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Paleontología

Excrementos fosilizados poseen restos de parásitos que aún pueden infectar a los animales

Científicos hallaron por primera vez registros de protozoos en aves que vivieron hace alrededor de 30 millones de años en lo que es actualmente el territorio brasileño

La fauna del Oligoceno incluía grandes aves, mamíferos y yacarés, como puede verse en la representación artística

Júlia d’Oliveira

Los parásitos constituyen un gran problema para la medicina aviar. Algunos de ellos son microscópicos, como los protozoos, y pueden infectar aves silvestres y de criadero, causando enfermedades como la coccidiosis, letal para las gallinas domésticas. Paleontólogos y parasitólogos brasileños descubrieron, mediante el análisis de excrementos fosilizados (lo que se conoce como coprolitos), que las aves que vivieron hace entre 34 y 23 millones de años en lo que hoy en día es la región de Tremembé, en el estado de São Paulo, estaban infectadas con parásitos similares a los actuales, según revela un artículo publicado en abril en la revista International Journal of Paleopathology.

Durante ese período que forma parte del Oligoceno, la región de lo que actualmente se llama Vale do Paraíba estaba ocupada por grandes mamíferos (Pyrotheria) similares a los tapires e hipopótamos actuales (Notoungulata) y otros animales más pequeños, tales como roedores, murciélagos, serpientes, sapos, peces y aves. En el mismo ambiente, invisibles a simple vista, existían parásitos como los protozoos. Todos ellos habitaban en los alrededores o en las aguas de un lago, que fluctuaba entre períodos de sequía e inundación en función de las variaciones climáticas.

Cuando estos animales morían o defecaban, el material orgánico depositado sobre el suelo arcilloso era cubierto a veces por nuevas capas del mismo sedimento, que millones de años después se convertían en roca. Bajo ciertas condiciones, como la ausencia de oxígeno y los desplazamientos del suelo, algunos de esos restos biológicos se fosilizaron.

Para analizar las muestras, los investigadores utilizaron microscopios, líquidos levemente salinos y gotas de glicerina, que les permitieron identificar una gran cantidad de microorganismos. “Hallamos 13 tipos morfológicos diferentes, una cantidad que nunca hubiera esperado encontrar en un material paleontológico”, recuerda el paleoparasitólogo Gustavo do Carmo, quien realizó la investigación como parte de su maestría en la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF) y actualmente cursa el doctorado en la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG). La cuenca de Taubaté, donde se encuentra la formación de Tremembé, fue descubierta en la primera mitad del siglo XIX y el trabajo de Do Carmo ha sido el primero en estudiar los parásitos del pasado en los fósiles de la cuenca de Taubaté.

Los microorganismos fueron divididos en dos grupos de protozoos: coccidios de la familia Eimeriidae y amebas de la familia Archamoebae. Las especies no fueron identificadas porque el material estaba muy degradado y las formas parasitarias no estaban completamente desarrolladas.

Estos microorganismos, como algunos de la familia Eimeriidae, aún hoy en día causan problemas de salud en los animales. “Los del género Eimeria infectan aves de todos los órdenes y pueden causar coccidiosis; en tanto, los del género Isospora son conocidos por infectar pájaros enjaulados y ayudan a entender la ecología de los que viven en libertad en estado silvestre”, informa el biólogo Bruno Berto, de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (UFRRJ), coautor del artículo. “Las amebas son de registro menos frecuente entre las aves”.

Gustavo do Carmo / UFMGCoprolitos de aves (las partes blancas) conservan vestigios de parásitosGustavo do Carmo / UFMG

Por su importancia actual, el estudio está siendo seguido de cerca por los veterinarios. “La identificación de parásitos con determinadas características en aves ancestrales y analizar cómo se encajan en la evolución podría ayudar al diagnóstico en laboratorio y a definir tratamientos actuales”, argumenta Berto.

Este ha sido el primer registro de protozoos en coprolitos de aves brasileñas del Oligoceno. La paleontóloga Paula Dentzien Dias, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), experta en coprolitos, quien no participó en el estudio, destaca la riqueza del material. “El hallazgo de parásitos en el registro paleontológico es algo inusual, solamente se habían encontrado huevos en coprolitos de Bélgica en 2006”, dice. “El segundo hallazgo, realizado en 2013 en Rio Grande do Sul, fue datado en el Pérmico de Brasil”, dice, en alusión al período comprendido hace entre 299 y 252 millones de años, aproximadamente.

La novedad ha permitido a los científicos entender mejor cómo evolucionaron los parásitos junto con las aves. La ameba encontrada era conocida principalmente en humanos, pero los estudios demostraron que en el pasado infectaba a las aves. “Para entender la evolución de las especies es esencial comprender las interacciones entre los organismos y cuándo algunos grupos actuaron como parásitos en el pasado, como así también qué animales fueron parasitados”.

Los investigadores también descubrieron que algunas características de los parásitos evolucionaron antes de lo que se pensaba, como el micrópilo (una especie de válvula de salida de los ooquistes, las estructuras redondeadas donde se desarrollan las formas infecciosas de los parásitos) y la membrana que la recubre, llamada casquete polar.

Más allá de su importancia veterinaria, los parásitos cumplen un rol clave en la ecología. “Pueden interferir directamente en la reproducción o en la alimentación de sus hospedadores”, dice Do Carmo. La presencia de aves infectadas, como indican los coprolitos, demuestra que las especies ancestrales de Taubaté contribuyeron en gran medida a la proliferación de los parásitos en aquel período.

No se pudo precisar qué especies o grupos de aves estaban infectadas. Buitres, zopilotes y aves similares a flamencos y gallinas son algunas de las que habitaban la región en aquella época. Otra pista que revelaron los excrementos es que los hospedantes eran omnívoros: su dieta incluía peces, artrópodos y plantas.

El objetivo ahora es ampliar estos diagnósticos para entender mejor la historia evolutiva de los parásitos. “Hemos conseguido identificar helmintos en el mismo yacimiento de Tremembé y estamos estudiando materiales de otros animales y regiones, como los coprolitos de dinosaurios de Minas Gerais”, concluye diciendo Do Carmo.

Este artículo salió publicado con el título “Parásitos del oligoceno” en la edición impresa n° 343 de septiembre de 2024.

Artículo científico
CARMO, G. M. et alProtozoan parasites of birds from the Tremembé formation (Oligocene of the Taubaté Basin), São Paulo, BrazilInternational Journal of Paleopathology. v. 45. 23 abr. 2024.

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