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ARQUEOLOGÍA

El gran maizal amazónico

Yacimientos arqueológicos bolivianos conservan vestigios de plantaciones capaces de alimentar a una población humana numerosa, lo que también contribuyó a la domesticación de los patos

Los canales en las zonas inundables servían para drenar el agua durante las estaciones lluviosas

Bing Maps

Antes de la llegada de los europeos a Sudamérica, la cultura Casarabe ocupaba amplias áreas del sudoeste amazónico, durante un período de tiempo que se estima entre los años 500 y 1400. Cada vez son más los indicios de la existencia de una numerosa población que, en la llanura boliviana conocida como los Llanos de Moxos, mantenía un extenso cultivo de maizales, un hecho sorprendente. Artículos publicados en los últimos meses permitieron clasificar estas plantaciones como monocultivos, como el de finales de enero en la revista Nature, fortaleciendo la importancia del maíz en la dieta humana y asociándolo a la domesticación de los patos, según el trabajo publicado en diciembre en la revista Nature Human Behavior.

“Siempre se pensó que las poblaciones precolombinas de esa zona cultivaban diversas especies vegetales, como las ‘tres hermanas’ [maíz, calabaza y frijol] en Centroamérica, o que adoptaban prácticas agroforestales”, explica el arqueólogo ambiental italiano Umberto Lombardo, de la Universidad Autónoma de Barcelona, en España, autor principal del artículo publicado en Nature, en el que también participaron miembros del grupo del arqueólogo Eduardo Góes Neves, del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de São Paulo (MAE-USP). “El descubrimiento de un monocultivo de maíz fue toda una sorpresa”, añade el investigador, quien vive en la región desde hace algo más de 20 años y la estudia desde 2006.

Por trabajos anteriores, se sabía que en toda la zona abundaban los vestigios de asentamientos humanos, con cientos de montículos monumentales conectados por canales y caminos. “Están ordenados siguiendo un patrón jerárquico, con montes mayores en el centro de conjuntos de montículos más pequeños”, describe Lombardo. “Esto sugeriría la presencia de una organización social por encima del nivel de cada asentamiento, probablemente con algún poder centralizado.”

Alexandre Affonso / Revista Pesquisa FAPESP

El uso de una combinación de técnicas de teledetección, análisis microbotánicos y estudios de campo han puesto ahora en evidencia una ingeniería de paisaje orientada a la agricultura, con canales de drenaje para el escurrimiento del agua en los meses lluviosos, cuando todo se inunda, y lagunas para retener el agua en la estación seca, lo que también sería valioso para atraer piezas de caza. Según surge del estudio de los restos vegetales hallados, como los fitolitos (moldes petrificados de células vegetales, que se han preservado en grandes cantidades en los Llanos de Moxos), había una fuerte presencia de maíz en los campos y lagunas, pero no en las zonas cubiertas por la selva, lo que dejaría claro que el cultivo no tenía lugar en un contexto agroforestal.

“Durante décadas, el papel del maíz fue objeto de intensos debates”, comenta la arqueóloga británica Jennifer Watling, del MAE-USP, quien supervisó la investigación posdoctoral en la región del arqueobotánico brasileño Lautaro Hilbert, coautor del artículo. La duda obedecía, en parte, al hecho de ser una planta que requiere suelos fértiles, algo que se pensaba que no existía en la Amazonia, tesitura que se ha rebatido a partir del descubrimiento de la tierra negra que aún hoy en día elaboran los pueblos indígenas.

En menor escala, Watling y sus colegas también identificaron en las zonas boscosas fitolitos de calabaza, mandioca y calabacín, entre otras plantas. “Los puntos más altos, que no se inundan en la estación lluviosa, están cubiertos por bosques que probablemente hayan sido manejados”, subraya. Según ella, el trabajo publicado en Nature pone de relieve la importancia del maíz en la dieta de aquellos pobladores. Vale lo propio para el artículo de diciembre en Nature Human Behavior, cuyo autor principal es el arqueólogo brasileño Tiago Hermenegildo, quien estudió materiales de los Llanos de Moxos en su doctorado, culminado en 2022 en la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, con financiación del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq). El material ahora ha sido repatriado y se conserva en el museo de Trinidad (Bolivia), construido como retribución con fondos aportados por el proyecto europeo.

