El centro del estado de Rio Grande do Sul, en Brasil, constituye junto con Argentina el refugio de los fósiles más antiguos de esos reptiles que surgieron hace 230 millones de años
Un cráneo de Buriolestes schultzi, una de las seis especies de dinosaurios antiguos hallados en la región de Santa Maria, en Brasil
Rodrigo Müller
A comienzos de año, la paleontología brasileña aportó otra pista concreta de que los dinosaurios podrían haber surgido en América del Sur, lo que, por mucho, constituye la hipótesis más factible en vista del conjunto de fósiles disponibles en la actualidad. Así equilibró una disputa informal en la que desde hace más de medio siglo llevaban casi siempre ventaja holgada los argentinos: ahora cada país cuenta con seis especies de dinosaurios extremadamente antiguos que estuvieron entre los primeros en dejar sus huellas sobre la Tierra. En febrero de 2019, un equipo coordinado por el paleontólogo Max Langer, de la Universidad de São Paulo (USP) en su campus de Ribeirão Preto, describió un pequeño carnívoro bípedo, con un tamaño máximo de 1,5 metros (m) de largo que vivió hace 233 millones de años en el área donde actualmente se encuentra el municipio de Santa Maria, en el centro del estado de Rio Grande do Sul, aproximadamente a 300 kilómetros (km) de la ciudad de Porto Alegre.
Con Nhandumirim waldsangae, el nombre científico impuesto a la especie que se dio a conocer al público en un artículo en la revista Journal of Vertebrate Paleontology, Brasil pasó a contar con media docena de dinosaurios extraídos de rocas de la edad Carniense, la primera etapa de la época denominada Superior o Tardía del período Triásico, que abarca el período comprendido entre 237 y 227 millones de años atrás. “Hallamos el fósil durante un trabajo de recolección realizado en febrero de 2012, cuando un colega tropezó con un hueso del dedo del animal que estaba expuesto en las rocas de un yacimiento paleontológico conocido de la región”, recuerda el paleontólogo Júlio Marsola, primer autor del artículo científico, quien estudió la nueva especie durante su doctorado, que defendió el año pasado en la USP. Además de Brasil y Argentina, ningún otro país posee fósiles tan antiguos reconocidos formalmente como dinosaurios.
Junto al recién descubierto Nhandumirim, forman parte de ese sexteto primordial las especies denominadas Staurikosaurus pricei, el primer dinosaurio hallado en Brasil y descrito en la literatura científica en 1970, Saturnalia tupiniquim, hallado por Langer al final de la década de 1990, y otras tres especies que se identificaron en esta década: Pampadromaeus barberenai, Buriolestes schultzi y Bagualosaurus agudoensis. La mayoría eran carnívoros u omnívoros (comían de todo). Tan solo Bagualosaurus y, en menor medida, Pampadromaeus presentaban una dentición que parecía más adaptada a un régimen predominantemente herbívoro.
Si se los compara con sus primos de Argentina, los dinosaurios de la edad Carniense de la región de Santa Maria aún son poco conocidos incluso entre los paleontólogos. “Varios de ellos fueron hallados y descritos en los últimos años. Para mí, entre los nuevos descubrimientos, ellos son, de hecho, los más importantes para ayudarnos a entender el origen y la evolución inicial de los dinosaurios”, opina el paleontólogo estadounidense Steve Brusatte, de la Universidad de Edimburgo, en Escocia. Además de investigar acerca de las primeras formas de dinosaurios que surgieron en el planeta, Brusatte se dedica a divulgar masivamente la saga de estos reptiles. Él fue el principal consultor científico del filme Caminando con dinosaurios, una producción de 2013 de la red británica BBC, y publicó seis libros para legos sobre el tema. La traducción al idioma portugués del más reciente de ellos, intitulado Ascensão e queda dos dinossauros: Uma nova história de um mundo perdido (editorial Record), salió este mes en Brasil.
No es posible datar directamente fósiles de millones de años de antigüedad como los de los dinosaurios y otras formas de vida del pasado remoto, cuyos tejidos biológicos se transformaron literalmente en piedra con el paso del tiempo. Se trata de una situación diferente a la de los vestigios humanos o de animales que vivieron a lo sumo hace algunas decenas de miles de años. Para esa escala del tiempo mucho menor, todavía puede encontrarse en los fósiles algún vestigio de colágeno, una proteína que puede utilizarse para su datación mediante el método habitual del carbono 14. Frente a hallazgos paleontológicos tan antiguos como son los de dinosaurios, la única alternativa consiste en tratar de establecer alguna cronología del estrato rocoso en donde fueron hallados y así, inferir su antigüedad probable.
