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BUENAS PRÁCTICAS

La ética en las investigaciones patrocinadas

Boas práticas_Bill Dickinson_Flickr3Bill Dickinson/ FlickrEl Committee on Publications Ethics (Cope), un foro que ofrece asesoramiento sobre ética e integridad a editores de revistas científicas, dio su aval, en el mes de noviembre, a la GPP3, la última versión del código de buenas prácticas para la difusión de investigaciones patrocinadas por empresas médicas, farmacéuticas y de biotecnología. La primera edición de esta guía apareció en 2003, formulada por un pequeño grupo de profesionales con actividad en industrias farmacológicas, y tuvo una primera actualización en 2009, con su colaboración a cargo de alrededor de 200 editores e investigadores, mayoritariamente estadounidenses. En esta ocasión, el espectro se amplió, con la contribución de miembros de Europa y Asia.

El código introduce nuevas secciones que incorporan directrices consagradas en otros documentos, tal como la que condena el plagio o la que especifica los tipos de contribución que habilitan a firmar como autor de un artículo a un investigador. También hay un avance al recomendar etapas precisas para el proceso de publicación, tales como la formulación de una planificación tendiente a asegurar que se divulguen tanto los resultados positivos como los negativos, que los datos se presenten en congresos médicos relevantes en la primera oportunidad posible y que se evite la publicación de los hallazgos en más de un periódico.

Otra de las novedades es un capítulo que referente al rol de los redactores médicos en la elaboración de los artículos. La guía recomienda a los autores que recurran a la ayuda de esos profesionales para mejorar la calidad y claridad de los textos. No obstante, solamente en casos excepcionales ese aporte califica a los redactores a tornarse coautores del trabajo. Pero su colaboración debe declararse en el artículo, a fin de que no se confunda con el trabajo de un ghost writer.

Según Liz Wager, expresidenta del Cope, quien colaboró en la elaboración de las tres versiones del código, el tono del documento es más asertivo que el de los dos anteriores. “Muchas de las normas que se hallaban precedidas por el ‘recomendamos’ se sustituyeron por afirmaciones al respecto de lo que empresas, científicos y autores ‘deberían’ o ‘deben’ realizar”, dijo en su blog. Tanto la nueva versión de la guía como las anteriores afirman, claramente, que “todos los resultados de un ensayo clínico deben reportarse”. Esta afirmación, que actualmente está amparada por otros códigos de buenas prácticas y por la legislación de Estados Unidos, era un tema controvertido en la época en que se lanzó la primera GPP. Poco antes de la divulgación de la primera versión de la guía, la industria farmacéutica estadounidense emitió directrices propias, según las cuales, tan sólo necesitaban divulgarse los “resultados significativos”. La GPP3 admite que los resultados de los ensayos clínicos no siempre resultan apropiados para generar un artículo. Pero recomienda que todos los datos de los ensayos se divulguen en repositorios públicos.

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