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ENTREVISTA

Luiz Eugênio Mello: Tiempos intensos

El neurocientífico hace un balance de sus tres años como Director Científico de la FAPESP

Mello (de camisa y corbata), con asesores de la Dirección Científica

Léo Ramos Chaves / Revista Pesquisa FAPESP

Este mes, el neurocientífico Luiz Eugênio Araújo de Moraes Mello estará presente nuevamente en los bancos de los laboratorios de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) con más asiduidad que en los últimos años. También se abocará a la realización de nuevos proyectos, uno de ellos relacionado con la divulgación de la ciencia entre los jóvenes. Director Científico de la FAPESP desde abril de 2020, Mello decidió no postularse a la reelección para el cargo al final del año pasado y el 26 de abril dejó la institución. En su lugar asumirá el genetista Márcio de Castro Silva Filho, de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, de la Universidad de São Paulo [Esalq-USP].

Mello había asumido en la Dirección Científica (DC) en medio de la pandemia de covid-19. Todo el primer año en el cargo, y parte del segundo, se centró en buscar y gestionar acciones que pudieran ser útiles para combatir la enfermedad. También tuvo que afrontar situaciones urgentes, como repatriar becarios que se hallaban en el exterior cuando las fronteras se cerraban. Sin pérdida de tiempo, la Fundación financió investigaciones y ensayos clínicos, movilizó el flujo de recursos privados hacia el área de la salud y alentó a los científicos a esforzarse por entender el covid-19 y sugerir formas de tratarlo.

Edad 65 años
Especialidad
Biología molecular, neurociencia y gestión de ciencia y tecnología
Institución
Universidad Federal de São Paulo (Unifesp)
Estudios
Título de grado en medicina, maestría y doctorado en biología molecular por la Unifesp
Producción
163 artículos y 2 patentes triádicas

En las actividades internas de su dirección, Mello se dedicó a mejorar los procesos en marcha. Con el apoyo del cuerpo colegiado de investigadores y empleados, se esforzó por reducir la documentación requerida para la presentación de propuestas y por hacer más visible la búsqueda de información en el sitio web de la Fundación. También procuró adecuar la información solicitada al respecto del perfil de los solicitantes que piden ayudas y becas. Creó y suprimió programas, además de modificar algunos y fortalecer a otros. De los 30 Centros de Investigaciones en Ingeniería/Centros de Investigación Aplicada (CPE/CPA, por sus siglas en portugués) creados desde 2013, por ejemplo, 14 se incorporaron en los últimos tres años.

En el plano internacional, amplió la participación de la FAPESP en el Global Research Council (GRC), organismo que reúne a más de 60 agencias de fomento de la investigación científica de todos los continentes, designando a uno de los miembros de la Coordinación Adjunta de la DC, Euclides Mesquita Neto, al frente del secretariado ejecutivo de la entidad y proponiendo a la FAPESP como coanfitriona (junto con la NWO, la Organización Neerlandesa para la Investigación Científica) del evento, celebrado en La Haya (Países Bajos) este año.

En la entrevista que se transcribe a continuación, Mello hace un balance de su gestión y habla de las investigaciones que desarrolla en el ámbito de la neurociencia y del escaso atractivo que la actividad científica parece tener hoy para los jóvenes.

Al principio de su mandato, planeaba realizar cambios internos en la Dirección Científica apuntando a una mayor eficiencia de la Fundación. Tres años después, ¿qué ha podido hacer?
Muchos ajustes. Hubo una medida sencilla, por mencionar una que tuvo un buen efecto en términos de tiempos. Nosotros concedíamos a un asesor un plazo máximo 30 días para emitir un dictamen sobre el mérito de un proyecto de investigación. La respuesta demoraba 25 días, en promedio. Ajustamos el plazo a 21 días y la demora promedio bajó a 18 días, con lo que ganamos una semana de eficiencia en este procedimiento solamente con la introducción de ese pequeño ajuste. Se hicieron varios más, en lo que respecta al SAGe [la plataforma de presentación y gestión de proyectos de la Fundación], en el que los formularios de presentación de propuestas se abreviaron: en algunos casos, la cantidad de espacios se redujo a la mitad. Creamos en el SAGe un enlace con el Orcid [la serie numérica que identifica al investigador y recopila su producción en forma automática], que facilita el registro de investigadores y asesores. Esto es especialmente importante para los extranjeros, así que, ahora, la inclusión en el sistema comienza en el Orcid, que recoge casi toda la información pertinente. A efectos prácticos, esto nos permitió expandir nuestros servicios de asesoramiento internacional. A menudo se trata de cambios sencillos y mínimos, pero de gran repercusión. Me complace haber podido ajustar y perfeccionar lo que ya era bueno, y me apena no haber podido hacer todo lo que creo que hubiera sido posible.

