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Las mujeres encarceladas tienen una salud más precaria que el resto de la población y son abandonadas por sus familias

La cantidad de casos de hipertensión, cáncer y trastornos cardiovasculares es entre dos y cuatro veces mayor entre las detenidas que entre las mujeres de la misma edad en general, y a una tercera parte de ellas nunca las visitan

Aline van Langendonck

El paso por los establecimientos correccionales impone a las mujeres un castigo adicional: el abandono. Una vez en prisión, muchas de ellas son olvidadas por sus familiares y amigos y nunca reciben visitas. “Son doblemente condenadas. Por la sociedad, a causa de los delitos cometidos, y por sus familias, por haberles fallado como madres y sostén del hogar”, comenta la médica epidemióloga y sanitarista Ligia Kerr, de la Universidad Federal de Ceará (UFC). “Este aislamiento les provoca un gran impacto emocional, lo que les depara altísimos índices de ansiedad y depresión”.

El cuadro es bien conocido por Kerr. La investigadora coordinó un estudio que mapeó los principales problemas de salud y las condiciones a las que se enfrentan en la cárcel las presas brasileñas, que representan el 5 % de la población carcelaria del país. Entre enero de 2014 y diciembre de 2015, la médica y un equipo de profesionales de la salud visitaron 15 centros de detención en 8 estados y en el Distrito Federal. En total, examinaron y entrevistaron a 1.327 mujeres. Los resultados del trabajo, el más amplio que se haya realizado con las presas brasileñas y que es representativo de la situación en todo el país, están siendo detallados en una serie de artículos publicados en los últimos años.

“Fue a partir del trabajo del grupo de Ligia Kerr que empezamos a prestarle atención a las necesidades de las mujeres encarceladas”, dice Cíntia Rangel Assumpção, coordinadora general de Ciudadanía y Alternativas Penales de la Secretaría Nacional de Políticas Penales (Senappen), del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública de Brasil. “La administración pública debe reforzar su alianza con la academia para trabajar en la resolución de estas cuestiones”.

Una de las revelaciones más impactantes del estudio indica que estas mujeres, si bien son predominantemente jóvenes, ya llegan al sistema penitenciario con graves problemas de salud que, en general, solo se manifiestan más tarde en la población en general. De las 1.327 reclusas evaluadas en el estudio, un 44 % tenía menos de 30 años y el 48 %, entre 31 y 50. Sin embargo, la frecuencia de casos de hipertensión, cáncer y otros problemas cardiovasculares entre ellas era de dos a cuatro veces superior a la observada entre mujeres de la misma franja de edad que nunca habían estado encarceladas.

La prevalencia de estos problemas en mujeres más jóvenes sorprendió a los investigadores: el 13 % de las detenidas menores de 30 años padecía hipertensión; el 5,1 % tenía otros problemas cardiovasculares; el 18,7 % sufría de asma; el 1,3 % tenía algún tipo de cáncer, y el 0,4 % ya había sufrido un accidente cerebrovascular (ACV), detallaron Kerr y sus colaboradores en un artículo publicado en 2023 en la revista Scientific Reports. La frecuencia de estos problemas en el resto de las brasileñas de la misma edad mucho menor: un 2,9 sufre de hipertensión; un 1,1 % otros problemas cardiovasculares; un 6,7 % asma; un 0,7 % cáncer, y un 0,2 % ACV.

Las condiciones de su vida en prisión contribuyen para agravar la salud de estas mujeres. Según un artículo publicado en 2022 en la revista Ciencia e Saúde Coletiva, el 92 % de ellas eran sedentarias en la cárcel y el mismo porcentaje decían alimentarse en forma poco saludable. El estudio también revela que, además de las enfermedades crónicas, ciertas enfermedades infecciosas son más frecuentes entre las reclusas que en el resto de la población: el 51 % presentaba síntomas de enfermedades de transmisión sexual; el 7,4 % padecía lepra (una tasa 100 veces superior a la de la población en general); en un 11,7 % de los casos eran portadoras de sífilis y un 2,3 %, de VIH. Esta prevalencia de la sífilis fue inferior a la observada por el grupo de Julio Croda en las cárceles de Mato Grosso do Sul, mientras que la de VIH fue superior.

“Para muchas de las presas, el encarcelamiento representaría su primera oportunidad de acceso al sistema de salud. El país sale perdiendo al no identificar estos problemas y tratarlos, comenta Kerr.

El período de detención también contribuye a la desestructuración de las familias y a que estas mujeres se sientan abandonadas. Antes de su condena, el 36,5 % de ellas se erigen como la principal fuente de ingresos de sus hogares. Ocho de cada 10 son madres: en su mayoría (el 81,2 %) tuvieron a su primer hijo cuando aún eran adolescentes. La causa de condena más frecuente es el tráfico de drogas (un 65,5 %), seguido del hurto o robo (un 17,5 %).

“Brasil encarcela a muchas mujeres porque tiene una legislación nacional sobre drogas muy punitiva”, explica la psicóloga Sara Reis, coordinadora del área de salud de la Dirección de Políticas Penitenciarias del Senappen.

Una vez tras las rejas, muchos lazos familiares y amistades se rompen. Una de cada tres detenidas nunca recibe visitas. Una proporción similar solamente recibía la visita de sus madres y un 23 %, de hermanos o hijos, describe la enfermera Patrícia França de Araújo en un artículo publicado en 2020 en la revista BMC International Health and Human Rights.

“La ruptura familiar deja a estas mujeres sin perspectiva”, dice la enfermera Zeyne Scherer, de la Escuela de Enfermería de Ribeirão Preto (EERP), de la Universidad de São Paulo (USP), quien coordinó estudios cualitativos en el interior de São Paulo con presas y exconvictas del sistema penitenciario e identificó que, para ellas, la familia constituía un facilitador para su reinserción en la vida en sociedad.

Proyecto
Estudio de la violencia cotidiana a la que son expuestas las mujeres encarceladas durante sus vidas (nº 07/07052-5); Modalidad Ayuda de Investigación – Regular; Investigadora responsable Zeyne Alves Pires Scherer (USP-RP); Inversión R$ 21.296,52.

Artículos científicos
LEAL, M. et al. Differences in non‐communicable diseases between women in prison and the general population in Brazil. Scientific Reports. 31 oct. 2023.
LEAL, M. et al. Health of female prisoners in Brazil. Ciência e Saúde Coletiva. 30 jun. 2022.
ARAÚJO, P. F. et al. Behind bars: The burden of being a woman in Brazilian prisons. BMC International Health and Human Rights. 29 oct. 2020.

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