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Memoria

Las raíces del hambre

Josué de Castro expuso las bases económicas, sociales y biológicas de la desnutrición continua

Mapas del libro Geografia da fome sobre la situación alimentaria en Brasil, a finales de la década de 1940

Reproducción de Geografia da fome (editorial Brasiliense, 1957)

Casi 50 años después de la muerte del médico Josué Apolônio de Castro (1908-1973), nacido en el estado de Pernambuco, quien identificó las raíces más profundas de la desnutrición, Brasil volvió a estar incluido en 2022 en el Mapa del Hambre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del cual había salido em 2014. En el país, 33 millones de personas, lo que equivale a un 15 % de su población, viven en la denominada inseguridad alimentaria grave –cuando un individuo pasa hambre por no tener dinero para comprar comida. Otros 33 millones viven en una inseguridad alimentaria moderada, porque no cuentan con los alimentos suficientes. Menos de la mitad de la población goza de una seguridad alimentaria plena, a sabiendas de que dispondrá de alimentos en cantidad y calidad satisfactorias en los próximos días.

Josué de Castro demostró que el hambre no es inevitable, como consecuencia del aumento de la población, de las guerras o de las catástrofes climáticas. E innovó al profundizar en el análisis de las causas sociales y económicas del hambre, hasta entonces retratada eventualmente en periódicos y novelas de principios del siglo XX, como en O quinze [1915], de la escritora de Ceará Rachel de Queiroz (1910-2003), y A bagaceira, libro de José Américo de Almeida (1887-1980), del estado de Paraíba. En un artículo publicado en 2020 en la revista História, Ciência, Saúde – Manguinhos, la historiadora Adriana Salay Leme, doctoranda en la Universidad de São Paulo (USP), relata cómo en 1932, para evitar que llegaran a las ciudades los braceros o retirantes, migrantes que huían del hambre y la sequía, el gobierno federal creó siete campos de concentración en el nordeste: el mayor de ellos estaba en Crato, estado de Ceará, con casi 60.000 personas.

Centro de Estudios e Investigaciones Josué de Castro Retrato de 1963 del médico y político de PernambucoCentro de Estudios e Investigaciones Josué de Castro

Con base en su experiencia personal –cuando era un niño vivió el hambre de cerca en los manglares de la ciudad de Recife, dode nació–, en estudios que empezaban a proponer un enfoque más amplio del problema y en sus propias investigaciones de campo, De Castro analizó el hambre desde el punto de vista de la medicina, la fisiología, la nutrición y la geografía. Y arribó a la conclusión de que se trataba de un fenómeno biológico arraigado en las estructuras sociales, políticas y económicas. El médico identificó dos tipos de hambre: la epidémica, asociada a las guerras o a las sequías que provocan escasez de alimentos, y la endémica, que hasta entonces no era tenida en cuenta, que aparece cuando la alimentación es precaria y no proporciona los nutrientes indispensables para que el organismo funcione adecuadamente, propiciando la aparición de enfermedades.

Sus estudios quedaron plasmados en su libro más conocido, Geografia da fome [Geografía del hambre], publicado en 1946, y considerado “una denuncia del flagelo del hambre en Brasil”, según sintetiza el historiador Helder Remigio de Amorim, de la Universidad Católica de Pernambuco (Unicap), en su tesis doctoral defendida en 2016 en la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), que este año será publicada en formato de libro.

En Geografia da fome, enseguida premiado por la Asociación Brasileña de Escritores y por la Academia Brasileña de Letras, De Castro divide a Brasil en cinco regiones geográficas, de acuerdo con la dieta y la eventual carencia de proteínas y vitaminas. A partir de ese análisis, el médico concluyó que, cuando no se producen sequías intensas, el régimen alimentario de los habitantes del semiárido brasileño “parece ser cuantitativamente suficiente para cubrir sus necesidades básicas, sin sobrarles nada, sin margen para excesos”, como pudo comprobarlo en las regiones del sur y sudeste del país. “La frugalidad se ajusta sabiamente dentro de un equilibrio alimentario”, señaló. Al mismo tiempo, De Castro pudo constatar manifestaciones del hambre y enfermedades causadas por la desnutrición, principalmente en tres de las cinco áreas alimentarias: la Amazonia, la llamada Zona da Mata o Zona de Monte, una subregión del Bosque Atlántico en la costa nordeste de Brasil, y el semiárido del nordeste, el sertón. Entre las causas del problema en el nordeste, identificó el monocultivo de la caña de azúcar y las grandes extensiones de tierras concentradas en manos de unos pocos propietarios.