Algunos de los datos solicitados también son nuevos, como los relativos al género.
Está en lo cierto, así es. Antes, ese espacio solo admitía poner varón o mujer. Ahora es el mismo que utiliza el IBGE, lo que ayuda a establecer políticas basadas en datos. El espacio del color de la piel tampoco existía. No sabría decir cuántas personas de piel negra presentaron proyectos a la FAPESP, porque ese espacio no se incluía. Ahora está presente. También se introdujeron ajustes en el resumen curricular, tanto para quienes los presentan y redactan como para los que van a leerlos y evaluarlos. Otro ejemplo: la pandemia implicó cuidados familiares importantes. A aquellas personas que tuvieron que cuidar a un familiar con intensidad, se les pidió que lo describan claramente, porque podría tener un impacto en su rendimiento académico, por ejemplo. Esta fue una de las medidas que tomamos porque no hay forma de establecer políticas nuevas si estas no se basan en datos.

¿Cuáles han sido las nuevas políticas establecidas como base para realizar este ajuste?
Se creó un programa transversal de Equidad, Diversidad e Inclusión, que se venía discutiendo desde hacía bastante tiempo, y que es el resultado de la participación activa de la profesora Ana Maria Fonseca de Almeida en el GRC, en el que lidera el grupo de trabajo que debate este tema. Una de las disputas que se han detectado en las agencias de todo el mundo es la falta de datos pormenorizados, es decir, más precisos. Esto puede ser más cierto en países donde las restricciones a los derechos de la mujer todavía son una realidad, como algunos de Medio Oriente. La iniciativa de la FAPESP se queda atrás en cuestión de políticas afirmativas, si lo comparamos con lo que ya hicieron las universidades. Estamos adoptando acciones en este campo 15 o 20 años más tarde, pero en el mismo momento histórico en el que otras agencias del país y del resto del mundo han comenzado a debatir más activamente este tema. Se puede analizar, por ejemplo, que la presentación de propuestas de varones o mujeres para becas diferentes es parecida, varía según el área del conocimiento, pero en promedio es similar. En el área de las ciencias exactas hay menos mujeres que varones presentando solicitudes, lo que también se debe a la menor cantidad de alumnas de grado o egresadas. En cambio, la tasa de éxito es similar si consideramos las becas de nivel inicial, pero para las becas de nivel posdoctoral, la tasa de éxito femenino es menor. ¿Por qué? Eso quizá refleja que se están ocupando de los hijos. Todavía no tenemos los resultados del ajuste que hemos dispuesto. Pero si ahora se da el caso de un varón y una mujer solicitando una beca y solo hubiera una para conceder, y esa mujer tuviera uno o dos hijos o si estuviera cuidando a un pariente, y los currículums fueran similares, la beca debe concedérsele a la mujer. Porque ella tiene un aspecto adicional que debe considerarse en el proceso de evaluación. No hemos dado mucha publicidad a esta modificación.

¿No sería importante darle más visibilidad a estas acciones?
Por supuesto, para que la gente tome conciencia. De lo contrario, hay veces que las personas pueden llegar a autoexcluirse de un programa o proyecto que consideran que no es para ellas. Podemos mostrar varias campañas que han sido exitosas, porque estuvieron bien enfocadas. Tomemos este ejemplo: la FAPESP tiene algunos programas que todos conocen, tales como el Biota, el Bioen y el de Cambios Climáticos Globales. En cambio, los investigadores no han oído hablar tanto del programa eScience. Sin embargo, la ciencia de los datos es importante para todas las áreas de la investigación científica. En vista de esto, en 2022 decidimos publicar un llamado a la presentación de propuestas para el eScience, y decidimos hacer hincapié en las áreas de ciencias humanas y sociales. Cuando miramos las redes sociales, por ejemplo, podemos entender las interacciones humanas y un montón de otras cosas. Esto se puede ver en estudios del campo de la antropología, de la sociología, de la ciencia política… Eso sin contar las cuestiones que afectan a las elecciones. Todo esto es parte de la ciencia de datos. Por eso abrimos una convocatoria solo para las ciencias humanas y sociales, y fue un éxito. Si la hubiéramos hecho extensiva para todas las áreas, podrían haberse suscitado casos de autoexclusión.

