Nelson ProvaziLa Universidad de São Paulo (USP) fue seden en junio del primer programa de aceleración de startup dentro de la institución. Esta modalidad de incentivo al emprendedorismo apunta un desarrollo rápido de ideas que pueden generar negocios y configurar empresas innovadoras. Esas empresas incipientes, en su mayoría, no están estructuradas, conocen poco el mercado y exhiben dificultades para comercializar la tecnología desarrollada. La aceleración de startup surgió hace 10 años en Estados Unidos y, en Brasil, existe desde 2011. Los tipos de aceleradoras son varios, muchas son empresas y otras surgen bajo el patrocinio de organizaciones mayores, tales como Microsoft, por ejemplo, universidades u organizaciones no gubernamentales (ONGs). La modalidad se diferencia del trabajo que realizan las incubadoras de empresas, que normalmente son organizaciones constituidas por universidades, parques tecnológicos o institutos de investigación científica donde las empresas jóvenes se desarrollan durante dos o tres años, período durante el cual reciben ayuda institucional con asesoramiento en tecnología, administración y configuración comercial de la empresa. Abandonan la incubadora cuando logran ingresar en el mercado y adquieren fortaleza económica, o bien desaparecen si no alcanzan ese objetivo.
Los programas de aceleración pueden durar desde un fin de semana hasta seis meses. En la USP, el lapso fue de cinco semanas y lo llevó a cabo la aceleradora Startup Farm en colaboración con el Centro de Competencia en Software Libre (CCSL) del Instituto de Matemática y Estadística (IME) y el apoyo del Núcleo de Emprendedorismo (NEU), ambos pertenecientes a la universidad. “La aceleración constituye un programa educativo de capacitación intensiva que abarca clases, conferencias y mentorías durante cierto período de tiempo, por la mañana, la tarde y la noche. Una vez a la semana, los participantes realizan presentaciones de cinco minutos ante un público integrado por mentores y profesionales, donde refieren el estado de la empresa en ese momento y reciben críticas”, explica el profesor Fabio Kon, del CCSL, quien introdujo en la universidad el programa de aceleración. De acuerdo con la fase en que se encuentra la empresa, la misma tiene a su disposición mentorías especializadas integradas por varios profesionales que le brindan la ayuda necesaria al derrotero de la startup. Entre los 78 mentores, que impartieron 519 sesiones de consultoría, hay empresarios que ya sortearon esa etapa, profesionales de la industria, asesores y, en el caso de la USP, profesores de la universidad. En la mayoría de las aceleradoras, las mentorías son efectuadas por voluntarios.
“Me dediqué a estudiar el ambiente emprendedor del Valle del Silicio, en Estados Unidos, y estuve realizando investigaciones sobre el entorno de la innovación de Israel. Allí pude notar que las incubadoras le están cediendo espacio a las aceleradoras, que han generado excelentes resultados en un período de tiempo más breve. Durante el año pasado participé como mentor de Startup Farm en Belo Horizonte y, en esa ocasión, propuse un convenio con el IME, como un modo de contribuir al ámbito de la innovación paulista y contagiarle el emprendedorismo a la comunidad de la USP”, dice Kon. “Desde hace algunos años, observo que los alumnos que egresan del IME resultan eximios desarrolladores de software, pero la cantidad de emprendedores todavía es muy baja y, entre aquéllos que intentaron hacerlo, pocos tuvieron éxito; la educación emprendedora podría ayudar para modificar ese escenario”. En su opinión, el emprendedorismo brasileño tiene solidez, pero no desarrolla nuevas tecnologías, prefiere copiar cosas que ya existen en el exterior. “Hay un pequeño segmento entre nuestros emprendedores que intenta crear tecnologías innovadoras. Se requieren inversiones en investigación en las startup y en las empresas, para transformar la ciencia en negocios innovadores”, dice Kon.
