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Para contener el avance explosivo

La disminución temprana del contacto social favorece un control más rápido de la difusión del nuevo coronavirus

En tan solo tres meses, de diciembre de 2019 a abril de este año, la nueva variedad de coronavirus surgida en China infectó a 926 mil personas en 180 países, diseminando una enfermedad respiratoria similar a la gripe, empero, más grave y letal. En ese breve período mencionado, se registraron 46 mil muertes (entre ellas, 240 en Brasil), hasta el 1º de abril. Un análisis inicial de los datos brasileños que efectuaron científicos de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), de la Universidad de São Paulo (USP) y de la Universidad Federal del ABC (UFABC) apuntaba que en esa etapa inicial la cifra de casos se duplicaba en el país cada 2,5 días. El avance de la epidemia del coronavirus, de proporciones planetarias, posiblemente la de más rápida difusión en los últimos 100 años, vino acompañada de una avalancha de informaciones en tiempo real, algunas incluyendo conceptos que para la gente son poco familiares. Uno de ellos acaparó las noticias: se trata del concepto de la curva epidémica, que irrumpió a la par de la idea de que es necesario achatarla para evitar la implosión de los sistemas de salud.

Pero, ¿de qué se trata dicha curva y qué significa achatarla? La curva epidemiológica se representa mediante un gráfico sencillo, de utilidad para las autoridades de la salud. Es una vieja conocida para los epidemiólogos que muestra la cantidad de casos en función del tiempo y permite conocer la evolución inicial de la enfermedad, algo fundamental para poder planificar acciones de salud pública. Muchas de las nuevas infecciones que asolan a la humanidad se comportan de manera similar y generan una curva epidémica de apariencia similar, casi siempre un gráfico en forma de campana. Esa imagen, presentada por la revista británica The Economist a principios de marzo, recorrió el mundo porque representa de manera simple el reto que enfrentan los sistemas de salud de multitud de países ante la propagación del nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, causante del covid-19.

Al igual que las curvas epidémicas de otras infecciones, la del nuevo coronavirus está siendo seccionada en tres franjas verticales para evaluar la evolución del problema: una a la izquierda, otra central y una tercera a la derecha. La banda ubicada en la izquierda es la que llama mayormente la atención de las autoridades sanitarias hoy en día. En el caso de infecciones nuevas, que pueden contagiar a toda la población, esa porción de la curva describe la fase de crecimiento exponencial (acelerado) de la epidemia. En ella, el número de casos crece con tanta rapidez que el total se duplica en pocos días. Cuanto mayor sea ese ritmo de crecimiento, más empinada se torna la curva.

Los epidemiólogos y las autoridades sanitarias mantienen el foco en esa fase de crecimiento acelerado porque ella dicta el ritmo de avance de la enfermedad y permite proyectar cuándo la epidemia alcanzará su pico. Si el crecimiento inicial es demasiado acelerado, la cantidad de casos puede rápidamente desbordar la capacidad de atención del sistema de salud, provocando su colapso, tal como ocurrió en febrero y marzo en el norte de Italia.

“Desde el punto de vista de la salud pública, esa fase inicial es el momento de actuar, y hay que actuar cuanto antes, para tratar de atenuar el ritmo de crecimiento de la epidemia y reducir la altura del pico hasta el nivel más bajo posible”, sostiene el físico Roberto Kraenkel, del Instituto de Física Teórica de la Unesp, quien trabaja con modelos matemáticos relacionados con la ecología y la epidemiología. Junto a colaboradores de la USP y de la UFABC, Kraenkel creó el Observatório Covid-19BR (bit.ly/2UudRSB), que toma los datos del Ministerio de Salud para seguir la evolución de la epidemia del nuevo coronavirus en Brasil. A partir de los datos divulgados hasta el 17 de marzo, cuando había 291 personas infectadas en el país, el grupo calculó uno de los parámetros que influyen en la fase acelerada de la epidemia: el tiempo para duplicar el total de casos de la enfermedad que, a mediados de marzo, era de 2,5 días.

La disminución de la velocidad inicial de la epidemia con el consiguiente aplanamiento de la curva es fundamental para no sobrecargar a los hospitales y a sus unidades de terapia intensiva (UTI). Se estima que tan solo el 20% de los pacientes contagiados por el SARS-CoV-2 presentan algún síntoma. De ellos, el 14% necesitan internación hospitalaria y el 5% van a parar a las UTI. Como el número de camas es limitado, un aumento rápido de las infecciones y de los casos graves puede rebasar la capacidad de internación del país. Brasil cuenta con alrededor de 450 mil camas entre hospitales públicos y privados, de las cuales 41 mil son de UTI, según un mapeo realizado en 2016 por la Asociación de Medicina Intensiva Brasileña. Si se disminuyen los contagios, el pico de la epidemia se distribuye más en el tiempo y habrá menos pacientes en el hospital en forma simultánea. Esa medida conduciría a que haya menos infectados y también menos muertos, según declaró el 10 de marzo a la prensa Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos.

Una forma de achatar el pico de las epidemias de enfermedades infecciosas consiste en vacunar a la población. Como aún no existe una vacuna desarrollada y testeada contra el nuevo coronavirus, las medidas más eficaces han sido el distanciamiento y el aislamiento social. Este procedimiento ayuda a disminuir la cantidad de personas a las cuales un individuo infectado puede transmitirle el virus. “Al hacer eso, el número de personas infectadas al final de la epidemia, que durará más tiempo, probablemente sea el mismo, pero la cantidad de casos graves se darán en forma más espaciada”, escribió el trío de matemáticos Andrew Black, Dennis Liu y Lewis Mitchell, de la Universidad de Adelaida, en Australia, en un artículo que salió publicado el 16 de marzo en la revista electrónica The Conversation.

Aparentemente se puede aprovechar el comportamiento acelerado de la fase inicial de la epidemia para agilizar su control. Para ello, es necesario actuar cuanto antes en la etapa inicial, explicó la epidemióloga británica Britta Jewell, científica del Imperial College London y experta en modelado de enfermedades infecciosas, en una entrevista publicada el 11 de marzo en el periódico The New York Times. Ella tomó los datos de la epidemia en Estados Unidos a mediados de marzo, con el número de casos aumentando un 30% cada día, y trazó una proyección de lo que ocurriría si se tomaran medidas eventuales, tales como la cancelación de eventos o restricciones a los viajes, ahora o una semana más tarde. “Si actuamos ahora, habremos evitado el cuádruple de infecciones en el mes próximo: aproximadamente 2.400 contagios evitados, frente a tan solo 600 si esperamos una semana”, dijo la investigadora.

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