Daniel BuenoLos investigadores que falsifican datos en artículos científicos suelen adoptar ciertos patrones de escritura para intentar enmascarar las pistas de sus malas conductas. Ésta es la principal conclusión que surge de un estudio realizado por Jeff Hancock y David Markowitz, docentes del Departamento de Comunicación de la Universidad Stanford, en Estados Unidos. En un trabajo publicado en noviembre en Journal of Language and Social Psychology, los investigadores muestran que existen diferencias en el estilo de escritura de artículos fraudulentos y no fraudulentos. Los autores analizaron 253 comunicaciones publicadas en diversos periódicos del área de biomedicina que se retractaron entre 1973 y 2013. Mediante el empleo de técnicas de lingüística computacional, compararon los documentos con artículos que no fueron objeto de retractaciones, publicados en las mismas revistas y durante idéntico período, y abarcando temas parecidos. Los resultados muestran que los artículos retractados presentan un nivel elevado de aquello a lo que denominan “ofuscación lingüística”. “Los científicos que falsifican datos tienen conciencia de que están cometiendo actos de mala conducta y no desean ser sorprendidos. Una estrategia tendiente a esquivar esto consiste en intentar camuflar los fraudes mediante el empleo de ciertas palabras o expresiones en el texto”, explicó Markowitz al sitio web de la Universidad Stanford. Este fenómeno ya se había observado en informes financieros. “Quisimos verificar si lo propio ocurre en artículos científicos.”
Se observó que los artículos fraudulentos exhiben una cantidad mayor de giros técnicos, por ejemplo: son en promedio alrededor de 60 términos especializados más que en los artículos no fraudulentos. Una explicación posible para ello indica que esas palabras, poco comunes en la comunicación cotidiana, ayudan a simular la base científica del artículo. También se registra una incidencia menor de términos que expresan emociones o juicios de valor, tales como “éxito” o “mejorar”, en las comunicaciones retractadas. De acuerdo con los autores de la investigación, la utilización de una menor cantidad de palabras que suenen positivas, tal como la afirmación de que los resultados obtenidos son “satisfactorios”, sirve para no llamar la atención de los lectores con relación a los datos falsificados en el artículo. “Nuestro trabajo constituye una aporte al esfuerzo de investigación que apunta a entender de qué modo el lenguaje puede revelar dinámicas sociales y psicológicas tales como fraudes”, explica Markowitz. Con todo, el investigador hace hincapié en la necesidad de realizar más estudios sobre el tema para que este abordaje pueda utilizarse en la detección de estos fraudes.
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