Josué de Castro – Colección Fundación Joaquim Nabuco – Ministerio de EducaciónRetrato de 1926, cuando estudiaba medicina en BahíaJosué de Castro – Colección Fundación Joaquim Nabuco – Ministerio de Educación

“Esta combinación dio como resultado una baja producción de alimentos en los latifundios, perpetuó las relaciones laborales arcaicas herederas de la esclavitud y arrojó a los campesinos hacia condiciones de vida humillantes, dificultándoles un acceso pleno a las tierras cultivables”, comenta el sociólogo Ricardo Abramovay, profesor titular de la cátedra Josué de Castro de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (USP) y autor del libro O que é fome [¿Qué es el hambre?] (editorial Brasiliense, 1983).

En Geografia del hambre, que ha sido traducido a más de 25 idiomas, De Castro concluía que la solución para el problema del hambre debía pasar necesariamente por la reforma agraria. “Era una de las autoridades más respetadas del mundo en esta materia”, comenta Abramovay. “En un encuentro académico celebrado en Francia, en 1982, me encontré con gente que decía haber leído a Josué de Castro en la escuela”, dice Abramovay.

En la década de 1940, De Castro estudió los orígenes y las consecuencias del hambre en Estados Unidos, Argentina, México y Francia, invitado por sus respectivos gobiernos. En 1951 publicó Geopolítica da fome [Geopolítica del hambre], donde analiza las deficiencias e insuficiencias alimentarias en todo el mundo, que fue premiado al año siguiente por la Academia Estadounidense de Ciencias Políticas, y también fue publicado en la que entonces era la Unión Soviética.

De Castro ingresó a la Facultad de Medicina de Bahía a los 15 años y completó sus estudios para graduarse en 1929 en la entonces Universidad de Río de Janeiro, la actual Universidad Federal de Río de Janeiro. Regresó a Recife y en 1932 fue contratado como profesor de fisiología por la Facultad de Medicina. Tenía 24 años.

Reproducción de Josué De Castro: Por um Mundo sem fome, de Francisco Reginaldo de Sá Menezes (Mercado Cultural, 2004)En los manglares de Recife (1967)Reproducción de Josué De Castro: Por um Mundo sem fome, de Francisco Reginaldo de Sá Menezes (Mercado Cultural, 2004)

Tres años después estudió las condiciones de vida de los obreros de la ciudad, la capital de Pernambuco, y arribó a la conclusión de que padecían fatiga crónica debido a la mala alimentación y, eventualmente, morían a causa de enfermedades asociadas al hambre, tales como anemia, hipotiroidismo y diarreas infecciosas. Hasta entonces, tan solo la diabetes, la obesidad, la gota y el reumatismo se asociaban a cuadros de desnutrición.

Estudió en forma autodidacta geografía y antropología, campos cuya enseñanza e investigación estaban dando sus primeros pasos en el ámbito universitario. Como escaseaban los especialistas en esas dos áreas, se le reconoció su experiencia como notorio saber, lo que lo habilitó a la docencia en antropología en la Universidad del Distrito Federal, en Río de Janeiro, entre 1935 y 1938. Dos años después, quedó a cargo de la cátedra de geografía humana en la Universidad de Brasil, en reemplazo del anterior profesor, que había regresado a Francia.

En 1940, durante el Estado Novo (1937-1945), ayudó a planificar y dirigió durante dos años el Servicio de Alimentación de la Previsión Social, a través del cual el gobierno pretendía solucionar el problema de la alimentación, principalmente entre la clase obrera: una de las medidas implementadas fue la creación de restaurantes que ofrecían platos a precios muy bajos. En aquel mismo año, De Castro asumió la presidencia de la recién creada Sociedad Brasileña de Alimentación, con el propósito de promover estudios y acciones tendientes a mejorar los hábitos alimentarios de la población.

Josué de Castro – Colección Fundación Joaquim Nabuco – Ministerio de EducaciónEn un viaje de formación a Miami, Estados Unidos (1943)Josué de Castro – Colección Fundación Joaquim Nabuco – Ministerio de Educación

Hasta mediados de la década de 1950 trabajó como médico especialista en nutrición, atendiendo pacientes en su consultorio. En la que entonces era la Capital Federal, se vinculó con la elite política convirtiéndose en médico de cabecera de Getúlio Vargas (1882-1954). Entre 1952 y 1956 presidió el Consejo Ejecutivo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Sus amigos cuentan que estaba decepcionado por la falta de acción de los organismos internacionales que debían combatir el hambre, pero lograban hacer poco y nada.

En 1954, fue electo diputado federal del estado de Pernambuco por el Partido Laborista Brasileño (PTB, por sus siglas en portugués), el mismo al que pertenecía Vargas. Reelecto en 1958, se propuso sensibilizar a los gobernantes al respecto del problema del hambre, pero quedó decepcionado al comprobar que sus pares del Congreso defendían los intereses de los grandes propietarios rurales, dice el geógrafo José Raimundo Ribeiro Junior, de la Universidad Federal del ABC (UFABC): “Poco a poco, empezó a pensar en la intervención de los movimientos sociales como forma de superar el problema del hambre”.

