aedes aegypti con base en el jugo de las hojas del sisal (Agave sisalana), una planta originaria de México y cultivada en Brasil para la extracción de sus fibras. Ese jugo ataca el intestino de las larvas y las elimina en su totalidad. La idea es ofrecer ese larvicida en forma de polvo para su dilución en agua, pero aún deben realizarse pruebas de toxicidad con relación a la salud humana. “El objetivo es que alguna empresa licencie la patente y produzca el insecticida, que es natural y biodegradable. Si esa patente llega a alcanzar la factibilidad económica, podría ayudar a los productores locales de sisal, que perdieron mercado debido a la sustitución de la planta por fibras sintéticas en la industria”, sostiene Da Cruz Nunes.

Las patentes depositadas por Innova-UFPB abarcan tecnologías en áreas tales como ingeniería de alimentos, combustibles, química, energía y salud. Filgueiras de Athayde destaca innovaciones en nuevos materiales, tales como aleaciones metálicas con memoria de forma, y en el desarrollo de chips electrónicos. “Una de estas tecnologías consiste en una niñera electrónica para personas con deficiencia auditiva”, comenta el investigador. En el campo de la química, hay patentes de equipos portátiles para certificar la calidad de productos industrializados, y en salud, nuevas moléculas con potencial para tratar enfermedades tales como el cáncer, el asma, la hipertensión y la depresión. Pero el área que más ha venido ganando terreno en la cartera de Innova-UFPB es la de tecnología de alimentos, que en 2017 fue responsable del depósito de 32 solicitudes de patentes de nuevos productos enriquecidos con nutrientes o probióticos.

Aunque el licenciamiento no sea significativo en Paraíba, el aumento de los depósitos de patentes constituye un reflejo de la consolidación de los programas de posgrado en sus instituciones de educación superior e investigación durante los últimos años. Un mapeo realizado en 2015 por el Centro de Gestión y Estudios Estratégicos (CGEE) muestra que Paraíba tenía 90 programas de maestría y 42 de doctorado en 2014, ubicándose así entre los 11 estados con la mayor cantidad de carreras de posgrado en Brasil. Paraíba también fue el 11º estado en otorgamiento títulos de doctor ese año. “La UFPB ostenta por sí sola el 76% de los programas de maestría y el 90% de los doctorados de Paraíba. Esto muestra la importancia de esta universidad para el estado, algo que todos los actores del sistema de innovación reconocen”, dice el contador Fabiano de Moura Ribeiro, miembro de la Coordinación de Presupuesto de la UFPB.

Los licenciamientos de tecnologías dependen de la promoción de una cultura de la innovación dentro de las universidades, sostiene el ingeniero químico Nilton Silva, coordinador del Núcleo de Innovación y Transferencia de Tecnología (NITT) de la UFCG, creado en 2008. “A partir de 2016, varios investigadores de la institución incorporaron la responsabilidad de registrar las tecnologías generadas, y aprendieron a redactar patentes”, dice. Silva comenta que durante los primeros años del NITT-UFCG, la estrategia adoptada consistió en difundir el conocimiento sobre propiedad intelectual en la universidad a través de cursos y seminarios. En septiembre de 2017, el núcleo dio un nuevo paso y lanzó el Observatorio de Inteligencia Tecnológica. “Se trata de una iniciativa destinada a evaluar el potencial de aplicación de las investigaciones e impulsar el licenciamiento de patentes”, remarca.

De acuerdo con Silva, las áreas que más generan nuevas tecnologías en la UFCG son la de ingeniería eléctrica y ciencias de la computación, vinculadas a los departamentos que captan mayores recursos para investigación y desarrollo (I&D). Empero, en cantidad de patentes generadas, los campos que despuntan son los de ingeniería de alimentos, ingeniería química, nutrición y biotecnología. La nutricionista Ana Cristina Silveira Martins posee junto al grupo de investigación del que forma parte 30 patentes, de las cuales 28 fueron depositadas durante su maestría en ciencias naturales y biotecnología en el Centro de Educación y Salud de la UFCG, en su campus de la localidad de Cuité. “Desarrollé innovaciones utilizando el mandacaru, una planta típica del bioma Caatinga”, explica la investigadora, quien actualmente cursa su doctorado en la UFPB y posee dos patentes. Entre las innovaciones se encuentran una harina de mandacaru con compuestos bioactivos, que puede reemplazar a la harina de trigo en la preparación de tortas y panes, y una mermelada también de mandacaru con el agregado de maracuyá y un yogur caprino.

