En virtud de una tendencia a la baja de la tasa de fecundidad que se viene observando desde la década de 1960 y un aumento de la mortalidad debido a la pandemia de covid-19, Brasil registró el menor crecimiento demográfico de su historia, según los primeros resultados del Censo Demográfico 2022, del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), dados a conocer a finales de junio. De 2010 a 2022, la tasa media de crecimiento anual de la población del país fue del 0,52 %, lo que representa el menor avance desde el primer Censo Brasileño, que se llevó a cabo en 1872. Demógrafos y economistas consultados para la elaboración de este reportaje, entre ellos Roberto Luiz do Carmo, del Núcleo de Estudios de la Población de la Universidad de Campinas (Nepo-Unicamp), sostienen que los datos ponen de manifiesto que el país está envejeciendo más rápido de lo que se preveía. Por esta razón, habrá que implementar nuevas reformas en la Seguridad Social, como así también diseñar políticas de salud pública que tengan en cuenta las necesidades de los adultos mayores.
La información recabada por el Censo sugiere que, tras más de 100 años de crecimiento continuo, el país podría registrar un descenso de su población en la próxima década. “Estamos viviendo una transición demográfica marcada por la reducción de la cantidad de niños y de los grupos de la población económicamente activos, así como por un aumento de la de personas mayores de 60 años”, advierte Do Carmo. “Este fenómeno ha llegado antes de lo que imaginábamos y, por ello, el país debe anticipar la reformulación de políticas públicas, en virtud del nuevo contexto”. Para el demógrafo, la menor tasa media anual de crecimiento de la población se ha visto influenciada por la pandemia y no es posible tener certeza de que las tendencias demográficas de los últimos tres años se mantendrán vigentes de forma tan marcada. “Esto quiere decir que no sabemos si la natalidad seguirá siendo tan baja y la mortalidad tan alta conforme a los estándares registrados en 2021 y 2022”, pondera el investigador. Según el IBGE, la cifra de muertes en el país creció en 2021 un 18 % en comparación con 2020, alcanzando alrededor de 1,8 millones de personas. Tanto la tasa de crecimiento anual como el número total de defunciones batieron los récords de la serie histórica, iniciada en 1974. Por otra parte, los nacimientos descendieron un 1,60 %, arrojando un número de alrededor de 2,6 millones en 2021, la cifra más baja desde 2003.
“Si quedaba alguna duda de que la sociedad brasileña está cambiando, ya no la hay. Nuestra transición demográfica se ha anticipado”, reitera el economista Duval Fernandes, de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais (PUC-Minas). Él explica que el envejecimiento de la población no debe considerarse un problema, salvo por el hecho de que en el futuro habrá menos contribuyentes para sostener las jubilaciones. “Para sortear este desafío, el país necesita invertir urgentemente en la mejora de la escolarización de los jóvenes para intentar aumentar la productividad laboral”, sostiene.
Con una reflexión a tono, la demógrafa y economista Raquel Guimarães, de la Universidad Federal de Paraná (UFPR), pone de relieve el hecho de que el envejecimiento de la población exigirá no solamente la formulación de las políticas de salud, sino también del sector asistencial (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 299). “Tenemos que discutir cómo lidiar con una masa creciente de personas que tendrán altas tasas de sobrevida, pero en condiciones de salud inadecuadas, con demencia y otras enfermedades asociadas al envejecimiento”, advierte (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 329). Este escenario, según Guimarães, ya está repercutiendo en las mujeres que forman parte de la llamada “generación sándwich” y tienen que cuidar simultáneamente a padres ancianos, hijos y nietos.
En 2022, la población de Brasil era de 203,1 millones de habitantes, lo que representa un crecimiento de un 6,50 % en comparación con 2010. Es decir, la actual edición del Censo contabilizó 12,3 millones de personas más que el estudio de la década anterior. Estas cifras difieren de las proyecciones divulgadas por el propio IBGE en 2021, cuando se estimaba que la población residente en el país ese año sería de 213,3 millones de personas. “Gran parte de la comunidad de los demógrafos se mostró sorprendida por esta diferencia. La discrepancia puede tener algo que ver con la caída más rápida de la fecundidad en comparación con las proyecciones”, analiza Guimarães. La reducción del número de hijos por mujer se registra en todas las clases sociales de Brasil desde la década de 1960 (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 263). En el estado de São Paulo, por ejemplo, la Fundación Sistema Estadual de Análisis de Datos (Seade) constató que el promedio de hijos por mujer entre 2000 y 2020 cayó de 2,08 a 1,56, una merma de un 25 %. El estudio fue divulgado en 2021 con base en informaciones de los archivos del Registro Civil del estado.
Durante una rueda de prensa realizada el 26 de junio, el estadístico Cimar Azeredo Pereira, presidente interino del IBGE, explicó que la diferencia entre la cifra real y la proyección de población se debió a que el país no actualizó el recuento de sus habitantes en 2015, como estaba previsto. En 1996, el organismo comenzó a efectuar el conteo de la población en períodos intercensales, como forma de mantener actualizada su base de datos. Debido a problemas presupuestarios, la edición de 2015 no llegó a realizarse, pero Azeredo Pereira hizo hincapié en la necesidad de que el país realice el recuento en 2025. “Esta medida es esencial para que los equipos de gestión elaboren y mejoren las políticas públicas y se preparen para hacer frente a coyunturas de emergencia”, argumentó.
El Censo de 2022 también muestra que São Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro siguen siendo los tres estados más poblados, concentrando el 39,90 % de los habitantes del país. En tanto, la región menos poblada es el centro-oeste, con 16,3 millones de habitantes, el 8,02 % de la población, pero, por otra parte, es la que ha experimentado un mayor crecimiento demográfico, un movimiento que puede haber estado motivado, entre otras razones, por la expansión agrícola de la región. “La población atraída por el fortalecimiento del mercado laboral en esas zonas acaba concentrándose en las áreas urbanas”, dice Carmo, de la Unicamp.
El investigador recuerda que el gran hito de la demografía brasileña en el siglo XX fue la transición hacia las áreas urbanas, una tendencia que ha ido perdiendo aliento en las últimas décadas. “En 1950, el 36 % de las personas vivía en ciudades y actualmente el porcentaje es superior al 85 %”, informa.