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Geología

La última gran elevación del Atlántico

Los acantilados indican que el mar subió alrededor de 60 metros en el norte y en el nordeste de Brasil hace entre 25 y 16 millones de años

Acantilado del litoral del estado de Alagoas, con su base formada por sedimentos transportados por la elevación del nivel del Atlántico durante el  período Mioceno

Stefan Kolumban/ Olhar ImagemAcantilado del litoral del estado de Alagoas, con su base formada por sedimentos transportados por la elevación del nivel del Atlántico durante el período MiocenoStefan Kolumban/ Olhar Imagem

Al pasar por la región donde actualmente se encuentra Porto Seguro, en el sur del estado de Bahía, a bordo de la nave insignia comandada por Pedro Álvarez Cabral, Pêro Vaz de Caminha se asombró por el tamaño del litoral de la isla de Vera Cruz, el primer nombre que se le dio a Brasil al descubrírselo, y registró también la presencia de vistosos riscos en la playa, casi acariciando el Atlántico: “[Esta tierra] Posee junto al mar, en algunos sitios, grandes barreras, algunas rojizas y otras blancas, y un terreno, por encima, plano y repleto de enormes arboledas”. El escribiente portugués contemplaba un tramo de lo que hoy se denomina Formação Barreiras, constituida por capas de arena y arcilla, generalmente con algunas decenas de metros de espesor, que se extiende por un espacio de 5 mil kilómetros a lo largo de la costa nacional, desde el estado de Amapá hasta el de Río de Janeiro.

Para los geólogos, esos acantilados, que forman parte de la primera unidad geológica descrita en el país, revelan una historia mucho más antigua que la de la saga del descubrimiento. Son testimonios de la última gran elevación del nivel del Atlántico registrada en sectores de la costa brasileña, específicamente en el norte y nordeste, hace entre 25 y 16 millones de años, al final del periodo denominado Oligoceno y parte del Mioceno. Gran parte de estos riscos se formó por acción de corrientes de marea creciente a lo largo de la costa que arrastran sedimentos continente adentro debido a ese aumento significativo del nivel del mar. Según algunos estudios, los océanos, durante el Mioceno, se habrían elevado hasta 180 metros en comparación con su nivel actual, en ciertos puntos del planeta. En Brasil, el aumento promedio fue más modesto, generalmente en el orden de los 60 metros, con picos de hasta 140 metros en la costa de los actuales estados de Sergipe y Alagoas, de acuerdo con un amplio estudio sobre la Formação Barreiras publicado en la edición de agosto de la revista científica Earth-Science Reviews.

Pero ése tal vez no sea el dato más sorprendente que revela ese artículo, firmado por tres geólogos brasileños. Según el trabajo, luego de ese período signado por momentos de elevación del océano Atlántico en sectores de la costa norte y nordeste, hace entre 25 y 16 millones de años, el nivel del mar a lo largo del litoral del país atravesó una fase de descenso, hace entre 15 y 10 millones de años. Paradójicamente, esa caída del nivel del Atlántico en la costa brasileña sucedió al mismo tiempo que el nivel de los océanos alcanzó su pico máximo de ascenso en otras regiones del planeta. ¿Por qué el periodo de elevación del nivel del Atlántico en el norte y nordeste no coincide con el aumento del nivel de los océanos en todo el globo? “Probablemente, esto ocurrió a causa de desplazamientos del terreno provocados por la actividad tectónica en algunos tramos de la costa brasileña”, dice la geóloga Dilce de Fátima Rossetti, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), primera autora del artículo, quien estudia la Formação Barreiras desde hace más de dos décadas.

