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GANADERÍA

Los aportes del ganado bovino brasileño

Las razas surgidas en Brasil desde los primeros tiempos coloniales conservan características que pueden ser útiles para los criadores

Resistente a las inclemencias del sertón nordestino, la raza bovina brasileña denominada curraleiro pé-duro se forjó en una región donde falta de agua, el suelo es pedregoso y las pasturas escasas. Sus orígenes, sin embargo, no lo constituyen tal como podría esperarse los bóvidos cebuinos, como es el caso de la raza nelore, la más numerosa del rebaño brasileño, nativa de la India, un país cuyo clima y condiciones ambientales lo asemejan a Brasil. El curraleiro se obtuvo a partir de razas portuguesas y españolas que empezaron a arribar al país al comienzo de la colonización, en 1534. Con el transcurso del tiempo, esos animales vivieron sueltos en el campo y sufrieron la misma presión selectiva de dicho ambiente, dando como resultado un ganado con mayor adaptación a las enfermedades y al clima cálido del nordeste y también de la ecorregión del Cerrado, donde se lo introdujo.

La genética de ésta y otras tres razas brasileñas de origen europeo que atravesaron el mismo proceso –caracu, pantaneira y crioula lageana– es objeto de estudio para varios grupos de investigadores. Más allá de conservar el patrimonio genético de esas razas, ellos pretenden comprender los mecanismos biológicos que propiciaron la supervivencia de esos bovinos frente al clima y las pasturas de Brasil.

El hato brasileño está compuesto por 218 millones de cabezas de ganado, según datos registrados en 2016 por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Alrededor del 80% del mismo es de raza cebuina, un conjunto que abarca a las razas nelore, gyr y guzerat, entre otros ejemplares de origen asiático. El 20% restante son taurinos de origen europeo, tales como las razas angus, holandesa (holstein o frisona), simmental, charolesa  y varias otras. Entre toda esa variedad se forjaron las razas autóctonas de Brasil.

Las razas de origen europeo que se forjaron en el país presentan características adaptativas similares a las cebuinas. Los cebúes ganaron terreno porque presentan mayor resistencia al calor, las enfermedades y las pasturas locales en comparación con las razas europeas. Sin embargo, la carne del cebú es menos tierna y sabrosa que la de origen europeo. El problema radica en que los taurinos sufren estrés debido al calor y no ofrecen un buen rendimiento alimentados con pasturas de baja calidad.

A partir de 2005, las cuatro razas brasileñas están identificadas genéticamente por marcadores microsatelitales, que son secuencias de repeticiones cortas del genoma de una especie y permiten estudiar la variación genética de una población. Las razas se caracterizan por determinados aspectos físicos, si bien las brasileñas son todas parecidas. Se pudo rastrear genéticamente la diferencia de cada raza entre sí y en relación a otras razas europeas y cebuinas. Esos estudios fueron realizados en forma conjunta por investigadores de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) y de las universidades de Brasilia (UnB), Federal de Goiás (UFG) y de Córdoba, en España. Ellos demostraron la singularidad de las poblaciones, además de develar una gran variabilidad genética dentro de ellas, condición favorable para la expansión y el cruzamiento entre distintos individuos. Ahora, más allá de apartar a las razas brasileñas del riesgo de extinción, los grupos de investigación procuran identificar los genes relacionados con determinadas características como una manera de poner esa riqueza genética al servicio de la ganadería nacional.

“Hay varios estudios que se enfocan en la comprobación científica de la resistencia a enfermedades y parásitos, además de la tolerancia térmica de esas razas de bóvidos taurinos adaptadas al clima tropical”, comenta la veterinaria Andréa Alves do Egito, investigadora de Embrapa Ganado de Corte, en Campo Grande (Mato Grosso do Sul), quien participó en los estudios para la identificación genética de las cuatro razas. Se las denomina taurinas porque pertenecen a la variedad Bos taurus taurus, mientras que las cebuinas son Bos taurus indicus, y estas últimas se distinguen por su singular joroba dorsal.

