Fue una mañana agotadora de agosto de 2021, en la que un grupo de ingenieros de la Universidad del Sur de Santa Catarina (UniSul), en el municipio de Palhoça, acumulaba fracaso tras fracaso probando una despulpadora de butiá (Butia spp.), el fruto de una palmera que se utiliza en la región para elaborar postres, jugos y mermeladas. Por la tarde, se apersonó Everaldo Rodrigues, representante de los recolectores de la especie del municipio catarinense de Laguna, quien había encargado el dispositivo. Fue él quien señaló el error: estaban usando frutos que aún no estaban a punto para realizar el proceso. Con los ejemplares maduros que él había traído, la máquina funcionó correctamente.
La máquina despulpadora, desarrollada con el apoyo del gobierno británico y de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica y la Innovación del Estado de Santa Catarina (Fapesc), está fabricada con piezas recicladas: básicamente, un tubo de acero inoxidable comprado en una chatarrería, provisto de filtros con poros de diferentes tamaños. En julio de 2022, al cabo de tres años de trabajo, el grupo de la UniSul les entregó una versión del equipo que superó todas las pruebas de evaluación, junto con un manual de uso y mantenimiento, a los miembros de una asociación comunitaria de Imbituba, en el litoral de Santa Catarina.
“La despulpadora entró en funcionamiento con una eficiencia del 68 %, superior al 40 % del equipo que utilizaban antes”, celebra la matemática Ana Regina de Aguiar Dutra, coordinadora del equipo de la UniSul. “Y también se la puede utilizar para jocote y acerola, cuyo tamaño y otras características son similares”.
El dispositivo es un ejemplo de innovación frugal, que se definen como soluciones sencillas, eficientes y de bajo costo, que resuelven problemas locales de pequeños productores y consumidores de bajos ingresos. También llamada innovación con recursos o costos limitados, o innovación inversa, este abordaje se afianzó con este nombre a partir de un artículo publicado en 2010 en la revista británica The Economist que daba cuenta de versiones simplificadas de equipamientos médicos o de automóviles desarrollados en la India destinados a los consumidores de bajos ingresos.
“A este concepto lo conocimos en 2018, durante un congreso celebrado en la UniSul, en el marco de una ponencia a cargo de una investigadora del grupo de Alexander Brem, una experta del área, de la Universidad de Stuttgart (Alemania), con quien luego empezamos a trabajar”, relata Dutra. “Estábamos haciendo innovaciones frugales y no lo sabíamos”.
En 2017, el equipo de la UniSul comenzó a diseñar un carrito para recicladores de papel y otros residuos reciclables para lo que entrevistaron a 20 varones y mujeres que recolectaban esos materiales en una playa de Palhoça (Santa Catarina). “Se quejaban de que el carrito que utilizaban era pesado y difícil de maniobrar”, recuerda Dutra. El prototipo, fabricado en forma conjunta con un taller situado cerca de la universidad, estuvo listo al año siguiente. En comparación con los modelos que se utilizaban antes, tenía una capacidad de carga mayor, costaba un 60 % menos y era más liviano y de fácil maniobra, según consta en un artículo publicado en diciembre de 2020 en la revista Journal of Cleaner Production. Ahora, el equipo de la universidad está trabajando en un prototipo para separar las fibras e hilos del pseudotallo del banano, que se utilizan para fabricar bolsos y prendas de vestir.
Generalmente asociados a maestrías o doctorados supervisados por los investigadores, los dispositivos frugales proyectados en la UniSul no tienen, por ahora, “innovación suficiente que justifique una patente”, comenta la ingeniera química Anelise Leal Vieira Cubas, miembro del grupo de investigación. La meta no es la producción en serie, sino que cada asociación de productores mande a fabricar su propio equipo.
No obstante, a veces, el grado de innovación puede merecer una solicitud de patente. En un estudio publicado en septiembre de 2021 en la Revista Eletrônica de Administração, la administradora Bruna Hernandes Scarabelli, de la Universidad Centro Universitario de Maringá (UniCesumar), junto a dos colegas de la Universidad del Oeste de Santa Catarina (Unoesc), de la misma ciudad paranaense, entrevistaron a cuatro fabricantes de nuevos modelos de ventiladores mecánicos destinados a pacientes con covid-19. Tres de ellos presentaron pedidos de patentes al Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) y su intención es seguir comercializando los equipos incluso después de la pandemia.
Los ventiladores mecánicos desarrollados al principio de la pandemia de covid-19 se consideran una innovación frugal, porque respondían a una necesidad urgente de dispositivos de este tipo, fueron diseñados por las empresas en un máximo de dos meses, en colaboración con grupos de universidades y profesionales de la salud, y fabricados con piezas de menor costo que los modelos convencionales.
