La ministra de Investigación y Educación Superior de Noruega, Sandra Borch, renunció a su cargo el 23 de enero tras ser acusada de plagiar al menos un 20 % del contenido de su tesina de maestría en Derecho, sobre las leyes petroleras del país, defendida hace 10 años en la Universidad Ártica de Noruega. “Cometí un grave error. Utilicé textos de otras personas sin indicar la fuente. Lo siento mucho”, reconoció Borch, de 35 años, quien llevaba cinco meses en el cargo y previamente había sido ministra de Agricultura y Alimentación durante dos años.
La situación de la ministra se hizo insostenible porque era quien dirigía la represión de la mala conducta académica en las universidades del país y había sido particularmente implacable con los estudiantes denunciados por plagio. Recientemente, había recurrido a la Corte Suprema del país para que sancionara a los estudiantes que habían reciclado textos de su propia autoría, lo que configura autoplagio, pero habían sido absueltos por un tribunal de una instancia inferior.
El autor de la denuncia contra Borch fue un estudiante de administración de Oslo, Kristoffer Rytterager, de 27 años, quien la expuso publicando en su cuenta de X, el antiguo Twitter, los resultados de una comprobación de similitudes de la tesina de la ministra. “Como algunos alumnos estaban siendo sancionados por autoplagio, pensé que sería una buena idea comprobar los trabajos de la propia ministra”, dijo Rytterager a la agencia Associated Press. Se encontraron fragmentos de seis autores diferentes sin la debida atribución, incluyendo extractos de otras dos tesinas de maestría. La ministra incluso había reproducido los errores ortográficos de los trabajos originales.
Según expresó el primer ministro de Noruega, Jonas Gahr Støre, las acciones de Borch “no eran compatibles con la confianza requerida para desempeñarse como ministra de Investigación y Educación Superior”. Pero en otro caso que involucró el plagio en su gabinete, Støre mantuvo en su cargo a la ministra de Salud, Ingvild Kjerkol, quien también había copiado tramos de textos sin atribuir la autoría en su tesina de maestría. El premier argumentó que les correspondía a las universidades, y no a los políticos, juzgar los delitos académicos. De todos modos, instó al resto de los ministros a buscar indicios de plagio en sus respectivas producciones científicas previas, con la finalidad de anticiparse al escrutinio de periodistas, estudiantes y políticos de la oposición. El reemplazante de Borch, Oddmund Løkensgard Hoel, licenciado en Letras y Literatura Nórdica y doctor en Historia, aseguró a la red de televisión pública NRK que sus trabajos están exentos de plagio. “Siempre he sido cuidadoso a la hora de acreditar citas y referencias, siguiendo la normativa académica para hacerlo correctamente”, dijo Hoel, docente de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Noruega Occidental y editor de la revista académica Heimen.
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