“El yacimiento contiene innumerables pruebas de la presencia de maíz”, dice Hermenegildo. “Hay trazas en las cerámicas, en el suelo, y en los restos de granos y mazorcas”. Los hallazgos dependen en gran medida del azar, que en parte determina lo que se preserva y lo que no, y de que estén presentes en las áreas demarcadas por los arqueólogos, que recogen los pequeños granos luego de tamizar los sedimentos desenterrados. Para sustraerse parcialmente a los designios del azar, desde su maestría, Hermenegildo se ha centrado en el estudio de los isótopos estables, diversas formas de átomos cuya composición no varía con el tiempo, tal como ocurre en el caso de los radiactivos.

Education Images / Universal Images Group vía Getty ImagesUn maizal en la Amazonia peruana: en algunos lugares existen razas autóctonasEducation Images / Universal Images Group vía Getty Images

Alimentos que perduran en el colágeno
“El tipo de carbono presente en el colágeno preservado en los huesos es un indicador de los vegetales ingeridos en vida, mientras que el nitrógeno se asocia a las proteínas animales”, explica, añadiendo que en la Amazonia no prosperan naturalmente las plantas del tipo C4 consumidas por los seres humanos, como es el caso del maíz, cuyo mecanismo de fotosíntesis produce moléculas con cuatro átomos de carbono. El hallazgo de este tipo de carbono en huesos humanos y animales indica, por lo ende, que consumieron maíz.

Watling, quien no trabaja con isótopos estables, considera que este tipo de análisis proporciona más información para inferir la dieta, ya que detecta lo que las personas y los animales comieron en vida. Pero el panorama general sigue siendo importante. Previo al estudio isotópico, según Hermenegildo, es fundamental conocer la caracterización zooarqueológica y arqueobotánica del yacimiento: la fauna y la flora existentes en el contexto de la vida humana. “Mientras explorábamos los restos de la fauna descubrimos muchos huesos de pato”, relata. Esto fue sorprendente, pues no era algo habitual, y marcó la diferencia en las interpretaciones.

Umberto Lombardo / Universidad Autónoma de Barcelona Lagunas precolombinas destinadas al riegoUmberto Lombardo / Universidad Autónoma de Barcelona

El estudio aportó los primeros indicios arqueológicos que apuntalan la hipótesis del que el pato criollo o pato mudo (Cairina moschata), nativo de la región, haya sido la única domesticación local al este de la cordillera de los Andes. “Los isótopos estables revelan que se alimentaban de maíz, incluso en mayor proporción que los humanos”, dice Hermenegildo, quien sin embargo subraya que, probablemente, las aves eran utilizadas en rituales, lo que ha quedado registrado en los relatos de los curas que recorrieron la región durante los siglos XVI y XVII. “Todavía no podemos deducir en qué contexto y en qué cantidad la gente comía patos”. Los datos inferidos a partir de los isótopos estables aún no permiten distinguir las fuentes de proteína animal, explica, pero los huesos de la fauna recuperados de las excavaciones son principalmente de cérvidos. Estos animales, que podían llegar a pesar 40 kilogramos (kg), eran cazados y representaban una comida mucho más abundante para la comunidad.

Para Hermenegildo, el aspecto más importante de su trabajo radica en la centralidad del maíz en la alimentación precolombina de la zona, cuya urbanización giró en torno a este cultivo. Existen indicios, según él, de una red de intercambio entre las tierras bajas amazónicas y los Andes, por la que utensilios y ornamentos de cobre aparecen en los yacimientos de los Llanos de Moxos. Finalmente el maíz también acabó cultivándose en las montañas, pero aún no se conoce por qué vía. “La domesticación de este cultivo en la altura demoró un poco más”, explica. Tras la llegada de los colonizadores europeos, las poblaciones amazónicas comenzaron a ser diezmadas y los registros de maíz también se hicieron más escasos, puesto que el cultivo necesita del cuidado humano para prosperar.

