En la Estación Ecológica de Santa Bárbara (EEcSB), dentro del municipio de Águas de Santa Bárbara, en el estado de São Paulo, en Brasil, se registró por primera vez un relieve que, localmente, recibe el nombre de campos de murundu, pastizales de montículos conocidos como sabanas de termiteros. Estos ambientes, hallados más a menudo en el centro-oeste y el norte del estado de Minas Gerais, “funcionan como grandes esponjas reteniendo el agua de las lluvias, filtrándola y liberándola lentamente para abastecer a los cuerpos de agua en la estación seca”, comenta la bióloga Bruna Helena Campos, de la Universidad de Campinas (Unicamp), una de las responsables del trabajo. La superficie salpicada de murundus, de 3,5 hectáreas, el equivalente a 35.000 metros cuadrados, contenía 64 especies vegetales, 59 de las cuales crecen en los termiteros y 22 en zonas aledañas, incluyendo arbustos y árboles endémicos del Cerrado – la sabana tropical brasileña –, tales como Anacardium humile, conocido localmente como cajuzinho, marolo (Annona crassiflora), pequi o nuez souari (Caryocar brasiliense) y catuaba (Anemopaegma arvense), además de gramíneas. Los termiteros, que habían sido identificados mediante fotografías aéreas, fueron cubiertos por las extensiones de las plantaciones de pinos y reaparecieron en 2013, tras la tala de los árboles y las quemas controladas para destruir los brotes de pino (Biota Neotropica, marzo).
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