El hundimiento del suelo sobre las minas subterráneas de las que se extrae sal gema, o sal de roca, como el que se viene constatando desde noviembre en la ciudad de Maceió, puede comenzar en forma silenciosa y leve, con unos pocos milímetros por año. En un estudio publicado en abril de 2021 en la revista Scientific Reports, científicos del Centro Alemán de Investigaciones en Geociencias (GFZ) y la Universidad de Hannover, ambos en Alemania, sostienen que algunos sectores de tres barrios cercanos a la laguna Mundaú ‒ Pinheiro, Mutange y Bebedouro ‒ ya venían hundiéndose desde 2004, aunque sin llamar mucho la atención. Los análisis de las imágenes satelitales indicaron que el suelo sobre la región minera se hundió unos 2 metros (m) entre 2004 y 2020.
El geólogo Marcos Hartwig, de la Universidad Federal de Espírito Santo (Ufes), arribó a una conclusión similar a la de los alemanes: en algunos puntos de esa región, el terreno se hundió 1 m entre 2016 y 2020, tal como se lo describe en un artículo publicado en abril de 2023 en la revista científica Acta Geotechnica, que contó con la participación de investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil y de la Universidad de São Paulo (USP). “Los hundimientos son mayores en las zonas aledañas a las minas, lo que acrecienta su relación de causalidad”, dice.
A causa de los temblores de tierra y las grietas que han aparecido en las viviendas y en las calles, los organismos públicos han obligado a unas 60.000 personas a abandonar sus hogares: los primeros residentes de los cinco barrios que se consideran zona de riesgo comenzaron a marcharse en 2019. Según la alcandía de Maceió, el área en riesgo de hundimiento en diciembre de 2023 era de 3 km2, casi el 3 % de la superficie urbanizada de todo el municipio.
El problema se acentuó en diciembre de 2023, cuando en tan solo 10 días, el suelo sobre una de las 35 minas, la 18, que ya estaba cubierta por las aguas de la laguna Mundaú, se hundió unos 2 m hasta desmoronarse.
Existen al menos 50 informes en todo el mundo acerca de hundimientos del suelo en zonas urbanas debido a la minería de sal; en Estados Unidos, Canadá, Europa y Asia. Uno de los más amplios se produjo en Tuzla (Bosnia y Herzegovina): el terreno sobre una mina se hundió 12 metros, destruyendo casas, edificios, sistemas de alcantarillado y tendidos eléctricos. La mina fue cubierta con agua y cerrada en 2006, pero en 2021 el suelo seguía hundiéndose a razón de 1 a 4 centímetros (cm) por año.
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Deriky Pereira / UFALÁrea antes habitada y actualmente degradada por el movimiento del suelo en MaceióDeriky Pereira / UFAL
En Maceió, el hundimiento, al que los geólogos llaman subsidencia, se hizo más visible en 2018. El 2 de marzo, al regresar a su apartamento en la capital alagoana, la economista Natallya Levino, de la Universidad Federal de Alagoas (Ufal), supo por su marido que la araña de iluminación de la sala había temblado. Como ellos, otros vecinos del barrio de Pinheiro advirtieron la aparición de grietas en sus viviendas y en las calles.
Ese mismo día, los sismógrafos de la Red Sismográfica Brasileña, operados por la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN), registraron un extraño temblor de tierra en la región, de 2,4 grados de magnitud. El geofísico Anderson Farias do Nascimento, de la UFRN, realizó un seguimiento de la situación y quedó intrigado: “Maceió no solía registrar una actividad sísmica tan intensa ni se suponía que los efectos reportados por sus habitantes fueran tan fuertes”.
En mayo de 2019, un informe técnico del Servicio Geológico de Brasil (SGB), empresa pública vinculada al Ministerio de Minas y Energía, atribuyó el intenso temblor ‒ y los menores que le siguieron ‒ al derrumbe o fusión subterránea de minas de sal de roca, utilizada como materia prima en la fabricación de soda cáustica y plásticos, excavadas y explotadas por la empresa petroquímica Braskem desde la década de 1970.
Con una profundidad de entre 800 y 1.200 m, las minas habrían provocado el hundimiento del suelo, concluyó el SGB basándose en las evaluaciones efectuadas unos meses después del sismo, entre junio de 2018 y abril de 2019. Los resultados obligaron a Braskem a suspender la explotación minera y rellenar con arena o cemento las que estaban colapsando. Pero el terreno siguió hundiéndose.
“Lo que está sucediendo en Maceió es lo que denominamos sismicidad inducida, causada por actividades humanas, como por ejemplo, la minería”, dice Nascimento, quien participó en el análisis de los temblores en un proyecto de investigación junto al equipo del SGB. “La señal que captan los equipos es diferente a la de los temblores por causas naturales e indica una energía liberada por deslizamientos y colapsos del suelo”.
Las oquedades producto de las excavaciones, según Hartwig, causan lo que se conoce como desequilibrio de tensiones, que genera deformaciones en las capas situadas por encima de ellas. Este efecto puede afectar la superficie y causar grietas en calles y edificios (véase la infografía). “Los desplazamientos del suelo comienzan en forma sutil y aproximadamente lineal, y luego evolucionan a movimientos acelerados e irregulares”, comenta.