El ingeniero químico y sociólogo Carlos Eduardo Calmanovici asumió hace seis meses el desafío de crear el departamento de Perfeccionamiento y Desarrollo de Procesos en Odebrecht Agroindustrial, una empresa que inició sus actividades en 2007 para la producción de etanol, azúcar y bioelectricidad por medio de procesos tecnológicos avanzados. Previamente, se desempeñaba en la gerencia de tecnología, donde, desde 2010, coordinaba el mapeo y la estrategia de las actividades de innovación de la empresa radicada en Piracicaba, en el interior paulista.
Ese cambio reciente tan sólo es uno de los varios que Calmanovici experimentó a lo largo de su carrera. Luego de graduarse como ingeniero químico y sociólogo en la Universidad de São Paulo (USP), en la capital, optó por dedicarse a la ingeniería. Mientras estudiaba, fue pasante y, cuando se recibió, investigador en el Instituto de Investigaciones Tecnológicas (IPT). Durante sus casi 10 años en el instituto, realizó una maestría en la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar) y un doctorado en el Instituto Nacional Politécnico de Toulouse, en Francia. “Mi experiencia en el IPT fue muy importante porque tuve la oportunidad de trabajar en varios proyectos e interactuar con gente de diferentes áreas, desde química hasta economía y sistemas. Por eso, adquirí conocimiento en temas tales como prospección tecnológica y conceptos de planificación y estrategias”, dice.
Con su título de doctor obtenido en Francia y ya de regreso en Brasil, aceptó una invitación para trabajar en la empresa Rhodia, en Paulínia, interior de São Paulo. Calmanovici relata que en aquella época, al comienzo de la década de 1990, la presencia de doctores en empresas era poco frecuente, algo casi inexistente. “Ingresé en Rhodia dentro de una lógica que era audaz para la época, pero que comenzaba a difundirse en Brasil, que era la transferencia de conocimiento desde la academia hacia las empresas”, dice. Ocupó varios cargos en el área de innovación y tecnología de Rhodia. “Trabajábamos el concepto de aplicabilidad en los más diversos negocios de la empresa”. Calmanovici llegó a ocupar el puesto de científico principal de la empresa en el país.
Al final de 2001, cuando aún trabajaba en Rhodia, aceptó una invitación para dar clases en la Universidad Metodista de Piracicaba. Pero la experiencia duró poco, porque al año siguiente la empresa le propuso asumir el liderazgo de la plataforma de innovación de Rhodia Iberia, en España. “Pero para el final de 2004 ya pensaba en regresar a Brasil, que evidenciaba un crecimiento palpable y cobraba cada vez mayor relevancia en la escena mundial”, dice Calmanovici. Se vino directamente a Oxiteno. “La empresa atravesaba una etapa de consolidación y crecimiento simultáneo, y transitaba un proceso de internacionalización. Me hice cargo de la estrategia de renovación y estructurado del área de innovación. El dinamismo de Oxiteno me brindó otra dimensión del potencial impacto de la innovación en los negocios”. En 2007 sobrevinieron nuevos cambios, con el desafío de trabajar en la gestión de investigación y desarrollo de Braskem, una empresa del grupo Odebrecht. Cumplió varias funciones en el área de innovación tecnológica de la empresa, llegando a ser responsable del desarrollo de la tecnología de polímeros, cuando, en 2010, pasó a Odebrecht Agroindustrial.
Durante los últimos años tuvo, como él mismo lo dice, una “vida paralela” en la Asociación Nacional de Investigación y Desarrollo en Empresas Innovadoras (Anpei), donde concluyó, en abril, su segundo período como presidente. “En la época de Oxiteno, comencé a participar en grupos de trabajo y de estudios, luego asumí la vicepresidencia en 2007 y más tarde cumplí dos mandatos como presidente, entre 2010 y 2014. Es un trabajo voluntario que demanda mucha dedicación y compromiso, al tiempo que mantenía mis responsabilidades en la empresa. Tuve la feliz coincidencia de hallarme al frente de Anpei en un momento en que la innovación cobró gran relevancia y ocupó un lugar en la agenda económica del país”, dice. Luego de tantos cambios y desafíos, confiesa que nunca siguió un plan determinado. “Las cosas fueron ocurriendo, pero siempre estuve dispuesto a encarar nuevos desafíos y transformarlos en oportunidades concretas”, dice Calmanovici.
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