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TRAYECTORIAS DE INVESTIGACIÓN

El método científico fuera del ámbito académico

El biólogo Pedro Ferreira Develey sigue investigando mediante la observación de las aves

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

Soy un investigador nostálgico. Desde mi ingreso a la carrera, en 1988, hasta la culminación de mi doctorado, viví 16 años intensos en la Universidad de São Paulo [USP]. A pesar de los intervalos entre estas formaciones, siempre mantuve una vida académica activa. Establecí una larga y sólida relación con este ámbito del conocimiento. Prueba de ello es mi predilección por la docencia, el interés por compartir datos e información –bajo la forma de artículos y/o conferencias–, por la supervisión de investigaciones. Echo de menos esa dinámica. En mi actual rutina profesional, hay poco espacio para ello.

Desde hace 18 años al frente de la Sociedad para la Conservación de las Aves de Brasil, el quehacer académico ha quedado postergado. Como director ejecutivo de Save Brasil, una organización no gubernamental (ONG), soy responsable de la gestión de casi 40 personas, de la recaudación de fondos para proyectos de conservación del medio ambiente y del control financiero y administrativo. Pero me queda claro que solo me ha sido posible dirigir esta filial de BirdLife International, la alianza mundial de organizaciones de la cual forma parte Save Brasil, porque asimilé el método científico durante mi carrera universitaria.

Recuerdo muy bien el discurso del director del Instituto de Biociencias de la USP a los nuevos diplomados durante la ceremonia de graduación: “Incorporen el método científico en otros aspectos de sus vidas, no solamente en lo académico”. Estas palabras continúan resonando en mi vida, haciéndose presente en mi modo de obrar. En los proyectos de la ONG siempre tratamos de definir objetivos claros, un método adecuado, indicadores cuantitativos y cualitativos, y también el control de variables. Esta actitud nos es de gran ayuda al evaluar los proyectos y a la hora de elaborar informes para nuestros patrocinadores. En este sentido soy un disidente, pero uno que ha seguido siendo investigador, aunque inmerso en el tercer sector, cuyas demandas a veces limitan las posibilidades de poder realizar investigación científica.

Entiendo que el científico se relaciona más con su manera de ver el mundo antes que con su espacio de actuación profesional. Mi visión del mundo, en este caso, es contestataria, exigente con los datos, no se somete a ideas que no han sido probadas y es rigurosa en análisis estadísticos. La valoración del método científico confiere mucha más seguridad a mis intervenciones en la ONG, aunque hace más complejo afrontar los retos. Para ilustrarlo citaré un ejemplo. Al comienzo de mi gestión en Save, con motivo de un gran proyecto financiado por la Unión Europea, recibimos a una evaluadora externa. Lo primero que hizo fue indagar sobre mi experiencia como administrador. No tuve reparos en responderle que, si bien no poseía formación en el área administrativa, mi trayectoria académica, sobre todo en el posgrado, me había enseñado a tener disciplina y a seguir una línea de pensamiento lógico. En mi organización cotidiana, manejo muchas herramientas similares a las que utilicé en mi etapa en la USP, en otras palabras, hago análisis estadísticos, rendición de cuentas de los proyectos, control de procesos y plazos.

Archivo personalUn ejemplar de gallito de las rocas de Guayana [Rupicola rupicola]Archivo personal

BirdLife surgió en el ámbito académico-científico y aún hoy en día mantiene un núcleo de investigación con ornitólogos destacados. Más allá del liderazgo en lo que tiene que ver con la promoción de proyectos y políticas públicas globales de conservación de las aves y el medio ambiente, la organización produce un gran volumen de conocimiento científico. Recientemente, se ha publicado el informe “State of the world’s birds 2022”. Este trabajo tiene por objetivo no solo reunir los resultados de las investigaciones dentro y fuera de la organización, sino también proponer soluciones y, sobre todo, difundir la ciencia para generar repercusión en la sociedad.

