Al recorrer la galería de la Academia de Bellas Artes de Florencia, en Italia, el médico intensivista Daniel Gelfman, de la Universidad Marian, de Estados Unidos, notó una peculiaridad en la monumental escultura de David en la cual pocos reparan: la vena yugular externa saliente en el lado derecho del cuello (JAMA Cardiology, 26 de diciembre de 2019). Esta vena abultada por debajo de la piel hoy en día se interpreta como un síntoma de presión arterial elevada o del funcionamiento deficiente del corazón, pero Gelfman supuso que la intención del autor de la escultura, el italiano Michelangelo Buonarroti –Miguel Ángel– (1475-1564), no habría sido la de mostrar a David como un cardiópata. De regreso en su universidad, el médico consultó en libros y también conversó con sus colegas en busca de una explicación. Como el escultor poseía conocimientos de anatomía, la vena exaltada no habría sido tallada en forma casual. En 1504, cuando Miguel Ángel esculpió el David, el sistema circulatorio aún era poco conocido y su funcionamiento sería dilucidado más adelante, con la descripción de la circulación sanguínea realizada en 1628 por el inglés William Harvey (1578-1657) y la identificación de las conexiones entre los vasos sanguíneos grandes y los pequeños por el anatomista italiano Marcello Malpighi (1628-1694). Gelfman profundizó sus conocimientos en arte y arribó a la conclusión de que Miguel Ángel advirtió que la yugular se tornaba prominente en las personas sanas en estado de tensión. Por eso, la vena debía sobresalir porque David afrontaba una situación que exigía mucha adrenalina, antes de enfrentarse al gigante Goliat. La vena yugular externa también aparece exaltada en otra escultura de Miguel Ángel: el Moisés, que también está tallado en una pose tensa.
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