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COLECCIONES

Los Centros de Memoria enriquecen la historia de las instituciones en Brasil

La organización de archivos suele generar angustia, pero también reserva buenas sorpresas

O sitio web del Centro de Memoria FAPESP reúne material histórico, entrevistas, pódcasts, videos y una exposición sobre el Programa Genoma

Reproducción

En el mes de mayo, la Academia Brasileña de Ciencias (ABC), con sede en Río de Janeiro, anunció la creación de un centro de la memoria para organizar, preservar y divulgar su historia, que oficialmente comenzó en 1916. Las facultades o institutos de las universidades de São Paulo (USP), de Campinas (Unicamp), Federal de Minas Gerais (UFMG) y otras ya tienen los suyos, como así también muchos organismos públicos y empresas. El impulso a los centros de memoria surge al constatarse una falta de organización de la información histórica o por demandas externas impulsadas principalmente por la Ley de Acceso a la Información, de 2011. Son más amplios que los centros de documentación, ya que son híbridos y albergan diversos tipos de documentos y objetos. Su materialización suele ir acompañada de un cúmulo de emociones, no siempre de júbilo, como cuando sus organizadores encuentran documentos en pésimas condiciones o no consiguen localizar lo que buscaban. Pero también hay hallazgos inesperados, que ahondan en la historia institucional y sacan a la luz temas que merecen investigarse mejor.

El sitio web del Centro de Memoria FAPESP se inauguró en mayo con 43.000 registros documentales, principalmente entrevistas, videos y pódcasts publicados desde 1995 por la revista Pesquisa FAPESP (hasta 1999, Notícias FAPESP) y desde 2004 por Agência FAPESP. Con el propósito de registrar la memoria oral de la ciencia paulista, se realizaron 20 entrevistas a investigadores y directivos de la FAPESP especialmente para el centro, que ya se encuentran disponibles en línea.

“La idea de crear un Centro de Memoria surgió en 2022, durante las celebraciones con motivo del 60º aniversario de la FAPESP, comentó el presidente de la Fundación, Marco Antonio Zago, a la Agência FAPESP. “La intención es dejar un legado para las generaciones futuras, registrando los esfuerzos de una agencia de fomento y de la comunidad de investigación científica paulista para promover el desarrollo del estado a partir de la ciencia, la tecnología y la innovación”.

Rarezas de la colección: un croquis de la estructura de madera del barco construido en 1967 y utilizado por el zoólogo Paulo Vanzolini (en la canoa, en primer plano) en su travesía por la AmazoniaParaguassú Éleres

La bibliotecaria Fabiana Andrade Pereira, coordinadora del centro, ha encontrado ‒y sigue incorporando al sitio web‒ documentos que hasta ahora se hallaban dispersos sobre la creación de la Fundación, en 1960, y su institucionalización efectiva dos años después. Los documentos que ya han sido incorporados a la colección online incluyen registros en el Diário Oficial do Estado de los debates de octubre de 1947 en la Legislatura de São Paulo (Alesp), cuando el sociólogo e historiador Caio Prado Jr. (1907-1990), entonces diputado constituyente, defendió la reglamentación de un artículo de la Constitución estadual promulgada tres meses antes, proponiendo la creación de una fundación de apoyo a la investigación científica en el estado de São Paulo.

También pueden consultarse el sitio web los artículos de finales de la década de 1940 y principios de los años 1950 de la revista Ciência e Cultura, publicada por la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), en favor de la concreción de la nueva institución. Al mismo tiempo, a principios de la década de 1950, los periódicos Folha da Manhã ‒del que posteriormente surgió Folha de S.Paulo‒ y O Estado de S. Paulo publicaron artículos a favor y en contra de la necesidad de la fundación para financiar la investigación científica en el estado. “Pudimos ver cómo iba delineándose la historia”, dice Pereira.

Otro documento redescubierto fue el dictamen en el que el jurista y docente de la USP Miguel Reale (1910-2006) sugería, en 1962, que la fundación fuera “una persona jurídica de derecho público, aunque de tipo o modelo privado, no sujeta a las normas del Código Civil sino a la ley y a los reglamentos dictados por el Estado”.

