Las imágenes del Museo Nacional de Brasil en llamas impactaron al mundo. Esta institución bicentenaria con sede en un palacio imperial guardaba plantas y animales recogidos durante expediciones realizadas a través del país desde el siglo XIX, momias y minerales reunidos por la familia real portuguesa, fósiles prehistóricos y meteoritos, y objetos de pueblos indígenas, algunos de ellos extintos. Un patrimonio de importancia inestimable.
Hace cinco ediciones esta revista registraba los 200 años de historia del Museo Nacional. Este número especial presenta un panorama del patrimonio y de las actividades desarrolladas en el museo, y también de instituciones análogas nacionales y del exterior, con un debate sobre sus problemas y los posibles caminos con miras a asegurar la preservación de tan valiosas colecciones y la sostenibilidad de esas instituciones.
Los llamados museos universitarios desarrollan actividades de exposición, forman recursos humanos y hacen investigación. Esta caracterización es central en la discusión sobre gestión y fuentes de financiamiento. Dos reportajes muestran la organización y el costo de mantener el Museo Nacional, y cómo funcionan y se financian instituciones similares en otros países.
Christina Queiroz viajó a Río de Janeiro y presenta el posgrado en antropología social, uno de los seis programas de la institución, dos de los cuales de excelencia. La recomposición de las colecciones etnográficas y lingüísticas se llevará a cabo en asociación con pueblos indígenas y comunidades. En la ciudad norteña de Belén, Ricardo Zorzetto retrató el Museo Paraense Emilio Goeldi, que reúne colecciones de historia natural, arqueología y antropología de la región amazónica. Marcos Pivetta y Leo Ramos Chaves fueron a Serra da Capivara, en el estado de Piauí, para conocer el Museo del Hombre Americano y el futuro Museo de la Naturaleza, que se abrirá en diciembre. Los proyectos son de Niède Guidon, que a los 85 años se prepara para dejar el mando de la fundación que creó.
El Palacio de São Cristóvão albergaba la parte expositiva, pero el complejo museológico se extiende por la Quinta da Boa Vista. Por eso, el incendio afectó las colecciones de distintas formas: al menos el 10% se preservó. El herbario escapó, mientras que las secciones de arqueología, paleontología y geología sufrieron enormes pérdidas, como los fósiles de pterosaurios, y zoología, que quedó sin las colecciones de entomología y aracnología. Este bloque aborda además el Museo de Zoología de la USP, la recuperación de colecciones del Instituto Butantan después del incendio de 2010, el Jardín Botánico de Río de Janeiro y el Museo de Arqueología y Etnografía de la USP.
La custodia de una colección demanda trabajo continuo y multidisciplinario de conservación y preservación, tal como lo muestra el reportaje de la página 80. Una herramienta importante es la digitalización. El Archivo Histórico, la memoria institucional del Museo Nacional, fue destruido por el fuego, pero hay planes para su recomposición a partir de reproducciones. La integridad de los edificios que albergan colecciones es fundamental. La reconstrucción del palacio necesitará incorporar modernas técnicas de seguridad para garantizar la integridad de las piezas y de los visitantes. Este debate ya está en marcha en el Museo Paulista, cerrado desde 2013.
Esperamos con esta edición contribuir a la reflexión sobre el lugar de estos museos y sobre los caminos hacia su valoración.
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