Entre 2002 y 2023, hubo al menos 36 ataques con armas en las escuelas de Brasil, cuyo saldo fue la muerte de 49 alumnos o docentes. Los crímenes fueron perpetrados por varones blancos, utilizando armas de fuego (en el 44 % de los casos) o armas blancas (en otro 44 %). El ánimo de venganza, el resentimiento o la búsqueda de notoriedad fueron los desencadenantes frecuentemente asociados con esos hechos, a menudo incitados por los discursos de odio o contenidos divulgados por comunidades digitales que propugnan la violencia extrema. Un informe coordinado por el sociólogo Daniel Cara, de la Facultad de Educación de la Universidad de São Paulo, y presentado en noviembre al Ministerio de Educación nacional, identificó las posibles causas del problema y propuso 12 acciones para hacerle frente. Se trata de medidas tendientes, por ejemplo, a desactivar las comunidades que predican el odio; incrementar el control del acceso a las armas, y responsabilizar a las plataformas de las redes sociales por la circulación de contenido extremista e ilegal, como así también a los individuos que comparten filmaciones de los atentados. Otras acciones sugeridas son la creación de un ambiente acogedor y promover políticas de salud mental en las instituciones educativas, ampliar los espacios lúdicos comunitarios y acordar con las plataformas digitales de los medios de comunicación las formas más adecuadas de cubrir estos casos.
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