Las seis especies de dinosaurios más antiguos de Argentina, que históricamente posee una paleontología más activa y con más depósitos de fósiles que Brasil, también vivieron hace alrededor de 230 millones de años. Todos pertenecen a rocas carnienses de la formación Ischigualasto, en las provincias de San Juan y La Rioja, ubicadas a más de mil kilómetros al noroeste de Buenos Aires. Los más conocidos son Herrerasaurus ischigualastensis y Eoraptor lunensis. El primero era un bípedo carnívoro descrito en 1963 y su talla era de al menos el doble de las dimensiones del Staurikosaurus, con quien comparte algunos rasgos anatómicos. El segundo era otro bípedo carnívoro, solo que como máximo llegaba a 1 m de largo y fue ampliamente divulgado en 1993 por el paleontólogo estadounidense Paul Sereno, de la Universidad de Chicago, uno de sus descubridores.
La datación con circón “Resulta imposible determinar cuál de esos dinosaurios, brasileños y argentinos, es el más antiguo”, comenta Langer, coautor de los trabajos científicos que describieron cinco de los seis dinosaurios brasileños oriundos de las rocas carnienses. El año pasado, Langer publicó un artículo científico con datación por cristales de circón de rocas carnienses de la formación Santa Maria, para las cuales determinó una edad máxima de 233 millones de años. Ese es el método más preciso para establecer la geocronología de rocas tan antiguas como las del Triásico Superior. “Las rocas carnienses de la formación Santa Maria son 1,5 millones de años más antiguas que las de Ischigualasto, según las dataciones que disponemos. Pero en la práctica, diría que hay un empate técnico en la edad de los dos lugares”, explica el paleontólogo de la USP.
En el mismo trabajo, también se determinó la edad máxima de las rocas de la formación Caturrita, que usualmente recubre Santa Maria y a veces se confunde con ella. La datación indicó que el estrato más antiguo de Caturrita tiene 225 millones de años, 8 millones de años menos que los estratos más remotos de Santa Maria. También se han hallado fósiles interesantes en Caturrita, tales como los tres ejemplares de un nuevo género y especie de dinosaurio herbívoro descubierto en un mismo bloque rocoso y denominado Macrocollum itaquii. Fue descrito el año pasado en la literatura científica como el registro más antiguo de un dinosaurio de cuello largo, siendo que la longitud total del reptil era de alrededor de 3,5 metros, de los cuales 1 metro correspondía al cuello.
Existen registros controvertidos de fósiles más antiguos o contemporáneos a los dinosaurios de la edad carniense hallados en Brasil y en Argentina. El reptil Nyasasaurus parringtoni, cuyos fósiles extremadamente fragmentados fueron hallados en Tanzania, vivió hace 243 millones de años, tal como lo indican las rocas de la edad Anisiense, una etapa del Triásico Medio, donde se encontraron esos vestigios. Algunos autores llegaron a considerarlo un verdadero dinosaurio, pero actualmente figura con afinidades inciertas en casi todas las clasificaciones.
Hay mucha incertidumbre en la clasificación de los primeros dinosaurios. Hasta hace poco tiempo, el pequeño herbívoro argentino Pisanosaurus mertii, que vivió hace 228 millones de años, estaba considerado como el representante más antiguo de los ornitisquios, uno de los linajes principales en los que se clasifican los dinosaurios. Los ornitisquios tienen la estructura de la pelvis parecida a la de las aves (el otro linaje primordial es el de los saurisquios, cuya cadera se asemeja más a la de los lagartos). En la actualidad, algunos autores consideran a Pisanosaurus como un silesáurido, un grupo cercano a los dinosaurios. Para otros expertos, los silesáuridos serían dinosaurios ornitisquios. Otro pequeño herbívoro del sur de Brasil, pero en este caso proveniente de la formación Caturrita, Sacisaurus agudoensis, está considerado como un silesáurido. En el hemisferio norte también existen registros antiguos de animales de difícil clasificación filogenética, que serían antepasados cercanos de los primeros dinosaurios. Uno de ellos es Saltopus elginensis, un bípedo carnívoro de 60 centímetros que vivió hace aproximadamente 230 millones de años en lo que hoy es Escocia.
En sus orígenes, los dinosaurios eran un grupo discreto y no muy abundante de reptiles de pequeño porte que ocupaban un puesto muy distinto de ese estatus de amos de la Tierra o de la imagen del pináculo de la grandiosidad y ferocidad popularizada en los filmes de ficción. Surgieron como coadyuvantes en un mundo cuyas formas de vida atravesaban por un gran proceso de reacomodamiento. Los paleontólogos están de acuerdo en que los dinosaurios aparecieron algunos millones de años (nadie sabe exactamente cuántos) después de la mayor extinción masiva que se haya registrado en la Tierra, que ocurrió durante el paso del período Pérmico al Triásico, hace 252 millones de años. Ese cataclismo, que pudo haber sido causado por un calentamiento anormal de la atmósfera y una acidificación excesiva de los océanos, extinguió a alrededor del 95% de las especies marinas y el 70% de las terrestres del planeta. En la época en que surgieron los primeros dinosaurios todos los continentes estaban unidos en un único supercontinente, Pangea, que se caracterizaba por sus desiertos y un clima árido. La mitad del norte se denominaba Laurasia y la del sur, Gondwana. América del Sur estaba unida a África y ocupaba el centro-sur de Gondwana, donde la humedad habría sido un poco mayor.
