Aunque la apuesta por construir un país civilizado y económicamente productivo implica necesariamente poderles brindar una buena formación a los niños y a los jóvenes, los docentes de la educación básica han debido afrontar desafíos, en las últimas décadas, que incluyen sueldos bajos y falta de acceso a laboratorios y bibliotecas escolares, así como un proceso de desvalorización social de la profesión. El informe “Education at a glance”, por ejemplo, publicado en 2021 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), señaló que el piso salarial de los docentes de la enseñanza fundamental en Brasil es el más bajo entre las 40 naciones analizadas, siendo inferior al de otros países latinoamericanos como Colombia y México.
En Brasil, en 2019, el ingreso bruto mensual promedio de los profesionales del magisterio con nivel superior completo que trabajan en las redes públicas de la educación básica correspondía, en promedio, al 78 % del valor registrado para otros profesionales asalariados con el mismo nivel educativo, según el “Informe del 3er ciclo de seguimiento de las metas del Plan Nacional de Educación (PNE)”. El físico Mauricio Pietrocola, de la Facultad de Educación de la Universidad de São Paulo (FE-USP), sostiene que, además de los sueldos insuficientes y de las clases abarrotadas, las deficiencias de aprendizaje acumuladas por los alumnos a lo largo de su trayectoria educativa constituyen otros de los retos a los que se enfrentan los docentes, que a menudo acaban abandonando la profesión. “Permanentemente me cruzo con exalumnos del profesorado en Física que están trabajando en bancos. Muchos me dicen que les hubiera gustado ser profesores, pero que optaron por presentarse a concurso para trabajar en bancos públicos por las mejores condiciones laborales”, comenta Pietrocola, coordinador de un proyecto de investigación financiado por la FAPESP que apunta al diseño de estrategias innovadoras en la enseñanza de las ciencias naturales.
La falta de maestros dispuestos a enseñar en la educación básica constituye un fenómeno que se ha ido agravando en los últimos años y, para entenderlo mejor, debe analizárselo desde una perspectiva histórica, según Pietrocola, quien viene estudiando el tema desde hace unos 40 años. Según el investigador, entre 1970 y 2000, la escasez de profesores se relacionaba fundamentalmente con la rápida expansión de la matrícula.
Cuando evoca ese anterior escenario de fuerte crecimiento de la matrícula en la educación básica, Lúcia Teixeira, presidenta de Semesp, una organización que representa a mantenedores de la enseñanza superior en Brasil, menciona que entre las décadas de 1980 y 1990 el gobierno federal autorizó la contratación de personas sin formación en el área para enseñar en las escuelas. Este panorama empezó a cambiar en 1996, cuando se promulgó la Ley de Directrices y Bases (LDB), o ley nº 9.394, según la cual los profesores están obligados a tener formación en la asignatura que enseñan. “Sin embargo, esta directriz de la LDB aún no se cumple por completo”, dice Teixeira. En 2021, la cantidad total de docentes que trabajaban en la educación básica era de 2,2 millones, según el Inep. En tanto, el número de docentes dando clases en la enseñanza fundamental II cayó de 779.000 a 753.000 entre 2016 y 2021, según una investigación del Instituto Semesp publicada en 2022. Las cifras correspondientes para la enseñanza media en el mismo recorte temporal fueron de 520.000 y 516.000, respectivamente. El Instituto Semesp estima que el déficit de profesores en la educación básica podría llegar a los 235.000 en 2040.
Empero, a diferencia de décadas atrás, el problema actual de la escasez de profesores está relacionado con un proceso de devaluación de la carrera, a juicio de Pietrocola, quien subraya que no se trata de una dificultad exclusivamente brasileña, citando un estudio realizado por la OCDE con jóvenes egresados de la educación básica. “En 2015, el estudio identificó cuál era el promedio global de estudiantes en todo el mundo que terminaban la enseñanza básica y decían querer ser profesores, comparando los niveles medios con los porcentajes de países y regiones”, dice. Según dicho estudio, el porcentaje promedio a nivel mundial cayó del 5,5 % al 4,2 % en 10 años, mientras que, en Brasil, la cifra fue aún más baja, del 2,4 %. En cambio, la media de los países europeos era del 20 %.
Por su parte, Marcia Serra Ferreira, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y directora de Formación Docente de la Educación Básica de la Capes, menciona un informe elaborado en 2007 por una comisión creada en la Cámara de Educación Básica del Consejo Nacional de Educación (CNE). El referido documento alertaba sobre una posible escasez de profesores de enseñanza media si no se tomasen medidas urgentes en el país. Desde ese año, el gobierno federal ha implementado diversas acciones, entre ellas el Programa Institucional de Becas de Iniciación a la Docencia (Pibid), que ofrece becas para que los estudiantes de los profesorados trabajen en escuelas públicas de la educación básica. “Ese programa ha beneficiado a 317.000 estudiantes. Actualmente tiene convenios con 248 instituciones de educación superior y cuenta con 49.200 becarios de iniciación a la docencia en todo Brasil”, informa. Para 2024 habrá 100.000 nuevos cupos para el programa, según Serra Ferreira. El pedagogo Ocimar Munhoz Alavarse, de la USP, reconoce la importancia de estos programas, pero dice que las plazas son limitadas y deberían ampliarse. “Tengo alrededor de 300 alumnos en los dos primeros años de la carrera de pedagogía que pueden optar a las becas del Pibid, pero solamente 24 las han obtenido, comenta.
A su juicio, Brasil debería ampliar el número de becas Pibid basándose en el análisis de sus estadísticas educativas, incluidas las proyecciones demográficas futuras. “El envejecimiento de la población brasileña detectado por el Censo puede significar que la demanda de profesores disminuirá en las próximas décadas, por lo que será necesario medir el déficit docente teniendo en cuenta las tendencias demográficas”, propone (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 330).
El presidente del Consejo Nacional de Secretarios de Educación, Vitor de Angelo, comenta que en 2023 el gobierno federal creó programas para ampliar las escuelas de tiempo completo y mejorar el proceso de alfabetización de los alumnos de la enseñanza fundamental I. “No obstante, aún queda mucho por hacerse en lo que se refiere a los docentes”, opina De Angelo, quien también es Secretario de Educación del estado de Espírito Santo. En este sentido, recuerda que se está reformulando el Plan Nacional de Educación (PNE), que establece las directrices, metas y estrategias de la política educativa brasileña con vigencia entre 2014 y 2024. “El momento es propicio. El nuevo PNE debe replantearse de manera tal que incluya acciones que hagan más atractiva la carrera docente, incorporando estrategias eficaces para atraer profesores a la educación básica”, concluye diciendo De Angelo.
Proyecto
Estudio de la implementación de innovaciones curriculares, estrategias pedagógicas y tecnologías emergentes para la calidad y la equidad en la educación básica (nº 22/06977-5); Investigador responsable Mauricio Pietrocola Pinto de Oliveira (USP); Modalidad Proyecto Temático; Inversión R$ 1.111.669,40.
Informes
Censo da Educación Superior 2021. Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas Anísio Teixeira (Inep). Brasilia: Ministerio de Educación, 2022.
Education at a Glance 2021: OECD Indicators, OECD Publishing, París, 2021.
Republicar