Imprimir Republish

Arqueología

Investigaciones que abarcan desde la colonización hasta la dictadura en Brasil

Excavaciones arqueológicas ayudan a reinterpretar eventos históricos al asociar la cultura material, los documentos escritos y los testimonios orales

Una arqueóloga trabajando en las dependencias del antiguo DOI-Codi, en São Paulo, centro de detención y tortura de la dictadura militar

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

En un artículo publicado durante la Segunda Guerra Mundial, el escritor británico George Orwell (1903-1950) acuñó una frase que se tornaría célebre: “La historia la escriben los vencedores”. En general, los registros escritos reflejan el punto de vista de las elites, desde los documentos oficiales de la administración pública hasta los grandes poemas épicos. Pero no es solo con textos que puede escribirse la historia: los vestigios materiales que dejan los grupos humanos permiten hablar del pasado de otra manera, incluyendo a los grupos subalternos, excluidos o sin tradición letrada.

La arqueología histórica, un campo que ha ganado terreno en Brasil a partir de la década de 1990, se basa tanto en los registros textuales como en los vestigios físicos, simultáneamente. En octubre del año pasado se celebró en Río de Janeiro la Semana de la Arqueología Histórica del Museo Nacional, que reunió a 73 profesionales del área. Para 2024, según uno de los organizadores del evento, el arqueólogo Marcos André Torres de Souza, del Museo Nacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), está prevista la fundación de la Sociedad Brasileña de Arqueología Histórica, cuyo primer presidente será el también arqueólogo Luis Cláudio Symanski, de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG).

Torres de Souza y Symanski son los editores del libro Arqueologia histórica brasileira (Editora UFMG, 2022). La obra, que consta de 22 capítulos, delinea un panorama de los estudios realizados en todas las regiones del país. Los textos escritos por 29 investigadores abordan temas tan diversos como la relación entre los pueblos indígenas y los colonizadores europeos en el siglo XVI, el asentamiento de los llamados quilombos o palenques, en el campo y en las ciudades, el impacto del monocultivo a gran escala en biomas como la Amazonia, los efectos ambientales y sociales de la minería y los centros de tortura durante la dictadura militar (1964-1985).

La definición de arqueología histórica es amplia. Según Torres de Souza, en el continente americano este término se utiliza, sobre todo, para referirse a las excavaciones que estudian el período posterior a la llegada de los europeos, por oposición a la arqueología que puede denominarse prehistórica, precolonial o precolombina. Según la historiadora Adriana Schmidt Dias, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), la distinción entre historia y prehistoria en el marco de la arqueología se origina en el norte de Europa en el siglo XIX, cuando se excavaron yacimientos de los pueblos que habitaron esa región, anteriores a la conquista romana.

Plácido de Campos Júnior / Museo de la Imagen y el Sonido de São Paulo En la década de 1970, una alfarera de Iguape (São Paulo) elabora una pieza empleando la técnica del acordelado, un legado tupiniquim de la época colonialPlácido de Campos Júnior / Museo de la Imagen y el Sonido de São Paulo

En los lugares donde existe documentación textual que se remonta a milenios atrás, esa denominación es menos frecuente. Cuando se la utiliza, la expresión se refiere sobre todo a las contribuciones de la arqueología para la historia en su conjunto, como explica el arqueólogo francés Alain Dupouy, de la Universidad París I. “Entiendo a la arqueología histórica como la búsqueda de una síntesis de estas disciplinas, una historia total que explora tanto las fuentes arqueológicas como las textuales, sin una jerarquía entre ellas”, le dijo Dupouy a Pesquisa FAPESP.

