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El volumen de la apuesta por la ciencia

Los países elevan el gasto público, pero tratan de manera dispar a las inversiones en investigación científica contra la pandemia

Muchos países aumentaron considerablemente el gasto público para mitigar los efectos de la pandemia, pero el reflejo de este esfuerzo en la financiación de la investigación científica referente al covid-19 fue dispar. Mientras que las naciones más ricas pudieron realizar grandes inversiones en pruebas de medicamentos y vacunas, los países en desarrollo destinaron pocos recursos extra para estudios de la enfermedad y, en casos extremos, algunos incluso impusieron recortes en sus sistemas de ciencia, tecnología e innovación para compensar las pérdidas causadas por la recesión.

Con un recorte del 9%, el presupuesto federal en ciencia y tecnología de China será de 45 mil millones de dólares. Pero las inversiones del país en Investigación y Desarrollo crecerán un 3% en comparación con 2019, merced a los mayores recursos aportados por las provincias

La estrategia más ambiciosa fue la que adoptó Estados Unidos. El país aprobó cuatro grandes paquetes económicos montos de billones de dólares para mitigar el impacto del nuevo coronavirus. Esos recursos se incorporaron en parte al presupuesto de las principales agencias científicas de fomento del país, tal como la Autoridad Biomédica de Investigación y Desarrollo Avanzado (Barda, por sus siglas en inglés), un organismo del Departamento de Salud y Servicios Humanos. La institución ha recibido una subvención de 6.500 millones de dólares, un monto 10 veces superior a su presupuesto de 2019, que fue de 561 millones de dólares. Los Institutos Nacionales de Salud (NIH, en inglés), hasta el momento han recibido casi 3.600 millones de dólares. De ese total, 950 millones se han destinado al desarrollo de una vacuna contra el covid-19, en una labor conjunta con la empresa farmacéutica estadounidense Moderna. “La financiación se basa por completo en el aumento de la deuda pública”, le dijo Matthew Hourihan, director del Programa de Presupuesto y Política de Investigación y Desarrollo de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) a Pesquisa FAPESP. “Esto es dinero extra, que no estaba previsto con antelación”.

La inyección de recursos también le está permitiendo a la National Science Foundation (NSF), una agencia de fomento de la investigación básica, acelerar la evaluación de proyectos sobre el nuevo coronavirus. Hasta ahora la institución ha recibido 76 millones de dólares para el Rapid Response Research, un mecanismo de investigación que se utiliza en casos de emergencia para subsidiar trabajos con presupuestos de hasta 200 mil dólares. Incluso agencias tales como la Nasa y la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (Noaa, por sus siglas en inglés) obtuvieron recursos adicionales para apoyar las operaciones en la emergencia sanitaria.

Alemania destinó 160 millones de euros al Ministerio de Educación e Investigación Científica para hacer frente a la pandemia, de los cuales 145 millones serán para la innovación en salud

Así como las agencias estadounidenses vieron reforzados sus presupuestos, las de Sudáfrica, el país con la mayor producción científica del continente africano, deben hacerle frente a los recortes para compensar los efectos de la desaceleración de la economía. El país ya había entrado en recesión durante el segundo semestre de 2019. En el mes de junio se anunció un recorte del 20% en los gastos de todas las agencias y departamentos federales referente al presupuesto 2020-2021. Al mes siguiente, el ministro de Ciencia, Tecnología y Educación Superior, Blade Nzimande, anunció que pudo reducir el recorte a un 8%, lo que equivale a una reducción del gasto de 600 millones de dólares.

Los recortes mayores, cada uno del orden de unos 5,7 millones de dólares, recaerán sobre la Fundación Nacional de Investigación Científica (NRF) y el Consejo para la Investigación Científica e Industrial. En tanto, la Agencia de Innovación Tecnológica perderá 2,7 millones de dólares, el Consejo de Investigaciones en Ciencias Humanas, 1,9 millones de dólares, y la Agencia Espacial Sudafricana, 1 millón de dólares. En el caso de la NRF, habrá una reducción del 19% en las becas y del 32% en los recursos del programa Centros de Excelencia de Sudáfrica. El partido de la oposición, la Alianza Democrática, intenta revertir los recortes en el Parlamento. “Estimamos que habrá 5 mil estudiantes de posgrado sin financiación. Son carreras que dejarán de existir”, dijo la diputada Belinda Bozzoli en una reunión el 15 de julio.

