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INNOVACIÓN

Emprendedores precoces

Un estudio de la OCDE ubica a Brasil entre los países con gran porcentaje de startup creadas por estudiantes o recién graduados

Léo Ramos Chaves Alex Matioli (a la izq.) y Vinícius Freitas (a la der.) fundaron sus startup mientras aún cursaban sus carreras universitariasLéo Ramos Chaves

Un informe elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) muestra que los emprendimientos en los que incursionan estudiantes universitarios o recién graduados cobra relieve en países tales como Canadá, Australia, la India y Brasil. En esas naciones, el porcentaje de estudiantes que fundan empresas de base tecnológica, las startups, es superior al 10% dentro del total de emprendedores, una tasa superior a la de países tales como Estados Unidos, Israel, Reino Unido y Francia. La OCDE analizó el perfil de las startups registradas en la base de datos Crunchbase, que contiene informaciones de aproximadamente 447 mil empresas innovadoras en 199 países. En el caso de Brasil, se cuentan solamente 290 startups, pero el 12% de ellas han sido fundadas por alumnos universitarios o nóveles graduados. Si bien registran una tasa de mortalidad significativa, estas empresas sirven como termómetro de la importancia de la innovación entre los jóvenes y llaman la atención de grandes compañías interesadas en nuevos modelos de negocio.

En los países analizados, se observó que, los segmentos de juegos, transporte, educación y comercio online presentan mayor incidencia de emprendimiento estudiantil. No es casual que sean áreas cuyas innovaciones generalmente van atadas a software y aplicaciones, y no requieren gran aporte de inversión para dar inicio a las actividades. En tanto, en sectores como por ejemplo biotecnología, salud, energía y alimentos, las startups usualmente son creadas por personas más experimentadas, que están cursando o ya concluyeron el posgrado.

El director de la Asociación Brasileña de Startups (ABStartup), Rafael Ribeiro, vislumbra una confluencia de factores que explican el interés de los estudiantes recién recibidos. “Los jóvenes suelen ser más tolerantes al riesgo y eso hace que los posibles fracasos los motiven a seguir adelante”, analiza. “A eso se le suma el contexto de crisis económica, que convierte al emprendimiento en una opción atrayente y una promesa de independencia financiera”. Según el documento que divulgó la OCDE, el emprendimiento a nivel estudiantil también suscita interés gracias al éxito de empresas que se han tornado líderes mundiales, como son los casos de Facebook, Microsoft y Apple. Si bien se las considera casos excepcionales, ellas iniciaron sus actividades cuando sus fundadores –Mark Zuckerberg, Bill Gates y Steve Jobs, respectivamente– aún eran alumnos universitarios y ninguno de ellos finalizó su carrera.

El científico de la computación João Machini, de 29 años, cuenta en su currículo con tres empresas en la cuales colaboró para su fundación cuando estaba por graduarse en el Instituto de Matemática y Estadística de la Universidad de São Paulo (IME-USP). La más reciente, creada hace cuatro años, es WorldPackers, una startup que ofrece vacantes de trabajo voluntario en todo el mundo. “Se trata de un sistema mancomunado de albergues, hosterías y ONGs [organizaciones no gubernamentales] donde los viajeros intercambian pagos diarios por servicios temporarios”, explica. La plataforma cuenta con más de un millón de usuarios, que abonan un canon anual de 49 dólares por el uso del servicio. Hijo de docentes universitarios, Machini analizó seguir una carrera académica, pero desistió cuando estaba haciendo la iniciación científica. “El emprendimiento es algo muy dinámico. Para que una nueva idea cobre valor, se necesita estar cerca de los consumidores, y eso lo hacen mejor las startups que las grandes compañías, que tienen procesos internos más burocráticos”.

Una tendencia que cobró impulso es el surgimiento de programas creados por empresas tales como Microsoft, Google, Telefónica y Bradesco para acelerar el desarrollo de tecnologías en startups. “Las grandes compañías están interesadas en conocer y asimilar nuevos modelos de negocio creados en empresas nacientes. Muchas de ellas, como son los casos de Uber, Airbnb y Nubank, por citar una brasileña, crecieron rápidamente hasta el punto de amenazar a los mercados tradicionales”, explica Jaercio Barbosa, coordinador de la Escuela Superior de Emprendimiento (ESE) del Servicio Brasileño de Ayuda a las Micro y Pequeñas Empresas de São Paulo (Sebrae-SP). “Los programas de aceleración incitan a los jóvenes a fundar empresas”, dice Barbosa. La disponibilidad de incubadoras de empresas en universidades también cumple un rol importante. “Los estudiantes encuentran en esos ámbitos apoyo institucional y orientación para la aplicación del conocimiento bajo el modelo de consultoras de tecnología, administración y modelado comercial”, explica Guilherme Ary Plonski, coordinador científico del Núcleo de Política y Gestión Tecnológica de la USP.