Según los datos con que cuentan los geólogos, el suelo de muchos sectores de la costa brasileña se habría hundido algunas decenas de metros en el período comprendido entre 25 y 16 millones de años atrás, como consecuencia de la actividad tectónica. Aunque durante ese período los océanos no habían alcanzado su pico de elevación global, el descenso del relieve en algunos tramos del litoral del norte y nordeste despejó el camino para el ingreso en el continente de material proveniente del mar: originó cuencas propicias para recibir y almacenar sedimentos transportados por el Atlántico. De esa forma, la elevación del nivel del océano en segmentos de la costa brasileña derivó en la acumulación de los sedimentos que originaron la Formação Barreiras y también la Formação Pirabas; ésta última, ligeramente más antigua y con menor extensión.

Foto: Dilce RossettiHace entre 15 y 10 millones de años, cuando ocurrió el pico de elevación global del nivel de los océanos, la actividad sísmica habría producido justamente el efecto contrario sobre el relieve de la costa brasileña. “En ese período, el terreno se estabilizó o incluso se elevó. Esto habría compensado el aumento del nivel global, que no logró dejar ningún registro sedimentario sobre esa región”, explica Rossetti. “En ese entonces, una amplia franja del litoral del norte y nordeste de Brasil, que al cabo, se encontraba cubierta por el mar, emergió, quedó expuesta a la erosión y se convirtió en un sitio propicio para el crecimiento de la vegetación”.

La hipótesis de los investigadores se basa en una constatación que cobró fuerza durante las últimas décadas. A diferencia de lo que se creía, la costa brasileña no está situada en una región geológica totalmente estable. Aunque todo el territorio nacional se encuentra asentado en el centro de la placa tectónica Sudamericana, lo cual la libra de grandes terremotos, la incidencia de episodios sísmicos de nivel medio y alteraciones relevantes en la altitud de los terrenos ocurre con cierta frecuencia. “La topografía es dinámica”, informa el geólogo Francisco Hilário Rego Bezerra, de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN), otro de los autores del artículo. “Nuestra costa era considerada estable, pero nuestro trabajo revela que no es precisamente así. Existen evidencias de la presencia de muchas fallas tectónicas en esa región y de que éstas se reactivaron durante el Mioceno. En realidad, hay evidencias de que todavía hoy estarían activas”.

En forma simplificada, hay tres grandes factores que pueden influir en la altura del mar en un tramo de la costa: el nivel global de todos los océanos; la estabilidad local del terreno (si se está hundiéndose o elevándose a causa de los movimientos tectónicos); y la incidencia de procesos erosivos que desgastan la superficie, o de acumulación de sedimentos, que agregan capas al suelo. De acuerdo con la intensidad de cada factor, la tendencia global de elevación (o descenso) del nivel del mar puede amplificarse, mitigarse o incluso anularse a escala local o regional. Parece contradictorio, pero no lo es. Debido a la interacción de estos factores, el mar puede subir solamente en uno o en algunos puntos de una costa, tal como ocurrió en el caso del norte y del nordeste durante el Mioceno, mientras desciende o se estabiliza el nivel de los océanos en la mayor parte del planeta. “Los continentes no permanecen fijos en el plano vertical”, explica José Dominguez, de la Universidad Federal de Bahía (UFBA), otro de los autores del estudio, experto en geología marina. “Están siempre desplazándose”.

El extremo este de América del Sur se encuentra asociado a un contexto geológico más calmo y estable que el del oeste. La costa del Pacífico, configurada durante el Mioceno por el surgimiento de los Andes, fruto del choque de las placas tectónicas de Nazca y la Antártica con el borde occidental de la placa Sudamericana, aún hoy soporta frecuentes sacudidas debido a movimientos tectónicos de gran intensidad. “Los Andes se irguieron aproximadamente 4 kilómetros durante el mioceno”, dice Rossetti, cuyos estudios son parcialmente financiados por la FAPESP. El último gran evento que moldeó el relieve de la región fue la separación de América del Sur del continente africano, que comenzó hace más de 100 millones de años. La fractura que separó los dos bloques de tierra fue ocupada por las aguas del Atlántico. No obstante, tal como sugieren las investigaciones del trío de geólogos, eso no quiere decir que, desde entonces, no hubo temblores y desplazamientos de terreno a lo largo de la costa brasileña.