Hablemos de la pandemia. ¿Qué pudo hacer la FAPESP y cuál fue su impacto?
Para mí, la pandemia representó todo un conjunto de desafíos: gestionar un equipo nuevo, trabajar con procesos de manera virtual en sistemas que no nos eran familiares, y todo ello desde un lugar que de por sí ya constituye todo un reto. Por otra parte, cuando comenzó la pandemia, en marzo, había más de 400 becarios de la FAPESP en el exterior que necesitaban volver, pero no había vuelos disponibles y empezaban a cerrarse las fronteras. En primer lugar, tuvimos que trabajar para resolver ese tema, extender los plazos de las becas. Posteriormente, para asegurar las excepciones en la reserva de pasajes. Todo ello fue resuelto. El equipo de la Fundación hizo un trabajo excepcional para rescatar a todas esas personas.

Por otra parte, estaba la preocupación por los tratamientos y las vacunas.
Se emprendieron acciones relevantes en la búsqueda de una vacuna y en el trabajo para entender la infección causada por el virus Sars-CoV-2. Solo por citar un ejemplo, recuerdo un trabajo con el medicamento anticoagulante heparina, que llevó a cabo la neumóloga Elnara Negri, de la Facultad de Medicina de la USP y del Hospital Sírio-Libanês. Las primeras variantes del virus provocaron fenómenos vasculares muy complejos, que contribuyeron severamente a la mortalidad. La FAPESP financió las investigaciones de Negri, como así también las de Helena Nader, de la Unifesp, quien también trabaja con la heparina, su línea central de investigación desde hace mucho tiempo. Mantenemos 17 centros de excelencia –con los nuevos, aprobados en abril, ahora son 22–, los Cepid [Centros de Investigación, Innovación y Difusión], desde hace más de dos décadas. Organizamos una reunión con todos los colaboradores de los Cepid para informarles que tendrían más apoyo para investigar la enfermedad y sus tratamientos. No fue una tarea pasiva. No me quedé sentado esperando a recibir y evaluar las propuestas que llegaron. La FAPESP movilizó a toda la comunidad científica de São Paulo y contribuyó a la realización de los ensayos clínicos de las vacunas. Realizamos pruebas con dos de ellas en Brasil: la de AstraZeneca/Oxford, en la Escuela Paulista de Medicina; y la CoronaVac, del Instituto Butantan de São Paulo. Apoyamos ambos ensayos. En el caso del Butantan, contribuimos con 82,5 millones de reales. Solo que 50 millones de ese dinero no los aportó FAPESP, sino el consorcio Todos pela Saúde [Todos por la Salud]. Y la gente del consorcio sostiene que el mismo solo aportó 50 millones porque la Fundación desembolsó 32,5 millones, fue el garante. Es como si hubiéramos reforzado en 50 millones el presupuesto de la Fundación, porque al fin de cuentas, es más dinero para las acciones que nos proponíamos realizar: apoyar la investigación contra la enfermedad.

