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Arqueología

Historia antigua con estilo brasileño

Investigadores del Labeca le dan un significado más amplio al concepto de polis griega

COLECCIÓNLa unión de dos palabras: historia antigua, no hace sino reforzar prejuicios, ya que la primera de ellas se asocia a menudo a un área de estudios que aborda temas hace mucho tiempo cerrados y que parecen no tener ya impacto sobre nuestras vidas. La idea de algo aún más antiguo solamente lleva que la disciplina parezca más alejada de nosotros, y por ello resulte menos interesante e importante. Un grueso error, para usar una expresión clásica. Un grupo de investigadores brasileños del Laboratorio de Estudios sobre la Ciudad Antiga, Labeca, vinculado al Museo de Arqueología y Etnología (MAE-USP), mediante un proyecto temático que contó con el apoyo de la FAPESP, está redimensionando uno de los conceptos más importantes de la era clásica y que trae la raíz de las ideas modernas de democracia y de ciudad: la polis, con una nueva definición del concepto griego. Uno de los principales resultados de nuestras investigaciones apunta que la percepción de lo que los griegos denominaban polis no era solamente la comunidad de ciudadanos, como quieren los politólogos, ni un asentamiento urbano concebido con base en la institucionalización de la política, como pregonan todos los manuales al tratar la democracia de Atenas y la oligarquía de Esparta, explica Maria Beatriz Florenzano, coordinadora del temático y directora del Labeca. Al fin de cuentas, la polis es comunidad de lugar, como decía Aristóteles: está constituida por un grupo humano para el cual el territorio ocupado posee un significado que va más allá del uso material para la vida o para la supervivencia. El territorio está impregnado de sentidos simbólicos, ya sean éstos expresión de una religiosidad dispersa, de poder político o expresión de grupos sociales específicos, y así sucesivamente, añade Eliane Hirata, investigadora del Labeca.

La propuesta básica de esta investigación del Labeca consistió en promover el estudio de la organización del espacio de la polis griega a fin de ofrecer una visión más completa de esta sociedad antigua en la época arcaica y clásica (del siglo VIII a.C. al siglo IV a.C.). Partimos del principio de que el espacio y el ambiente construido incorporan elementos del sistema social, político, económico e ideológico y constituyen un instrumento de comunicación humana; son registros de la historia de las sociedades, son documentos históricos. De allí nuestro deseo de estudiar la territorialidad de la polis, sostiene Maria Beatriz. Trabajamos con una visión macro de la distribución de la sociedad en el espacio. No abordamos las casas en forma aislada, sino en su disposición en las calles, e investigamos qué significa esa disposición en términos de organización de la sociedad, analiza. Pero los resultados del estudio van más allá de la reconfiguración del concepto, pues a partir de ese eje temático común, con foco en la organización del espacio de la polis, existe una convergencia de diversas vertientes de estudios sobre la religión, el espacio de la mujer en la sociedad, el teatro, la economía, la planificación urbana, etc. Un ejemplo claro de este tipo de investigaciones es la que realizan sobre diversos santuarios griegos. Con base en la distribución de los santuarios en el paisaje (urbano, rural, de los hogares, la áreas cívicas, las murallas, los puertos, etc.) procuramos entender cuál es el rol de la religiosidad griega en la organización de la sociedad; cuál es el papel de una divinidad específica para un determinado grupo; cómo es que la distribución de santuarios revela contactos con otros grupos no griegos, y así sucesivamente, afirma Maria Beatriz. Estos estudios, que parecen apartados de la cuestión principal de la polis, a decir verdad constituyen piezas importantes para componer el panel que está montando el Labeca con base en la organización espacial de las ciudades griegas.

“La polis inaugura una forma de vivir juntos que prioriza la ciudadanía, es decir, el cuidado y la valoración de la vida en común. El poder político centralizador no formó parte de la vivencia de los griegos a partir de la estructuración de las polis. Éstas representan el marco de referencias básicas que articulan y dan sentido a todo el conjunto de las realizaciones griegas”, sostiene Elaine. Había una organización espacial particular: la unión de un núcleo central, urbano, llamado ásty, y de un área territorial destinada a las actividades agrícolas, esenciales para la subsistencia, en griego, khóra. Esta integración del espacio y por ende de las personas fue promovida especialmente por la práctica religiosa, e involucraba a las poblaciones en rituales que las reunían, ya sea en los santuarios urbanos o en aquéllos ubicados en las fronteras (extraurbanos). Algunas procesiones, por ejemplo, salían de los santuarios ubicados en el área denominada urbana y finalizaban su trayecto en las áreas sagradas de las fronteras. Allí, la realización de rituales comunitarios reforzaba los lazos entre los diversos grupos que integraban la polis, acota Maria Beatriz. El gran hito se da a fines del siglo VIII a.C., con la definición de un espacio ritual específico, un recorte en la esfera de lo profano: la creación del templo. La invención del templo no fue un cambio significativo en la práctica cultural, sino una decisión de una comunidad de ciudadanos en el sentido de monumentalizar, es decir, de inscribir una construcción sagrada en un paisaje. El templo se convierte en el emblema de la polis, la asignación del poder y del prestigio de una ciudad ante las demás, la expresión de su identidad. En la estructura de una cultura competitiva como la griega, los santuarios desempeñan un rol decisivo, sostiene Eliane.

