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Ecología

Las poblaciones de anfibios han venido disminuyendo en el Bosque Atlántico durante los últimos 130 años

Entre finales del siglo XIX y 2020, la cantidad de ejemplares de 106 especies de este bioma mermó en algún momento

Pithecopus rohdei, una rana arborícola que vive en el sudeste Brasil

Renato Augusto Martins / Wikimedia Commons

El rápido declive de las poblaciones de sapos y ranas y ranas, los llamados anfibios anuros, constituye uno de los mayores signos de la pérdida de biodiversidad en todo el mundo. Hasta hace unos años, diversos estudios indicaban que la reducción de su hábitat, la contaminación del ambiente y los efectos de la radiación ultravioleta de tipo B (UVB) eran algunas de las causas principales de la disminución de tamaño de sus poblaciones. Una revisión publicada en la edición de enero de la revista científica Biological Conservation sugiere que habría más factores que ayudarían a explicar este fenómeno, especialmente en el Bosque Atlántico, entre ellos el aumento de la temperatura global y la presencia de un patógeno descubierto a finales de la década de 1990, llamado hongo quítrido de los anfibios, perteneciente a la especie Batrachochytrium dendrobatidis.

Desde finales del siglo XIX, con base en la recolección de datos realizada por científicos en trabajos de campo con anfibios, se ha registrado a lo largo de unos 130 años una disminución de la cantidad de ejemplares entre las poblaciones de casi un 15 % de las aproximadamente 700 especies conocidas de batracios anuros de este bioma brasileño. “El Bosque Atlántico es el lugar del planeta con el mayor número de especies y poblaciones de anuros en declive; y los anfibios constituyen el grupo de animales más amenazado de extinción en todo el mundo”, dice el zoólogo Luís Felipe Toledo, del Instituto de Biología de la Universidad de Campinas (IB-Unicamp), autor principal del estudio. La FAPESP fue uno de los financiadores de esta investigación.

El objetivo del trabajo consistió en hacer un balance histórico de cómo se produjo el declive de los anfibios en el Bosque Atlántico, del que queda alrededor del 10 % de la vegetación original, desde que se empezó a registrar la presencia de estos animales en el bioma. Para ello, el equipo revisó la literatura científica, buscó datos en las colecciones de los museos y entrevistó a expertos en la materia para identificar cuáles fueron las poblaciones de anfibios que disminuyeron o desaparecieron.

Los registros examinados abarcan los estados brasileños de Espírito Santo, Minas Gerais, Río de Janeiro, São Paulo, Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul, y comprenden desde finales del siglo XIX hasta el año 2020. Dentro de este conjunto de datos, los investigadores constataron, en algún momento de este período, el declive de 169 poblaciones de anuros pertenecientes a 106 especies. En el estudio se consideró que una misma especie tenía más de una población cuando sus grupos de individuos estaban separados por una distancia de al menos 15 kilómetros.

Un dato preocupante fue que 128 de las 169 poblaciones que en algún momento disminuyeron no han sido redescubiertas posteriormente en el mismo lugar o no se recuperaron (no han vuelto a recuperar la cantidad de ejemplares). Esta cifra duplica la registrada en investigaciones anteriores, dicen los autores del estudio, e incluso podría estar siendo subestimada. “Muchos declives recientes en las poblaciones de anfibios aún no han sido documentados porque se necesita cierto tiempo para percibir este fenómeno con mayor claridad”, dice Toledo. “Es probable que solo dentro de unos 10 o 15 años sepamos realmente qué especies están desapareciendo en la actualidad”. Los grupos de anuros más afectados por la disminución de sus poblaciones fueron los pertenecientes a las familias Cycloramphidae, Hylodidae y Phyllomedusidae. El estudio verificó que una población de anfibios que se redujo, tarda 21 años en promedio para recuperar el número de individuos perdidos.

Para el ecólogo Reuber Brandão, de la Universidad de Brasilia (UnB), quien no participó en el estudio, la pérdida de biodiversidad no ha sido considerada mayor solo porque Brasil empezó a recolectar muestras de anfibios sistemáticamente hace poco tiempo. Otros países más desarrollados lo vienen haciendo como rutina desde hace más tiempo. “Antes de que los investigadores salieran al campo en busca de anfibios ya había tenido lugar una gran pérdida de biodiversidad”, comenta Brandão. “Debido al largo historial de deforestación del Bosque Atlántico, si en la época de João VI de Portugal [a principios del siglo XIX] el país hubiera tenido grandes universidades, con muchos científicos dedicados al montaje de excelentes colecciones biológicas, el panorama sería aún más diferente”.