Durante la pandemia, la FAPESP movilizó a la comunidad científica de São Paulo y contribuyó a la realización de los ensayos clínicos de las vacunas

Las acciones comenzaron durante la transición del mandato del director científico anterior, Carlos Henrique de Brito Cruz, a su gestión, ¿verdad?
Así es, esa acción fue debatida en el CTA [el Consejo Técnico Administrativo de la FAPESP]. El primer proyecto apoyado por la Fundación durante la pandemia, en esta área, fue aprobado cuatro días después de haber sido presentado. Ese plazo es sensacional, demuestra que tuvimos una respuesta muy rápida a una cuestión extremadamente urgente. La Fundación hizo todo lo que estaba a su alcance: buscó otros recursos, estimuló a grupos que tal vez no estaban trabajando en el área, estableció líneas de fomento más ágiles y, finalmente, se puso al frente de una acción que era mucho más abarcadora. En la mayoría de los casos, la ciencia se hace con recursos públicos. Si esto es así, se entiende que los resultados que produzca esta ciencia también deben ser públicos. Esta es la base de la Open Science: se trabaja con datos publicados de acceso libre. Pero otra de las cosas son los datos para producir esa ciencia, que también podrían ser abiertos. Es lo que se denomina Open Data, y es algo mucho más amplio que la Ciencia Abierta. Creamos una iniciativa de Open Data, para la que fue fundamental la colaboración de Cláudia Medeiros, del Instituto de Computación de la Unicamp y de la Coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones en eScience y Data Science. Esta iniciativa fue bautizada Covid-19 Data Sharing Brazil.

¿Se refiere a la compartición de información sobre las investigaciones al respecto del covid-19?
Sí, de eso se trata. Las primeras instituciones que compartieron los datos fueron el laboratorio Fleury y los hospitales Sírio-Libanês y Albert Einstein, tres instituciones privadas de São Paulo. ¿Cuánto costaría comprar los resultados de todos los exámenes de covid-19 realizados en el Fleury? ¿Y los datos de internación del Sirio-Libanés y del Einstein? Mucho dinero. Estos datos son excepcionales y nosotros los pusimos a libre disposición para Brasil y el resto del mundo. Los datos abiertos son algo que tiene que ser un cambio cultural. No es algo banal, porque quien los produce se considera dueño de los datos. Los datos de origen del producto final del estudio, que es el paper, también deberían ser públicos, es decir, de acceso libre.

¿Es Brasil un lugar atractivo para los investigadores extranjeros?
Ya lo ha sido más. En los últimos años, diversos aspectos de la sociedad brasileña, acaso de la política, han hecho de Brasil un lugar progresivamente menos atractivo. Otro punto es que el grado de internacionalización de nuestra ciencia aún es bajo. Pocas personas hablan inglés aquí. Independientemente de esto, creo que São Paulo puede ser tomado como una referencia. Si bien nuestros científicos y estudiantes pueden aspirar al norte global, nosotros podemos ser el anhelo de varios otros del sur global. Incluso para el norte global, nosotros podemos ser atractivos si pensamos en las investigaciones sobre la Amazonia. El flujo de ideas y de gente es esencial y debemos seguir trabajando en pos de nuestra internacionalización, enviando a nuestros científicos y estudiantes al exterior –algo que ya hacemos exitosamente–, pero debemos esforzarnos aún más para recibir a la gente que viene de afuera. No estoy hablando de “robar cerebros”, sino de flujo, de personas que van y vienen.

Cabría mencionar dentro de este tema la participación de la FAPESP en el GRC, que avanzó bastante durante su gestión. ¿Qué importancia tuvo eso?
Ese fue un gran reto que tuve al asumir. Ya habíamos albergado un evento del GRC, en 2018/2019, en forma conjunta con la National Science Foundation, de Estados Unidos. De Brito Cruz se convirtió en el presidente del consejo ejecutivo. ¿A qué más podríamos aspirar? Durante mi mandato, trabajamos para ampliar nuestras actividades en el GRC, no solo con Ana Maria Fonseca al frente del grupo de trabajo sobre equidad, diversidad e inclusión, sino también con Alicia Kowaltowski incorporándose al grupo sobre métricas responsables para evaluar la investigación. Posteriormente, nos ofrecimos para hacernos cargo de la comunicación institucional del GRC y del secretariado ejecutivo. Es un mandato de cinco años: el GRC es nuevo, tiene once años. En los primeros cinco, el secretariado ejecutivo estuvo a cargo de la DFG [Fundación Alemana de Investigación Científica]; el segundo quinquenio, de la Ukri [Agencia de Investigación e Innovación del Reino Unido].

