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Vida en el Semiárido

Estrategias en el sertón

El ratón cola de antorcha, el único mamífero que habita en las dunas del río São Francisco, se agrupa para sobrevivir

JOSÉ WELLINGTON DOS SANTOS / UFBACría de rabo-de-facho: patas grandes y larga colaJOSÉ WELLINGTON DOS SANTOS / UFBA

En la zona semiárida del nordeste de Brasil conocida como caatinga, junto a las riberas bahianas del río São Francisco, un observador atento notará la existencia de pozos de aproximadamente 15 centímetros de ancho, ocultos debajo de hojas espinosas. Esas bromelias, íconos del sertón, llamadas macambiras, forman bancos impenetrables y caracterizaron el hábitat inhóspito de los cangaceiros, un paisaje que se convertiría en lugar protector para los que lograran convertirlo en hogar. Ése es el caso aún actual para unos habitantes sertanejos de estatura mucho más diminuta: unos animalitos llamados rabo-de-facho, roedores que sólo habitan en aquella región. El biólogo José Wellington dos Santos se enfrentó a las espinas y a la temperatura, que puede variar entre 15 grados Celsius (ºC) por la noche y 43 ºC al mediodía, para comprender cómo viven estos pequeños mamíferos. Notó que las familias agrupadas en buenas cuevas son la clave del éxito.

“Y una buena madriguera está protegida por vegetación espinosa”, define el investigador, actualmente posdoctorando de la Universidad Federal de Bahía (UFBA). Dos Santos comenzó a estudiar al rabo-de-facho (cola de antorcha, Trinomys yonenagae) ya mientras cursaba la carrera en la propia UFBA, luego que la especie fuera descrita en 1995, clasificada bajo el género Proechimys, y continuó durante su maestría en la Universidad de São Paulo y su doctorado en la Universidad de California en Berkeley, obtenido en 2010. El primer artículo resultante de la tesis fue publicado el año pasado en el Journal of Mammalogy y describe el primer caso observado de grupos sociales en roedores del género Trinomys, muy común en las selvas brasileñas.

Dunas del río São Francisco, con mayor vegetación en los valles

JOSÉ WELLINGTON DOS SANTOS / UFBADunas del río São Francisco, con mayor vegetación en los vallesJOSÉ WELLINGTON DOS SANTOS / UFBA

El Trinomys de la caatinga presenta un aspecto bastante diferente al de sus parientes, algo más similares a las ratas comunes. Con sus grandes patas traseras, cuando está apurado, el rabo-de-facho se impulsa a saltos, casi como lo hace un canguro. Y basta con un chicoteo de su larga cola, con un penacho de pelos en la punta, para cambiar de dirección en medio del salto y escapar de los predadores, merced a su agilidad. Y son muchos los que los tienen por alimento: gatos monteses, lechuzas, serpientes, lagartos y zorros son algunos de los que visitan las dunas especialmente, en busca de ese bocadillo que, sin contar la cola, mide alrededor de 16 centímetros. La cola es más larga que el cuerpo, sus enormes orejas parecen desproporcionadas y sus patas delanteras son bastante más cortas. En conjunto, una apariencia típica en los mamíferos que habitan desiertos de otras regiones del mundo. Empero, sin las adaptaciones fisiológicas que permiten a otros roedores vivir en zonas áridas, Dos Santos comprobó que el rabo-de-facho necesita valerse de una estrategia específica para sobrevivir.

Comunidades solidarias
En las cercanías de la villa bahiana de Ibiraba, que forma parte del municipio de Barra, en la orilla izquierda del São Francisco, el biólogo capturó, marcó y liberó más de 400 animales durante su doctorado. El estudio reveló que en el 75% de las madrigueras estudiadas habita más de un adulto. Algunos de ellos llevaron temporalmente transmisores de radio sujetos en collares, que permitieron mapear los movimientos de los animales dentro de las cuevas subterráneas. Este método mostró que los machos y las hembras que comparten un cubil utilizan, de hecho, prácticamente el mismo espacio dentro de ella, lo que torna evidente que funcionan como una pareja unida, en lugar de repartirse el territorio. Esta vida en grupos, que puede sumar hasta ocho adultos, aparte de las crías, es rara entre los roedores silvestres, que no suelen adaptarse demasiado al entorno típico de un apartamento de estudiantes humanos, donde espacio y alimento (y tal vez compañeros sexuales) son bienes colectivos.

Dóciles, son animales que se acostumbran al manoseo de los investigadores

José Wellington dos Santos/ UFBADóciles, son animales que se acostumbran al manoseo de los investigadoresJosé Wellington dos Santos/ UFBA

Pero en las dunas, donde un mamífero no puede sobrevivir sin una cueva húmeda para cobijarse de las tórridas temperaturas del día y del frío nocturno, cavar en conjunto resulta una buena estrategia. “Cuando uno de ellos comienza a cavar, todos asumen un frenesí por la excavación”, comenta Dos Santos, quien estima en más de 15 metros la extensión de algunos de los sistemas de túneles. El investigador descubrió también que estos roedores pueden visitar colonias vecinas y contribuir a la producción de crías, y cada año algunos se mudan hacia grupos donde encuentran compañeros menos emparentados.

Esas cuevas acaban albergando también a otros animales, tales como pequeños lagartos, arañas y grillos, lo cual torna a los rabo-de-facho importantes para el mantenimiento del ecosistema. Los roedores también influyen en la distribución de los araçás-de-boi, unos arbustos de la familia de las guayabas cuyas semillas constituyen su alimento predilecto. En su tesis, Dos Santos constató que los rabo-de-facho habitan donde existe abundancia de estas plantas, aunque no sabe cuánto de ello se debe a la propia acción de los animales. “Ellos entierran algunas semillas cerca de la entrada de la cueva, pero todavía no hemos estudiado cuántas recuperan después”, relata. El hecho es que algunas semillas germinan, aumentando así la densidad de esas plantas, que representan aproximadamente un 40% de la vegetación en esas zonas de dunas. “La acción de estos roedores puede haber contribuido a aumentar la vegetación, fijar la arena de las dunas y crear microclimas que son aprovechados por otros animales”, sugiere, indicando áreas de investigación aún en curso. En su opinión, reconocer la heterogeneidad del ambiente también resulta importante para planificar la conservación de ese bioma: un valle puede albergar un patrimonio genético bastante distinto que otro, con los topes de las dunas funcionando como barreras parciales.

Macambira protects entrance to the burrow

José Wellington dos Santos/ UFBAMacambira protects entrance to the burrowJosé Wellington dos Santos/ UFBA

Un curioso aspecto de la caatinga es que los patrones climáticos son imprevisibles. Las lluvias aparecen entre noviembre y abril, aunque no todos los años. Esta irregularidad impide, desde un punto de vista evolutivo, que los organismos que habitan allí concentren funciones esenciales, tales como la reproducción, tan sólo en los períodos más favorables. “Tal como sucede con animales del bosque atlántico, las hembras de rabo-de-facho se encuentran reproductivamente activas durante todo el año”, explica el investigador. Pero las crías solamente sobreviven en la época de las lluvias, cuando los araçás-de-boi fructifican. El biólogo resume “En un medio ambiente caótico, la estrategia consiste en carecer de ella”.

Artículo científico
SANTOS, J.W.A. & LACEY, E.A. Burrow sharing in the desert-adapted torch-tail spiny rat, Trinomys yonenagae. Journal of Mammalogy. v. 92, n. 1, p. 3-11. 2011.

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