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COOPERACIÓN

Ganaderos y ambientalistas en armonía

La cría de ganado en pastizales naturales, la vegetación típica del sur de Brasil, concilia los intereses de ambas partes

Águila mora, una de las especies de aves que habitan en las llanuras del sur del país

Fabio ColombiniÁguila mora, una de las especies de aves que habitan en las llanuras del sur del paísFabio Colombini

En el mes de abril, los supermercados del estado de Rio Grande do Sul recibirán el primer lote de carne de vacas criadas en pastizales naturales, que constituyen un  tipo de vegetación típica del sur de Brasil. Éste es el resultado de doce años de negociaciones, debates y alianzas entre ambientalistas y ganaderos, unidos en torno de una estrategia, que hasta ahora se revela exitosa, en pos de la preservación con réditos económicos de una vegetación nativa y de su biodiversidad. La ganadería en los pastizales naturales es un modo de producción que promueve la conservación del ambiente original, que, de otro modo, podría transformarse zonas de agricultura o de pasturas dominadas por gramíneas de especies exóticas, tal como es el caso de la hierba Braquiaria.

Si bien se circunscribe solamente a las tierras gaúchas y representa un pequeño porcentaje comparando con la dimensión de la hacienda bovina brasileña, que se estima en 212 millones de cabezas, esta estrategia ‒tal como esperan los productores‒ dará como resultado una carne de mejor calidad, con menos grasa y más sabrosa, fruto de una dieta variada de la cual gozarían los animales. En los campos sureños ya se han identificado 450 especies de gramíneas o poáceas nativas, tales como el pasto horqueta [Paspalum papillosum], grama brasileña [Axonopus affinis], pasto amargo [Digitaria insularis] y juncia [Carex sp.)], una diversidad mayor que la de otros biomas. Las formas de pastizal del Cerrado, por ejemplo, albergan alrededor de 100 especies nativas de gramíneas, la mayoría con bajo valor nutritivo. Para el final de 2015, se estaban criando 50 cabezas vacunas en 8 mil kilómetros cuadrados (km2) de pastizales preservados en 110 estancias de Rio Grande do Sul, certificados por la Alianza del Pastizal, una asociación de productores creada por las unidades de la organización no gubernamental BirdLife en Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay. La empresa alimenticia Marfrig firmó un acuerdo con 24 productores certificados, inicialmente para la recepción, faena y distribución de 250 reses por mes.

“Debemos preservar los pastizales para garantizar la continuidad del negocio”, dijo Mathias Almeida, gerente de sostenibilidad de la empresa. Los pastizales naturales, que constituyen la vegetación predominante en la Pampa del sur brasileño, un ecosistema natural que ocupa 176.500 km2 en Rio Grande do Sul, el 2% del territorio brasileño, están disminuyendo. La superficie de la Pampa que ocupaban pasó del 41% en 2002 al 36% en 2008, a causa de la expansión de los monocultivos, tales como el de soja, y las pasturas con especies exóticas de gramíneas, que ahuyentan a la biodiversidad. Los pastizales son el hogar de unas 500 especies de aves, entre las que se cuentan el ñandú [Rhea americana], el hornero [Furnarius rufus], el tordo amarillo [Xanthopsar flavus], la monjita dominicana [Xolmis dominicanus], la calandria grande [Mimus saturninus] y el águila mora [Geranoaetus melanoleucus], además de 100 especies de mamíferos, entre las cuales están el venado de las Pampas [Ozotoceros bezoarticus], que se encuentra en peligro de extinción, y un roedor que sólo habita en esa región, el tucu tucu o tuco tuco [Ctenomys spp.].

Identidad gaúcha
“La ganadería en los pastizales naturales, con un manejo adecuado, es una excelente oportunidad de rentabilidad económica manteniendo los servicios ecosistémicos de estos ambientes”, dice el geógrafo Heinrich Hasenak, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul. “Hay que tener especial cuidado en identificar la carga animal adecuada para cada tipo de pastizal, evitando de ese modo la sobrecarga animal”. La Alianza propone un límite de 0,8 animal por hectárea, bastante menos que los 3 ó 4 por hectárea de los campos de pastoreo más densos, como una forma de preservar la vegetación y la rentabilidad.

“Con un buen manejo y sin sobrecarga animal, se considera a la ganadería en los pastizales naturales un elemento clave para el mantenimiento de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos de la región, así como el fuego resulta vital para la conservación de la diversidad en algunos sectores del Cerrado”, reitera el biólogo Tiago Gomes, docente de la Universidad Federal de la Pampa (Unipampa). “Mediante otras sencillas prácticas adicionales se puede elevar la riqueza de especies en las propiedades rurales, tales como la rotación de los animales en sistemas de potreros o establo, garantizando así que las plantas puedan producir semillas antes de ser pastadas y ofreciéndoles a los animales pastizales heterogéneos, con matorrales de diferentes alturas y densidades”.