COLECCIÓNLo que la arqueología revela es que con base en la edificación y en la monumentalización de esos edificios, la religión y sin dudas el culto estatal común se ubicaron en el centro de la creación institucional de la polis, y que tanto religión como culto actuaron siempre como elementos integradores de la comunidad, asevera Maria Beatriz. Según la investigadora, el hecho de que haya tantos templos en las periferias de los núcleos urbanos, fuera de las murallas, y el establecimiento de nexos espaciales entre éstos y el asentamiento, demuestran de qué manera la definición de un territorio preciso estaba en la agenda de esas comunidades que empezaban a estructurarse en lo que más tarde se conoció con el nombre de polis. Datos arqueológicos revelan que en el siglo VIII a.C. despuntaba la primera organización de las polis, lo que en el siglo VII a.C. estará plenamente consolidado. Estos templos tenían la función de marcar el territorio de una polis emergente, como si fuesen un marcador de posesión; debían también desempeñar la función de proteger este territorio común con relación a los otros, ya se que fuesen griegos o bárbaros. Hoy en día se acepta que la posición de estos templos en las fronteras hacía las veces de un pasaje simbólico de la polis al exterior, afirma la profesora. Asimismo, los miembros de la comunidad, al recorrer el trayecto existente entre un templo central y un templo extraurbano, durante las festividades o los rituales de culto a la divinidad, percibían el espacio de su ciudad, se apoderaban de éste y se integraban al conjunto con los restantes miembros de la comunidad en esa posesión sobre un terreno definido. Se sentían parte de un mismo todo: la polis.

“Partiendo del principio de que la ocupación del espacio es el diseño de la sociedad en el terreno, no podemos comprender la organización espacial en la ciudad griega sin tener en cuenta este engarce de las diversa esferas de la sociedad, incluso de la religión. Podemos decir que la polis no existe sin la religión. De allí nuestro interés en puntuar y en relevar los espacios religiosos materialmente, de manera tal de poder medir la penetración de la religión en el espacio ocupado por una polis, y de poder desenmarañar la relación de cultos con las actividades específicas de los grupos; para poder entender de qué modo los cultos instalados en áreas apartadas del centro urbanizado actuaban en pos de legitimar la posesión sobre un determinado territorio y así sucesivamente, evalúa Maria Beatriz. El territorio así ocupado por una polis, sigue la profesora, adquiere una gran diversidad de valores que va más allá de su uso inmediato para la sobrevivencia: son espacios cargados de energía que definen hasta dónde iba la autonomía de una polis, hasta dónde iba lo que los griegos entendían como civilización. Las fronteras en la Grecia Antigua no eran trazadas ni cuidadas como las fronteras que se crearon en el mundo contemporáneo a partir de la Edad Moderna y que fueron y siguen consolidándose en el mundo actual. Eran mucho más fluidas, y el  territorio era custodiado por energías sagradas, por pequeños asentamientos, por la fundación de nuevas polis. Los santuarios se erguían en el territorio y muchas veces entraban en la disputa entre las ciudades, pues su dominio era tenido como una adición de prestigio y poder.

Pero las polis fueron igualmente creadas en lugar de colonias en el Mediterráneo, al sur de Italia y Sicilia, en lugares lejanos, durante la expansión griega del período arcaico que los investigadores del Labeca prefieren llamar apoikia (en el sentido de algo que está lejos, ubicado lejos de la oikos, de la casa). Fueron fundadas en el siglo VIII a.C., cuando la polis aún no era más que un boceto y no poseía un estatuto consolidado. Lejos de su tierra natal, estos grupos originarios de muchas partes tuvieron que ponerse de acuerdo para expropiar terrenos de otros y para organizar una ocupación eficaz. Tuvieron que constituir gobiernos, distribuir lotes entre los colonos, establecer reglas y conceptos. Venían con una herencia de casa, pero en la construcción de un nuevo hogar tuvieron que ser creativos. La organización del espacio fue un área que recibió mucha atención y estos helenos usaron la organización espacial para crear un lenguaje visual de su propia identidad. Este lenguaje hizo el camino de vuelta hacia Grecia y ayudó a consolidar la polis: la malla ortogonal como elemento organizador de la especialización y complejización de la sociedad, la marcación de la tumba del ancestro fundador en el ágora, los muros urbanos y su apertura al territorio, y el uso de la arquitectura religiosa monumentalizada para marcar poder e identidad son elementos que se consolidaron en las apoikias griegas de Occidente y que toda la helenidad absorbió. Son elementos que tuvieron una difusión enorme durante período helenístico y perduran hasta hoy como marca visual de la identidad griega antigua, sostiene Maria Beatriz.