Nelson ProvaziPor tal motivo, al programa de aceleración de la USP se le impuso como nombre oficial “Disrupt: Transformando ciencia en negocios tecnológicos”. La convocatoria al evento no se limitó a la USP y se difundió principalmente por las redes sociales, teniendo como objetivo a las startup o incluso a individuos y grupos con buenas ideas e intención de montar una empresa. Se presentaron 117 proyectos, de los cuales se eligieron 15; ocho de ellos con alguna relación con la universidad, de alumnos, exalumnos y empresas instaladas en el Centro de Innovación, Emprendedorismo y Tecnología (Cietec), la incubadora instalada dentro del Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares (Ipen) en la Ciudad Universitaria y que tiene a la USP en el Consejo de Gestión Estratégica. “Hubo 15 seleccionadas y 10 finalistas porque los proyectos se desarrollaron muy bien y llegaron al punto de presentarse en forma pública. En otras ediciones del programa –éste de la USP es el decimosegundo– hubo menos empresas finalistas, entre cinco y ocho. Esto demuestra la madurez de nuestro mercado, que ha generado negocios mejor estructurados”, dice Alan Leite, uno de los socios de Startup Farm.
Todas tuvieron un desarrollo rápido que les dejó en claro quiénes son los clientes, cuánto va a costar el producto, cuánto venderán y cuál será el impacto en el mercado”, dice Leite. Entre esas 15, tres cancelaron sus negocios durante el lapso del programa porque percibieron que no era posible elaborar un sistema de negocios que cobrase escala. Según el empresario, con frecuencia, en el marco de la aceleración, resulta común que una empresa cambie de idea, anule todo el negocio o invierta estrategias. En la cartera de Startup Farm figura la empresa Easy Taxi, que creó una aplicación para llamar taxis, hoy presente en 40 países, con un valor de mercado de alrededor de mil millones de dólares. Esa empresa participó en el segundo grupo de aceleración que organizó Startup Farm en 2011, en Río de Janeiro. La aceleradora no invierte en empresas tales como las que se presentaron en la USP, aún en fase muy incipiente. “Invertiremos en las que demuestren mejor desempeño luego de un plazo de dos años”, dice Leite.
En Brasil, ya existen 50 empresas especializadas en aceleración que desarrollan programas similares. Una de ellas es Aceleratech, también de São Paulo, donde las empresas escogidas para la aceleración atraviesan un programa de seis meses, pudiendo recibir hasta 150 mil reales de inversión y contar como socios a los propietarios de Aceleratech, Pedro Waengertner y Mike Ajnsztajn, un brasileño residente en Estados Unidos. Desde 2012, han realizado aceleración en 47 empresas, de las cuales, tres, fueron adquiridas por otros grupos empresarios, momento en el que la aceleradora obtiene lucro.
Entre sus colaboradores figuran la Escuela Superior de Publicidad y Marketing (ESPM), de São Paulo, que colabora en las mentorías con los docentes. “Le ayudamos a la empresa para que tenga acceso al mercado, a ejecutar el proyecto y a descubrir cómo vender sus productos”, dice Waengertner. “La idea inicial es que atraviesen la aceleración en nuestro propio espacio, en la capital paulista, dentro de un régimen de coworking, con las empresas trabajando codo a codo, y después se tornen independientes, pero ya tuvimos casos en que la empresa desea regresar al Cietec, porque allí cuenta con un espacio propio y un networking positivo”.
El pitch del Demoday
La estructura del programa de aceleración, y una práctica común en casi todas las aceleradoras, es el demoday durante el último día. Se trata del momento donde cada emprendedor se presenta al mercado y menciona el rumbo que pretende tomar la startup y cuál es el modelo de negocio. Esto se realiza mediante una presentación con un tiempo determinado al que se denomina pitch, en el que se efectúa la exposición del negocio. Entre el público presente, se encuentran inversores de empresas de capital de riesgo, mecenas (inversores individuales) y representantes de grandes empresas, por ejemplo, compañías tales como IBM y Telefónica, que analizan las startup. Luego, de surgir interés, invierten en la empresa o incluso pueden incorporarla. En el demoday de esta edición hubo un jurado integrado por representantes de la industria, de inversores y de la USP, que eligieron al finalizar las presentaciones a las tres mejores empresas. La primera fue Bright Photomedicine, que trabaja desde hace un año en el Cietec.