El límite recomendado es de 0,8 animal por hectárea, como método para preservar la vegetación y la rentabilidad

Fabio ColombiniEl límite recomendado es de 0,8 animal por hectárea, como método para preservar la vegetación y la rentabilidadFabio Colombini

Tanto ganaderos como ambientalistas consideran que los resultados obtenidos hasta ahora son satisfactorios. “No sólo estamos logrando preservar la biodiversidad y una flora típica de la región sur, sino también la identidad gaúcha, que está muy ligada a la ganadería y a los pastizales naturales”, dijo el biólogo Pedro Develey, director ejecutivo de la organización no gubernamental SAVE/ BirdLife y uno de los mentores de la estrategia que promovió la cría de ganado en ese ecosistema natural como una forma de preservarlo, principalmente, en lo referente a la diversidad y a las poblaciones de aves (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 156). En 2004, cuando ingresó en SAVE/ BirdLife, Develey se topó con el proyecto en ciernes de conservación de las aves de los pastizales naturales, una vegetación que se extiende por los tres países vecinos. Para continuar con eso, el desafío inicial consistió en expandir el universo de interlocutores. “Yo solamente conocía a investigadores académicos, pero tenía que hablar también con los productores de ganado”, dijo.

En el marco de un encuentro de ganaderos en Bagé (Rio Grande do Sul), que se realizó en 2006, Develey se alegró al oír el discurso del agrónomo Fernando Adauto Loureiro de Souza, quien entonces conducía la Asociación de Productores Cárnicos de los Campos Meridionales de la Pampa, quien se explayaba sobre la creación de un sello de denominación geográfica que se les otorgaría a los criadores de ganado vacuno en los pastizales naturales. “Usted está haciendo exactamente lo que nosotros planteábamos”, dijo Develey. A Souza, que lo oyó, le gustó la propuesta y recorrió junto a él y a otros biólogos las tierras de los demás estancieros interesados en la preservación de los pastizales naturales, aunque bajo el impacto de la convivencia con el ganado, que pisotea y consume la vegetación.

Aves a la vista
Poco a poco, tanto ambientalistas como ganaderos vencieron la resistencia recíproca, acordaron lo que era factible de hacerse y, en conjunto, redactaron los criterios de certificación ambiental que emitió la Alianza, para los productores que conserven hasta un 50% de los pastizales naturales de sus tierras. “Sin extremismos”, reflexionó. “Ningún productor dejará de ser aceptado en la Alianza si planta soja o eucaliptos en la mitad de su propiedad”. En pos de una integración de los grupos, Develey dictó charlas en encuentros de ganaderos y Souza, en un congreso de ornitología.

Para afianzar las propuestas de conservación de la biodiversidad, los biólogos prepararon guías de identificación de aves y, como resultado de ello, “los ganaderos comenzaron a prestarle más atención a las aves que habitan sus tierras”, dijo Develey. En un estudio que se publicó en la edición del mes de noviembre de 2015 de la revista Lavras do Sul, Glayson Bencke y otros biólogos del Museo de Ciencias Naturales de la Fundación Zoobotánica de Rio Grande do Sul, describieron entre 85 y 120 especies de aves en cada una de las siete estancias que analizaron. Según los investigadores, la diversidad y las poblaciones de aves parecen mantenerse.

“El mejor negocio consiste en producir con mayor rentabilidad, no en producir más”, dijo Souza. De él fue la idea de organizar subastas de terneras, novillas y vacas criadas en pastizales naturales y utilizarlas para la composición de nuevas haciendas. En las dos primeras subastas se vendieron todos los animales ‒fueron 1.115 en la primera, en 2014, y 1.478 en la que se efectuó al año siguiente‒, a un precio al menos un 10% superior al valor del mercado, en una rueda de negocios que movilizó 1,5 y 2,5 millones de reales, respectivamente. La tercera subasta está proyectada para realizarse el 23 de abril, en la localidad gaúcha de Lavras do Sul.

En las próximas semanas, cuando los envases con los cortes de carne vacuna lleguen a los anaqueles refrigerados de los supermercados gaúchos, comenzará la batalla por la conquista de los consumidores. Si a los clientes no les agrada el sabor, la consistencia o el precio de la carne de los animales criados en pastizales naturales, el interés de los ganaderos y las conexiones entre la gente y las instituciones podrían debilitarse.

Artículo científico
DEVELEY, P. F. et al. Conservação das aves e da biodiversidade no bioma Pampa aliada a sistemas de produção animal. Revista Brasileira de Ornitologia. v. 16, n. 4, p. 308-15, 2008.

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