“Para obtener esa mermelada se realizaron diversos estudios con miras a estandarizar el producto, aparte de pruebas in vitro y análisis sensoriales. Se trata de una fórmula innovadora, por eso la patentamos”, aclara Silveira Martins. La principal motivación para trabajar con el mandacaru, explica la investigadora, consiste en mostrar la versatilidad de su fruto, que es más utilizado en alimentación animal. “Pretendemos que sea más consumido por humanos, como una alternativa alimentaria para la región nordeste de Brasil”, propone la nutricionista, quien ya realizó talleres en el Instituto Federal de Paraíba (IFPB) para capacitar a los habitantes del municipio de Princesa Isabel, en el interior paraibano, en la producción y comercialización de mermeladas elaboradas con otros frutos regionales como el pepinillo. “Nuestra meta es licenciarle las innovaciones a la industria alimenticia.”

El protagonismo de universidades e instituciones públicas de investigación en la protección de la propiedad intelectual es una característica resiliente del sistema de ciencia y tecnología brasileño, mientras que en los países industrializados ese rol les cabe mayoritariamente a las empresas, y las universidades no aparecen en una posición destacada en los rankings (vea el recuadro). La crisis económica parece haber agudizado este problema en el país, con una disminución en la cantidad de solicitudes de patentes realizadas por corporaciones. En el mismo estudio del INPI en el cual las universidades de Paraíba cobran relieve, existe tan solo una empresa entre las 15 organizaciones que más patentes solicitaron en el país en 2017: se trata de CNH Industrial, fabricante de maquinarias agrícolas y camiones livianos. En tanto, durante el período 2000-2005, había ocho empresas entre los 15 mayores titulares de patentes de Brasil.

Paraíba dispone de un sistema de innovación que viene constituyéndose y madurando durante las últimas décadas. Aparte de cuatro instituciones de educación e investigación públicas existentes su territorio –UFPB, UFCG, IFPB y Universidad Estadual de Paraíba (UEPB)–, el estado cuenta con actores públicos y privados implicados en el proceso de innovación. En el municipio de Campina Grande, por ejemplo, el barrio Bodocongó viene despuntando como un polo tecnológico, por allí están no solo las instalaciones de la UFCG y de la UEPB sino también empresas de base tecnológica, escuelas técnicas y centros de apoyo a la investigación científica como la Fundación Parque Tecnológico de Paraíba (PaqTcPB), que apunta a promover emprendimientos en áreas tales como la producción de software, el geoprocessamento y la  biotecnología.

La consolidación del polo de Paraíba comenzó en la década de 1970, cuando Lynaldo Cavalcanti de Albuquerque, en ese entonces rector de la UFPB, implementó una estrategia tendiente a atraer a profesionales de otros estados del país y capacitar a los docentes de Campina Grande. Investigadores de instituciones de enseñanza e investigación ampliamente reconocidas como el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA), con sede en São José de los Campos (São Paulo), se establecieron en la ciudad paraibana, donde en la década de 1980 se instaló uno de los primeros parques tecnológicos de Brasil.

“Paraíba cuenta con instituciones orientadas hacia la innovación. Un problema reside en que esos actores no interactúan entre sí”, sostiene Fabiano de Moura Ribeiro, quien actualmente cursa su doctorado en la Universidad de Aveiro, en Portugal. En 2017, De Moura Ribeiro defendió una tesina de maestría en la cual caracterizó a más de 15 actores del sistema de innovación paraibano, entre instituciones de enseñanza e investigación, entidades empresariales y órganos gubernamentales. Esas instituciones –entre ellas Sebrae-Paraíba, la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de Paraíba (Fapesq) y Embrapa, aparte de las universidades públicas– actúan en diversos municipios del estado en cuatro mesorregiones: Mata Paraibana, Agreste Paraibano, Borborema y Sertão Paraibano. “Esas instituciones están muy bien distribuidas por el estado, si se considera la densidad demográfica de la región. Pero esa vastedad podría ser más provechosa si estuviesen más articuladas con los demás actores del sistema de innovación, fundamentalmente las entidades representativas del sector productivo”, sostiene De Moura Ribeiro.

Una iniciativa anunciada en 2017 apunta a resolver ese problema, comenta el investigador. Se trata del Plan de Desarrollo Económico, Social y Sostenibles para Arreglos Productivos Locales de Paraíba (Plades), formado por instituciones de educación superior, representantes del sector empresarial, la gobernación del estado y la Superintendencia de Desarrollo del Nordeste (Sudene). El objetivo es elaborar una estrategia de desarrollo territorial en redes de arreglos productivos locales (APLs), que son capaces de estimular la interacción entre los actores de una zona con la finalidad de diseminar conocimientos, consolidando estructuras productivas y el dinamismo necesario para la generación de innovación. Para De Moura Ribeiro, el fortalecimiento de los APLs en el estado puede favorecer el licenciamiento de patentes. “Al conectar a las instituciones de investigación científica con las comunidades locales y las empresas, será posible prospectar demandas para investigaciones y ofrecer soluciones”, sostiene.

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