De Castro comprendió que solo habría reforma agraria con organización y presión popular, pero sostenía que los cambios estructurales debían hacerse por las vías institucionales democráticas. “Creía en el diálogo con las elites y al mismo tiempo se acercó a los movimientos sociales, como las Ligas Campesinas”, subraya Salay Leme. Era allegado de Juscelino Kubitschek (1902-1976), presidente de la República entre 1956 y 1961, y también de intelectuales vinculados al Partido Comunista Brasileño, “pero nunca fue un revolucionario, políticamente hablando”, dice la investigadora de la USP. “Josué de Castro era un socialista humanista, pero no un comunista”, reitera la historiadora Marina Gusmão de Mendonça, de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp). “No aceptaba ninguna forma de dictadura, ni siquiera la del proletariado”.

Reproducción de Josué De Castro: Por um Mundo sem fome, de Francisco Reginaldo de Sá Menezes (Mercado Cultural, 2004)En una visita a la entonces Unión Soviética, en 1955Reproducción de Josué De Castro: Por um Mundo sem fome, de Francisco Reginaldo de Sá Menezes (Mercado Cultural, 2004)

Esos matices no importaron. Los militares del golpe de 1964 lo tenían por subversivo y lo incluyeron en la primera lista de exiliados. Desde 1962, De Castro era embajador brasileño ante la ONU, en Ginebra (Suiza), y fue destituido del cargo. Se mudó a Francia, donde trabajó como docente en la Universidad de París. En 1965 fundó y fue presidente, hasta 1973, en la capital francesa, del Centro Internacional para el Desarrollo (CID), que asesoraba a los gobiernos de los países en desarrollo. Hasta su fallecimiento, a causa de un infarto, en septiembre de 1973, regresó a Brasil en dos oportunidades para realizar breves visitas a sus familiares, “siempre acompañado por los organismos de vigilancia de la dictadura cívico-militar”, dice De Amorim.

Para la historiadora Salay Leme, de la USP, el médico también cometió errores. “De Castro subestimó la capacidad de los pueblos nativos de la Amazonia para obtener sus propios alimentos, porque su mirada era eurocéntrica, e ignoraba el conocimiento propio de los indígenas al respecto de la alimentación, al que consideraba precario e ineficiente”, comenta. Pese a esos posibles errores, dice, su obra sigue siendo actual.

“Así como en la época de Josué de Castro el hambre tenía mucho que ver con una oferta de alimentos menor a la demanda, hoy en día es producto de la incapacidad del sistema agroalimentario y de los gobiernos para hacer posible que los alimentos lleguen a bajo costo a las personas que necesitan esa acción”, dice Abramovay. El médico pernambucano sostenía que no bastaba con aumentar la producción de alimentos si parte de la población no tenía dinero para adquirirlos. “Promovía un tipo de agricultura que pudiera alimentar adecuadamente a la población, cuya prioridad no fuera solamente la exportación de commodities [artículos primarios de origen agrícola, ganadero, mineral y ambiental]”, comenta Gusmão de Mendonça. Por su parte, Salay Leme dice: “El punto de vista de De Castro, según el cual el hambre estaba vinculado a las estructuras económicas, sociales y políticas, hoy en día es la visión mayoritaria”.

Josué de Castro – Colección Fundación Joaquim Nabuco – Ministerio de Educación Al recibir el premio Ciudadanos del Mundo, en París (1968)Josué de Castro – Colección Fundación Joaquim Nabuco – Ministerio de Educación

Según el geógrafo Bernardo Mançano Fernandes, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), su obra y su labor política inspiraron programas de lucha contra el hambre no solo en Brasil, sino también en otros países de América Latina y África. “Pero el debate que él inauguró ha demorado medio siglo en conseguir resultados concretos”. Para Mançano Fernandes, las propuestas de De Castro tienen relación con los programas de lucha contra el hambre creados a partir de 2003.

Según De Amorim, sus ideas también echan raíces en el movimiento Acción Ciudadana contra el Hambre, fundado por el sociólogo Herbert José de Sousa –Betinho– (1935-1997), y en Manguebat, un movimiento cultural de valoración de la cultura del nordeste brasileño. Según el historiador, uno de los líderes del movimiento, el cantante y compositor Francisco de Assis França, más conocido como Chico Science (1966-1997), citó a Josué de Castro “en varias canciones compuestas a lo largo del decenio de 1990, en el apogeo del neoliberalismo en Brasil, cuando el problema del hambre se profundizaba en el país”.

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