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ENTREVISTA

Euclides de Mesquita Neto: En el ajedrez de la ciencia global

El investigador de la Unicamp habla de los retos que enfrenta al frente del secretariado ejecutivo del Global Research Council, un foro que agrupa a 60 agencias de apoyo a la investigación científica de todos los continentes

Euclides de Mesquita Neto: intercambio de prácticas de gestión entre agencias y articulación de colaboraciones internacionales

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

El ingeniero mecánico Euclides de Mesquita Neto, investigador de la Universidad de Campinas (Unicamp) y miembro de la Coordinación Adjunta para Programas Especiales y Colaboraciones en Investigación Científica de la FAPESP, asumió en el mes de septiembre como secretario ejecutivo del Global Research Council (GRC), una entidad fundada en 2012 para estimular el intercambio de prácticas de gestión entre agencias de fomento de la investigación científica que congrega a directores de más de 60 de estas instituciones de todos los continentes.

De Mesquita Neto representa a la FAPESP, que fue designada para coordinar el secretariado ejecutivo durante los próximos cinco años y se convirtió así en la primera institución del hemisferio sur que desempeña esta función, que anteriormente estuvo a cargo de la National Science Foundation, de Estados Unidos, de la Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG), de Alemania, y de la United Kingdom Research and Innovation (Ukri), del Reino Unido. Estará acompañado por Carolina Oliveira Martins Costa, quien trabaja en la FAPESP como asesora de colaboración en investigaciones científicas, acompañando a De Mesquita Neto en calidad de secretaria adjunta.

Las atribuciones de De Mesquita Neto incluyen mediar en las relaciones de las agencias afiliadas con el GRC y sus distintas instancias, tales como el Consejo de Administración (Governing Board) y el Grupo de Apoyo Ejecutivo, como así también coordinar las estrategias para respaldar iniciativas de investigación a nivel mundial en temas como el cambio climático. Graduado en la Universidad Federal de Paraná, De Mesquita Neto es docente de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la Unicamp desde 1989 y, entre 2009 y 2013, estuvo al frente de la prorrectoría de Posgrado de la universidad. En la siguiente entrevista, habla de los desafíos que supone su cargo en el GRC.

¿Cuál será el rumbo del GRC durante los próximos cinco años?
Este año, en el marco de la asamblea anual del GRC, que se celebró en Panamá, se discutió el futuro de la organización. Tres perspectivas diferentes fueron puestas claramente sobre la mesa. La primera es seguir siendo un foro que proporciona una importante red de contactos a los directores de las agencias de fomento de la investigación científica de todo el mundo y en donde se discuten cuestiones internacionales y estrategias relevantes comunes. Esta es la función clásica que ha tenido el GRC en esta primera década de existencia. La segunda es avanzar en el sentido de articular y facilitar la cooperación internacional. Y la tercera posibilidad sería crear y administrar un fondo internacional propio para financiar iniciativas de investigación mundiales.

¿Y a qué conclusión se llegó?
De las tres alternativas, las dos primeras son factibles. Hay consenso en cuanto a la importancia de compartir y difundir las buenas prácticas entre las agencias, y el GRC cuenta con un potencial especial para movilizar a diferentes instituciones. Durante la pandemia, ha quedado en evidencia esa necesidad de articulación. En América, Brasil y México han desarrollado tecnologías públicas para la producción de respiradores, pero otros países han tenido más dificultades y no han podido acceder a ellas. Tenemos otra tarea por delante, que consiste en encontrar y movilizar a nuevos colaboradores. Hay diversas instituciones con las que podríamos asociarnos. Una de ellas es el Belmont Forum, un grupo integrado por 27 organismos de diversos países que financian proyectos de investigación sobre los cambios en el medio ambiente. Fruto de la reunión anual en Panamá, se ha organizado un grupo que está preparando una propuesta que será enviada al Consejo de Administración (Governing Board) que apuesta a ampliar las actividades de participación multilateral. En cuanto a la idea de crear un fondo para financiar propuestas de investigación mundiales, esto reviste más dificultades. Muchas de las agencias de fomento de la investigación y la innovación no tienen la posibilidad legal de realizar inversiones fuera de sus países de origen. Por ahora, este no será un camino que seguirá el GRC.