WAGNER SOUZA E SILVAEn todo ese movimiento, Atenas es la gran excepción y no la regla, tal como nos lo enseñan los libros más antiguos. Muchos de los textos escritos por autores antiguos y preservados hasta hoy fueron escritos en aquella polis y muchos son sobre ella. Pero la arqueología hace posible un abordaje más amplificado y sofisticado del mundo creado por los griegos en el Mediterráneo, ya que recupera los datos materiales de las demás polis griegas (algunos datos sugieren que existieron 1.037 de éstas). No podemos dejar a Atenas de lado, pero debemos procurar conocer mejor a las otras para comprender a la sociedad griega en su sentido más extenso y en toda a su complejidad. De allí que en el Labeca hayamos roto con la visión atenocéntrica de la historia griega y hayamos definimos a Grecia como el mundo griego disperso desde las orillas del Mediterráneo, desde el sur de España hasta el mar Negro, litoral en donde los griegos se asentaron y crearon lo que llamamos helenidad: una identidad específica en la cual la monumentalización participaba en un sutil juego de poder. Los primeros edificios construidos con material permanente y por eso monumentalizados en la Grecia Antiga fueron los templos. Esto explica un poco que el sesgo de la integración de las comunidades que se organizaban a partir del siglo VIII a.C. en forma de polis; era un sesgo que tenía en la religión su fundamento. Ahora bien, el área de la edificación religiosa adquirió una importancia tal que se convirtió en una manera de consolidar el poder, tanto de los gobernantes autocráticos, como los tiranos de la época arcaica y la clásica, como de los líderes democráticos, como el propio Pericles en Atenas. La monumentalización de los templos en toda Grecia y en las apoikias de Occidente apuntan una identificación del poder político con el poder divino y una manipulación del poder político por la vía de la religiosidad.

¿Pero cómo estudiar la Grecia Antiga desde un lugar tan lejano como Brasil Como siempre fuimos arqueólogos, sabemos acerca de las dificultades económicas y legales para la ejecución de excavaciones arqueológicas en cualquiera de los países modernos en donde los griegos se asentaron en el pasado. Por eso asumimos una línea de investigación que se ha venido desarrollando en la arqueología reciente, que son los estudios de paisaje y de ambientes construidos. En lugar de realizar estudios monográficos sobre una sola polis, para lo cual dependeríamos de excavaciones arqueológicas, buscamos temas en los cuales a partir de excavaciones ya realizadas y publicadas podemos establecer relaciones en conjuntos mayores de documentación, analiza la coordinadora. Hoy en día el país cuenta con investigadores de fuste en el campo de la historia antigua que, como lo hace el Labeca, contribuyen con sus estudios a la discusión internacional sobre cuestiones importantes, a partir de un estilo brasileño de estudiar la Antigüedad. Siempre constituye un reto mantenernos actualizados con relación a los estudios internacionales, especialmente en lo que hace al estudio de la Antigüedad. La especificidad brasileña radica en nuestra experiencia en situaciones sociales y culturales que pueden ser muy valiosas para entender la Antigüedad (y para criticar el presente), tales como la desigualdad social, la exclusión social, el patrimonialismo y el patriarcalismo y la situación periférica, entre otras, explica Pedro Paulo Funari, profesor de historia antigua y arqueología clásica de la Unicamp.

El estudio de la historia antigua en Brasil hoy en día tiene dos aspectos importantes: conocer la propia historia del país y percibir de qué manera los usos del pasado antiguo se vinculan con la distintas formas de discursos y prácticas cotidianas, y también, mediante la especialización en las universidades, aprender a buscar a través de interpretaciones más dinámicas que indiquen la diversidad social, de género o étnica sobre la que esas sociedades se construyeron. Como vivimos en un país con una diversidad cultural y social muy importante, creo que una de las contribuciones de este tipo de estudios es la posibilidad de producir modelos interpretativos más plurales sobre el mundo antiguo, asegura Renata Senna Garraffoni, docente de historia antigua del Departamento de Historia de la Universidad Federal de Paraná que obtuvo recientemente una beca de estudios de la British Academy para estudiar en Inglaterra los juegos de los gladiadores romanos. Según el profesor de historia antigua Glayson José da Silva, de la Universidad Federal de São Paulo, tenemos una investigación en historia antigua alineada a los centros de excelencia del exterior. Una ciencia más problematizada, más preocupada por comprender que por explicar.

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