En medio de la pandemia, la Unión Europea aprobó un presupuesto de 81 mil millones de euros para el Horizonte Europa, su principal programa de investigación científica e innovación. Ese monto, que será invertido en un plazo de siete años, equivale a 13.500 millones de euros menos de lo que se había propuesto hace dos meses

La contracción económica y las dificultades para ampliar el endeudamiento público llevaron a varios gobiernos a tener que reformular sus presupuestos. En el caso de China, ese proceso se instrumentó de manera tal que no comprometiera el esfuerzo en innovación, señalado como algo crucial para retomar el camino del crecimiento. China fue el primer país que padeció el covid-19 y registró una caída de un 6,8% en su Producto Interno Bruto (PIB) durante el primer trimestre de este año. En mayo, el Ministro de Finanzas anunció un recorte de un 9,1% en los gastos federales en ciencia y tecnología para 2020. Según la corrección del presupuesto, los gastos federales en ese ítem serán de 320 mil millones de yuanes, un monto equivalente a 45 mil millones de dólares.

Con todo, gobierno central determinó que las inversiones globales en investigación y desarrollo (I&D) en 2020 serán un 3% superiores a las del año pasado y las responsables de este incremento serán las provincias. No todas ellas resultaron afectadas negativamente por la pandemia. En el caso de Zhejiang, por ejemplo, una provincia costera con 57 millones de habitantes, durante el primer trimestre del año se registró un crecimiento económico gracias a la performance de las empresas de internet y equipamientos médicos. En China, la investigación aplicada contra el nuevo coronavirus cuenta con financiación privada. El desarrollo de la vacuna CoronaVac, realizado por la empresa Sinovac Biotech, fue posible con el aval de dos fondos –Advantech Capital y Vivo Capital– que invirtieron 7,5 millones de dólares cada uno en Sinovac. La vacuna se encuentra en fase de ensayos clínicos en Brasil, en colaboración con el Instituto Butantan, en São Paulo. El recorte federal interrumpe una trayectoria en ascenso que llevaba tres décadas. El año pasado, China invirtió 2,17 billones de yuanes en I&D, tres veces más que en 2010.

El Reino Unido creó un refuerzo presupuestario de 38,3 millones de dólares para las investigaciones sobre el covid-19, y de otros 12,8 millones de dólares para la realización de test de diagnóstico

La regularidad de las inversiones constituye un factor clave para mantener la dinámica de los sistemas de investigación. La comunidad científica del estado de São Paulo se nutre de una financiación estable gracias a un dispositivo introducido en la constitución estadual de 1989 que establece la transferencia del 1% de la recaudación tributaria estadual a la FAPESP, para su inversión en el desarrollo científico y tecnológico. Incluso en medio de las crisis económicas y las fluctuaciones en la recaudación, el gasto anual de la Fundación se mantuvo por encima de los mil millones de reales durante toda la década pasada, y en 2018 llegó a 1.220 millones de reales. La regularidad también se extiende a las tres universidades estaduales paulistas, que gozan de autonomía administrativa y financiera y reciben el 9,57% de la recaudación del Impuesto a la Circulación de Mercancías y Servicios (ICMS) para financiar sus actividades. La solidez del sistema no solo asegura la estabilidad de las investigaciones sino también una respuesta ágil ante coyunturas extremas, como lo es hacerle frente a la pandemia actual.