Hay tensiones políticas entre diversos países, pero la diplomacia científica es una herramienta para ayudar a hacer efectivas las colaboraciones

¿Qué puede aportarle la FAPESP al GRC al asumir el secretariado ejecutivo?
La FAPESP consiguió que su propuesta de asumir el secretariado fuera aprobada por el Consejo de Administración del GRC. Esto significa que la comunidad de directivos de las agencias de fomento de la ciencia considera a la FAPESP como una institución con una trayectoria de colaboración internacional y una gestión competente, cuyos valores y principios se encuentran en sintonía con los del GRC. Existen trabajos previos que han contribuido a darle este estatus de calidad a la FAPESP. En 2019 organizamos en São Paulo la reunión anual del GRC. La profesora Ana Maria Fonseca Almeida, de la Unicamp, integra el grupo de trabajo sobre igualdad de género. Recientemente, la profesora Alicia Kowaltowski, de la USP, pasó a formar parte del grupo de evaluación responsable de la investigación científica. Podemos aportar más. La FAPESP cuenta con una experiencia en la comunicación de la ciencia a la sociedad y al público que la mayoría de las otras agencias no poseen. La revista Pesquisa FAPESP es elogiada por diversas organizaciones. También está la posibilidad de fortalecer las redes regionales de agencias. La labor de Europa y el África subsahariana en el sentido de integrar a las agencias e investigadores es positiva. Debemos intensificar esta tarea en toda América y creo que estamos colaborando para lograrlo. Hasta ahora, el GRC se ha ocupado sobre todo de temas vinculados a la gestión y el fomento de la investigación científica, pero puede extenderse a otros temas de investigación que afecten a las agencias. Un ejemplo es el impacto de la inteligencia artificial. ¿Cómo deben implicarse o no las agencias de fomento en la formulación de políticas referentes la inteligencia artificial o en su regulación? Hay otros temas que tienen gran impacto en el futuro de la investigación y de las sociedades y sobre los cuales las agencias deben reflexionar. Puedo mencionar cuestiones tales como el cambio climático, la transición energética, la ciberseguridad, la protección de datos, el acceso libre al conocimiento y a las publicaciones científicas. Hay que tener en cuenta que el secretario ejecutivo dialoga con todas las agencias y posee cierto poder de conducción, pero existe un consejo administrativo que proporciona los lineamientos generales.

¿Hasta dónde llega la capacidad de inducir conductas?
Hay varias limitaciones. Los países tienen políticas que no siempre están alineadas unas con otras. Algunos no cuentan con políticas y líneas de financiación para la colaboración internacional. En Estados Unidos, la National Science Foundation tiene un largo historial de fomento de la cooperación internacional a través de los proyectos aprobados para sus científicos. La Unión Europea tiene otro, en el cual sus países trabajan e interactúan en programas conjuntos, como en el caso del programa Horizonte Europa, de la Comisión Europea. Otra región con una experiencia de integración muy interesante es el África subsahariana. Allá existe una iniciativa denominada Science Granting Councils Initiative, en la cual Sudáfrica desempeña un rol importante. El GRC ha elaborado y aprobado un documento con una perspectiva de desarrollo futuro y estrategias por implementarse. Uno de los puntos más importantes es fortalecer la participación regional dentro del GRC. Esta es una tarea relevante para desarrollarla en los próximos años, y en la cual el secretariado ejecutivo puede desempeñar un papel significativo. Hay tensiones políticas entre varios países, pero la diplomacia científica ha sido y es una herramienta para ayudar a hacer efectivas las colaboraciones.