Y el tercer período…
Es el turno de la FAPESP. Un gran logro. Se trata de una posición estratégica, como si fuera la secretaría ejecutiva de las Naciones Unidas para la ciencia. Lo hemos conseguido gracias a una labor que va más allá de una única gestión. Esto empezó con De Brito Cruz y continuó durante mi gestión, lo que le ha permitido a la FAPESP ocupar un puesto de gran prestigio. En el secretariado ejecutivo no imponemos nuestra agenda, sino que apuntamos a la conciliación y a la confluencia. El titular es Euclides Mesquita Neto, docente de la Unicamp y coordinador adjunto de la FAPESP. Él está aquí y, obviamente, ve y oye lo que sucede y, aun sin proponérselo, acaba influyendo y llevando a la agenda temas que son importantes para nosotros.

Durante su gestión hubo progresos importantes en el programa de los Centros de Investigaciones en Ingeniería (CPE), que incluyeron nuevas asociaciones con empresas. ¿A qué responde este énfasis?
En marzo de este año anunciamos otros dos CPE. Estamos multiplicando estos centros y ello se debe a diversos aspectos importantes. Uno de ellos es que eso multiplica nuestro presupuesto. Cuando la FAPESP invierte 10 reales en un centro, una empresa A, B o C pone otros 10 o más para expandir los resultados de la inversión. Y, para varias áreas en las que se incentivan los recursos de investigación y desarrollo –por ejemplo, en el sector del petróleo y gas natural–, no firmamos convenios de uno a uno, sino de dos a uno, tres a uno, o cuatro a uno. Por cada real que invierte la FAPESP, la empresa del sector del petróleo y gas aporta 2, 3 o 4 reales. Y ese dinero siempre se destina a una institución de ciencia y tecnología con sede en el estado de São Paulo; y sirve tanto para la compra de reactivos, aparatos o bien para becas. Dicho de otro modo, las empresas cubren las becas o complementan el monto. Tenemos un convenio con el Comité de Gestión de Internet, junto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que se traduce en fondos acumulados del orden de unos 500 millones de reales. Este dinero rinde intereses que se incrementan todos los años y parte de esos recursos vienen a parar aquí. Durante mi gestión hubo un proceso activo de búsqueda de oportunidades para utilizar, aplicar e invertir estos recursos en el desarrollo de ciencia y tecnología. Una de las formas es la construcción de los Centros de Investigación Aplicada. La última convocatoria a la presentación de propuestas, en este caso, fue en el área de la computación de alto rendimiento, en la que se invertirán 100 millones de reales.

Las agencias de financiación de varios países suelen destinar más fondos a la ciencia aplicada. ¿Cuál es la postura de la FAPESP?
Hay diferentes puntos de vista y, como suele decir un colega, todos son de buena fe y pertinentes. Los distintos directivos de la FAPESP tienen diferentes perspectivas sobre el tema. Queda margen para trabajar y hacer crecer otras líneas de fomento. La FAPESP no es la Finep [la Financiadora de Estudios y Proyectos], no es el BNDES [el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social], no es la Embrapii [la Empresa Brasileña de Investigación e Innovación Industrial]. No necesitamos emular a esos organismos. Hoy en día, la FAPESP es una de las mejores agencias científicas de fomento del mundo. ¿Debería hacer más? Quizá sí. Empero, tenemos que discutir nuevas misiones e incumbencias con nuevos recursos. Hay que ver cuál es el tamaño de la frazada. Si es lo suficientemente grande, está bien. Pero me temo que la frazada quedará corta pronto si pasamos a tener tantas otras incumbencias que tal vez no hayan sido contempladas en la misión definida en la Constitución de 1989 del estado de São Paulo.

En mi gestión hubo un proceso activo de búsqueda de oportunidades para utilizar, aplicar e invertir recursos en Ciencia y Tecnología de fuera de la Fundación

La concesión de becas registró una caída en 2021 en comparación con 2020, mientras que las ayudas de investigación crecieron. ¿Por qué?
En la práctica, se produjo un descenso de nuestra demanda en su conjunto, un 34 % en 2020 en comparación con la de 2019. Siguió cayendo un 14 % en 2021 respecto de 2020. En 2022 comenzó nuevamente a crecer –un 13 %– en relación con 2021; y en 2023 sobre 2022, sigue aumentando, pero aún estamos por debajo de los niveles de 2019. Por eso es que, a lo largo de estos años, hemos puesto en marcha varios programas nuevos y aprobamos cinco Cepid en 2023. Por sí solos, los Cepid en su conjunto exigirán la reasignación de hasta 1.000 millones de reales. Es una inversión considerable.

