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agroindustria

El PAC de la Embrapa

Innovación institucional debe consolidar la presencia de la empresa en África, Europa y la América Latina

La Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), creada en 1973 como empresa pública de derecho privado, se convirtió un centro de excelencia en investigación y desarrollo (I&D). La empresa, que está completando 35 años, quiere ahora transformar ese conocimiento en riqueza. “Estamos ante de la oportunidad de implementar sociedades  externas y de asociarnos con el sector privado en Brasil en negocios con enorme potencial de generación de recursos por medio de la transferencia de tecnología, royalties de patentes y licenciamiento de uso, entre otros”, dice Silvio Crestana, director presidente de Embrapa.

Esa estrategia exigirá, no obstante, otra arquitectura institucional y la creación de nuevas unidades de negocios que consoliden la presencia de la Embrapa en el mercado internacional y fortalezcan la sociedad con el sector privado. El modelo de actuación de la empresa y su Plan Director para el período 2008-2010 – bautizado como PAC de la Embrapa, en referencia al Plan de Aceleración del Crecimiento de varios sectores de la economía -ya están listos y deberán ser anunciados por el propio presidente Luiz Inácio Lula da Silva en abril. La actuación externa de la Embrapa se inició en 1997, con un programa de inversiones en Estados Unidos y en Europa conocido como laboratorios en el exterior (Labex). También opera en África y, recientemente, comenzó negociaciones para firmar sociedades con China, Japón y Corea.

La presencia internacional de Embrapa sigue modelos de acción diferentes en cada una de las regiones del planeta. Los Labex, por ejemplo, son laboratorios de prospección y sociedad tecnológica con países del hemisferio Norte. El primero fue instalado en Maryland, en Washington, en sociedad con el Agriculture Research Service (ARS), con el objetivo de acompañar investigaciones en las áreas de biotecnología, nanotecnología, cambios climáticos, agroenergía y bioenergía. “Necesitamos estar conectados con escenarios futuros de la tecnología agrícola’, explica. “Hicimos juntos un mapa del camino para la producción del etanol, la soja, el maíz y porcinos.”

El Labex estadounidense es liderado por científicos superiores, con gran experiencia en investigación. El propio Crestana ocupó ese cargo antes de asumir el comando de la empresa, en 2005. En  Francia, el Labex comparte la red de investigaciones de tres centros de investigación del polo de ciencia y tecnología de Agrópolis, en Montpelier, y en Holanda, que trabaja con la Universidad de Wageningen en investigaciones sobre biología avanzada y genómica.

La relación de Embrapa con los socios del hemisferio Norte es de intercambio. “Tenemos liderazgo en la agricultura tropical y ellos en la de clima templado.  Conseguimos crear un modelo de equilibrio”, justifica. Ese también deberá ser el carácter de los Labex que la Embrapa quiere instalar en China, Corea y Japón. “En esos países hay instituciones de investigación consolidadas, con personal muy calificado. Se puede tener una política de cooperación.”

Agenda triangular
En el hemisferio Sur el modelo es distinto. “Aquí nuestra posición es de liderazgo, ya que Brasil tiene hegemonía científica y tecnológica. No hay exactamente intercambio tecnológico, aunque exista alguna cooperación en investigaciones en las áreas de cambios climáticos y biodiversidad, entre otras. El interés en la investigación es secundario”, compara Crestana. “La relación es de agronegocio o de cooperación humanitaria”, subraya.

La Embrapa inaugura, en mayo, una oficina de negocios tecnológicos en Venezuela, país que importa de Colombia y de Estados Unidos un 75% del alimento consumido por la población. El gobierno quiere reducir esa dependencia y, a mediano plazo, producir leche, huevos y pollos. “Vamos a transferir tecnología de producción de maíz, soja y forrajeras, además de nuestra experiencia en genética”, adelanta Crestana.

El compromiso, que involucra la sociedad con el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, fue firmado entre los días 12 y 13 de diciembre del año pasado, cuando Crestana acompañó al presidente Lula en un viaje a Caracas. “La oficina será auto-suficiente: debe pagarse, a mediano plazo, y generar recursos para la Embrapa”, subraya Crestana.