En la reunión que el GRC organizó en 2019 en São Paulo, uno de los temas debatidos fue el papel de la ciencia básica y las presiones ejercidas por los gobiernos y las sociedades sobre las instituciones de investigación científica para generar aplicaciones de interés económico. ¿Ha habido progresos en ese debate?
La presión para obtener resultados más tangibles y aplicables, así como la demanda de una ciencia de impacto, sigue en aumento. No hay muchas maneras de evitarlo. Cuando las Naciones Unidas fijaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, por ejemplo, enviaron una señal al sistema de investigación científica, que creó programas para atender a esa agenda. Hay una perspectiva complementaria procedente de la agencia alemana, la DFG [la Fundación Alemana de Investigación Científica], que hace hincapié en la importancia de no dejar de lado la inversión en ciencia básica. En este proceso de generación del conocimiento, ellos tienen una clasificación a la que adhiero, que son los llamados known unknowns (desconocidos conocidos), y los unknown unknowns (desconocidos desconocidos). ¿Cuál es un ejemplo de “desconocido conocido”? Tenemos la cuestión del desarrollo de una vacuna contra el virus que causa el Covid-19. No se sabe cómo tener éxito, pero se sabe lo que se quiere hacer, se conoce el objetivo. En cambio, los “desconocidos desconocidos” son de otra naturaleza. No se tiene idea de lo que se va a necesitar, pero hay que generar una reserva de conocimiento al cual se pueda recurrir eventualmente en situaciones que pueden ser totalmente inesperadas, como el surgimiento de una nueva pandemia. El Nobel de Física de este año ha reconocido la investigación sobre el fenómeno del entrelazamiento de átomos. El físico francés ganador del Nobel en 2012, Serge Haroche, declaró a la revista Nature que este tema es “una demostración de la utilidad del conocimiento inútil”. Todo empezó como una curiosidad propia de la ciencia básica y ahora es posible que se convierta en la base de la computación cuántica con implicaciones asociadas a la criptografía, la ciberseguridad y un fuerte aumento de la capacidad de cálculo para su uso en la ciencia y en otros campos de actividades. En la FAPESP, promovemos la investigación aplicada, la investigación básica y la investigación aplicada a la innovación y orientada a la resolución de problemas. Todo ello junto en una misma entidad.

¿Cuál es el riesgo de privilegiar la financiación de la ciencia aplicada en detrimento de la básica?
Es justamente el riesgo de no disponer de una reserva de conocimiento básico a la cual recurrir para poder hacer ciencia aplicada. Pero hay otros problemas. Y aquí vuelvo a citar a los alemanes, que se cuidan mucho de usar a la ciencia para prometerle a la sociedad la solución de sus problemas. Ellos consideran que, si las promesas son exageradas, la sociedad acabará frustrada e incluso se corre el riesgo de deslegitimar a la ciencia. Comparto esa preocupación. Hubo una instancia, durante la pandemia, cuando se comenzaron a producir las vacunas, en la que la ciencia fue ampliamente legitimada. Pero eso no garantiza que vaya a mantenerse permanentemente. A pesar del gran éxito que la ciencia ha tenido a la hora de promover soluciones y “facilitarle” la vida a la gente, las presiones y las demandas de la sociedad son cada vez mayores y, paradójicamente, aquí también crece el negacionismo.

Usted ha mencionado al Belmont Forum, que financia colaboraciones en el campo del cambio climático, como un posible colaborador del GRC. El calentamiento global es una preocupación que el foro incluye en su agenda. ¿Cómo marcha eso?
En la próxima reunión anual del GRC, que tendrá lugar a fines de mayo de 2023 y se llevará a cabo en La Haya (Países Bajos), vamos a debatir sobre las responsabilidades de la ciencia en materia del cambio climático. El físico Paulo Artaxo, de la USP, la bióloga Patrícia Morelatto, de la Unesp, y el investigador Jean Ometto, del Inpe, coordinadores del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales, redactaron un texto que será debatido en la reunión de 2023, que ha sido recibido con beneplácito en el GRC. En el documento ellos sugieren la creación de una Iniciativa del Global Research Council para el Cambio Climático. No es solamente un texto sobre el cambio climático. La propuesta es crear una iniciativa. Allí, mencionan que los problemas del cambio climático son globales y requieren soluciones basadas en la ciencia, pero estas soluciones podrían necesitar de elementos locales. El trabajo expresa muy claramente que es necesario invertir en medidas paliativas, pero también tenemos que preparar una agenda de adaptación. Es así porque las políticas públicas para reducir el calentamiento hasta ahora no han sido suficientes y la opción más realista para mitigar el cambio climático es recurrir a la ciencia, como así también adaptarse a sus efectos.