¿Y en cuanto a otros programas?
Hay varios en los que la Fundación ayudó a inducir la aparición de una demanda calificada. Para la Iniciativa Generación serán más de 30 proyectos, con algo más de 1 millón de reales de financiación para cada uno. Este programa está destinado a profesionales que concluyeron su doctorado hace un máximo de seis años y, al momento de presentar su propuesta, no deben tener ningún vínculo laboral. Es para personas que no están dentro del sistema. Para la última ronda del programa Joven Investigador 2 se distribuyeron 94 millones de reales. En el llamado a presentación de propuestas del Pro-Educa, en colaboración con la Secretaría de Educación del Estado, asignamos 18 millones en la primera rueda del programa. Si sumamos todas las acciones promovidas durante este período, de abril de 2020 a abril de 2023, los fondos asignados superan los 2.000 millones de reales. Estamos estimulando, incentivando, impulsando el sistema. Pero la carrera científica acaso esté perdiendo atractivo en todo el mundo.

¿Por qué razones?
En mi opinión, tal vez se deba a que las generaciones actuales se han acostumbrado eventualmente al éxito fácil. Mi hijo, por ejemplo, estudia en una facultad y tiene un compañero que es influente, con 1 millón de seguidores. Debe tener unos 25 años. No digo que sea fácil; hacer algo bien nunca es sencillo. Pero parece ser algo de acceso instantáneo: chasqueo los dedos y me convierto en Whindersson Nunes [comediante y youtuber].

Pero nunca es así, ¿verdad?
En efecto, nunca es así. Solo hay un Whindersson Nunes, y debe haber trabajado mucho para ello, siempre se está reinventando, generando cosas nuevas. Este es un mundo en el que todo parece inmediato. Si tengo que elegir entre estudiar matemática o tornarme un influente, la segunda opción es más atractiva. Ahora bien, ¿cuántos van a convertirse en un Neymar o en un Whindersson Nunes? No es nada fácil ser una superestrella del fútbol, ni un influente, ni una eminencia científica. Pero creo que hay muchas más posibilidades de convertirte en un científico de un buen nivel que en un futbolista o un influente de alto nivel.

Pero para eso hay que estudiar.
El estudio es agradable, aprender cosas es muy bueno. Es algo que produce placer. Cuando se aprende algo, uno siente cierta iluminación que indica que el conocimiento ya se ha asimilada. San Agustín escribió sobre ello, aunque se lo atribuyó a la presencia de Dios. Si logramos que las piezas se encastren, adquirimos esta iluminación. Y esta sensación del aprender es increíble.

¿La Iniciativa de Mentorías apunta a fortalecer la carrera de investigador?
Este programa pudimos crearlo gracias al liderazgo de Catarina Porto, con la intención de que haya un profesional experimentado, el mentor, que guíe a los investigadores más jóvenes con miras a poder superar los obstáculos y los retos que se les presentan en la carrera profesional. El programa arrancó en 2022 y se compone de diversas actividades pertinentes para la consolidación de la carrera de un investigador en el ámbito académico, en el sector industrial y en el gobierno. Las actividades se desarrollan a través de módulos: la FAPESP y el sistema de investigación de São Paulo; la consolidación de la carrera científica; la formación en ética e integridad de la investigación científica; la capacitación como asesor ad hoc en el fomento de la investigación, y los temas específicos de apoyo a las actividades relacionadas con la carrera de investigador en las áreas de ciencia, tecnología e innovación.

En estos tres años a cargo de la Dirección Científica de la Fundación, ¿pudo investigar?
Sí, he podido. En 2009 me convertí en director de Investigación, Desarrollo e Innovación en la compañía minera Vale. Cuando asumí ese puesto, modifiqué mi régimen de trabajo en la Unifesp y presenté un plan de acción a la Comisión Permanente de Personal Docente, que fue aprobado. Conservé mi vínculo académico y, por lo tanto, mi actividad como investigador, como neurocientífico. Mi trabajo en Vale no tenía nada que ver con la neurociencia. Ingresé a la empresa como investigador de nivel 1A del CNPq. Nueve años después, me fui como investigador 1A del CNPq. Pues bien, mantuve una intensa actividad de investigación. Esta es mi vida.

