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DIFUSIÓN

La disputa de los grandes journals

El duelo entre PLOS ONE y Scientific Reports indica cambios en el mercado de las publicaciones científicas

Los mega journals, revistas científicas que publican una gran cantidad de artículos de acceso abierto en internet, viven momentos de ebullición. En septiembre, el liderazgo de ese nicho de periódicos científicos cambió de manos por primera vez, cuando Scientific Reports, la publicación del grupo Springer Nature desde 2011 publicó, en un intervalo de 30 días, un total de 1.940 papers. La revista superó a PLOS ONE, la respetada publicación lanzada en 2006 por Public Library of Sience (PLOS), una organización sin fines de lucro, que en aquel mes, publicó 1.746 artículos. En agosto, PLOS ONE había logrado mantenerse al frente por un estrecho margen de 40 artículos.

Ambas publicaciones difunden papers de un amplio espectro de disciplinas, que incluyen las ciencias, ingenierías y matemática, aunque PLOS ONE reúne un mayor conjunto de artículos en el campo de las ciencias de la vida y la nueva líder, en el de las ciencias naturales. El ascenso de Scientific Reports se explica por un conjunto de factores. Una de las ventajas competitivas reside en el factor de impacto, un indicador de la repercusión de la producción científica publicada. Actualmente, ese índice es de 5,2. Esto significa que los artículos publicados en la revista entre 2013 y 2014, sumaron, en promedio, 5,2 citas en otros papers en 2015. Este índice parece bajo cuando se lo compara con el de otros periódicos del grupo, siendo que el factor de impacto de la revista Nature, por ejemplo, es de 38,1. Pero en realidad, se trata de un índice robusto para un tipo de revista que sólo existe en internet, publica un gran cúmulo de artículos y no exige que los autores presenten novedades en sus manuscritos, basta que los datos sean sólidos.

En tanto, PLOS ONE ha visto descender su factor de impacto a lo largo del tiempo, ostentando actualmente un índice de 3, frente a otro de 4,4 en 2010. Según la bióloga Véronique Kiermer, editora ejecutiva de las revistas PLOS, hay que relativizar la importancia del factor de impacto en una categoría de revistas que publica artículos de áreas variadas, cada cual con una cifra tradicional de citas, y que ofrece menos restricciones que los periódicos tradicionales, admitiendo incluso papers sobre investigaciones que arribaron a resultados negativos o inconclusos. “Ese tipo de artículos, naturalmente recibe pocas citas”, escribió Kiermer en el blog de PLOS en julio. No obstante, ella avala la difusión de ese tipo de paper como forma de evitar la publicación de resultados parciales o sesgados de investigaciones. El auge de PLOS ONE se registró en el año 2013, cuando publicó 31.509 artículos. En 2015, el total anual fue de 28.105.

Otro de los contrapuntos del reto entre las revistas se relaciona con la capacidad de publicar artículos rápidamente, una cualidad muy valorada por los autores que recurren a los mega journals. Un estudio reciente, realizado por el experto estadounidense en bibliometría, Phil Davis, comparó los plazos de aceptación y de publicación en ambos periódicos científicos, luego de analizar un conjunto de 100 artículos de cada uno de ellos. El trámite de publicación de un artículo en la Scientific Reports, incluyendo todas las etapas del proceso de revisión por pares, demandó 99 días, frente a los 132 que le demanda a PLOS ONE. Una vez que se acepta el artículo, PLOS ONE lo publica con mayor prontitud: 19 días, en promedio, ante los 27 de su competidora. Con todo, sumando ambos plazos, la ventaja de Scientific Reports fue de 25 días. Un estudio que investigadores de Finlandia realizaron en 2013 reveló que el plazo de publicación en las revistas científicas tradicionales oscila entre 9 y 18 meses, dependiendo del área del conocimiento.

Datos brutos
Otra de las diferencias de la revista del grupo Springer Nature está relacionada con las exigencias que se les hacen a los autores. Mientras PLOS ONE obliga a los mismos a almacenar los datos brutos de sus investigaciones en repositorios abiertos, con la finalidad de que puedan consultarlos otros investigadores, su competidora del grupo Nature tan sólo recomienda esa medida de transparencia.

Los grandes journals constituyeron una gran novedad del mundo de las publicaciones científicas en los últimos 10 años. Florecieron con un modelo de negocios diferente al de los periódicos científicos tradicionales, enfocándose en la difusión de la información científicas en internet. Su funcionamiento es de acceso abierto, en el cual, cualquier interesado puede leer los artículos en la web sin tener que pagar un canon por ello. Los beneficios no provienen de suscripciones ni de la comercialización de anuncios, sino exclusivamente de una tasa que abonan los autores de los artículos, donde cada paper, una vez sometido a la revisión por pares y aceptado para su publicación, cuesta un monto determinado. Un factor importante de este modelo es el bajo rechazo de artículos. La revista PLOS ONE, por ejemplo, publica un 65% a un 70% de los manuscritos que recibe. Scientific Reports es más selectiva: publica alrededor del 55% de los papers que le envían.