Fragmentos de huesos de los dedos de Nhandumirim waldsangae Átila Da-Rosa
Fósiles raros Durante todo el período Triásico, que comprende entre 251 y 201 millones de años atrás, la forma dominante entre los vertebrados terrestres fue la de los arcosaurios, un vasto grupo de reptiles a partir del cual evolucionaron los dinosaurios, los cocodrilianos y los pterosaurios. “Tan solo un 5% de los fósiles que encontramos en la formación Santa Maria pertenecen a dinosaurios”, explica el paleontólogo Flávio Pretto, del Centro de Ayuda a la Investigación Paleontológica de Quarta Colônia (Cappa), una unidad de la Universidad Federal de Santa Maria (UFSM) inaugurada en 2013 y ubicada en São João do Polêsine, en el centro exacto de la franja de 250 kilómetros que comprende la formación Santa Maria (y también la Caturrita). En las colecciones del Cappa se conservan alrededor de 200 fósiles de reptiles y premamíferos antiguos catalogados pero aún no estudiados. “Tenemos otros 200 en lista de espera para catalogarlos”, dice Pretto.
El protagonismo que cobró para la paleontología nacional la búsqueda de los dinosaurios más antiguos del planeta obedece a las inversiones que se hicieron durante los últimos 20 años para la conformación de equipos de investigadores, especialmente en Rio Grande do Sul, pero también en otros estados brasileños, y al aumento de las incursiones de campo para el estudio de afloramientos del Triásico que potencialmente albergarían fósiles. Para el geólogo y paleontólogo Átila Da-Rosa, del campus central de la UFSM en Santa Maria, la implementación del proyecto Pro-Guaíba, al comienzo de los años 1990, patrocinado por el gobierno gaúcho con fondos aportados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para el estudio del ambiente de la cuenca hidrológica del río Guaíba, posibilitó el inicio de la exploración de áreas importantes que albergaban sitios de la prehistoria remota. “Todo comenzó aproximadamente en esa época, sobre todo, en función de la labor de los paleontólogos de la Fundación Museo de Zoobotánica (FZB) de Rio Grande do Sul”, comenta Da-Rosa.
Reconstrucción artística de Nhandumirim waldsangae Jorge Blanco
Además de los científicos de la FZB, que actualmente corre el riesgo de ser disuelta por el gobierno gaúcho, paleontólogos de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), de la Pontificia Universidad Católica (PUC-RS), de la Universidad Luterana de Brasil (Ulbra) y también de instituciones de otros estados, tales como la USP y la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), comenzaron a realizar expediciones regulares durante las últimas décadas para estudiar y recolectar fósiles en afloramientos de las formaciones Santa Maria y Caturrita. La proximidad del campus central de la UFSM y del Cappa, que está ubicado a menos de 50 kilómetros de la ciudad de Santa Maria, posibilita en la actualidad un acceso rápido y sencillo a los principales afloramientos con fósiles de la región.
El Cappa cuenta con tres paleontólogos (Leonardo Kerber, Rodrigo Temp Müller y Flávio Pretto), un empleado administrativo y un automóvil a disposición. Ellos se encargan de monitorear los enclaves prehistóricos en los nueve municipios ubicados al este de Santa Maria que forman parte del área denominada Quarta Colônia. “Estamos a media hora de viaje en auto de la mayor parte de esos sitios y podemos visitarlos cada semana”, explica Pretto. El centro también dispone de un alojamiento para 10 personas que puede recibir a científicos extranjeros que participen en algún trabajo de campo en la región. En el Departamento de geociencias ubicado en el campus central de la UFSM, en Santa Maria, los paleontólogos Átila Da-Rosa y Sérgio Dias-da-Silva se ocupan de estudiar los sitios que están en Santa Maria y en las localidades vecinas ubicadas al oeste de esa ciudad.
Afloramiento en el sitio paleontológico Janner, en Agudo, estado de Rio Grande do Sul, donde se hallaron los fósiles de dos dinosaurios: Pampadromaeus barberenai y Bagualosaurus agudoensisLaboratorio de Paleontología/ USP Ribeirão Preto
Uno de los planes de los investigadores de la UFSM y del Cappa consiste construir un museo como resguardo de los principales hallazgos paleontológicos de la región y profundizar el trabajo de educación y divulgación científica. Por ahora, esa meta todavía no se alcanzó. “Nuestra sociedad no valora como debería el hecho de disponer de los dinosaurios más antiguos del planeta”, dice el paleontólogo Luiz Eduardo Anelli, del Instituto de Geociencias de la USP, que publicó 16 libros de divulgación científica sobre ese grupo de reptiles y otros especímenes de la fauna prehistórica brasileña. “Si esos fósiles hubieran sido hallados en Europa o en Estados Unidos, ellos ya habrían creado algo así como el ‘parque de los primeros dinosaurios’, que sería visitado por nuestros turistas”.
Proyecto Origen y difusión de los dinosaurios en Gondwana (Neotriásico – Eojurásico) (nº 14/03825-3); Investigador responsable Max Langer (USP); Modalidad Proyecto Temático; Inversión R$ 2.411.452,01
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