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Buenas prácticas

Luz en las sombras de un pasado racista

Una revista científica bicentenaria publica un ensayo que revisa sus conexiones con la esclavitud y su complicidad con ideas prejuiciosas

Alp Duran / Getty Image

La revista New England Journal of Medicine (NEJM), una influyente publicación estadounidense del área de la medicina que circula desde hace 212 años, publicó en diciembre de 2023 un ensayo en donde reconoce que, en sus orígenes, mantuvo conexiones con figuras vinculadas a la esclavitud en Estados Unidos y contribuyó a la difusión de ideas racistas. El estudio, firmado en coautoría por cuatro investigadores de la Universidad Harvard, apuntó que las familias de los fundadores de la revista se enriquecieron explotando trabajadores esclavizados y que, hasta los albores del siglo XX, publicaba artículos que empleaban un lenguaje prejuicioso y deshumanizante, hoy en día intolerable, al referirse a los afroamericanos. “Es esencial que se reconozca esta complicidad. El involucramiento de la revista con la esclavitud expone de qué manera las teorías, las prácticas y las instituciones médicas influyeron y fueron influenciadas por las injusticias sociales y políticas”, escribieron los autores.

El vínculo histórico de la publicación con la esclavitud está bien documentado. La revista, que empezó a circular en 1812, fue creada por un grupo de médicos de la ciudad de Boston, entre ellos John Collins Warren, James Jackson y Walter Channing, cuyas familias hicieron fortuna con negocios basados en la explotación de mano de obra esclavizada, como la venta y el transporte de mercancías producidas por cautivos. El ensayo hace hincapié en que los fundadores no participaron de esas actividades comerciales ni fueron propietarios de personas esclavizadas, pero se beneficiaron indirectamente al heredar las posesiones de sus padres y suegros.

La parte más embarazosa del ensayo es la que alude a la difusión de ideas racistas en las páginas de la revista, aunque los autores evitaron reproducir los textos más grotescos con los que se toparon, para no reafirmar los prejuicios. Un ejemplo: en 1843, NEJM reimprimió un artículo publicado anteriormente en la revista American Journal of Medical Sciences por el cirujano Josiah Nott (1804-1873), en donde sostenía que “la raza anglosajona y la negra son, conforme con la acepción común de estos términos, especies distintas”. La diferencia entre las mujeres “caucásicas” y “africanas”, en palabras Nott, es igual a la que existe entre “el cisne y el ganso, o entre el caballo y el burro”. Ese mismo año, la revista publicó críticas a favor de la craneometría, que asociaba la anatomía del cráneo con la capacidad intelectual y se utilizó para abonar políticas racistas. El magazín reprodujo un texto publicado en la revista Buffalo Medical Journal, según el cual sería “imposible que 83 centímetros cúbicos de masa encefálica alimentados con sangre negro compitieran con los 92 centímetros cúbicos de un cerebro teutón educado”.

Los artículos solían normalizar el trato inhumano que se les dispensaba a los afroamericanos. En 1857, un cirujano se refirió a un negro con una enfermedad en los testículos como alguien “indefenso por sí mismo e inútil para sus propietarios”. A la vez que trataba con naturalidad las alusiones a la supremacía blanca, la revista demostraba a veces cierto respeto por los negros, como, por ejemplo, cuando menciona una petición solicitando que una persona esclavizada conocida por asistir a los enfermos no se viera afectada por una ley que les prohibía a los cautivos ejercer la medicina.

Curiosamente, el mea culpa de la publicación al respecto de su pasado racista se desencadenó casi por casualidad. En 2022, el historiador de la ciencia David S. Jones, profesor de cultura médica en la Universidad Harvard, participaba en un seminario sobre el pasado esclavista de Harvard cuando llegó a sus oídos un informe del investigador Ibram Kendi, de la Universidad de Boston, acerca de un artículo publicado en NEJM en 1842. El trabajo citado sostenía que la esclavitud había sido beneficiosa para la salud mental de los afroamericanos. Su autor, el médico Edward Jarvis, había examinado los datos del censo de 1840 para afirmar que la prevalencia de individuos “idiotas o alienados” era 10 veces más habitual entre los negros libertos que entre los esclavizados. Dice textualmente: “la esclavitud tiene una influencia maravillosa para el desarrollo de las facultades morales y los poderes intelectuales”. Pronto se descubrió que los datos no eran confiables, porque algunas ciudades habían informado a los censistas la existencia de más casos de enfermedad psiquiátrica entre los negros que la propia población local de afrodescendientes. El artículo fue retractado pocos meses después de su publicación, a pedido del propio autor, pero aun así, la asociación entre esclavitud y salud mental pervivió en los discursos racistas.

El informe suscitó indignación en Jones, y según declaró al servicio de noticias de la salud StatNews, aún antes de la finalización del seminario, les envió un correo electrónico a los editores de NEJM preguntándoles si accederían a reevaluar el vínculo de la revista con la esclavitud. Para su sorpresa, el planteo tuvo muy buena acogida y la revista se mostró dispuesta a franquear el acceso de investigadores independientes a los archivos de más de dos siglos de actividades, para que ellos evaluasen cómo se tomaban las decisiones editoriales y el impacto que ellas tuvieron en la cultura médica del país. En 2024 se publicarán nuevos ensayos coordinados por Jones, sobre temas igualmente sensibles, entre ellos, cómo los editores trataban a los indígenas americanos, el movimiento eugenésico, la medicina de la época nazi, los prejuicios de género y otros temas relacionados con los derechos civiles.

El ajuste de cuentas de la revista con su pasado se inscribe en la misma línea de iniciativas similares que llevaron a cabo varias universidades estadounidenses. En 2003, la en ese entonces rectora de la Universidad Brown, Ruth Simmons, bisnieta de esclavizados y primera directora negra de la institución, designó un comité para la evaluación del pasado esclavista de la universidad y proponer acciones de reparación: en 2014 se inauguró en su campus principal un monumento conmemorativo que reconoce esta herencia. Recientemente, la Universidad Virginia Commonwealth inauguró un espacio recordatorio de los 50 negros cuyos restos mortales fueron hallados en 1994 en un pozo abandonado, tras haber sido desechados por los médicos de la institución en el siglo XIX.

Este tipo de iniciativas también se han centrado en el presente. En un editorial publicado en el mes de diciembre, los editores de NEJM explicaron que los ensayos sobre su pasado oprobioso publicados por la revista apuntan a incitar una reflexión acerca de los efectos duraderos de los prejuicios. “Resulta evidente que, aunque los problemas que se discuten tienen una raigambre histórica, muchos de nuestros prejuicios arraigados aún perduran”, escribieron.

La profesora Evelynn Hammonds, docente de historia de la ciencia en Harvard y una de las autoras del ensayo, explicó a StatNews que las ideologías prejuiciosas siguen alimentando las disparidades sanitarias a las que se enfrentan los afrodescendientes estadounidenses. “La historia es importante”, dijo. “No todo el mundo recibe la misma atención sanitaria en Estados Unidos. ¿Cómo hemos llegado a instituir un sistema así? No es que haya surgido de la nada…”.

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