Con una altura que puede alcanzar casi 80 centímetros y 2 metros de envergadura alar, el búho real, también llamado gran duque (Bubo bubo), es el ave de rapiña nocturna más grande del mundo y uno de los grandes predadores del planeta. En su amplia área de distribución, que incluye casi toda Europa y Asia, se alimenta de 552 especies de vertebrados, especialmente pequeños mamíferos y aves. Su menú es más variado que el de otros 18 grandes cazadores analizados en un estudio que salió publicado en junio en la revista Communications Biology. Sin embargo, la diversidad de presas de este gran búho queda muy por detrás de las que captura el mayor predador de la actualidad, el Homo sapiens. En el mismo hábitat en el que vive el búho real, el ser humano caza 3.007 especies de vertebrados, no siempre para alimentarse.
Con casi 7.900 millones de individuos distribuidos por todos los continentes y con técnicas de caza y pesca cada vez más eficientes, la especie humana tiene un impacto directo sobre 14.663 especies de vertebrados, según apunta el estudio, elaborado por un grupo internacional de investigadores del cual formó parte el biólogo brasileño Mauro Galetti, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en su campus de la localidad de Rio Claro. La variedad de presas del Homo sapiens corresponde a casi un tercio de las 46.755 especies de vertebrados catalogadas y evaluadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN); se conocen unas 80.000 especies de vertebrados, el grupo de animales que incluye a los mamíferos, los reptiles, los anfibios, los peces y las aves. “Este trabajo constituye una advertencia al respecto de nuestro rol como gran predador del planeta”, dice Galetti. “Muchas de las especies que explotamos se están extinguiendo”.
Para hacerse una idea de este poder depredador, los investigadores compararon la diversidad de presas afectadas por el ser humano a través de la caza, la pesca o la captura para la cría en cautiverio o la venta con la que consumen los grandes carnívoros en su propio hábitat. El Homo sapiens interfiere en la vida de 3.202 especies de vertebrados en los mismos ambientes africanos en donde los leones cazan 40 de ellas. O también 2.707 en aquellos donde los jaguares consumen 9. En los mares, la actividad pesquera humana afecta a 10.423 especies, 113 veces más que las que sirven de alimento al tiburón blanco. André Pinassi Antunes, ecólogo del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa), quien no participó de la investigación, se muestra cauteloso al respecto de las comparaciones que realiza el estudio, que, a pesar de sus limitaciones, contribuye a tener noción del impacto que el ser humano puede acarrear en la naturaleza. “Los metaanálisis que utilizan información de grandes bases de datos reflejan mejor el conocimiento que la ciencia posee sobre los ecosistemas que la realidad”, dice Pinassi Antunes. “Solo por poner un ejemplo, el jaguar caza muchas más especies que las nueve citadas en el estudio”, explica el investigador del Inpa.
Al igual que otros grandes predadores, el ser humano caza o pesca principalmente para alimentarse. El 55 % (8.037) de las 14.663 especies de vertebrados explotadas por el Homo sapiens se convierte en alimento. El 72 % de las especies de peces marinos y el 39 % de las especies de animales terrestres analizadas en el estudio corresponden a alimento humano. Sin embargo, este no es el único uso. Una parte importante de los vertebrados se explota para la producción de vestimenta, medicamentos o alimentos para otros animales, además de la cría como animales de compañía, entre otras finalidades. Según los autores del estudio, en general, los peces y los mamíferos se utilizan principalmente como alimento, mientras que las aves, los reptiles y los anfibios, en su mayoría, se destinan al mercado de mascotas. “Cada vez es más habitual que la gente adquiera mascotas exóticas, tales como lémures, iguanas, serpientes y aves. Muchas de estas especies no se crían en cautiverio y proceden directamente de la naturaleza”, comenta Galetti.
El estudio también detectó variaciones en el número de especies explotadas y en la diversidad de uso según su ubicación geográfica. En las regiones ecuatoriales, donde la biodiversidad es mayor, como en el Sudeste Asiático, se cazan o se pescan más especies que en otras partes del mundo. Los niveles de explotación eran desproporcionadamente más altos en las cuencas oceánicas de la India y del norte de África y Eurasia que en el océano Antártico, en el este y sur de América del Norte y en América del Sur y Central. De acuerdo con los resultados, mientras que en los países asiáticos la depredación está centrada en la alimentación, el principal motivo de explotación en los países amazónicos es el tráfico de fauna. “Tradicionalmente, la gente supone que es la caza o la pesca lo que perjudica a las especies. Pero cuando, por ejemplo, van a una tienda a comprar un pececito para poner en su pecera, también pueden estar contribuyendo, sin saberlo, al declive de especies silvestres”, advierte el ecólogo Adriano Chiarello, de la Universidad de São Paulo, en su campus de Ribeirão Preto, quien no participó en el estudio publicado en Communications Biology.
Según ese trabajo, el uso humano pone en peligro de extinción a 5.775 especies de vertebrados, lo que equivale al 39 % de las 14.663 especies depredadas por el Homo sapiens. “Varias desaparecen debido al tráfico, sobre todo las aves cantoras”, dice Galetti. “El ser humano está causando una defaunación global y sustituyendo la biomasa de los animales salvajes por la de los animales domésticos, que se utilizan como alimento o para su cría como mascotas. Esto conlleva enormes consecuencias para el funcionamiento de los ecosistemas”.
Un estudio dirigido por investigadores del Instituto Weizmann de Ciencias, en Israel, publicado a principios de este año en la revista PNAS da una idea del alcance de esta alteración en la distribución de la biomasa del planeta. En conjunto, la masa de todos los animales terrestres asciende a 1.080 millones de toneladas. De esta cifra, sin embargo, tan solo el 5,6 % (60 millones de toneladas) corresponde a la masa de los animales silvestres (terrestres y acuáticos). Alrededor de un 58 % (630 millones) corresponde a los animales domésticos o criados en cautiverio, como el ganado bovino, y el 36 % (390 millones) es la masa total de los seres humanos.
Según los investigadores, los estudios referidos al uso que hace el ser humano de las diferentes especies son importantes para el diseño de políticas públicas tendientes a la conservación y el manejo sostenible de la fauna silvestre. A su juicio, fijarse en la forma en que los pueblos originarios han lidiado a lo largo de milenios con algunas especies de animales puede ayudar a establecer formas de explotación menos perjudiciales. “Tenemos que reducir el consumo de carne vacuna, aprender a manejar los animales silvestres de manera sostenible y repoblar las ‘selvas vacías’, de lo contrario acabaremos causando una extinción masiva”, dice Galetti.
Un ejemplo exitoso de explotación sostenible es el del pirarucú o paiche (Arapaima gigas), el mayor pez escamoso de agua dulce. Hace menos de una década, este figuraba en la lista de especies en peligro de extinción. Mediante la combinación del conocimiento científico y los saberes de las comunidades tradicionales, los investigadores, en una labor conjunta con organismos gubernamentales y los residentes locales, consiguieron recuperar la población de esta especie en algunas áreas de la Amazonia. “Se demostró que es posible gestionar el manejo sostenible del paiche y generar ingresos para las comunidades locales”, dice Galetti.
Artículos científicos
DARIMONT, C. T. et al. Humanity’s diverse predatory niche and its ecological consequences. Communications Biology. 29 jun. 2023.
GREENSPOON, L. et al. The global biomass of wild mammals. PNAS. 27 feb. 2023.