Esta continuidad no es lo habitual en América Latina. La pandemia se propagó en un momento en el que la mayoría de los países de la región, afectados por la crisis de la economía mundial, registraba un nivel bajo de inversiones en investigación científica en comparación con años anteriores. En un seminario que se llevó a cabo por internet en el mes de mayo, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, hizo hincapié en la fragilidad de la financiación destinada a la ciencia en la región. El gasto promedio en I&D es de un 0,7% del PIB regional, un nivel que, según ella, exige una gestión estratégica en medio de la crisis sanitaria. “El reto consiste en lograr un acercamiento de la ciencia, la tecnología y la innovación a los sectores productivos”, dice Bárcena, en referencia a la necesidad de fabricar suministros médicos, equipos de protección para la salud y dispositivos de ventilación pulmonar o respiradores.

Rusia destinó 1.500 millones de rublos, una suma que equivale a 20 millones de dólares para reforzar el presupuesto del Servicio Federal de Protección de los Derechos del Consumidor y Bienestar Social, la agencia que se puso al frente del combate contra el covid-19

En Brasil, el presupuesto para 2020 del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI) fue el menor en más de una década: excluyendo sueldos y gastos obligatorios, quedaron 3.700 millones de reales para inversiones, un 30% menos que en 2019. En mayo, dos decretos provisorios que destinaban recursos para afrontar el covid-19 liberaron 326 millones de reales del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FNDCT). Según el Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea), unos 70 millones de reales de ese total ya se gastaron. México atraviesa una coyuntura similar. En 2019, el presupuesto del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), un organismo que mantiene 27 centros de investigación y financia becas y proyectos, se redujo en un 9% con respecto al año anterior. En 2020 hubo una recuperación del 3,4% en el presupuesto del Conacyt. Entre las partidas recientemente anunciadas por el gobierno, se invertirán 1,17 millones de dólares en el desarrollo y en pruebas de una vacuna. En tanto, Argentina sumó a su presupuesto 55 mil millones de pesos, el equivalente a 760 millones de dólares, para hacer frente al nuevo coronavirus. Se destinaron alrededor de 5 millones de dólares para un llamado a la presentación de proyectos de investigación relacionados con la enfermedad. En 2018, Argentina invirtió el 0,6% de su PIB en I&D (frente a un 0,4% de México y un 1,3% de Brasil).

En un momento de gran recesión, cuando el desempleo y los gastos en salud recrudecieron, la demanda de mayores recursos para la investigación contra el covid-19 puede ser cuestionada incluso en las naciones desarrolladas. Hacia el final de julio, los líderes de los 27 países miembros de la Unión Europea aprobaron el presupuesto del bloque para los próximos siete años, que prevé inversiones por 1,8 billones de euros, repartidos en 1,07 billones en gastos regulares y 750 mil millones para un fondo de recuperación de la economía pospandemia. Del total del presupuesto, 81 mil millones de euros serán para el Horizonte Europa, el principal programa de investigación científica e innovación del bloque. Esa cantidad equivale a 13.500 millones de dólares menos de lo que se estipulaba hace dos meses. “Esos recortes constituyen una gran decepción y un desmedro de la confianza, dada la retórica de los políticos europeos sobre la importancia de la ciencia”, declaró a la revista Science el jurista belga Kurt Deketelaere, secretario general de la Liga de Universidades de Investigación Europeas. Tan solo 5 mil millones de euros –el 0,66% del total– del fondo de recuperación se destinarán a proyectos científicos. Si se descuenta ese monto suplementario, el Horizonte Europa tendrá el mismo volumen de recursos que su antecesor, el Horizonte 2020, vigente desde 2014 hasta este año.

El Horizonte Europa representa solamente una parte de lo que los países del bloque invertirán en ciencia para hacer frente a la pandemia. Alemania, por ejemplo, aprobó un presupuesto suplementario de 122.500 millones de euros para acciones de gobierno en la lucha contra el covid-19. De ese monto, el 0,13% –160 millones de euros– se invertirá en el Ministerio de Educación e Investigación, de los cuales 145 millones serán para innovación en salud. Desde 2017, Alemania es uno de los países que financia a la Coalición para las Innovaciones en Preparación de para Epidemias (Cepi). Como respuesta a la pandemia, hubo un aporte adicional de 140 millones de euros. La empresa de biotecnología alemana CureVac toma parte en uno de los proyectos de vacunas desarrollados por la coalición. Los recursos adicionales también supusieron un alivio para los investigadores que vieron comprometida su labor debido a las medidas de aislamiento social. La Fundación Alemana de Investigación Científica (DFG), la principal agencia de fomento de la ciencia básica del país, destinó 175 millones de euros para la reanudación de los proyectos interrumpidos.