Portada de la revista Nature en su número del 13 de julio de 2000 con la secuenciación del genoma de la bacteria Xylella fastidiosa, realizada por equipos de investigadores del estado de São PauloReproducción

El trabajo en curso incluye la búsqueda e inclusión en el sitio web de documentos citados únicamente en libros sobre la Fundación, varios de ellos escritos por los equipos de los historiadores Shozo Motoyama (1940-2021) y Amélia Hamburger (1932-2011). Pereira y el historiador Thiago Montanari, asesor del centro, están buscando registros históricos de la Fundación en otras instituciones, tales como la propia Alesp, la Prensa Oficial, las universidades paulistas y la Biblioteca Nacional.

Para llegar a otros públicos, más allá de los investigadores, el Centro de Memoria organizó una exposición sobre el Programa Genoma FAPESP, puesto en marcha en 1997, con textos, fotos y entrevistas con quien entonces era el director científico, José Fernando Perez, y también Andrew Simpson, Fernando Reinach y João Paulo Setúbal, entre otros científicos que dirigieron los trabajos.

Por el lapso de un año, el proyecto del centro contó con la participación de la historiadora Ana Maria de Almeida Camargo (1945-2023), experta en organización de archivos institucionales y autora principal del libro intitulado Centros de memória: Uma proposta de definição [Los centros de memoria. Una propuesta de definición] (Sesc, 2015) (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 333). El equipo redactó un documento con las directrices y los objetivos del centro y, a continuación, Pereira y Montanari recorrieron todos los sectores de la institución, explicando lo que pretendían hacer y averiguando si allí había documentos con valor histórico.

Sin olvidar el presente
Cuando la invitaron a sumarse al equipo, la historiadora Silvana Goulart, directora de Grifo, empresa de desarrollo de proyectos históricos, quedó impactada: acostumbrada a toparse con documentos descuidados y desorganizados, tanto en instituciones públicas como en empresas, se encontró con una ingente cantidad de documentación ya organizada: libros, informes anuales desde 1962 y material audiovisual. Entonces, la prioridad fue proponer formas de que el archivo fuera más accesible. “No podemos olvidar el presente”, subraya el historiador Raphael Novaes, gerente de Proyectos de Grifo. “Cualquiera que necesite un documento de la colección tiene que poder encontrarlo rápidamente”, Goulart sugiere: “Debemos evaluar cuidadosamente qué hay que preservar”, dice.

La historiadora Aline Lopes de Lacerda, miembro de la coordinación ejecutiva de la política de memoria institucional de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), coincide: “No es necesario guardar todo, pero elegir lo que es importante no es una tarea sencilla. Si un trabajo dio lugar a varios documentos más, puede conservarse solamente el final, alguno intermedio o bien una síntesis de todo lo que se hizo”.

Página inicial de la exposición virtual sobre los empleados técnicos de la Fiocruz y el inicio del documental sobre Sonia y Zilton Andrade, de BahíaReproducción

Ella recomienda recolectar información de los objetos o dispositivos cuando son utilizados. Cuando comenzó la pandemia, el equipo de museología de la Casa de Oswaldo Cruz (COC), una de las unidades de la Fiocruz que ya se preocupaba por registrar también el presente, recolectó los primeros bidones de la vacuna contra el covid-19 y, después, los viales de las vacunas y los kits de diagnóstico producidos en otra de sus unidades: BioManginhos. “Fue la primera vez que reunimos una pequeña colección sobre un trabajo contemporáneo, que de alguna forma había que preservar”, comenta la historiadora Inês Nogueira, del servicio de museología del Museo de la Vida, vinculado al COC. “La decisión sobre lo que hay que conservar debe ser fruto de un acuerdo institucional, no de acciones personales o arbitrarias, para preservar la memoria de la gente que trabajó en un momento histórico”.

En 2020, la Fiocruz publicó una política de memoria institucional con directrices para que los equipos de sus 22 unidades identificaran, organizaran y administraran los documentos con valor histórico o científico. Al año siguiente, publicó una convocatoria a la presentación de propuestas sobre proyectos históricos. Una de las seleccionadas, de la trabajadora social Renata Reis Cornelio Batistella, versaba sobre la biografía de los empleados técnicos de la Fiocruz. En otra, la socióloga Ulla Macedo Romeu filmó una película que trata sobre dos investigadores del Instituto Gonçalo Moniz, de Bahía, los médicos Zilton Andrade (1924-2020) y Sonia Andrade (1928-2022), especialistas en esquistosomiasis y la enfermedad de Chagas.

