La recientemente creada Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes, según su sigla en inglés) está buscando las formas de involucrar a investigadores e instituciones científicas de todos los países, incluyendo a los de las naciones pobres, en la producción de diagnósticos regionales que compondrán su primer informe global sobre la biodiversidad. Dicha plataforma, que se lanzó oficialmente en 2012, luego de casi 10 años de negociaciones, cumple la función de organizar el conocimiento científico sobre la biodiversidad para colaborar en la toma de decisiones políticas, con un modelo similar al establecido por el Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos, el IPCC, en relación con los cambios globales. “América Latina y el Caribe, como regiones ricas en biodiversidad y diversidad cultural, pueden desempeñar un rol importante en la definición del camino a seguir por el Ipbes”, afirmó el científico malayo Zakri Abdul Hamid, primer presidente de la plataforma, en el marco de una reunión regional del Ipbes, realizada en la FAPESP, el 11 de julio.
Datos provenientes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la FAO, brindan una dimensión de los desafíos que la plataforma deberá afrontar. Alrededor de un 75% de la diversidad genética de los cultivos agrícolas se perdió durante el último siglo. “Una de las razones que condujeron a ello fue el cultivo, por parte de agricultores de todo el mundo, de variedades genéticamente uniformes y con alto rendimiento, y el abandono de las variedades locales”, explicó Hamid. “Existen 30 mil especies de plantas, pero tan sólo 30 cultivos constituyen el 95% de la energía aportada por los alimentos que consumen los seres humanos; la mayor parte de ellos (el 60%) se reduce a arroz, trigo, maíz, mijo y sorgo”, afirmó. Aproximadamente un 22% de las razas bovinas corre riesgo de extinción, principalmente por no cumplir las expectativas económicas de los ganaderos. Muchas de esas razas poseen material genético importante para los programas de cría y ayudan a la subsistencia en regiones muy pobres, porque son más fáciles de mantener que las razas exóticas.
La utilización de los denominados conocimientos tradicionales también preocupa al Ipbes. La antropóloga Manuela Carneiro da Cunha, docente de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, y una de las participantes del evento en la FAPESP, manifestó que tal abordaje es innovador. “Un modelo científico puede convivir con un modelo tradicional. Puede establecerse un diálogo con pueblos que tienen una visión del mundo completamente diferente de la nuestra”. Otro objetivo innovador, en opinión de Carlos Joly, coordinador del Programa Biota-FAPESP, es la inversión en capacitación. Según Joly, quien también es uno de los directores del Panel Multidisciplinario de Expertos del Ipbes, resulta fundamental, más allá de elaborar diagnósticos, capacitar a individuos e instituciones para generar información confiable sobre la biodiversidad, identificar las lagunas del conocimiento existentes y de qué forma pueden plantearse los problemas. “Éste es el conjunto de funciones que diferencia al Ipbes del IPCC”, explicó. Al comienzo del año, el Ipbes publicó en su sitio web (www.ipbes.net/) un conjunto de documentos exponiendo sus metas y una propuesta de programa de trabajo. Entre los objetivos trazados por la plataforma se destacan la inversión en capacitación de recursos humanos para lidiar con temas implicados con la biodiversidad en todos los países, especialmente en la interfaz entre la ciencia y los encargados de la toma de decisiones, para apuntalar la implementación efectiva de políticas. Para el mes de diciembre está programada una nueva rueda de debates en Turquía.
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