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Trayectorias

La gestión en el laboratorio

Cuando se llevan adelante grandes proyectos, es importante saber coordinar grupos de investigación para generar una agenda de trabajo sostenible

Daniel Almeida

El liderazgo de un grupo de investigación exige responsabilidad para coordinar y planificar los trabajos del equipo, capacidad para concebir nuevas líneas de estudio y la obtención de financiamiento para los proyectos. Es necesario que todas estas acciones se articulen con objetivos claros y bien definidos, y que el líder tenga conciencia de sus propias limitaciones, a los efectos de delegar actividades adecuadamente. La construcción de un ambiente de trabajo sano es importante para estimular la creatividad del equipo, optimizar los esfuerzos de investigación y generar buenos resultados.

Al mismo tiempo, los grupos de investigación constituyen un ambiente de producción de conocimiento y de formación de recursos humanos. Suelen reunir a individuos que se encuentran en distintos estadios de desarrollo profesional, desde alumnos de iniciación a la investigación científica hasta investigadores de posdoctorado. “Los estudiantes de doctorado y los posdoctorandos cuentan con una formación académica más sofisticada, con ideas perfeccionadas y con una capacidad analítica más elaborada, a diferencia de los alumnos de iniciación a la investigación científica y de maestría, que aún se encuentran en el comienzo de su trayectoria académica”, compara la politóloga Renata Mirandola Bichir, docente de la carrera de gestión de políticas públicas de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la Universidad de São Paulo (EACH-USP), la USP Este, en São Paulo. “Por eso resulta importante que el líder del grupo se aboque a la construcción de un lenguaje común entre todos los miembros del equipo, de manera tal de evitar relaciones asimétricas”, añade.

Mirandola Bichir coordina a 10 científicos en un grupo de investigación del Centro de Estudios de la Metrópolis (CEM), uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (Cepid) de la FAPESP, cuyo objetivo consiste en entender el rol de las políticas públicas y de las instituciones en los procesos de desarrollo económico y de disminución de la pobreza en los grandes centros urbanos. Para la investigadora, es importante que el coordinador detecte las características de cada integrante del equipo, evalúe sus capacidades y sus limitaciones y distribuya las actividades de investigación de acuerdo con el nivel de formación de cada uno. “Esto ayudará a mantener motivado al grupo y comprometido con los trabajos que se encuentran en desarrollo”,  destaca.

Uno de los retos de los líderes consiste en la articulación entre los procesos de enseñanza e investigación y las exigencias de productividad y de presentación de resultados. La publicación de artículos científicos, sobre todo en revistas de calidad, tiende a ser un objetivo común para la mayoría de los proyectos. Pero, para llegar a ello, existe de por medio un largo proceso. Se exige una actividad consistente y constante de revisión de la literatura, la formulación de preguntas científicas relevantes y de propuestas metodológicas adecuadas para poner a prueba las hipótesis, y que los resultados se presenten y se debatan en artículos o en libros. “Para mantener la productividad del grupo, llevamos adelante diversos proyectos al mismo tiempo, todos interconectados, lo que implica que haya cooperación entre los miembros del equipo”, dice el psiquiatra Euripedes Constantino Miguel, del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina (FM) de la USP.

Euripedes Miguel es el responsable de la coordinación de diversos proyectos en el Instituto Nacional de Psiquiatría del Desarrollo para Niños y Adolescentes (INPD). Según el investigador, para que las actividades se lleven a cabo de manera integrada y alineadas con los objetivos de cada proyecto, el coordinador debe generar un ambiente de cooperación, para que todos puedan desarrollarse juntos. “El proceso de enseñanza no abarca únicamente aspectos técnicos sino también el perfeccionamiento de habilidades sociales”, comenta. A tal fin, Miguel reúne a alumnos en el comienzo de su formación académica con estudiantes de posgrado. “De este modo, los más preparados instruyen a los iniciantes y el conocimiento se transmite en cadena”, comenta el investigador, quien a su vez destaca que en los proyectos que él encabeza, los investigadores más graduados se abocan al desarrollo de actividades que le agregan mayor valor a la investigación, tales como la realización de los experimentos y los análisis y la interpretación de los resultados.

Esto es lo que ocurre también en el Laboratorio de Genética Molecular del Instituto de Biociencias (IB) de la USP, cuya jefa es la genetista Lygia da Veiga Pereira. Al igual que en muchos laboratorios estadounidenses y europeos, los posdoctores constituyen un elemento clave en su equipo. Además de coordinar tareas, escribir artículos científicos y ayudar a concebir y ejecutar nuevas líneas de investigación, también codirigen a los alumnos de iniciación a la investigación científica, de maestría y de doctorado.