Los mayores recortes presupuestarios en Sudáfrica, del orden de unos 5,7 millones de dólares cada uno, van a repercutir sobre la Fundación Nacional de Investigación Científica y el Consejo para la Investigación Científica e Industrial

El Reino Unido, que se escindió del bloque, también despuntó en la asignación de recursos. Desde el comienzo de la pandemia, la Agencia de Investigación e Innovación del Reino Unido (Ukri) ha destinado 260 millones de dólares a proyectos de investigación e innovación para combatir los efectos del covid-19. Esto incluye financiación para ayudar a las pequeñas y medianas empresas de tecnología afectadas por la crisis. Una de las primeras medidas anunciadas por el premier Boris Johnson fue un refuerzo presupuestario de 38,3 millones de dólares al Instituto Nacional para la Investigación de la Salud, para estudios sobre el covid-19, y de 12.8 millones de dólares destinados al Servicio Nacional de Salud para la realización de pruebas de diagnóstico. “El gobierno estaba trabajando en pos de reducir el déficit público, pero esa trayectoria quedó comprometida a partir de la ampliación de gastos derivados de la crisis”, resalta la economista Fernanda de Negri, coordinadora del Centro de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del Ipea. “La pandemia del nuevo coronavirus es la mayor emergencia global en salud pública que afronta nuestra generación y el Reino Unido se ha comprometido a colocar su ciencia de vanguardia y sus sólidas redes de cooperación internacional al servicio de la lucha contra los impactos directos e indirectos de esta pandemia”, dijo Cindy Parker, directora regional para la Ciencia e Innovación en América Latina de la Embajada del Reino Unido en Brasil.

Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la inversión en I&D –el 0,7% del PIB de la región– es baja y eso exige una gestión estratégica para agrupar a investigadores y empresas frente a las demandas de la pandemia

En Rusia, el Kremlin dispuso una inyección de recursos superior para el sistema de ciencia, tecnología y educación superior del país durante la pandemia, a pesar de que la inversión de I&D se ha mantenido en el 1% del PIB durante las dos últimas décadas. Las universidades fueron las principales beneficiadas. Hasta el final de este año se destinarán 35 mil millones de rublos, el equivalente a 470 millones de dólares, como ayuda destinadas a las instituciones de educación superior para afrontar la crisis económica causada por el covid-19. El Estado se hará cargo de costear 30 mil vacantes. “Estábamos pensando en ampliar las subvenciones, pero el plan era comenzar recién en 2021”, dijo el presidente Vladimir Putin, según la agencia University World News.

El gobierno ruso destinó otros 1.500 millones de rublos, el equivalente a 20 millones de dólares, para reforzar el presupuesto del Servicio Federal de Protección de los Derechos del Consumidor y Bienestar Social, la agencia que se ha puesto al frente de la lucha contra el covid-19. Pero el organismo más asociado a la financiación de actividades contra la enfermedad es el Fondo de Inversión Directo de Rusia (RDIF), un fondo soberano que invierte recursos públicos en empresas y que actualmente administra 10 mil millones de dólares. Este fondo financió a las empresas que se han encargado de realizar pruebas de medicamentos y del desarrollo de una vacuna en el Instituto Gamaleya de Moscú. También ha colaborado con el grupo R-Pharma para construir una planta en la ciudad de Yaroslavl, en donde se producirán medicamentos y la vacuna del Instituto Gamaleya en caso de que la misma demuestre ser eficaz. La inversión será de 54 millones de dólares.

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