En este esfuerzo de divulgación científica, el año pasado, cuando se publicaron en inglés dos artículos de mi autoría, los tradujimos y pusimos los textos a disposición en el sitio web de la organización y para la prensa. Mi equipo busca un acceso permanente a la producción científica sobre las aves. Al igual que mis maestros, trato de incitar a mantener cierta disciplina de lectura. Considero que el trabajo académico y su difusión son primordiales. La ciencia es el hilo conductor de todo lo que hacemos en Save. Mis esfuerzos apuntan a promover este modus operandi que aprendí con BirdLife.

Mi ingreso al tercer sector se produjo al final de mi doctorado, a partir de la invitación de una amiga, veterana del IB-USP. Como teníamos afinidades académicas y compartíamos el mismo campo de investigación, nos mantuvimos en contacto a lo largo de los años, pese a que vivimos en países distintos. En un encuentro en Estados Unidos en 1998, mantuvimos una charla distendida en la que surgió la posibilidad de sumarme a la institución en la que ella ya estaba trabajando. Unos años después, me llegó la oferta para participar en la implementación del programa BirdLife en Brasil. Aunque no estaba seguro, acepté la oportunidad.

Mis planes profesionales pasaban por lo académico. Deseaba proseguir con las investigaciones de mi tesis doctoral. En la misma analicé cómo afectan las diversas características de la selva a la diversidad de las aves del Bosque Atlántico. Hubiera querido publicar más artículos sobre este estudio, pero no lo conseguí. No obstante, me enorgullezco de haber producido en 2004, con la colaboración del fotógrafo Edson Endrigo, la Guia de campo – Aves da Grande São Paulo. La obra lleva vendidos 12.000 ejemplares y se ha convertido en una referencia en el área de observación de las aves. Actualmente, este tipo de guía de campo es muy común, incluso está disponible en las plataformas digitales y en las aplicaciones para teléfonos móviles.

Archivo personalCampanero meridional o pájaro campana [Procnias nudicollis], conocido como la voz del Bosque AtlánticoArchivo personal

Cuando estaba por finalizar mi doctorado, me propuse iniciar un proyecto de posdoctorado. Suponía que era el único camino posible para alguien con una trayectoria como la mía: la investigación y la docencia. Tras la defensa de mi tesis, en un primer momento me mantuve muy vinculado a la USP, participando activamente en una serie de actividades. Al mismo tiempo apareció la invitación para trabajar en BirdLife. En 2004 yo era un joven doctor sin experiencia profesional fuera del ámbito universitario, pero estaba dispuesto a empezar un nuevo recorrido. Al fin y al cabo, se trataba de una organización ambiental con reconocimiento internacional, afín a mis intereses académicos.

A pesar de no ser profesor universitario, ocupé la presidencia de la Sociedad Brasileña de Ornitología de 2016 a 2017. Me posición era disidente en este espacio mayoritariamente académico. Aunque había respeto por mi gestión, algunos asociados manifestaban, a veces, cierta extrañeza. Los cuestionamientos fueron refutados por el hecho de que soy, en efecto, investigador, máster y doctor.

He seguido circulando por estos espacios porque aún contribuyo a la producción de conocimientos. Estoy contento, porque considero que hay un reconocimiento de la propia comunidad académica, y me ven como alguien que puede compartir la ciencia aún estando fuera de la universidad. En este sentido, hay un movimiento muy positivo vinculado a los observadores de las aves, que forman parte de un grupo al que se identifica como el de la “ciencia colaborativa”. Son individuos, a veces legos en la materia, que se dedican a observar, catalogar y fotografiar aves. Hoy en día, los observadores representan un número bastante considerable: hay unos 50.000 distribuidos por todo el territorio brasileño. Esto significa que disponemos de miles de colaboradores al servicio de la ciencia reuniendo una muestra notable y gigantesca de observaciones de aves documentados.

En Save somos conscientes de la participación activa y comprometida de estos observadores. Estimulamos la participación de aficionados, incluso mediante programas de formación, capacitación y ferias de observación. Entendemos que el trabajo de los observadores consigue, de hecho, romper la burbuja académica colaborando realmente con la producción de conocimiento. Fruto de esta tarea, se consigue aquello que toda disciplina científica anhela o debería desear: la integración real de la sociedad con la academia. Este éxito ha sido posible gracias a las aves. A través de ellas puedo vislumbrar un potencial de salvar el planeta.

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