El arqueólogo Andrés Zarankin, de la UFMG, propone una tercera definición, basada en los postulados del arqueólogo canadiense Charles Orser. La arqueología histórica, argumenta, es aquella que “estudia el proceso de formación de la sociedad moderna”. Sería una manera de formular preguntas centrada en los problemas actuales. Es por ello que han surgido subáreas tales como la arqueología del capitalismo, o de la diáspora africana, o incluso la arqueología del pasado reciente, que indaga en sucesos que han acontecido hace pocos años, desde la dictadura militar hasta los desastres ambientales. Torres de Souza, de la UFRJ, subraya que la interacción entre la cultura material, los registros escritos y las entrevistas orales ha hecho posible “contribuir a una historia de larga data de los grupos indígenas, que atraviesa la arqueología prehistórica y la histórica”, en un subcampo conocido como etnoarqueología. Vale lo mismo para las poblaciones pertenecientes a lo que denominamos la diáspora africana, cuya principal forma de transmisión de la memoria es oral, recuerda Dias, doctora en arqueología por la Universidad de São Paulo (USP).

Así como los documentos y las entrevistas revelan tan solo una parte de las historias, lo propio ocurre con la cultura material, comenta la arqueóloga Marianne Sallum, pasante de posdoctorado en el Laboratorio Interdisciplinario de Investigaciones en Evolución, Cultura y Medio Ambiente del Museo de Arqueología y Etnología (Levoc-MAE-USP) y actualmente investigadora visitante en la Universidad de Massachusetts (UMass), en Boston (EE. UU.), con el apoyo de la FAPESP. A partir de fragmentos de vasijas y tinajas hallados en excavaciones que datan de los siglos XVI y XVII, Sallum y su colega, el arqueólogo Francisco Silva Noelli, doctorando en el Centro de Arqueología (Uniarq) de la Universidad de Lisboa, arribaron a la conclusión de que la llegada de los europeos en el siglo XVI al territorio que actualmente es São Paulo no condujo a la extinción o la aculturación de los indígenas de la etnia Tupiniquim. La investigación se realizó en el marco de una colaboración entre la USP, la UMass-Boston y el Uniarq, del que Sallum es investigadora asociada.

Por el contrario, se desarrolló una cultura material con características propias, que los investigadores denominaron “cerámica paulista”. Sallum recuerda que los portugueses y los tupiniquines mantenían una alianza que se remontaba a 60 años durante la guerra contra los franceses y los indígenas tamoios, entre 1565 y 1574, que incluía matrimonios entre individuos de ambos grupos. Estos vínculos dieron lugar a prácticas ceramistas que aún hoy en día se aplican, realizadas por mujeres, algunas de las cuales reivindican el legado ancestral de las técnicas de fabricación de los tupiniquines.

No obstante, el mero análisis de los materiales, sin tener en cuenta la historia local ni la articulación de dichas prácticas, no revela esa continuidad indígena, porque los ornamentos y el formato de las vasijas son similares a los encontrados en la producción portuguesa. Este contexto ha llevado a la arqueología del siglo XX a sugerir que la cerámica paulista fue una apropiación y transformación de la cerámica común portuguesa por parte de las mujeres tupiniquines, dice Sallum, coautora junto a Noelli del capítulo “Pueblos indígenas y arqueología del colonialismo en Brasil”, del libro publicado por Souza y Symanski.

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESPParte de los artículos hallados por los investigadores en las excavaciones realizadas donde funcionó el DOI-Codi paulistaLéo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

La arqueóloga investiga el tema desde su doctorado, defendido en 2018 en el MAE-USP. En 2023, dio un paso más en su investigación al publicar un artículo en la revista Journal of Social Archaeology junto a Noelli y a la historiadora Sílvia Alves Peixoto, doctora en arqueología por el Museo Nacional de la UFRJ. En el estudio, los investigadores mapean la genealogía de dos mujeres tupiniquines nacidas en la capitanía de São Vicente (SP), en el siglo XVI: Joana Ramalho (c. 1511-1590) y Esperança da Costa (c. 1580-?). Así, reunieron en ambos casos los nombres de cinco a siete generaciones de mujeres indígenas tupiniquines que entablaron relaciones de parentesco con hombres europeos, sobre todo portugueses.