Durante 10 años, PLOS ONE dominó el universo de los mega journals. Con un cuerpo de revisores de alto nivel, desafió la idea de que el medio digital online era impropio para la divulgación de contenido científico de calidad, si bien acepta artículos independientemente del nivel de novedad de sus hallazgos. Así fue acumulando prestigio. “Los investigadores brasileños de varias disciplinas son proclives a publicar en la PLOS ONE porque la revista es apreciada por las evaluaciones de varios programas de posgrado”, dice Abel Packer, coordinador de la biblioteca electrónica SciELO Brasil, en referencia al sistema Qualis, de la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes), que otorga un gran peso a los papers publicados en ese periódico en áreas tales como biotecnología e ingenierías. “Esto no se observa aún en el caso de la Scientific Reports, que es una revista bastante más reciente”. En la PLOS ONE, los autores brasileños ostentan el 1,77% de los registros de artículos, según el Science Citation Index Expanded de la base de datos Web of Science. En tanto, en la Scientific Reports, el país responde por un 0,6% de los registros de artículos.

El modelo de megaperiódicos científicos fue celebrado como una alternativa más democrática ante los periódicos tradicionales, ya que es capaz de publicar una vasta cantidad de investigaciones, dejándole a la comunidad científica la tarea de identificar aquello relevante dentro de ese universo, una labor que le cabe, en las revistas científicas tradicionales, a un conjunto acotado de revisores. A esta perspectiva de los mega journals como herramienta de popularización de la información científica hoy se le añade otro análisis, que apunta que se han tornado un nicho del mercado altamente lucrativo para las editoriales. Tanto para PLOS ONE como para Scientific Reports, la tasa de procesamiento de artículos (APC, por sus siglas en inglés) es de 1.495 dólares, que equivalen a poco más de 5 mil reales. Una de las particularidades reside en que la facturación de la revista avanza a medida que ella publica más artículos. “Multiplíquese eso por la cantidad de artículos y la cifra llega a más de 2,5 millones de dólares de ingresos mensuales para uno de estos megaperiódicos. Se trata de un negocio extremadamente lucrativo”, dice Rogério Meneghini, coordinador científico de la biblioteca electrónica SciELO Brasil.

Rentabilidad
En lugar de competir con títulos convencionales, los mega journals pasaron a tener una relación simbiótica con las revistas más selectas generando una economía a gran escala para las editoriales, explica Stephen Pinfield, docente de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido, líder de un proyecto de investigación que estudia la trayectoria y el futuro de los grandes periódicos científicos, el cual estará listo en 2017. El sostén de un mega journal puede ayudarle a una editorial a financiar la operación de publicaciones que le otorgan mucho más prestigio que dinero. Esto es cierto en el caso de PLOS ONE, cuyo rendimiento ayuda a sostener otras publicaciones del mismo grupo, pero de índole más acotada, tales como PLOS Biology y PLOS Medicine. La otra cara de esta simbiosis es que los megaperiódicos científicos también pueden beneficiarse del prestigio de las revistas asociadas, como en el caso del éxito de Scientific Reports dentro del grupo Nature, que parece ser un ejemplo de ello.

La celeridad de Scientific Reports para publicar artículos también le granjeó magullones a la imagen de la revista. En mayo de 2015, el que por entonces era el editor de la revista, Mark Maslin, renunció a su cargo como protesta ante una nueva política del grupo Nature, que comenzó a ofrecerles a los autores la posibilidad de acelerar el proceso de revisión por pares por medio del pago de una tarifa extra. Según Maslin, quien se desempeña como docente de biogeografía en la University College London, el nuevo sistema le permite a quien dispone de dinero publicar más rápidamente y subvierte la igualdad de condiciones en un análisis tradicional para el funcionamiento de las publicaciones científicas.

Además de este duelo entre los dos principales mega journals, el futuro de este tipo de publicaciones implica un cierto grado de incertidumbre. “Todo dependerá de la forma en que el acceso abierto a las publicaciones científicas gane terreno en los próximos años”, dice Abel Packer. Éste pone de relieve el crecimiento de la tendencia a publicar en repositorios de artículos aún no sometidos a revisión por pares, aquéllos a los cuales se denomina preprints, llevándolos al sondeo inmediato de la comunidad científica. “Uno de los principales atractivos de los mega journals es la publicación rápida, pero en los repositorios la publicación es inmediata”, dice. Ese modelo era adoptado por escasas áreas de la comunidad científica ‒el repositorio arXiv, que utilizaban los físicos hace 25 años, constituye el ejemplo principal‒ pero ahora lo están adoptando otras disciplinas, tales como la biología y las ciencias sociales. “A la luz de un escenario que parece cada vez más probable, los investigadores publicarán sus hallazgos preliminares en repositorios para recién más tarde, si fuera el caso, buscar un periódico científicos prestigioso para divulgar un artículo elaborado. En ese ámbito, los mega journals podrían perder su atractivo”, analiza Packer.

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