El artículo de revisión muestra que en 1979 hubo una importante disminución en la cantidad de anfibios. Los registros depositados en los museos de zoología revelan que aquel año solamente se capturaron en el Bosque Atlántico 235 sapos y ranas. A título comparativo, el año con más muestras registradas por el estudio es 2011, cuando se catalogaron casi 4.800 especímenes.

Otros factores también pueden afectar el estudio de las poblaciones animales e influir en la percepción que tenemos de ellas, dice la bióloga Cinthia Brasileiro, de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), al explicar que algunas especies son escasas por naturaleza y otras, denominadas crípticas, son de difícil detección porque se camuflan muy bien, o bien porque son muy pequeñas. “Estas características pueden llegar a confundirse con el declive de las especies, pero el trabajo también aborda esta cuestión. El uso de diferentes métodos de detección también puede atenuar esta limitación”, dice la investigadora, quien no tomó parte en el estudio.

La investigación no aborda específicamente las causas del declive de las poblaciones de anfibios, pero hace hincapié en el impacto del hongo quítrido anfibio, descrito en 1999, junto al cambio climático. El referido microorganismo, que altera los latidos del corazón y provoca paros cardíacos en los animales infectados, puede proliferar más rápidamente con el aumento de la temperatura. Para Brandão, la combinación entre la pandemia del hongo quítrido anfibio y los eventos climáticos extremos constituye una de las mayores responsables de la pérdida de población entre los anfibios. Según Brasileiro, la unión de estos factores se acentuó aún más después de la década de 2000, junto con la pérdida del hábitat, que se sigue considerando como el factor más determinante de la mortalidad entre los anfibios.

En palabras de Brandão, este estudio es importante porque abre la posibilidad de replicar la metodología para el análisis de las poblaciones de anfibios de otros biomas, tales como el Cerrado, la sabana tropical brasileña, y la Amazonia, y demuestra la importancia del papel de los museos y las colecciones científicas para la conservación de la biodiversidad. “Algunos consideran a la recolección de especímenes una práctica de investigación reñida con la ética y la moral, porque piensan que dicha actividad le causa daños a la biodiversidad”, explica el investigador de la UnB. “En realidad, es exactamente lo contrario: al permitir una mejor comprensión de las poblaciones presentes en la naturaleza, las colecciones zoológicas de los museos ayudan a preservar la biodiversidad”.

La pérdida de anfibios puede parecer algo que dista del cotidiano de la gente, pero tiene implicaciones importantes para la vida en sociedad. Cada especie o población que desaparece o declina dificulta el acceso a un animal que debería estudiarse y podría ser un reservorio de sustancias potencialmente útiles como medicamentos: la piel de los anuros contiene elementos valiosos para el desarrollo de fármacos. “Además, esto contribuye a volver0 más vulnerable al medio ambiente. Los anfibios se alimentan de insectos que se consideran plagas agrícolas. Sin ellos, el agricultor se ve obligado a utilizar más agrotóxicos, lo que encarece el precio de los alimentos y es perjudicial para la salud humana y ambiental”, comenta el zoólogo de la Unicamp. “Puesto que son mayoritariamente herbívoros, los renacuajos ayudan a oxigenar lagos y lagunas, evitando su eutrofización [la proliferación excesiva de plantas en los ecosistemas acuáticos debido a la acumulación de nutrientes], un fenómeno que afecta a la vida de los peces y causa impactos en la industria pesquera”.

Proyectos
1. El hongo quítrido en Brasil: origen y consecuencias (nº 16/25358-3); Modalidad Proyecto Temático; Investigador responsable Luís Felipe Toledo (Unicamp); Inversión R$ 2.853.660,74
2. Transporte aéreo pasivo de un patógeno letal para los anfibios en áreas elevadas: aplicaciones prácticas para la protección de las Unidades de Conservación del estado de São Paulo (nº 19/18335-5); Modalidad Ayuda de Investigación – Regular; Programa Biota; Investigador responsable Luís Felipe Toledo (Unicamp); Inversión R$ 169.301,68

Artículo científico
TOLEDO, L. F. et al. A retrospective overview of amphibian declines in Brazil’s Atlantic Forest. Biological Conservation. v. 227. ene. 2023.

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