Además, los investigadores analizaron dos comunidades compuestas por indígenas tupiniquines y europeos que emigraron desde São Vicente hacia las costas de Río de Janeiro. Una de ellas es la fortaleza del cerro Cara de Cão, construida en 1565 por el portugués Jorge Ferreira (c. 1508-1575), como parte de la invasión y conquista de la bahía de Guanabara. Ferreira estaba casado con Joana Ramalho, hija de Tupiniquim Mbicy (c. 1495-?) y del portugués João Ramalho (c. 1493-1580). En tanto, el ingenio azucarero Camorim, situado en la zona oeste carioca, fue fundado en 1594 por Gonçalo Correia de Sá (c. 1576-?) ‒que los investigadores suponen que era descendiente de portugueses e indígenas‒ y su esposa, Esperança da Costa.

“Las mujeres se encargaban de la soberanía alimentaria, de parte de la logística y existen evidencias de que habrían participado en los combates”, relata Sallum. El estudio genealógico comenzó en 2020 y se está llevando a cabo a partir de documentos tales como cartas y otros de la administración pública. Según la arqueóloga, la meta es recabar más datos sobre mujeres y varones tupiniquines para rastrear historias que han quedado borradas a causa del colonialismo y el racismo.

Un yacimiento que ejemplifica cómo se estableció y propagó la economía colonial en Brasil se encuentra en las afueras de Belém (Pará), según refiere el arqueólogo Diogo Menezes Costa, de la Universidad Federal de Pará (UFPA), autor del capítulo titulado “Arqueología histórica en la región norte de Brasil”. El ingenio azucarero de Murutucu, que el equipo del investigador explora desde hace alrededor de 10 años, se mantuvo activo entre principios del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XX. Además de haber sido la primera excavación donde se encontraron vestigios de una senzala [los barracones donde se alojaban los esclavos] en la región, el ingenio también revela el uso de una tecnología poco conocida en Brasil.

Diogo M. CostaRuinas del ingenio azucarero de Murutucu, cerca de Belém (Pará)Diogo M. Costa

“A diferencia de lo que ocurría en los ingenios del sudeste y del nordeste, donde la molienda era hecha a tracción animal o humana, allí se utilizaba la fuerza de la marea”, relata Costa. “Cuando la marea subía, el agua era retenida en una represa. Cuando bajaba, se abrían las compuertas y la fuerza del agua en retirada hacía girar el mecanismo. Se trata de una tecnología antigua, que data del tiempo de los romanos y fue utilizada en Irlanda. Los portugueses la trajeron aquí porque la variación del nivel del agua durante las mareas es enorme”, añade. Según el investigador, el ingenio no producía para la exportación, sino para abastecer de aguardiente al mercado de intercambio interno en la Amazonia (en este caso, el trueque entre los indígenas y los colonizadores), lo que revela en parte cómo eran los circuitos comerciales de la colonia.

La arqueología histórica también puede investigar hechos tan recientes como los desastres ambientales de Brumadinho y Mariana, en Minas Gerais, que ya están siendo estudiados por los arqueólogos. Otro tema pertinente a la arqueología contemporánea surgió en 1984, cuando se conformó el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para estudiar los crímenes de lesa humanidad perpetrados por la dictadura de ese país (1976-1983). Su labor contribuyó a la condena de los jerarcas del régimen de facto. En Brasil, el EAAF participó en 1996 en algunas de las primeras excavaciones arqueológicas en la región del Araguaia (TO) que trataron de reconstruir algunos episodios del régimen militar.

Según Zarankin, aunque se han llevado a cabo estudios en este sentido en universidades brasileñas como la UFMG y la Universidad de Campinas (Unicamp), estos han tenido un mayor desarrollo en los países vecinos que aquí. Entre otros motivos, el arqueólogo informa que, hasta 2020, los investigadores no estaban autorizados a visitar los centros de detención y tortura. “Hoy en día es un campo consolidado en toda Latinoamérica y ha tenido repercusiones en Europa, donde la Guerra Civil Española [1936-1939] ha sido muy investigada. En Brasil, solo podíamos estudiar los centros de detención de la dictadura a través de las entrevistas con los sobrevivientes o los planos de esos lugares”, deplora Zarankin, coautor del capítulo titulado “El desarrollo de la arqueología de la represión y de la resistencia en Brasil: avances y desafíos”, junto a la arqueóloga Caroline Murta Lemos, quien realiza un posdoctorado en la Unicamp.

