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Tecnociencia

Infecciones silenciosas

Daniel BuenoCon sus 2,5 millones de habitantes, Belo Horizonte es una de las mayores ciudades brasileñas, y en ella, la leishmaniasis visceral es endémica: se registraron 1.255 casos entre 2001 y 2011. Causada por un parásito unicelular –el protozoario Leishmania infantum o chagasi– que se aloja en las células de defensa y afecta el bazo, el hígado y la médula de los huesos, puede resultar letal si no es tratada. Con la finalidad de conocer el perfil epidemiológico de la leishmaniasis en las grandes ciudades, el grupo dirigido por Mariângela Carneiro, de la Universidad Federal de Minas Gerais, analizó la sangre de 1.875 niños sanos de la capital de ese estado. Los investigadores comprobaron que el 16,9% de ellos había tenido contacto con el parásito, aunque no presentaran síntomas de la enfermedad. Un año más tarde, los investigadores repitieron los test con 199 niños infectados y verificaron que permanecían libres de la enfermedad (PIOS NTD, diciembre de 2012). “Esos chicos presentaban una carga baja de parásitos, con un promedio de 56 protozoarios por mililitro de sangre, casi 40 veces menor que la observada en los casos clínicos”, comenta Carneiro. “Por alguna razón que todavía no entendemos, sus organismos mantuvieron la infección bajo control”. Según la investigadora, éste es el primer estudio con un gran número de individuos que revela que los residentes de regiones endémicas pueden ser portadores asintomáticos. En 2000, Carneiro y su equipo habían observado que, en Sabará, un municipio vecino de Belo Horizonte, un 8% de las personas tenía el parásito sin desarrollar la enfermedad. Pese a ser portador, el ser humano no sirve como reservorio del parásito, que, en las áreas urbanas, también infecta a los perros y se transmite a la gente mediante la picadura de flebótomos (jejenes).

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