La oficina de Venezuela integrará la Embrapa Internacional cuya constitución está prevista en el Plan Director. La expectativa es que se transforme en el embrión de la Embrapa América Latina.

El acuerdo firmado con Ghana, en el África, también se pauta por reglas de mercado. “Tenemos paquetes tecnológicos que pueden ser transferidos y adaptados a las demandas de esos países”, él dice. En ese país africano la Embrapa desarrolla proyectos de uso sostenible de recursos naturales, sistemas productivos y protección sanitaria de plantas y animales, fruticultura y horticultura tropical, división en zonas agrícolas, biotecnología e intercambio de material genético, entre otros.

Pero, en el caso de Mozambique, Angola y Guinea-Bissau, la actuación de la Embrapa tiene carácter de “cooperación humanitaria” y obedece a una “agenda triangular”: la capacitación de personal o la transferencia de tecnología es financiada por terceros, como el Banco Mundial (Bid), el Banco Interamericano de Desarrollo (Bird) y la Fundación Melinda y Bill Gates, entre otros. La Agencia de Cooperación Internacional del Japón (Jaika), por ejemplo, costeó el programa de apoyo a la producción de marañón y de leche en Guiné-Bissau.

“Nuestra agenda internacional tiene gran repercusión en la política externa de Brasil”, enfatiza Crestana.

Socios privados
Además de Embrapa Internacional, el nuevo modelo institucional también prevé la creación de la Embrapa Participaciones, que permitirá a la empresa actuar como accionista minoritaria de la Empresa de Propósito Específico (EPE) para investigación y desarrollo de proyectos, por ejemplo, en el área de bioenergía. “Ya propusimos la EPE en lignocelulosa para desarrollar tecnología de segunda generación en la producción de etanol. Se trata de un negocio de 100 millones de reales. Sólo falta superar el desafío de la administración del emprendimiento”, ejemplifica Crestana (ver Pesquisa FAPESP, edición n° 135).

La innovación institucional es un cambio estratégico para el futuro de la empresa. “El Brasil hoy es socio global, dejó de ser Don Nadie”, dice Crestana. El país tiene presencia fuerte en el mercado mundial de carne y es “lo que  está de moda”, como él dice, en la producción de alimentos, energía y fibras. “Tiene que ejercer ese liderazgo”, advierte.

Para ello, es necesario atender a las exigencias de sostentabilidad social y ambiental demandadas por el mercado externo y garantizar competitividad en materia de calidad y precio. “Desde el punto de vista tecnológico, el gran desafío es la rastreabilidad de los productos. Tenemos que ser capaces de mostrar el origen y el destino del producto y garantizar la calidad de insumos utilizados en la producción que deben estar de acuerdo con especificaciones”, ejemplifica.

El PAC de la Embrapa también prevé la revitalización de los sistemas estaduales de investigación agropecuaria (OEPAs). “En los últimos 15 años, el sistema perdió fuerza porque la Embrapa no tenía aliento para mantener programas de entrenamiento ni dinero para financiar proyectos de esas instituciones”, justifica Crestana. Algunas de esas instituciones fueron cerradas y otras están  chatarreadas, “con merma”. Las nuevas perspectivas y los desafíos que se colocan para la agropecuaria y la agroindustria brasileña van a exigir, no obstante, una nueva ronda de inversiones en investigaciones. “Y Embrapa no será capaz de hacer eso ella sola. Además, no le cabe a ella hacerlo sola. Su modelo original de funcionamiento preveía la colaboración de los sistemas estaduales”, recuerda Crestana. A las organizaciones estaduales cabría desarrollar la investigación adaptable y aplicada. “No vamos a montar una unidad de la Embrapa en Mato Grosso para testar la adaptabilidad de una soja desarrollada en Londrina”, dice. Para eso debería existir una sociedad con los estados. “Nos comprometemos a entrenar a técnicos para la extensión rural y a acompañar el desarrollo.”