La empresa desarrolla un dispositivo de pequeño porte con luz LED que se utiliza para el tratamiento del dolor. Existen aparatos más caros y no portátiles que se emplean en ese mismo tipo de terapia. La startup ideó y depositó la patente de un artefacto flexible para fototerapia, que se sujeta al cuerpo del paciente, y que se estima que tendría un costo bajo. “Hace más de seis años que vengo estudiándolo y realicé un doctorado con ese tema en la USP y en la Universidad Harvard, en Estados Unidos. En el transcurso del mismo, desarrollé una nueva técnica para mitigar el dolor que ya se probó con éxito en ratones”, dice el físico Marcelo Sousa, graduado en la Universidad Federal de Ceará (UFC). “Estamos preparando el primer prototipo, viabilizado en el marco de un proyecto Pipe [Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas] de la FAPESP, que nos permite adquirir material, componentes, equipamientos, y además me garantizó una beca de investigador”, dice Sousa, quien procura establecer convenios con hospitales tales como el Sirio Libanés y Einstein para realizar los futuros ensayos clínicos. En cuanto al programa de aceleración, dice que colaboró en la definición del modelo de negocio de la empresa. “Durante el programa, me contacté con posibles clientes, que son las clínicas de fisioterapia, para tener una noción del mercado; tanto es así que arribamos a la conclusión de que también podríamos alquilarles los aparatos en lugar de vendérselos”. En lo que se refiere a las mentorías, Sousa dice que recibió alrededor de 40 sesiones de alto nivel.
Otro participante que usufructuó el programa de aceleración fue Rafael Libardi, de la empresa UkkoBox. Libardi se graduó en Sistemas de Información en el Instituto de Ciencias Matemáticas y de Computación (ICMC) de la USP en São Carlos, e ideó un servicio de protección de archivos en la nube informática. Los archivos quedan divididos en diversos segmentos, son encriptados y luego se distribuyen entre proveedores de distintos países. En el sistema que concibió Libardi, que tiene otros dos socios, incluso aunque no se tenga acceso a alguno de los segmentos del archivo, es posible recuperarlo en su totalidad. “Hay una gran preocupación entre las empresas por la pérdida de datos, robo de información, espionaje, y nosotros nos proponemos impedirlo”, dice Libardi.
“En el curso del evento logramos captar una idea mejor de lo que puede ser la empresa porque nosotros entendemos de tecnología y no de negocios, y los mentores señalaron varias fallas en nuestro plan”, comenta Libardi. “Por ejemplo, la idea inicial consistía en vender nuestro software. El problema radica en que los clientes no quieren administrar y pagar a varios proveedores de red. Entonces modificamos nuestro modelo de negocio para que el cliente nos pague para acceder al sistema y nosotros nos encargamos de la administración de los proveedores”, dice el investigafor, que finaliza en julio su tesina de maestría en la USP sobre este tema.
Para el director del Cietec, Sérgio Risola, las aceleradoras son bienvenidas y la convivencia entre incubadoras y aceleradoras es creciente. “Ellas buscan escala de mercado y no le prestan mayor atención al plan de negocios, desean que el dueño de la startup las convenza de que vale la pena invertir”, dice Risola. “Pero eso no sirve para todos los tipos de empresa”, subraya. Las aceleradoras buscan normalmente a empresas más bien relacionadas con el área de tecnología de la información. “Las empresas startup en áreas tales como nanotecnología, biotecnología y energía, requieren más tiempo para llegar al mercado. Esos casos le interesan menos a las aceleradoras y necesitan una incubadora para fortalecerse en el mercado”.
Proyecto
Análisis de viabilidad técnico-científica de un dispositivo terapéutico con luz para fototerapia (nº 2014/50569-2); Modalidad Programa de Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas (Pipe); Investigador responsable Marcelo Sousa (Bright); Inversión R$ 54.045,37 y US$ 10.233,00 (FAPESP).