“Puesto que aborda problemas locales, la innovación frugal puede ser bastante apropiada para países como Brasil, cuyos sistemas de innovación son incompletos y enfrentan muchas dificultades para diseñar tecnologías propias”, dice el economista Francisco José Peixoto Rosário, de la Universidad Federal de Alagoas (Ufal).
Él es uno de los autores de un estudio que salió publicado en enero en la revista Diversitas Journal, que evaluó los 28 proyectos empresariales aprobados en el marco del Programa Centelha en el estado de Alagoas. Este programa promueve emprendimientos y cuenta con financiación del gobierno federal y de las fundaciones de apoyo a la investigación científica de cada estado. En el caso evaluado por el investigador, una de cada cuatro empresas seguía los principios de la innovación frugal, aunque sus directores desconocieran el concepto en sí.
Es el caso de la empresa Apícola Fernão Velho, que junto a científicos de la Ufal perfeccionó los métodos de recolección y refinado del propóleo rojo, producido por las abejas a partir de la resina de un árbol que crece en los manglares de Alagoas, conocido en Brasil con el nombre de rabo de bugio y también llamado en otras regiones maray-maray (Dalbergia ecastophyllum). Asimismo, artesanos agrupados en un arreglo productivo local que abarca 14 municipios de la desembocadura del río São Francisco, en Alagoas, perfeccionaron el uso de una solución elaborada con corteza de curupay (Anadenanthera colubrina) para curtir los cueros de tilapia del Nilo (Oreochromis niloticus), que se utilizan para fabricar bolsos y calzados.
En un estudio publicado en mayo de 2021 en la revista Cambridge Journal of Regions, Economy and Society, el geógrafo económico alemán Hans-Christian Busch, de la Universidad de Colonia, en Alemania, abordó el tema de las innovaciones frugales aplicadas a la energía solar en Brasil. Uno de los trabajos evaluados consiste en el desarrollo de un calentador de agua solar de bajo costo (ASBC), diseñado en los años 1990 por el ingeniero electricista alemán Augustin Woelz (1942-2022) en el Centro de Innovación, Emprendimientos y Tecnología (Cietec) de la Universidad de São Paulo (USP). Desde 2001, el dispositivo ha sido promocionado por Sociedade do Sol, una organización no gubernamental (ONG) con sede en la capital paulista.
Con miras a lograr una disminución del gasto de energía de la ducha eléctrica, el ASBC puede ser montado e instalado por el propio usuario con la ayuda de un manual provisto por la propia ONG, piezas adquiridas en tiendas de materiales de construcción (un tanque de agua de 310 litros, tubos de plástico, mezclador, conexiones hidráulicas y roseta de ducha) y cuatro paneles solares. En caso de que el usuario prefiera contratar a un instalador especializado, el costo total de las piezas, el montaje y la instalación es de unos 1.800 reales, la mitad del precio de los modelos comerciales, según el físico Roberto Matajs, de Sociedade do Sol.
“No nos importa que copien nuestra propuesta”, dice Matajs. “Lo que queremos es que avance el uso de esta tecnología”. Según él, ya se han instalado al menos 2.000 dispositivos de este tipo en el país.
Busch también supervisó la instalación de 108 sistemas fotovoltaicos en escuelas, centros de salud, viviendas comunitarias y puntos de acceso a internet en 93 comunidades del territorio indígena del Xingú, en el estado de Mato Grosso, y en la Terra Indígena Panará, en Mato Grosso y en Pará. Con la financiación de instituciones y empresas nacionales e internacionales, y el soporte técnico de los expertos del Instituto de Energía y Medio Ambiente (IEE) de la USP, “los paneles solares se instalan según las prioridades que establecen las propias comunidades y permiten reducir hasta un 80 % el consumo de gasoil utilizado en los generadores eléctricos”, dice el ingeniero agrónomo Marcelo Martins, analista del Instituto Socioambiental (ISA), quien trabaja en la región del Xingú desde 2004.
“La innovación frugal puede considerarse un apoyo a las transiciones energéticas, mediante la reducción de la complejidad del proceso y del resultado, así como de estrategias de difusión que pueden ampliarse”, señaló Busch en su estudio, basándose en estas experiencias. “Esta perspectiva amplía el enfoque orientado a los costos de la innovación frugal y hace hincapié en la reducida cantidad de componentes que constituyen el meollo de las soluciones frugales para la transición energética”.
Aunque en Brasil es reciente, el concepto de frugalidad tecnológica ya ha hecho historia en la India y China. Para ampliar las ventas y llegar a los consumidores de bajos ingresos, las empresas locales o las filiales de empresas multinacionales instaladas en estos países diseñaron versiones simplificadas de sus dispositivos, que posteriormente conquistaron a los consumidores de Europa y América del Norte.