El esfuerzo de recuperación de las OEPAs comenzó, en verdad, el año pasado, cuando Embrapa consiguió 11,8 millones de reales en enmiendas parlamentarias para apoyar a esas instituciones. “Fue creado un frente parlamentar para apoyar el sistema”, explica Crestana. El PAC de la Embrapa va a destinar 300 millones de reales para inversiones en infraestructura de las OEPAs, que también contarán con recursos de un programa especial del PAC de la Ciencia y Tecnología. “Sumados esos recursos, se puede afirmar que las organizaciones estaduales de investigación agropecuaria tendrán un volumen importante de recursos para hacer investigación en los próximos años.” El proyecto prevé la contrapartida de los estados. “Estamos negociando estado por estado”, anticipa.

Más investigadores
El PAC de la Embrapa también prevé refuerzo en el presupuesto y en la plantilla de personal. El año pasado, la empresa ya realizó un presupuesto record de  1,150 mil millones de reales, inferior solamente al ejercicio de 1996, cuando la empresa contó con un presupuesto de 1,4 mil millones de reales, corregido por el IGPDI. “Salimos de un nivel de 790 millones de reales, en 1996, y evolucionamos a una tasa mayor que un 10% al año, mientras la economía brasileña crecía una media de 3%”, compara Crestana. La expectativa en este año es romper la barrera de los 1,4 mil millones de reales y superar la marca de 1996.

La empresa también va a ampliar la plantilla de personal, principalmente de doctores. En este año va a llenar las 300 vacantes disponibles en la plantilla autorizada  de 8.632 vacantes y llegar a 2010 con 10.243 empleados, de los cuales 2.294 son investigadores, la gran mayoría con doctorado. “Vamos a contratar 752 investigadores más”, él anticipa. Él no teme cortes de gastos del gobierno. “Viajé con el presidente Lula en la madrugada del día en que el Senado Federal derrumbó la CPMF. Le pregunté al presidente si eso perjudicaría nuestro proyecto de modernización de la Embrapa y él garantizó que no. Posteriormente, presenté el programa de reestructuración de la empresa en un encuentro con el presidente, en que estuvo presente la ministra de la Casa Civil, Dilma Roussef, y el ministro de la Ciencia y Tecnología, Sergio Resende. La información que tenemos es de que no habrá perjuicios para nuestro proyecto.”

El futuro del etanol

La Embrapa Agroenergía entregó al ministro de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, Reinhold Stephanes, un estudio sobre el estado del arte y las perspectivas de la investigación, el desarrollo y la innovación (I,D&I) en etanol en los próximos cinco años. “Atendimos a una demanda del gobierno federal”, explicó Crestana.

Después de consultar a todos los actores relevantes, identificar cuellos de botellas y lagunas, se concluyó que el Brasil tiene competencia en i,d&i en etanol en ocho instituciones: Universidad de São Paulo (USP), Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), Universidad Estadual Paulista (Unesp), Instituto Agronómico (IAC), Centro de Tecnología Cañera (CTC), Canaviallis y Red Interuniversitaria del Desarrollo Sucroalcoholero (Ridesa). “Integradas, esas instituciones darán un salto de calidad en las investigaciones”, analiza Crestana.

Pero hay “vacíos” tecnológicos. En el área agronómica, por ejemplo, es necesario apostar en la biomasa. “Es posible duplicar la producción de etanol con mayor productividad y expandir el área plantada de caña para otras áreas del país, lo que va a exigir nuevos cultivos.” Pero será necesario producir más, con más sostentabilidad, en lo que respecta al uso del agua, de la energía, del gasto de CO2, sin perder de vista la cuestión social. “Tenemos que conseguir certificar el alcohol para exportación.”

En el área de la transformación, la salida está en la lignocelulosa. “Será posible duplicar la producción de etanol por hectárea, sin expandir el área plantada”, él dice.

Las perspectivas, según Crestana, son motivadoras. Pero necesitamos invertir un 1 mil millón en investigación en los próximos cinco años. La sugerencia de la Embrapa Agroenergía es que esos recursos sean formados por un fondo con medios del sector público y privado, cuya administración debería ser hecha a través de una red de consorcios, en los mismos moldes del Funcafé, creado después de la extinción del Instituto Brasileño del Café (IBC).

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