Sin embargo, la creación de una startup siendo aún estudiante, podría revelarse como una decisión precoz y precipitada, advierte Mariana Zanatta Inglez, gerente de la Incubadora de Empresas de la Universidad de Campinas (Unicamp). “Hay casos de alumnos que no logran conciliar los estudios con la vida como emprendedores”, dice. “Eso puede perjudicar la formación del alumno, que aún no es lo suficientemente maduro como para liderar una empresa”. Alex Matioli, de 27 años, estudia administración de empresas en la Unicamp y divide su tiempo entre las clases, un empleo en una “ludería” –un bar especializado en juegos de mesa– y Rubian, la startup que fundó en 2015. “El objetivo consiste en el desarrollo de extractos bioactivos para aplicación en cosméticos y nutracéuticos, un tipo de suplementos alimentarios”. La empresa realiza estudios con achiote o urucú (Bixa orellana) y maracuyá en colaboración con la Unicamp y con la ayuda del programa Pipe de la FAPESP. Para el estudiante, un obstáculo que tuvo que superar fue la falta de recursos para llevar el proyecto a la práctica. “No quería contar solamente con la ayuda financiera de mis padres, por eso empecé a trabajar en un bar y a juntar dinero. También fue fundamental la ayuda de un mentor empresarial, que se convirtió en socio e inversor de Rubian”.

Un estudio divulgado el año pasado por el Sebrae revela que tan sólo el 28,4% de los estudiantes cursaron en la universidad una disciplina relacionada con el emprendimiento y, entre las que ofrecen tales materias, poco más de la mitad se tratan mayormente de reflexiones acerca de “tener inspiración” que de aportar algún conocimiento práctico. “En Brasil hay pocas escuelas cuya misión sea la capacitación de emprendedores”, subraya Jaercio Barbosa, de la ESE Sebrae-SP. Otro estudio efectuado en 2016 por las universidades de Berna y St. Gallen, en Suiza, distribuyó un cuestionario entre más de 122 mil estudiantes universitarios en 50 países. El resultado del mismo reveló que un 80,3% de los alumnos pretendían trabajar como empleados inmediatamente después de graduarse. Tan sólo el 8,8% estaban interesados en fundar su propia empresa al finalizar sus estudios. No obstante, un 38,2% refirieron que iniciarían un negocio cinco años después de graduarse, tiempo suficiente para realizar un posgrado o adquirir experiencia en el mercado laboral.

Madurez
Vinícius Freitas, un estudiante de administración de empresas del Instituto de Ensino e Pesquisa (Insper), realizó una pasantía de dos años en el mercado financiero antes de fundar una empresa. “Trabajé con gente más experimentada y eso aceleró mi aprendizaje. Si hubiera emprendido el negocio sin hacer esa pasantía, las posibilidades de fracaso hubieran sido mayores”. Con 24 años de edad, Freitas es uno de los socios de LiveHere, una startup con sede en Campinas que realiza mediación entre propietarios de inmuebles y estudiantes. “Contamos con una plataforma que simplifica la contratación de alquileres, sin que los estudiantes necesiten presentar garantes o abonar caución para alquilar un inmueble”, explica.

El estudio de la OCDE muestra que en los países más desarrollados, tales como Suiza, Dinamarca, Alemania y Estados Unidos, el porcentaje de startup creadas por personas con doctorado es bastante mayor que en Brasil. En Estados Unidos, las empresas fundadas por individuos de alrededor de 40 años suelen ser más exitosas que aquellas concebidas por estudiantes con edades en torno a los 20 años, según un estudio que publicaron investigadores del MIT y de la Universidad de Northwestern en el repositorio del National Bureau of Economic Research (NBER), en el mes de abril. “Los emprendedores más maduros generalmente tienen un enfoque más especializado, que resulta fundamental para el desarrollo de innovaciones más sólidas”, dice Lucimar Dantas, gerente de la Incubadora de Empresas del Instituto Alberto Luiz Coimbra de Posgrado e Investigación de Ingeniería de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Coppe-UFRJ).

En Brasil, buena parte de los emprendedores estudiantiles todavía no han completado o apenas cuentan con una licenciatura, tal como muestra la OCDE. “eso ejerce una influencia negativa sobre el contenido de innovación tecnológica de las empresa en cuestión”, explica Fabio Kon, docente de emprendimiento digital del IME-USP y miembro de la Coordinación Adjunta de Investigación para la Innovación de la FAPESP. Él opina que el punto no es desalentar la creación de startups entre los alumnos más jóvenes. Pero sostiene que es necesario debatir abiertamente las limitaciones que presenta el modelo de emprendimiento estudiantil porque la debacle de esas empresas suele ser mayor y puede obstaculizar el desempeño académico del alumno. Rafael Ribeiro, de  la ABStartups, señala que el trayecto a recorrer para los emprendedores muy jóvenes es arduo. “Muchos de ellos suelen fracasar cuando no disponen de mentoría y ayuda adecuadas”, dice Ribeiro. “Todo estudiante debe aprender a relacionarse con la comunidad de startups para reducir su curva de aprendizaje y poder valorizar a su producto o servicio en el mercado consumidor”.

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