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Carta de la editora | 317

Para ampliar conceptos

La reflexión sistemática sobre la responsabilidad en la investigación científica es un fenómeno reciente en términos de historia de la ciencia. Solo a finales del siglo XX comenzaron a ponerse en marcha esfuerzos organizados tendientes a entender el problema de la mala conducta científica, centrada principalmente en el plagio, el fraude y la falta de ética en los experimentos con seres humanos, y para verificar su aparición en las distintas áreas del conocimiento. La agenda evolucionó hacia sistemas más transparentes para abordar adecuadamente estos casos, haciendo hincapié en las responsabilidades de los individuos implicados y en el ambiente de investigación.

La integridad científica, un campo del conocimiento en proceso de expansión, incorporó temas tales como la reproducibilidad de los resultados de las investigaciones y el sistema de recompensas para los investigadores, el avance del movimiento de acceso abierto a las publicaciones científicas y sus implicaciones para todos las partes.

Un nuevo objeto de análisis es el de las cooperaciones entre países desarrollados y en vías de desarrollo que propician situaciones de mala conducta. Ejemplos de ello son, por ejemplo, el retiro de materiales tales como los fósiles para su estudio sin que participen las comunidades locales y la extracción de muestras humanas para la realización de ensayos clínicos sin haber establecido colaboraciones respetuosas con los pares.

Este tema fue el eje de la 7ª Conferencia Mundial sobre Integridad en la Investigación Científica que se llevó a cabo en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) a finales del mes de mayo, centrada en la importancia de promover colaboraciones internacionales más ecuánimes, equilibradas y diversas. El artículo de portada de este número aborda esta modalidad de mala conducta y repasa la evolución de este asunto desde la primera edición de esta conferencia, en el año 2007 (página 24).

Con la proximidad de las elecciones en Brasil, aumentan los incentivos para difundir desinformación referente al proceso de votación. Uno de los blancos recurrentes lo constituyen los aparatos que realizan el registro y el recuento de los votos, las urnas electrónicas. Estos dispositivos, desarrollados hace 26 años en el país a pedido del TSE (Tribunal Superior Electoral), han implementado un sistema electoral sólido y ágil, al que se lo somete a evaluaciones externas en cada elección. Entrevistamos al ingeniero Osvaldo Catsumi Imamura, del primer equipo técnico de las urnas electrónicas y responsable a cargo de la seguridad de los aparatos, quien se refiere al proceso de desarrollo del sistema y por qué este es confiable (página 72).

En la movilización conmemorativa los 200 años de la Independencia de Brasil, esta edición presenta la figura de las brasilianas. Este concepto, originalmente definido como colecciones de obras sobre Brasil de los siglos XVI al XIX, está siendo replanteado. Los investigadores sostienen que, para contribuir a los esfuerzos tendientes a entender el país, las brasilianas deberían ampliarse, por ejemplo, mediante la inclusión de archivos documentales vinculados a esas obras y a la cultura brasileña, como así también de los registros de las producciones aborígenes y de la literatura de las periferias (página 76).

En otro artículo sobre este tema, presentamos estudios sobre la participación femenina en el proceso independentista de Brasil, plasmada en los manifiestos políticos, en su intervención en los levantamientos, la asistencia a los combatientes e incluso en la lucha en el frente, como fue el caso de Maria Quitéria, que le legó su nombre a una de las principales calles del barrio de Ipanema, en Río de Janeiro. La imagen de esta bahiana como heroína de la Guerra de la Independencia se forjó en el siglo XIX (página 86).

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