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NECROLÓGICAS

Para entender los riñones

Uno de los más productivos e influyentes estudiosos de la fisiología renal, Gerhard Malnic inspiró a generaciones de investigadores

El investigador en el laboratorio, en el año 2000

Carol Quintanilha

Buena parte del conocimiento que atesoran los manuales actuales sobre el mecanismo de excreción de los riñones tiene que ver con Gerhard Malnic, uno de los investigadores más importantes y prolíficos del campo de la fisiología renal en Brasil. Experimentador eximio y creativo, Malnic fue docente del Departamento de Fisiología y Biofísica del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de São Paulo (USP). El fisiólogo falleció el 25 de febrero a los 89 años. Consagró su vida casi por completo a la investigación, a la formación de nuevos científicos, a la docencia y la gestión universitaria.

En un sentido estricto, nunca dejó de trabajar, pese a haberse jubilado obligatoriamente a los 70 años. Al bioquímico Hernan Chaimovich, profesor emérito del Instituto de Química de la USP, siempre le asombró la solidez y la continuidad del interés de Malnic por la ciencia. “Empezó a publicar artículos en 1959 y siguió haciéndolo hasta 2022. Es toda una vida dedicada a entender los riñones. Algo extraordinario”, dice.

“A lo largo de su carrera, Malnic dirigió investigaciones que han tenido y aún hoy tienen gran influencia para la comprensión del funcionamiento de los riñones y el mecanismo de acción de medicamentos como los diuréticos”, dice el nefrólogo Roberto Zatz, docente de la Facultad de Medicina (FM) de la USP. Zatz explica que, en la década de 1960, Malnic hizo contribuciones decisivas con miras a dilucidar los procesos fundamentales para el mantenimiento de la composición química del organismo de los mamíferos a través de los riñones: “La regulación de la excreción urinaria de potasio y los mecanismos de excreción urinaria de ácidos”. Chaimovich dice que este es un conocimiento importante, porque se aplica a los fármacos que regulan la actividad renal y permiten entender la acción de las hormonas sobre la capacidad fisiológica de estos órganos para filtrar la sangre y conservar el equilibrio ácido-base y salino de nuestro cuerpo.

Hijo de un matrimonio austríaco, Malnic nació en Milán (Italia), en 1933. Su padre trabajaba como químico en la industria textil italiana y, en 1937, fue contratado por una empresa alemana para venir a Brasil. En su infancia y adolescencia, el joven Gerhard quería seguir la misma profesión de su padre, quien llegó a montarle a su hijo un laboratorio casero, en el que empezó a tomarle el gusto a la experimentación que caracterizó a toda su trayectoria profesional.

Sin embargo, su padre consideró que sería mejor que estudiara medicina y lo convenció de ello. Malnic ingresó en la FM en 1952. En el segundo año de la carrera, se interesó por la fisiología y empezó a trabajar con investigaciones en laboratorio invitado por el fisiólogo Alberto Carvalho da Silva (1916-2002), quien tuvo una intensa participación en la FAPESP como miembro del Consejo Superior, director científico y director presidente del Consejo Técnico Administrativo (CTA). Se nacionalizó brasileño en 1956. Tras graduarse, en 1957, publicó su primer artículo dos años más tarde y, en 1960, concluyó su doctorado. Su tesis fue dirigida por Carvalho da Silva y se centró en la comprensión del mecanismo de excreción de los riñones, siguiendo una sugerencia de su supervisor acerca del potencial de descubrimientos en ese campo.

Luego, durante un congreso en Buenos Aires (Argentina), Malnic trabó contacto con una de las autoridades en fisiología renal de aquella época, el estadounidense Robert Franklin Pitts (1908-1977). Pitts lo invitó a ir a Estados Unidos para sumarse a otros dos de sus alumnos, casualmente también austríacos, que estaban estudiando técnicas innovadoras de micropunción de riñones en ratas. En 1961, Malnic obtuvo una beca de la Fundación Rockefeller para realizar una investigación posdoctoral en la Universidad Tulane, en Nueva Orleans, y en el laboratorio de Pitts en la Universidad Cornell de Nueva York. Junto a Gerhard Giebisch (1927-2020), uno de los jóvenes investigadores austríacos, Malnic perfeccionó las técnicas de micropunción que habilitaron descubrimientos sobre el proceso de excreción de potasio en los túbulos renales.

