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BUENAS PRÁCTICAS

El fantasma de la autoría honorífica

El médico veterinario Nicola di Girolamo, de la Universidad Cornell, en Estados Unidos, analizó una muestra de 82.000 artículos científicos publicados entre 2017 y 2021 y halló indicios de que hasta un tercio de los 629.000 autores de esos papers no cumplían los requisitos suficientes para firmarlos y, por lo tanto, habrían recibido crédito por los trabajos en forma indebida. Los estudios examinados fueron publicados en siete revistas de la editorial Public Library of Science, responsable de títulos tales como PLOS ONE y PLOS Medicine.

El equipo de trabajo de Di Girolamo analizó las declaraciones que el autor principal de un artículo está obligado a proporcionar a las revistas describiendo el tipo de participación que cada uno de los coautores tuvo en la producción del manuscrito. A continuación, un programa informático comprobó si las contribuciones informadas eran reconocidas como válidas por dos directrices adoptadas por los editores de las revistas científicas. Una de ellas, más estricta, fue desarrollada por el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE) y sostiene que solo debe firmar una obra quien haya participado directamente de su elaboración o revisión. La otra, en cambio, más flexible, fue propuesta en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) por un grupo de editores de revistas prestigiosas y expresa que la participación en la redacción o revisión es suficiente pero no imprescindible para definir a un coautor. Ambas metodologías consideran válidas otras aportaciones, como la curaduría de datos o la producción de software. En tanto, quienes hayan participado en la investigación pero no cumplan con estos criterios solamente deben figurar en la lista de agradecimientos. Según el análisis de Girolamo, el 4 % de los autores no se ajustaba a las pautas de PNAS, mientras que un 35 % quedaría al margen si se tomara como referencia el estándar del ICMJE.

En su opinión, los hallazgos indican que la llamada autoría honorífica, atribuida a personas que no participaron en forma sustancial en la investigación, está más difundida de lo que se creía. En una entrevista concedida a la revista Science, mencionó una experiencia personal que abona esa hipótesis. Al enviar para su publicación un artículo, fruto de uno de sus primeros proyectos, una institución involucrada en la investigación le pidió que incluyera los nombres de sus miembros, aunque ellos no habían participado en el estudio. Cuando el trabajo salió publicado, menos de la mitad de los autores cumplían con los requisitos del ICMJE. “Como entonces era un joven investigador, me encontraba indefenso ante esa situación”, dijo Di Girolamo, quien presentó su estudio en un congreso sobre revisión por pares que se llevó a cabo en el mes de septiembre en Chicago (EE. UU.).

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