Para Renata Mirandola Bichir, el coordinador del grupo debe hacer hincapié con los posdoctorandos en la importancia de ayudar a los alumnos que se encuentran en el comienzo de su formación. “Esta experiencia los ayuda a perfeccionar sus habilidades científicas, al hacer que adquieran una experiencia que luego será importante para dotarlos de autonomía en el afianzamiento y en la gestión de sus propios grupos de investigación”, remarca. Por eso, también es recomendable que los líderes incentiven a los posdoctores a asistir a cursos de gestión y liderazgo, para que aprendan a distribuir los trabajos en el laboratorio, a motivar a sus colegas y a deshacer tensiones, a mantener las actividades dentro del presupuesto y del cronograma estipulados y a asegurarse de que todos trabajen en pos del mismo objetivo.

Daniel Almeida

Reuniones de seguimiento
Para que las actividades se desarrollen adecuadamente, se aconseja que los coordinadores realicen reuniones periódicas con los miembros de sus equipos para la discusión de las metas establecidas y la detección de problemas y soluciones. “Esos encuentros son esenciales para el éxito de los proyectos. Por eso deben realizarse regularmente”, explica Da Veiga Pereira, del IB-USP. La investigadora sugiere que durante esas reuniones todos los investigadores realicen presentaciones sobre las actividades que desarrollaron durante la semana anterior, poniendo de relieve su importancia para la marcha del proyecto principal, independientemente de si se trata de una investigación de iniciación a la investigación científica o de doctorado.

“Ésa también es una forma de mantener a todos motivados y comprometidos con el trabajo”, comenta la bióloga Lúcia Lohmann, también del IB-USP. Lohmann coordina varios proyectos, de los cuales el principal se desarrolla en el marco de la cooperación entre los programas Biota-FAPESP y Dimensions of Biodiversity, de la National Science Foundation, una de las principales agencias estadounidenses de fomento de la ciencia. “Esas reuniones ayudan a los alumnos a entender de qué manera sus aportes individuales resultan fundamentales para la marcha del proyecto en su conjunto.”

Lohmann realiza semanalmente reuniones con su equipo con el objetivo de debatir artículos científicos relevantes para los trabajos en curso, evaluar manuscritos, propuestas de ayuda y preparación de conferencias, entre otras actividades. Para mantener la productividad del grupo, la investigadora establece cronogramas que comprenden a todos los subproyectos. “Con esos datos en manos, evalúo qué se ha hecho durante cada año y estipulo objetivos para el año siguiente”, explica. Al mismo tiempo, para dar cuenta de las exigencias de productividad y publicación de resultados, Lohmann orienta a sus maestrandos y doctorandos a que escriban los capítulos de sus tesinas y tesis en forma de artículos científicos y a que remitan esos manuscritos a las revistas científicas a medida que van trabajando en los proyectos. “Cada alumno en el laboratorio publica al menos un artículo científico como primer autor por año.”

 

La búsqueda de recursos
Otro desafío común de los gestores comprende la búsqueda de financiación destinada a los proyectos de investigación. A los efectos de conseguir recursos, fundamentalmente provenientes de agencias de fomento, los investigadores deben presentar proyectos que se someten a procesos de análisis por pares (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 254). Aun cuando se contemple una solicitud, puede suceder que el valor otorgado se ubique por debajo de lo que se pide, y compete entonces al coordinador reorganizarse para alcanzar los objetivos iniciales del proyecto con menos dinero que el previsto. “Ante la falta de recursos, se puede recurrir a presentarse en concursos de proyectos y a otras fuentes alternativas de ingresos, tales como la organización de cursos pagados y las colaboraciones con instituciones privadas”, sugiere Euripedes Miguel, de la FM-USP. “El coordinador debe valerse de su experiencia para anticiparse a éstas y a otras dificultades.”

Tan importante como garantizar los recursos para el proyecto es la relación sana del coordinador con su equipo. “Debemos escuchar y entender los anhelos de los investigadores, y demostrar preocupación con la carrera de cada uno de éstos, poniéndonos a disposición para discutir cualquier tema que ayude a asegurar el desarrollo profesional de los miembros del equipo”, destaca Euripedes Miguel. Para que esto suceda, el coordinador debe ejercer su rol de liderazgo en forma distribuida y descentralizada, sin recurrir a estructuras jerárquicas demasiado rígidas. “Un buen coordinador debe ser capaz de dejar el protagonismo a un lado siempre que eso contribuya a la mejora del trabajo en equipo”, recomienda el investigador.

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