“Buscamos secuencias genéticas relacionadas con la adaptabilidad de esas poblaciones a nuestro hábitat que podrán incorporarse en el resto de las razas comerciales”. Según Andréa Alves, si se logra detectar una región de resistencia al calor en el ADN, por ejemplo, sería posible introducir ese alelo (las formas alternativas de un mismo gen) en otras poblaciones. “La reproducción asistida y las biotécnicas reproductivas pueden incorporar esos alelos en otros rebaños o razas”, dice.

Otra de las aplicaciones potenciales del conocimiento sobre las razas brasileñas es el uso para el cruzamiento y provisión de semen. Una práctica común en la ganadería consiste en agrupar animales portadores de lo que en genética se denomina heterosis, o vigor híbrido. El cruzamiento de dos razas genéticamente distintas genera crías con un mejor desempeño que el de los padres promedio y cuanto mayor sea la asimetría genética, mejor es el resultado. La cruza de un nelore con un ejemplar perteneciente a una raza brasileña puede legar a su prole la rusticidad frente a las enfermedades y la adaptación al clima de las dos razas que contribuyeron para el ejemplar resultante.

La verificación de la relación entre genes y características heredadas, más allá de la preservación e identificación de posibles rebaños en el sertón brasileño, el Cerrado y el Pantanal, es un trabajo que lleva adelante desde hace más de cuatro años la Red Pro Centro-Oeste, al amparo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), coordinada por la veterinaria Maria Clorinda Soares Fioravanti, docente de la UFG. La red agrupa a investigadores de Embrapa y de las universidades federales de Mato Grosso (UFMT), Mato Grosso do Sul (UFMS), Brasilia (UnB), estadual de Mato Grosso do Sul (UEMS) y la Católica de Goiás (PUC Goiás).

Uno de los estudios investiga la resistencia del curraleiro a la intoxicación con la principal planta venenosa que abunda en las pasturas brasileñas y se la conoce con el nombre popular de cafezinho o café bravo (Palicoureia marcgravii). El animal que lo come perece en pocas horas. El estudio reveló que el ganado curraleiro pé-duro es el más resistente a esa planta. En 2015, seis curraleiros, seis pantaneiros y seis nelores fueron alimentados con cafezinho. Los de la raza Nelore resistieron hasta tres días y murieron, y los pantaneiros en 24 horas. En el Pantanal no existe esa planta, originaria del Bosque Atlántico y del Cerrado. De los seis curraleiros, tres murieron y tres sobrevivieron. “El hecho de que sobrevivan esos tres nos impulsa a buscar respuestas en las características genéticas o fisiológicas de esos animales para saber qué fue lo que les permitió resistir al café bravo”, relata Soares Fioravanti.

Registro e identificación geográfica
La veterinaria Soares Fioravanti fue una de las responsables del registro de la raza curraleiro pé-duro en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (Mapa, según su sigla en portugués), en 2012. “No querían registrarlo, porque alegaban que no tenía interés comercial. Pero nosotros visitamos el nordeste y el Cerrado y contabilizamos alrededor de 10 mil ejemplares”. El curraleiro también se reveló como un animal apto para la producción, tanto de carne como de leche. “La vaca curraleiro, cuando se la ordeña, produce un promedio de 10 litros [l] de leche por día, mientras que la nelore, especializada en la producción de carne, llega a producir entre 3 y 4 l”, comenta el zootecnólogo Geraldo Magela Carvalho, curador del núcleo de bovinos de la raza curraleiro de Embrapa Meio-Norte en Teresina (PI).