Sus primeras publicaciones de gran repercusión fueron durante los años de investigación en Estados Unidos. En 1964, regresó a Brasil con un gran bagaje experimental, tanto en sentido figurado como literal: en sus maletas trajo varios aparatos de laboratorio obtenidos mediante donaciones para poder proseguir con sus investigaciones y montar un laboratorio en la USP. Aun con los dispositivos adecuados para realizar las micropunciones necesarias para realizar las mediciones minuciosas del potasio y el sodio en los riñones de las ratas, era necesaria una gran dosis de habilidad manual y paciencia. Según sus colegas, él las tenía de sobra. Disfrutaba llevando a cabo los experimentos junto a sus alumnos, y así lo hizo hasta el final de su carrera.

Su pasión por la vertiente empírica de la ciencia solo era comparable a su amor por la música: llegó a ser violinista de la orquesta de aficionados de la FM-USP. Las óperas de Mozart y Wagner solían acompañar sus experimentos. “La imagen de Malnic que más me viene a la memoria es la de él trabajando manualmente, en el laboratorio, mientras escuchaba música clásica en un tocadiscos un tanto antiguo”, relata Chaimovich. Esa es una imagen que aparece a menudo en los relatos de quienes lo conocieron.

Malnic desarrolló nuevas técnicas e incluso fabricó aparatos de experimentación, como refirió en una entrevista concedida a Pesquisa FAPESP en 2010. Zatz explica que esas innovaciones fueron esenciales para la recolección de datos que permitieron realizar análisis de cantidades muy pequeñas de fluido extraído de estructuras renales microscópicas. Fruto de esos análisis, ya en la década de 1960, surgieron estudios sobre cómo los riñones realizan la excreción de ácidos, uno de los procesos que Zatz cita como fundamentales y que fueron dilucidados por Malnic.

El fisiólogo también cumplió una actuación destacada en el ámbito de la gestión académica y de la política científica. Fue presidente de la Sociedad Brasileña de Biofísica y de la Sociedad Brasileña de Fisiología. Dirigió el Instituto de Estudios Avanzados (IEA) de la USP y presidió la Federación de Sociedades de Biología Experimental (FeSBE).

El bioquímico Walter Colli, profesor emérito de la USP, relata que participaba con Malnic en frecuentes discusiones sobre política científica. “Era una persona suave y gentil, que nunca levantaba la voz”, lo describe. “No era agresivo ni sumiso. Era calmo, pero siempre con ponderación”. Zatz lo veía como un hombre sumamente accesible y afable: “Siempre estaba disponible para orientar y responder las preguntas de sus alumnos de grado y posgrado, a quienes respondía invariablemente en forma atenta y detallada”.

En 1969, cuando Chaimovich vino de Chile, donde nació, para investigar en Brasil, fue testigo de las detenciones arbitrarias y persecuciones perpetradas contra colegas de la USP, tales como Isaias Raw (1927-2022) y Carvalho da Silva, y quiso volverse. “Pero con Malnic no me sentía tan aislado acá en Brasil”, dice. “Más allá de las charlas científicas de alto nivel, conversar con él me hacía sentir contenido emocionalmente. Era una persona inmensamente bondadosa y desprendida”.

“Malnic nos enseñó, inspiró y estimuló a muchos de nosotros. Fue un ejemplo de elegancia y humildad. Un científico excepcional con quien tuve la oportunidad de trabajar y aprender”, declaró a Agência Fapesp el neurocientífico Luíz Eugênio Mello, director científico de la FAPESP.

Una de sus hijas, Bettina Malnic, docente de bioquímica en la USP, destaca el nivel de dedicación de su padre a la ciencia: “Para él, la USP no era solamente su lugar de trabajo, sino también su casa”. Relata que su madre, Margot Petry Malnic (1935-2019), quien fuera profesora de alemán en la USP, solía bromear diciendo que su marido, en realidad, estaba “casado” con la universidad. Y cuenta que los amigos, en broma, se jactaban de saber cuándo él estaba de vacaciones: la diferencia es que iba a trabajar calzando zapatillas. Además de Bettina, Malnic deja otra hija, Beatriz, que es cantante, y tres nietas.

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