Erosión
Una de las dificultades para demostrar que los riscos del norte y nordeste podrían constituir una señal de cuánto subió el nivel del mar localmente hace unos 20 millones de años estaba relacionada con la incertidumbre al respecto de la edad y del carácter de la Formação Barreiras. Los estudios sostenían que los sedimentos de esa formación se habían depositado, como máximo, hace unos 5 millones de años, remitiendo, por lo tanto, al Plioceno, la época geológica inmediatamente posterior al Mioceno. Actualmente se ha comprobado que la arcilla y la arena que componen la Formação Barreiras se acumularon ahí mucho antes. Otro punto oscuro eran los sitios donde los sedimentos de esa formación se habrían acumulado. Hasta hace pocos años, la mayoría de los autores afirmaba que los sedimentos se habrían depositado en áreas continentales, fundamentalmente en ambientes fluviales y lacustres. Sin embargo, durante las dos últimas décadas, una serie de estudios, varios de ellos liderados por Dilce Rossetti, reveló la verdadera naturaleza del material que compone muchos peñascos de la costa brasileña: la invasión de ciertos tramos del continente por las aguas saladas del Atlántico arrastró sedimentos marinos hacia su costa oriental.

Debido a su composición pobre en carbonatos, la Formação Barreiras generalmente no conservó un buen registro fósil de animales que habitaron allí en un pasado remoto. Resulta prácticamente imposible encontrar preservado en esos sedimentos vestigios directos de algún organismo marino. La erosión actual (y la pretérita) también contribuyó para la destrucción de eventuales fósiles en esa unidad geológica. Tales peculiaridades hicieron que, en primera instancia, constituyera todo un desafío asociar esa formación con un origen marino.

Las marcas de las mareas
Sin embargo, los investigadores lograron reunir durante los últimos años una serie de indicios de que esa formación fue, en gran medida, generada en áreas costeras, donde influyeron fundamentalmente las corrientes de marea. El vaivén de la marea provoca que los sedimentos sean arrastreados hacia adelante y hacia atrás. Tales oscilaciones producen marcas en los sedimentos que revelan su génesis y se diferencian de cualquier otro agente de sedimentación. Las marcas producidas por corrientes de marea son abundantes en la Formação Barreiras. Aunque el cuerpo en sí de antiguos animales oriundos del Atlántico no se conservó en esa unidad geológica, la presencia de esta clase de organismos en dichos depósitos sedimentarios se comprueba por la existencia de icnofósiles típicos de ecosistemas marinos o de aguas salobres. Los icnofósiles constituyen evidencias indirectas de la presencia de organismos: son rastros, guaridas o huellas, conservadas en estratos geológicos. “También contamos con registros de polen de plantas del Mioceno en la Formação Barreiras”, informa Rossetti.

Todos esos vestigios pasan desapercibidos a los ojos de los legos desprevenidos, como puede haber sido el caso de Pêro Vaz de Caminha y de tantos turistas actuales, que viajan por las costas del norte y nordeste en busca de hermosos paisajes, algunos de ellos esculpidos por el encuentro de los peñascos de la Formação Barreiras con el mar. Pero no es así para la mirada entrenada de los geólogos, que aprovechan tales evidencias para revelar el vaivén del nivel los océanos durante el transcurso del tiempo.

Proyecto
Evolución tectónico-sedimentaria post-rift en la cuenca del Paraíba, nordeste de Brasil (2012/ 06010-5); Modalidad Línea regular de ayuda al proyecto de investigación; Coord. Dilce de Fátima Rossetti – Inpe; Inversión R$ 109.710,00 (FAPESP).

Artículo científico
ROSSETTI, D. F. et al. Late Oligocene–Miocene transgressions along the equatorial and eastern margins of Brazil. Earth-Science Reviews. v. 123, p. 87-112. ago. 2013.

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