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Paleontología

Extinción tardía

Un fósil uruguayo indica que el ave del terror desapareció poco antes del arribo del hombre a América

EDUARDO BRETTASGigantes, carnívoras e incapaces de volar, las denominadas aves del terror desaparecieron más tarde de lo que se pensaba y casi fueron contemporáneas del hombre moderno en América. Paleontólogos de Brasil y Uruguay descubrieron un fósil de Phorusrhacidae, el nombre científico otorgado a esa familia de aves extintas, que vivió en las cercanías de la actual Montevideo hace alrededor de 15 mil años, tan sólo 2 mil años antes del dato más difundido sobre la llegada del Homo Sapiens al continente americano. Se trata del registro más reciente de algún miembro de esos míticos predadores, que surgieron probablemente en América del Sur poco después de la extinción de los dinosaurios, aproximadamente hace 65 millones de años.

Antes de la identificación del fósil uruguayo, que parece pertenecer a una nueva especie aún no descrita en la literatura científica, los investigadores consideraban que las aves del terror habían desaparecido del continente hace alrededor de 2 millones de años. Vestigios de ejemplares con esa antigüedad, hallados en Estados Unidos, de la especie Titanis walleri, el único Phorusrhacidae que emigró hacia América del Norte, avalaban esa hipótesis. “Ahora contamos con evidencias de que las aves del terror se extinguieron algo más tardíamente”, afirma el paleontólogo Herculano Alvarenga, fundador y director del Museo de Historia Natural de Taubaté, interior paulista, y uno de los autores del descubrimiento. En la edición de mayo pasado de la revista científica alemana Neues Jahrbuch für Geologie und Paläontologie ” Abhandlungen, fue publicado un artículo con la descripción del fósil.

Se encontró solamente una parte de un hueso de la pata derecha del animal en sedimentos de fines de la época Pleistocena que componen la formación Dolores, ubicada en el municipio de La Paz, en las cercanías de la capital uruguaya. “Esa zona es rica en fósiles de la mega fauna sudamericana”, afirma Washington Jones, del Museo Nacional de Historia Natural de Montevideo, y coautor del artículo. Fue suficiente un fragmento del tarso-metatarso, el hueso que une la pierna del ave (peroné y tibia) con sus dedos, para que Alvarenga la clasificara como perteneciente a los Phorusrhacidae. “Nosotros tenemos la vista entrenada para el reconocimiento de los detalles anatómicos característicos de varios grupos de aves”, afirma el paleontólogo de Taubaté.

Ortopedia y paleontología
Apasionado por los huesos y los seres alados, Alvarenga es médico ortopedista de profesión y se dedica en paralelo al estudio de fósiles de aves desde fines de la década de 1970. Realizó un doctorado en paleontología en la Universidad de São Paulo en los años 1990 y, en su tesis académica, estudió precisamente a las aves del terror. Por la calidad de su trabajo científico y por ser el administrador de una colección de fósiles con más de mil especies de aves resguardadas en su museo, se ganó el respeto de la comunidad de paleontólogos de Brasil y del exterior. Entre las dos especies de Phorusrhacidae descubiertas y descritas en suelo brasileño por Alvarenga, se destaca un esqueleto casi completo del Paraphysornis brasiliensis, un predador de dos metros de altura que asolaba la zona de Vale do Paraíba con su pico ganchudo hace 23 millones de años. Referente en el estudio de esa familia de aves, el brasileño publicó un artículo en 2003 de revisión científica sobre los 14 géneros y 18 especies conocidas de esos antiguos carnívoros. Recientemente, escribió un capítulo acerca de las aves del terror para el libro Living dinosaurs: the evolutionary history of modern birds, a la venta desde comienzos de este año en Estados Unidos.

GUSTAVO LECUONA, 2009Dada la escasez del material encontrado en los alrededores de la capital uruguaya, resulta imposible trazar una reconstrucción acerca de cómo era esa postrera manifestación del ave del terror. Los mayores ejemplares descubiertos de esos predadores, tales como algunos fósiles de las especies T. walleri y Brontornis burmeisteri, llegaban a medir tres metros de altura y pesar 180 kilogramos. Pero el hueso recuperado en Uruguay sugiere que la posible nueva especie era uno de los menores representantes de los Phorusrhacidae. “Sin duda, se trata de un hueso de un animal relativamente pequeño”, afirma Alvarenga. Su peso no debió superar los 10 kilogramos y su altura no sobrepasaba el metro. Sería similar a las aves del terror del género Psilopterus, que a su vez, guardan semejanza con la moderna chuña (Cariama cristata). Encontrada actualmente en América del Sur, la chuña es considerada la especie viva más emparentada con los Phorusrhacidade.

Comúnmente se atribuye la extinción de las aves del terror a la entrada en América del Sur de los grandes mamíferos carnívoros provenientes de América del Norte, tales como los tigres dientes de sable y los ancestros de los lobos. La mezcla de faunas entre las dos partes principales del continente se intensificó luego de la conformación del istmo de Panamá, que hace 3 millones de años, facilitó la circulación de los animales de mayor porte. Por algún motivo que todavía no se conoce a ciencia cierta, las especies de Phorusrhacidae, que no contaban con dientes, se habrían revelado menos competitivas cuando fueron confrontadas con los predadores del Norte. El mismo proceso podría haber resultado decisivo para conducir a la desaparición de otros antiguos animales de Sudamérica, como los perezosos gigantes. Si eso ocurrió realmente, el fósil uruguayo al menos indica que la extinción de los Phorusrhacidae sucedió en forma relativamente más paulatina. “Yo diría que la posibilidad de que las aves del terror hayan tenido contacto con los humanos no es nula, empero, aún con ese nuevo descubrimiento, es muy baja”, afirma Jones.

Artículo científico
ALVARENGA, H. et al. The youngest record of phorusrhacid birds (Aves, Phorusrhacidae) from the late Pleistocene of Uruguay. Neues Jahrbuch für Geologie und Paläontologie — Abhandlungen. v. 256, n. 2, p. 229-34. may 2010.

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