Heiko Prümers / Instituto Arqueológico AlemánHuesos de pato mudo o criollo, la única especie local domesticada al este de los Andes (a la izq.), presentes en los hallazgos arqueológicos (a la der.)Heiko Prümers / Instituto Arqueológico Alemán

“El sudoeste de la Amazonia constituye un importante centro de diversificación en el que se desarrollaron y se adaptaron distintas variedades de maíz autóctonas”, reitera la genetista Flaviane Costa, quien realiza una pasantía de investigación posdoctoral en la Universidad de Oxford, en el Reino Unido y no participó en los estudios. Para ella, especializada en la domesticación del maíz y en las razas nativas que aún hoy en día se cultivan en la Amazonia, comprender la historia ligada a la agricultura y al patrimonio genético y cultural es importante incluso en el contexto de las actuales políticas públicas de conservación y seguridad alimentaria.

Costa considera crucial que se profundicen los estudios de Hermenegildo, Lombardo y colaboradores para dimensionar la extensión de los campos cultivados por la cultura Casarabe y entender las diferencias con respecto a lo que los pueblos indígenas practican en la actualidad; y pone reparos en lo que se refiere al uso del término “monocultivo”. “Los sistemas agrícolas tradicionales son muy dinámicos en relación con el manejo y cultivo del maíz y conservan una gran diversidad en cuanto a las variedades locales y sus características, lo que hace posible diferentes usos”. Según Lombardo, los hallazgos en Bolivia sugieren que la producción de alimentos sería suficiente como para proporcionar sustento a una población numerosa, pero aún se trata de especulaciones. “Necesitamos confeccionar un mapa de todas las lagunas y canales para tener una estimación de cuánto podría producirse en toda el área y, a partir de ello, quizá podamos elaborar un modelo de la población del pasado”, proyecta el arqueólogo italiano.

Las dificultades que plantea el uso de isótopos en la arqueología
Su costo, su accesibilidad y la preocupación ética aún limitan la expansión de esta técnica

Tiago Hermenegildo completó su maestría en 2009 en el Centro de Energía Nuclear en la Agricultura (Cena) de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq-USP). “Fui allí para adquirir experiencia en el análisis de isótopos estables, pero no había nadie trabajando en el ámbito de la arqueología”.

Aún hoy en día, esta herramienta es de uso incipiente en Brasil, entre otras razones por un problema de inversión, según la antropóloga portuguesa Maria Ana Correia, investigadora del Centro Interdisciplinario de Arqueología y Evolución del Comportamiento Humano, en Portugal, e investigadora asociada del Laboratorio de Arqueología y Antropología Ambiental y Evolutiva de la USP. Correia también sostiene que la preservación del colágeno es difícil en muchos de los yacimientos arqueológicos brasileños, en función de las altas temperaturas y la humedad.

La investigadora es coautora de un artículo publicado en la edición de enero de la revista American Journal of Biological Anthropology, que hace hincapié en los recaudos éticos necesarios en este tipo de estudios. “Las muestras arqueológicas deben seleccionarse con sumo cuidado, priorizando su preservación para la concreción de estudios ulteriores ‒no sabemos qué técnicas podrían inventarse aún‒ y registrando la totalidad del proceso”, sugiere. “También es necesario definir relaciones responsables con la sociedad en su conjunto, pero sobre todo con los representantes actuales de las comunidades en estudio”. Para ella, es alentador ver que los estudios se llevan a cabo bajo liderazgo latinoamericano.

Este artículo salió publicado con el título “El gran maizal amazónico” en la edición impresa n° 349 de marzo de 2025.

Proyecto
Los pueblos indígenas y el medio ambiente en la antigua Amazonia (nº 19/07794-9); Investigador responsable Eduardo Góes Neves (USP); Modalidad Proyecto Temático; Convenio AHRC, UKRI; Inversión R$ 2.732.154,84.

Artículos científicos
HERMENEGILDO, T. et alStable isotope evidence for pre-colonial maize agriculture and animal management in the Bolivian AmazonNature Human Behaviour. 23 dic. 2024.
LOMBARDO, U. et al. Maize monoculture supported pre-Columbian urbanism in southwestern AmazoniaNature. 29 ene. 2025.
STANTIS, C. et alEthics and applications of isotope analysis in archaeologyAmerican Journal of Biological Anthropology. v. 186, n. 1, e24992. ene. 2025.

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