En 1992, la empresa china Galanz desarrolló un horno de microondas pequeño y de bajo costo, ideal para cocinas estrechas. En 1996, el fabricante de electrodomésticos Haier, también de China, proyectó un lavarropas compacto, para el lavado de pequeñas cargas diarias, como alternativa a los modelos más grandes y costosos.
La minilavadora “fue un éxito inmediato, y un producto similar basado en ella ya ha sido comercializado en todo el mundo”, comentan Marco Zeschky, Bastian Widenmayer y Oliver Gassmann, de la Universidad de St. Gallen (Suiza), en un artículo publicado en diciembre de 2015 en la revista Research-Technology Management. Ellos evaluaron un ecógrafo portátil fabricado por la subsidiaria china de la multinacional General Electric, destinado al uso en zonas rurales, y el miniautomóvil Nano, lanzado en 2008 por el fabricante indio Tata. Tras realizarles adaptaciones para cumplir las normas de seguridad, poco a poco estos productos han ido llegando a otros países.
“En la India, la innovación frugal aún está vinculada al término jugaad, similar a lo que en Brasil se denomina gambiarra [parche, improvisación]: una solución rápida de escasa calidad y sin perspectiva de sostenibilidad”, comenta Brem, de la Universidad de Stuttgart, a Pesquisa FAPESP. Sus artículos describen una metodología para el desarrollo de productos con este enfoque, evitando así que solo se les llame frugales cuando ya están listos (véase la tabla).
En Brasil, la simplicidad, una característica esencial de este abordaje, todavía genera admiración. “Cuando les digo a los innovadores que lo que están haciendo es innovación, no me creen, porque siempre se piensa que eso es la tecnología de alto estándar, no las soluciones sencillas”, dice Rosário.
Si bien cuenta con una base teórica sólida, la innovación frugal aún no figura entre los tres tipos de innovación clásicos, cuya definición puede variar de acuerdo con los productos a los que se aplica y con los mercados de destino. Ellos son:
Innovación radical: es el resultado de un avance tecnológico que transforma los negocios de una empresa y atrae nuevos consumidores. Es el caso del iPhone de Apple, que transformó el mercado y popularizó los smartphones.
Innovación incremental: consiste en pequeñas mejoras o actualizaciones de productos, servicios o procesos productivos, que habitualmente no generan gran impacto. Un buen ejemplo es el Gmail de Google, creado para agilizar el envío de correos electrónicos, que progresivamente incorporó nuevas posibilidades de uso, tales como el chat y las videollamadas en tiempo real. Otro ejemplo es Coca-Cola, que mantuvo el interés de los consumidores lanzando nuevos sabores.
Innovación disruptiva: es aquella que transforma una tecnología, producto o servicio en una solución mejor, más sencilla, más accesible o de menor costo. Llega a muchos consumidores a la vez, con resultados de gran impacto. Es el caso de Netflix, que ofrece contenidos en formato de video utilizando tecnología de transmisión vía internet (streaming) y cobra por ello una suscripción mensual. En poco tiempo, la empresa ocupó el espacio de las tiendas de alquiler de DVD, de las cuales los consumidores dependían para poder ver películas, series y documentales sin propaganda comercial. Otro ejemplo es Spotify, una plataforma de música y videos que atendió a los consumidores insatisfechos con los CD, que venían con pocas canciones.
Las innovaciones también pueden ser: de productos, inicialmente disruptivo y posteriormente incremental, como en el caso de la televisión, con sus distintas tecnologías; de servicios, como los pedidos y entrega de comidas a través de una aplicación de telefonía móvil; de métodos de producción, en busca de una disminución del impacto ambiental, como los cosméticos que suprimen las pruebas con animales, y de modelos de negocios, como Amazon, que actúa como intermediario entre vendedores y compradores, y los bancos virtuales, que prescinden de las sucursales físicas.
Otra categoría, la innovación abierta, se asemeja a la innovación frugal en el sentido de que apela al uso de recursos externos a la empresa y promueve la colaboración con institutos de investigación, startups, proveedores y clientes, además de otras empresas.
En cambio, la innovación cerrada, solo tiene lugar dentro de las empresas.
Artículos científicos
BREM, A. et al. How to design and construct an innovative frugal product? An empirical examination of a frugal new product development process. Journal of Cleaner Production. v. 275, 122232, p. 1-15. 1° dic. 2020.
SCARABELLI, B. H. et al. Inovação frugal: estudos de caso sobre a criação de ventiladores mecânicos para a pandemia de covid-19. REAd – Revista Eletrônica de Administração. v. 27, n. 3, p. 870-95. 2021.
BUSCH, H-C. Frugal innovation in energy transitions: Insights from solar energy cases in Brazil. Cambridge Journal of Regions, Economy and Society. v. 14, p. 321-40. 17 may. 2021.