Entre las cuatro razas bovinas brasileñas, la única que no tiene registro en el Mapa es la pantaneira. La criolla lageana fue registrada en 2008 y la caracu en los años 1980. “Con el registro, la raza se valoriza y se transforma en producto, posibilitando la comercialización de semen y embriones”, dice la veterinaria Raquel Soares Juliano, de Embrapa pantanal, en Corumbá (Mato Grosso do Sul), curadora del núcleo de conservación del bovino pantaneiro. “Es la raza que corre mayor riesgo de extinción. Tenemos alrededor de 150 ejemplares en nuestra finca experimental, y el rebaño total, contando los de los criadores, suma entre 500 y 600 animales”, comenta Soares juliano, quien también es secretaria general de la Asociación de Criadores de Bovinos Pantaneiros. “Estudiamos a los rebaños, verificando si hay variabilidad genética, además de ayudar en la conformación de un banco de germoplasma [semen y embriones]”.

La raza caracu es la única que en la actualidad no corre peligro de extinción, ya que suma más de 20 mil ejemplares en el país. Desde 1976, el Instituto de Zootecnia (IZ) del Estado de São Paulo, en la localidad de Sertãozinho, cuenta con un programa de preservación y mejora que realizó una prospección de ejemplares en los estados de Paraná y Minas Gerais para aumentar el tamaño efectivo de la población y evitar la desaparición de la raza. La raza caracu, muy utilizada al comienzo del siglo pasado, empezó a desaparecer al igual que el resto de las razas locales con el ingreso del ganado cebú, principalmente durante la década de 1940. “Al compararla con la nelore, quedó claro que la caracu posee mayor volumen de lomo, con carnes más tiernas, además de un mayor peso corporal”, explica la zootecnóloga Maria Eugênia Mercadante, investigadora del IZ.

“Mantenemos un rebaño integrado por 250 ejemplares, en su mayoría de la variedad mocha [sin cuernos], que los criadores prefieren porque son más fáciles de manejar que aquellas que los poseen”, dice el agrónomo Roberto Torres, de Embrapa Ganado de Corte, curador del rebaño de caracu de Embrapa. Los toros de esta raza se utilizan con frecuencia para procrear con vacas nelore y transferirle a las crías ciertas características, tales como una ganancia de peso mayor y carnes más blandas.

Su buena adaptación al ambiente y su carne tierna también son características de la raza criolla lageana, que se desarrolló en el sur del país, soportando períodos de calor y frío. Esa raza fue rescatada inicialmente por Embrapa Recursos Genéticos y Biotecnología, de Brasilia, que en 1984 inició el relevamiento de las razas brasileñas. “La lageana sobrevivió gracias a dos criadores del municipio de Lages, en el estado de Santa Catarina. Eran unos 500 animales y actualmente ya andamos por los 3 mil”, informa el veterinario Edison Martins, secretario ejecutivo de la Asociación Brasileña de Criadores de la Raza Criolla Lageana (ABCCL). “Estos animales se adaptaron a las pasturas del sur de Brasil, son resistentes a los parásitos y poseen pelo muy corto, además de una carne sabrosa y tierna”, dice Martins.

La calidad de la carne es el mayor logro de las razas brasileñas. Una investigación efectuada por la Red Pro Centro-Oeste evaluó la perspectiva de compra de carnes de bovinos curraleiro y pantaneiro entre 347 consumidores en la ciudad de Campo Grande. La mayoría de esa gente no conocía las razas, pero cuando se les brindó información, el 75% de los consumidores dijo que comprarían esas carnes y el 62% estarían dispuestos a abonar un precio mayor por ellas. “La comercialización de carne de esos bovinos se plantea como una buena estrategia para ayudar a la preservación de las razas locales, como son la pantaneiro y la curraleiro”, infiere el economista André Steffens Moraes, coordinador de la investigación que se realizó en Embrapa Pantanal.

Proyecto
Estudio de las características del esqueleto de las razas nelore y caracu, desde el año hasta la adultez, utilizando ultrasonido (nº 06/58092-4); Modalidad Ayuda a la Investigación – Regular; Investigadora responsable Maria Eugenia Zerlotti Mercadante (Instituto de Zootecnia); Inversión R$ 69.639,75

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