La presión por resultados más tangibles y aplicables sigue en aumento, así como la búsqueda de una ciencia de impacto

¿Hacia dónde apunta la búsqueda de indicadores y parámetros que promuevan una evaluación justa y responsable? ¿Hay un mínimo consenso al respecto?
El GRC tradicionalmente elige dos temas para debatir en sus reuniones anuales. Estos suelen convertirse en declaraciones de principios que deberán adoptar e implementar los organismos miembros del consejo. El segundo de estos temas para 2023 se refiere al reconocimiento y recompensa de la actividad de investigación y del investigador. La agencia de financiación neerlandesa NWO ha sido designada para elaborar ese documento. El texto, que aún se encuentra en etapa de preparación y discusión, señala varios aspectos que deben considerarse en la evaluación y el reconocimiento del mérito de los investigadores y de sus propuestas, entre los que puede mencionarse la necesidad de diversificación de las carreras, de hallar un equilibrio entre las actividades individuales del científico y sus contribuciones a la colectividad, departamento, facultades, etc. Se trata de aspectos vinculados al grupo de evaluación responsable de la investigación [Responsible Research Assessment Group], que debate cómo evaluar la calidad de las contribuciones, de manera tal que no esté basada solamente en los indicadores cuantitativos, sino que también valore aspectos tales como el liderazgo académico, o tenga en cuenta la historia de vida de cada persona, como, por ejemplo, el impacto de la maternidad en la vida de la investigadora o investigador. Hay un fuerte consenso en cuanto a la necesidad de diversificación de las métricas y profundas críticas al empleo del factor de impacto de las revistas para evaluar a los autores de sus artículos. El desafío pasa por evaluar al investigador entendiendo el alcance de su contribución, algo bastante más sutil que contar artículos y citas. El problema, en mi opinión, será implementarlo. La mayoría de las agencias mantienen arraigado en su cultura el uso de indicadores numéricos en los procesos de evaluación.

Otro tema de debate es la adopción de prácticas de la llamada ciencia abierta, un ambiente que se caracteriza por su fuerte dinámica de colaboración, con acceso abierto al conocimiento y un amplio intercambio de datos. ¿Cuál es la postura del GRC en esas discusiones?
Ese es otro gran reto y, en este caso, veo difícil llegar a un consenso. Las distintas regiones, o incluso las distintas agencias de fomento, suelen encarar el problema de manera muy diferente. En Europa existe un fuerte movimiento a favor de la ciencia abierta, basado en la idea de que el conocimiento generado con fondos públicos debe hacerse público. Pero hay otras posturas en las que la generación de conocimiento con potencial para generar propiedad intelectual y beneficios económicos también está sobre la mesa. Pero tanto el GRC como varios otros foros internacionales tendrán que trabajar en este plano con distintas perspectivas.

El GRC también cuenta con un grupo de trabajo que apunta a promover el equilibrio de género en la ciencia. ¿Cuáles son los frutos de esa iniciativa?
El propósito inicial era trabajar para reducir la desigualdad de género en la actividad científica y en los procesos de evaluación de las agencias. El grupo tuvo un liderazgo importante con la profesora Ana Almeida, de la Unicamp y de la Coordinación Adjunta de la Dirección Científica de la FAPESP. Los resultados hasta ahora han sido prometedores. En un primer momento se llevó a cabo una encuesta sobre el problema de la desigualdad de género en las agencias de diversas regiones. En un segundo trabajo, divulgado en 2021, el grupo desglosó la información y elaboró un informe aún más detallado. Ahora el grupo de trabajo cuenta con múltiples indicadores que permiten formular recomendaciones de políticas tendientes a disminuir las asimetrías de género destinadas a las agencias. Los resultados de las investigaciones confirman que, en muchos países de Europa e incluso en América, el porcentaje de mujeres que reciben financiación oscila en torno a un 20 % del total. Los indicadores de la FAPESP son más reconfortantes, pero aquí también es necesario analizar los datos cuidadosamente y pensar en políticas activas para lidiar con la asimetría de género. La discusión sobre la equidad de género está vinculada al grupo sobre evaluación responsable de la investigación, ya que es necesario revisar los procedimientos y criterios de valoración que contribuyen para perpetuar las asimetrías. En este último año, el grupo que se ocupa de la desigualdad de género dentro del GRC elaboró una propuesta que ha sido aprobada por el Consejo de Administración, en la que sus metas para los próximos cinco años se amplían para abordar cuestiones de equidad, diversidad e inclusión (EDI). La propuesta ha sido aprobada y el reto de los próximos cinco años será contribuir a esa agenda de EDI sin perder de vista el alcance de las asimetrías de género.

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