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Necrológica

La pionera de las vacunas contra la malaria

Ruth Nussenzweig murió en Nueva York a los 89 años, como consecuencia de una embolia pulmonar

Léo Ramos Chaves Ruth, durante visita a São Paulo en 2012Léo Ramos Chaves

La inmunóloga brasileña Ruth Nussenzweig no tendrá oportunidad de conocer el desempeño en la vida real de una vacuna contra la malaria producida con base en los estudios que desarrollaron ella y su marido, el también inmunólogo Victor Nussenzweig, durante las últimas décadas. Producida por una empresa farmacéutica multinacional a partir de la fusión de una proteína de la superficie del parásito causador del paludismo (Plasmodium falciparum) y otra de la superficie del virus de la hepatitis B, la vacuna empezará a aplicarse este año en 360 mil bebés de áreas con alta incidencia de malaria de Ghana, Malaui y Kenia. Pionera en el estudio de diferentes inmunizantes contra el paludismo, Ruth falleció en la noche del domingo 1º de abril, como consecuencia de una embolia pulmonar, en Nueva York, donde vivía su pareja desde mediados de la década de 1980, tras salir de Brasil durante la dictadura militar. Tenía 89 años y su salud estaba un poco debilitada desde hacía algunos años, tras haber sufrido una fractura grave producto de una caída.

Hija de los médicos de origen judío Eugenia y Baruch Sonntag, Ruth nació en Austria el 20 de junio de 1928 y emigró con sus padres hacia Brasil poco tiempo después de que su país fuera anexado por la Alemania nazi, en 1938. Se graduó en medicina en la Universidad de São Paulo (USP), donde conoció a Victor, su marido y compañero de toda la vida. Todavía cursaban la carrera de grado cuando se iniciaron, ambos, como investigadores en el mismo laboratorio, estudiando la enfermedad de Chagas. Después de una pasantía en Francia, Ruth y Victor regresaron a São Paulo para, en 1963, embarcarse en otra temporada de estudios en el exterior, esta vez en Estados Unidos. En la Universidad de Nueva York (NYU), Ruth trabajó con el inmunólogo húngaro Zoltán Óváry y Victor, con el inmunólogo venezolano Baruj Benacerraf. Intentaron volver a Brasil después del golpe militar de 1964, pero, ante el ambiente poco favorable que había en la Facultad de Medicina de la USP, regresaron a Nueva York, donde Benacerraf les consiguió un cargo de profesor asistente a cada uno.

Fue en la NYU, de donde casi nunca más salieron, que Ruth y Victor Nussenzweig produjeron sus contribuciones científicas más importantes para el desarrollo de compuestos candidatos a transformarse en vacuna contra la malaria. En un artículo publicado en la revista Nature en 1967, Ruth demostró, de modo pionero, que sería posible obtener inmunidad contra el protozoario causante del paludismo. Ella trató con rayos X ejemplares del protozoo Plasmodium berghei, que infecta a roedores, y después los inyectó en ratones, que se volvieron inmunes a los parásitos debilitados. Pruebas posteriores, realizadas con un número pequeño de personas sanas, indicaron que sería posible producir una vacuna contra la forma más letal de la malaria, causada por el Plasmodium falciparum, común en África. Décadas más tarde, esos trabajos llevarían al investigador Stephen Hoffman a crear la empresa de biotecnología Sanaria, que produce parásitos atenuados para su uso como inmunizantes. Algunos estudios publicados en los últimos años sugieren, empero, que la protección generada por esa estrategia aún es baja.

Durante las décadas siguientes, Ruth y Victor lograron identificar cuál era la proteína del protozoario –el circunsporozoito– que activaba el sistema de defensa de los mamíferos. Lo que hicieron fue clonar su gen y producirla en laboratorio usando bacterias como biofábricas. Publicado en 1984, en la revista Science, ese trabajo conduciría al desarrollo de otra línea de compuestos candidatos a vacuna, entre los cuales el RTS, S, que será probado en bebés en África, producido a partir una proteína del plasmodio y otra del virus de la hepatitis B. “Sin la estructura génica de la proteína circunsporozoito no se llegaría a la vacuna RTS, S”, afirma la inmunóloga Silvia Boscardin, docente del Instituto de Ciencias Biomédicas de la USP, quien trabajó con el inmunólogo Michel Nussenzweig, hijo de Ruth y Victor. “Ruth era una persona sumamente persistente, creyó mucho en esa vacuna”.

En la NYU, Ruth y Victor formaron una legión de inmunólogos que hoy en día trabajan en todo el mundo. Nostálgica de Brasil, Ruth siempre demostró su deseo de volver. “Mis amigos están aquí”, afirmó en una entrevista que concedieron ella y el marido a Pesquisa FAPESP en 2004 (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 106). Hubo incluso algunos intentos de establecerse nuevamente en el país, pero ninguno fue duradero.

Archivo Familia Nussenzweig Ruth y Victor Nussenzweig (a la izq.) se casan en la biblioteca de la Facultad de Medicina de la USPArchivo Familia Nussenzweig

Un breve regreso
A partir de 2010, Ruth y Victor pasaron a venir a Brasil algunas veces al año para desarrollar un trabajo con un antiguo colaborador, el inmunólogo Maurício Martins Rodrigues, docente de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) que había hecho su posdoctorado bajo la supervisión de Ruth en los años 1990. “Ruth y Victor estaban convencidos de que era necesario intentar desarrollar una vacuna también contra el Plasmodium vivax, causante de la mayor parte de los casos de paludismo en el continente américano”, comenta la inmunóloga Irene Soares, profesora de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas de la USP y viuda de Rodrigues, fallecido en 2015, a los 53 años, como consecuencia de complicaciones derivadas de un trasplante de riñón. De esa cooperación surgió un compuesto precursor de una vacuna que Irene Soares y sus colaboradores prueban actualmente, cuyos resultados más recientes se publicaron en enero en Scientific Reports, en un artículo firmado también por Ruth.

En 2012, Victor y Ruth obtuvieron una línea de financiación de la FAPESP en la modalidad São Paulo Excellence Chairs (Spec) para coordinar en la Unifesp la caracterización de enzimas esenciales para el desarrollo del plasmodium y buscar inhibidores con potencial para combatir el paludismo. “Teníamos la expectativa de que Ruth pudiera ganar el Nobel por sus estudios que mostraron que es posible producir inmunizantes contra la malaria”, dice Soares.

“Ruth siempre fue una líder, apostaba a las personas y formó un departamento de parasitología de prestigio en la NYU, que dirigió hasta hace algunos años”, comenta el parasitólogo Sergio Schenkman, docente de la Unifesp, quien fue pasante bajo la supervisión de Victor Nussenzweig en la década de 1980. “Ella era una persona arrebatadora, que lograba convencer a investigadores, directores de empresas y políticos de que era necesario intentar desarrollar una vacuna para combatir la malaria”.

En su trayectoria, Ruth y Victor acumularon premios y reconocimientos. En 2013, ella fue la primera investigadora brasileña elegida para ser miembro de la Academia de Ciencias de Estados Unidos. En 2015, ella, Victor y la farmacóloga china To Youyou recibieron el galardón de la Fundación Warren Alpert, que se entrega a científicos que contribuyen para la prevención, el tratamiento o la cura de enfermedades humanas. Ruth deja a su marido y a los hijos Michel, André y Sonia, todos científicos.

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