¿Sus estudios siguen estando enfocados en la epilepsia?
Están relacionados con la epilepsia. Cuando empecé a estudiar la epilepsia, había una serie de textos importantes sobre el tema y mi director, Esper Abrão Cavalheiro, siempre hacía hincapié en el concepto de “epilepsia, una ventana al cerebro”. La epilepsia permite entender fenómenos básicos del sistema nervioso que no tienen nada que ver con la enfermedad. En ella, lo que solemos tener son muchas neuronas disparando potenciales de acción, funcionando juntas y en sincronía. Uno de los problemas del sistema nervioso es que los fenómenos ocurren a pequeña escala y resulta difícil detectarlos. Con el refinamiento de las técnicas, cada vez se ha vuelto más fácil hacerlo, pero, aun así, cuando observamos una manifestación epiléptica, el fenómeno se hace más evidente, más inequívoco. A menudo, lo que tenemos que hacer es separar lo que es señal de lo que es ruido.

¿Todo para entender cómo funciona el cerebro?
Todo el tiempo, nuestras 80.000 millones de neuronas están funcionando y promoviendo potenciales de acción. Para quien solamente está observando estas acciones, es todo un lío. Este alboroto somos nosotros pensando, comiendo, sonriendo, recordando, durmiendo… Es muy difícil llegar a comprender esta complejidad. Los estudios con la epilepsia nos permiten observar a las neuronas funcionando en forma sincrónica, ordenada, y ahí hallamos algunas respuestas: las proteínas y los genes que están detrás de las acciones, los canales iónicos que se abrieron o se cerraron. Extrapolados por esta situación atípica que es la epilepsia, pueden estudiarse fenómenos sutiles.

¿Ahora se reintegrará a la Unifesp?
Nunca me fui. Voy a continuar investigando a la par de mis nuevas funciones. Una de ellas es un puesto como director de un nuevo museo de ciencias para niños. Es un proyecto que empieza con la perspectiva de dejar un legado, auspiciado por Patrice de Camaret, un empresario y filántropo francobrasileño.

Después de estos tres años, ¿qué le diría al futuro director científico?
En primer lugar, que se trata de un cargo notable porque brinda la posibilidad de actuar sobre el ambiente de la investigación científica en el estado de São Paulo, moldear e influenciar, encauzar en distintos aspectos, y eso es muy gratificante. Que es muy importante guiarse por principios superiores y generales, tratando de no hacer excepciones. Que siempre habrá presiones, de múltiples naturalezas, para cualquier persona, todo el tiempo y en cualquier cargo. En la FAPESP, estas presiones quizá sean aún mayores y le cabe a quien ocupa el escaño de director científico discernir lo que tiene sentido, en el marco de los principios generales, idealmente debatidos en forma colegiada y compartidos con otras instancias de dirección de la institución. Pero nunca como decisiones unilaterales.

¿Por qué decidió no presentarse para un nuevo mandato como director científico?
Entiendo que ciertas coyunturas de fuerzas facilitan o dificultan la ejecución del trabajo. En un momento dado, ya en 2022, tuve claro que la coyuntura existente en la FAPESP no facilitaba que yo pudiera contribuir de una manera relevante. Tal vez otras personas, con otros perfiles, con otras cualidades personales, puedan hacerlo mejor. Cuando esto me quedó claro, me dediqué a trabajar para preservar lo que yo entiendo que tiene que ser la visión de la Dirección Científica. En mi opinión, la FAPESP es lo que es, no a pesar de sus directores científicos, sino gracias a ellos. Estoy muy orgulloso de haber sido el sucesor de De Brito Cruz, de [José Fernando] Perez, de Flávio Fava, de William Saad Hossne [1927-2016] y tantos otros que estuvieron al frente de la Dirección Científica. Espero haber contribuido al perfeccionamiento de la institución y haber obstaculizado poco su funcionamiento.

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