El próximo paso será la creación de núcleos de la memoria en las unidades de la Fiocruz, con bibliotecarios, periodistas y archivistas que puedan identificar aquellos documentos capaces de enriquecer la memoria institucional. “Una espátula o unos recipientes de vidrio, por ejemplo, pueden ser importantes para reflejar la forma de producción de la ciencia en una determinada época”, indica Lacerda. “Suele ocurrir que documentos u objetos con valor histórico permanecen ocultos durante décadas”.

Juliano Moreira, segundo presidente de la Academia Brasileña de Ciencias y uno de sus pocos miembros negros, retratado en un libro publicado en 2017Colección del Archivo Nacional / Wikimedia Commons

En enero de este año, poco después de unirse al equipo curatorial de los documentos del Centro de Memoria de la Academia Brasileña de Ciencias (ABC), el historiador Paulo Cruz Terra, coordinador del Laboratorio de Historia Oral e Imagen (Labhoi) de la Universidad Federal Fluminense (UFF), entró en la sala donde se encontraban las cajas con los documentos que guardaban la historia de la institución: “Cuando vi cómo se encontraba todo casi me caigo de espaldas. Era un caos. No había un catálogo de casi nada”. En otra sala respiró aliviado al encontrar, ya ordenados, los libros contables, las actas de las reuniones y los legajos personales de buena parte de los 974 miembros titulares o afiliados. Algunas carpetas contienen diarios, expedientes académicos y otros documentos donados por sus familias.

En el libro Arquivos pessoais: Experiências, reflexões, perspectivas [Archivos personales. Experiencias, reflexiones y perspectivas] (Asociación de Archivistas de São Paulo, 2017), el historiador José Francisco Guelfi Campos, de la UFMG, y la documentalista Lílian Miranda Bezerra, de la USP, comentan que los archivos personales podrían explorarse más, ya que también reflejan las actividades institucionales.

Expertos del Laboratorio de Conservación y Restauración de Documentos en Papel del Museo de Astronomía y Ciencias Afines (Lapel/Mast), se encargarán de la limpieza, digitalización y conservación de los documentos del Centro de Memoria de la ABC. “Seguramente descubriremos muchas cosas más de lo que imaginamos”, confía Terra.

Uno de los frentes de investigación dirigido por la bióloga Débora Foguel, de la UFRJ, ya ha demostrado la exigua participación de mujeres en la ABC: tan solo un 14 % desde su fundación. La matemática e ingeniera Marília Chaves Peixoto (1921-1961) fue la primera mujer electa como miembro de la ABC, en 1951, y Helena Nader fue su primera presidenta, recién en 2022. El número de negros entre sus miembros aún no ha sido identificado, pero no llegaría a la decena, aunque el segundo presidente haya sido Juliano Moreira (1873-1933), un psiquiatra negro de Bahía (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 124).

Con base en su experiencia, Terra asumió la coordinación del Centro de Memoria Trans de Brasil Jovanna Baby, vinculado a la UFF. El objetivo es reunir, organizar y divulgar documentos sobre el movimiento trans y travesti de Brasil.

Artículo científico
REIS, R. Lembrar, reconhecer, reverenciar: lugares de memória para os trabalhadores técnicos da Fiocruz. História, Ciências, Saúde – Manguinhos. v. 30, supl. 2, e2023071. 2023.

Libros
CAMARGO, Ana Maria y GOULART, Silvana. Centros de Memória: Uma proposta de definição. São Paulo: Edições Sesc São Paulo, 2015.
CAMPOS, J. F. G. y BEZERRA, L. M. “Arquivos pessoais e a memória das instituições: O caso da Universidade de São Paulo”. En: CAMPOS, J. F. G. (comp.). Arquivos pessoais: experiências, reflexões, perspectivas. 1ª ed. São Paulo: Asociación de Archivistas de São Paulo, 2017, v. 1, p. 62-75.

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