Un estudio coordinado por investigadores del Imperial College de Londres, en el Reino Unido, que contó con la coautoría de dos brasileños, ha arribado a la conclusión de que los cambios climáticos inducidos por las actividades humanas y el fenómeno natural conocido como El Niño (el calentamiento anormal de las aguas centro-orientales del Pacífico ecuatorial) propiciaron la intensificación y el incremento de la frecuencia de las lluvias torrenciales que azotaron al estado de Rio Grande do Sul entre finales de abril y principios de mayo.
Según el trabajo, publicado en junio bajo el formato de un informe científico de 56 páginas, el calentamiento global por sí solo causó que las precipitaciones acumuladas en el estado, en ese período, fueran entre un 6 % y un 9 % superiores a las que se habrían registrado de no mediar este incremento de la temperatura del planeta. “La conclusión principal del estudio fue que el cambio climático duplicó la posibilidad de que se produzcan fenómenos como este de mayo de 2024 en Rio Grande do Sul”, comenta la oceanógrafa Regina Rodrigues, de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), una de las autoras del análisis.
Bajo las actuales condiciones, en las que el clima del planeta se ha vuelto en promedio alrededor de 1,2 grados Celsius (ºC) más cálido en comparación con la temperatura del período preindustrial (mediados del siglo XIX), las lluvias extremas que azotaron por espacio de 10 días a gran parte de Rio Grande do Sul constituyen un evento previsto para repetirse cada entre 100 a 250 años. Si el calentamiento global alcanza los 2 ºC, la reincidencia de un episodio similar de precipitaciones extremas será de tan solo 20 a 30 años, según el estudio.
Entre el 24 de abril y el 4 de mayo, las lluvias promedio en gran parte del estado superaron los 420 milímetros, el equivalente a las precipitaciones de tres meses. La ciudad de Porto Alegre y varios otros municipios del estado se inundaron tras el desborde de los ríos de la zona. Más allá de daños materiales multimillonarios, hasta el 18 de junio, las prolongadas inundaciones habían dejado un saldo de 177 personas muertas y 37 desaparecidas, además de haber dejado sin hogar a otras 580.000 y obligado a casi 40.000 a vivir en albergues provisorios.
El impacto de El Niño, un fenómeno que se produce a intervalos irregulares de dos a siete años con implicaciones en el clima en varios lugares del planeta, fue ligeramente mayor que el cambio climático sobre las lluvias extremas en territorio gaúcho. Según el informe, el calentamiento excesivo de las aguas del Pacífico ecuatorial hizo que las precipitaciones exacerbadas en Rio Grande do Sul fueran entre un 3 % y un 10 % más intensas y elevó de dos a cinco veces la probabilidad de que este tipo de eventos extremos se repita. “Los cambios climáticos están acentuando el impacto de El Niño en el sur de Brasil, y haciendo más frecuente e intenso un fenómeno que antes era extremadamente raro”, comenta Rodrigues.
El trabajo del grupo del Imperial College, coordinado por la climatóloga alemana Friederike Otto, forma parte de una nueva línea de estudios que tratan de determinar si un fenómeno extremo ocurrido recientemente, como una ola de calor severa o un exceso de lluvias, ha sido amplificado por el calentamiento global o representa solamente una variabilidad natural del clima. Son lo que se conoce como estudios de atribución climática, que comenzaron a llevarse a cabo a principios de la década pasada. Otto es la principal exponente en este campo.
Este tipo de análisis se realiza inmediatamente después de que se han producido fenómenos extremos, cuando la opinión pública todavía está enfocada en las consecuencias de una catástrofe climática, y suelen publicarse en revistas sin revisión por pares. “Ya existe toda una metodología aceitada, publicada en revistas científicas y validada por pares, para la realización de los estudios de atribución”, explica el climatólogo Lincoln Muniz Alves, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil, también coautor del nuevo estudio al respecto de las lluvias extremas en Rio Grande do Sul.
Grosso modo, los estudios de atribución arriban a sus conclusiones mediante el análisis de los resultados obtenidos por diversos modelos climáticos computacionales. Estos sistemas, que procuran reproducir la dinámica del clima en la Tierra, estiman la intensidad y la probabilidad de que sobrevenga un evento extremo en dos condiciones diferentes: en el escenario actual, con las emisiones de gases de efecto invernadero que han llevado el calentamiento global a los niveles actuales, y en el período preindustrial, previo al surgimiento del cambio climático inducido por el hombre. De este modo, es posible identificar e incluso dimensionar la incidencia de la mano del hombre en los fenómenos extremos.
En el caso específico del estudio de las lluvias de abril y mayo en el sur de Brasil, también se simuló la influencia de la presencia y ausencia de El Niño en la intensidad y la frecuencia de las precipitaciones. “Lo más destacado de este trabajo, al igual que el resto de los estudios de atribución, es la constatación de la huella del cambio climático en el evento”, dice Muniz Alves. “No todo fenómeno extremo, ya sea en lo que se refiere a su magnitud o a su frecuencia, puede atribuirse al cambio climático. De ahí la pertinencia de hacer este tipo de análisis”.
El estudio también pone de relieve que las lluvias en Rio Grande do Sul produjeron una catástrofe de proporciones porque los sistemas de represamiento y contención de las aguas del estado fallaron en su propósito. La deforestación y la rápida urbanización de ciertas áreas, como los alrededores de Porto Alegre, también aumentaron el impacto de las precipitaciones.
Informe
Climate change. El Niño and infrastructure failures behind massive floods in southern Brazil.