El primer estudio de este género se concretó en 2020 en Belo Horizonte, en la sede regional del Departamento de Orden Político y Social (Dops), que se transformará en un monumento conmemorativo. El año pasado fue el turno del sitio que albergó el Destacamento de Operaciones de Información – Centro de Operaciones de Defensa Interna (DOI-Codi), en el barrio de Paraíso de la ciudad de São Paulo, entre las décadas de 1960 y 1970. En ambos casos se localizaron objetos y fragmentos de materiales asociados al funcionamiento de esos espacios, que corroboraron datos recabados en las entrevistas con los sobrevivientes. Entre ellos, inscripciones en las paredes que aparecieron al escarbar debajo de las capas de pintura con un bisturí. En el DOI-Codi, los investigadores bajo la coordinación conjunta de la arqueóloga Cláudia Regina Plens, de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), la historiadora Aline Vieira de Carvalho, de la Unicamp, y Zarankin, identificaron tinteros de la década de 1970, utilizados para completar la ficha de los prisioneros. También en la prisión de São Paulo, debajo del piso actual, el antiguo parqué escondía manchas que ahora están siendo analizadas en la Unifesp. El equipo quiere averiguar si son rastros de material biológico como sangre, por ejemplo.

“Es importante que estos edificios se transformen en espacios reservados a la memoria, como ocurrió con la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), en Argentina, y en otros centros clandestinos de detención”, dice Zarankin. En ellos se han encontrado ropas con marcas de disparos e inscripciones en las paredes con pedidos de auxilio. “La historia que cuentan estos objetos es poderosa y amplifica el impacto de las entrevistas para generar consciencia en la gente al respecto de la dictadura y la violencia, como así también de la importancia de la democracia y la tolerancia”, concluye el arqueólogo.

Proyecto
Arqueología del colonialismo y la persistencia. Un abordaje comparativo de las prácticas indígenas entre São Paulo (Brasil) y Nueva Inglaterra (Estados Unidos) (nº 19/17868-0); Modalidad Beca posdoctoral; Investigador responsable Astolfo Gomes de Mello Araujo (USP); Becaria Marianne Sallum; Inversión R$ 203.497,56.

Artículos científicos
COSTA, D. M. Arqueologia urbana em Belém do Pará: O estudo de um antroma terrestre entre águas amazônicasRevista Arqueologia Pública. v. 18. 2023.
HISSA, S. B. V. y JACQUES, C. C. Deixado na igreja: Da arqueologia a uma estética do lixo recentePonto Urbe. n. 31. 2023.
LIMA, A. L. L. de. Vestígios de um quilombo paulistano: Uma análise da paisagem arqueológica do bairro do BixigaRevista Argumentos. v. 17, n. 1. 2020.
NOELLI, F. S. y SALLUM, M. et alArchaeologies of gender, kinship, and mobility in Southeast Brazil: Genealogies of Tupiniquim women and the itinerancy of ceramic practicesJournal of Social Archaeology. v. 23, n. 2. 2023.
SALLUM, M. Rethinking Latin American archaeology: “Affective alliances” and traditional community-engagementPapers from the Institute of Archaeology. v. 34, n. 1. 2023.
ZARANKIN, A. y MASS, J. M. L. et alLa sombra del Cóndor: breve panorama de arqueología de la represión y la resistencia en América del SurRevista do Museu de Arqueologia e Etnologia. n. 36. 2021.

Dosier
NOELLI, F. y SALLUM, M. et al. (ed.) Dossiê: Conexões atlânticas: Arqueologias do colonialismoCadernos do Lepaarq, v. 19, n. 37. 2022.

Republicar