Los meteorólogos Pedro Leite da Silva Dias y Maria Assunção Faus da Silva Dias, casados desde hace 50 años, en la actualidad reparten su tiempo entre su casa en la ciudad de São Paulo y una finca productora de café en Arceburgo, un municipio con 9.000 habitantes situado al sudoeste de Minas Gerais, limítrofe con localidad paulista de Mococa. Profesor titular del Instituto de Astronomía, Geofísica y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de São Paulo (IAG-USP), Pedro pasa la mayor parte de la semana en la capital paulista. Desde que se jubiló del IAG en 2015, cuando se convirtió en profesora sénior de la universidad, Assunção, como él la llama, pasa más tiempo en la propiedad rural.
Edad 71 años
Especialidad Dinámica de la meteorología a gran escala y modelización atmosférica
Institución Universidad de São Paulo (USP)
Estudios Título de grado em matemática aplicada por la USP (1974), maestría (1977) y doctorado (1979) en ciencias atmosféricas por la Universidad del Estado de Colorado en Fort Collins, Estados Unidos
Maria Assunção Faus
Edad 71 años
Especialidad Lluvias en sistemas tropicales e interacción entre la biósfera y la atmósfera, particularmente en la Amazonia
Institución Universidad de São Paulo (USP)
Estudios Título de grado en matemática aplicada por la USP (1974), maestría (1977) y doctorado (1979) en ciencias atmosféricas por la Universidad del Estado de Colorado en Fort Collins, Estados Unidos
Al igual que Pedro, Assunção continúa con sus actividades de investigación académica, aunque a un ritmo más lento que antes, y ha comenzado a brindar consultoría climática a empresas. “La diferencia es que ahora tengo que compartir un despacho con él”, bromea Assunção, quien ya no dispone de un espacio físico fijo en el IAG. Ambos dirigen alumnos de posgrado y siguen adelante con las investigaciones que los hicieron conocidos entre sus colegas locales y extranjeros. Pedro es experto en modelado climático tropical y Assunção estudia las interacciones del clima, especialmente las lluvias, con la selva amazónica y los incendios forestales.
Ambos, que tienen la misma edad, desarrollaron prácticamente todas sus carreras académicas en la USP, donde ocuparon cargos directivos en su unidad. También pasaron temporadas fuera de la universidad paulista, tanto en el exterior como en otras instituciones de investigación de Brasil. Entre 1988 y 1990, él estuvo a cargo del por entonces recién creado Centro de Pronóstico del Tiempo y Estudios Climáticos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (CPTEC-Inpe). De 2007 a 2015, dirigió el Laboratorio Nacional de Computación Científica (LNCC). Ella también dirigió el CPTEC durante seis años, de 2003 a 2009.
En la siguiente entrevista, que concedieron en la sala número 350 del pabellón principal del IAG, que ahora a veces comparten, Pedro y Assunção hablan de su trayectoria en común y de sus investigaciones, y comentan el panorama actual de los cambios climáticos.
Ustedes hicieron juntos la carrera de grado en matemática en la USP. ¿Se conocían antes de ir a la universidad?
Pedro [P]: Sí, desde los 15 años. Pero no éramos novios.
Assunção [A]: Antes de la USP, éramos compañeros de curso en el Colegio Bandeirantes, en São Paulo. Nuestra división tenía 50 alumnos, y solo éramos cinco chicas.
¿Cómo se reencontraron en la USP?
A: Pedro ingresó a la Escuela Politécnica [Poli] en 1971 y yo en el Instituto de Física. Después él se pasó a la carrera de matemática aplicada, y yo hice lo mismo un año más tarde.
P: Cuando entré en la Poli, ya sabía que no iba a estudiar ingeniería. Quería estudiar algo relacionado con las ciencias de la Tierra y la meteorología ya era una de mis opciones. Pero en aquel entonces solo existía la carrera de geología, que excluí de la lista porque la matemática y la computación no eran fundamentales para la enseñanza de la geología en aquella época.
¿Por qué no optaron desde un principio por seguir matemática?
A: Al principio, la carrera solo era de matemática pura, no incluía la parte aplicada, que era lo que nosotros queríamos estudiar.
P: Mi padre [el matemático Candido Lima da Silva Dias (1913-1998), primer director del Instituto de Matemática y Estadística de la USP] decía que la universidad pronto tendría una carrera de matemática aplicada. Pero yo no podía quedarme esperando que llegara ese momento. Opté por ingresar a la Poli, desde donde podía pasarme a otra carrera dentro de las ciencias exactas. Ya cuando finalizaba el primer año me di cuenta de que la ingeniería no era lo mío. Por suerte, la carrera de matemática aplicada se aprobó poco después y se implementó en 1972. Esperé hasta el final del primer año y me pasé a matemática.
A: Yo quería estudiar astronomía. Como esta carrera aún no existía, tuve que estudiar física. Un día vi un cartel en los pasillos del Instituto de Física que ofrecía pasantías en meteorología marina en el Instituto Oceanográfico [IO] de la USP. Tampoco estaba muy convencida de que fuera exactamente astronomía lo que quería estudiar. Me presenté en el IO y me aceptaron para realizar la pasantía. Se lo comenté a Pedro y creo que fue al día siguiente que él también fue allí y consiguió la pasantía. Así fue que empezamos a trabajar en investigaciones meteorológicas, con sendas becas de iniciación a la investigación científica de la FAPESP por un lapso de dos años.
No sé si entendí bien. ¿Ya se habían pasado a la carrera de matemática, pero hacían una pasantía en el Instituto Oceanográfico?
A: Así es. En matemática aplicada se podían cursar materias optativas en otras unidades de la USP. Hicimos las optativas en meteorología en el IAG y la iniciación a la investigación científica en el IO.
¿Para entonces ya estaban de novios?
P: Estuvimos un año de novios y nos casamos en febrero de 1973, cuando cursábamos el tercer año de la facultad. En octubre de 1974, el profesor Giorgio Giacaglia, por entonces director del IAG, estaba buscando jóvenes estudiantes que quisieran colaborar en el armado de un Departamento de Meteorología.
A: Nos convocó a una reunión para conversar, a instancias de los profesores Paulo Marques dos Santos y Paulo Benevides, y nos dijo que iba a contratar a dos meteorólogos estadounidenses y tres chinos de Taiwán que estaban trabajando en Estados Unidos y en Canadá, pero que también debía reclutar brasileños, ya que no podía depender solamente de extranjeros para dirigir las carreras de grado y el posgrado. Sabía que íbamos a graduarnos a finales de 1974 y nos hizo una propuesta. Podría contratarnos si hiciéramos una maestría y un doctorado en meteorología en Estados Unidos. No lo dudamos. Aceptamos la invitación en el acto.
¿La propuesta que les presentó ya era un paquete cerrado para ustedes?
P: Sí, y nos explicó por qué. Nosotros habíamos pensado en hacer una maestría en el Inpe, donde había algunos investigadores que habían hecho sus doctorados en meteorología en el exterior, y el programa de posgrado en meteorología en el Inpe ya existía. Como era difícil conseguir una beca para la maestría en el exterior, teníamos la intención de conseguir una beca de doctorado en el exterior después de hacer el máster en el Inpe. Pero Giacaglia nos dijo que sería importante para el IAG que recibiéramos una formación diferenciada. Decía que la USP debía tener un pensamiento independiente. Fue muy específico: nos dijo que teníamos que ir a Estados Unidos, no a Francia o Inglaterra, que hubieran sido otras opciones naturales en aquel entonces, ya que la formación de posgrado en Europa era muy específica, centrada en el tema de la tesis. En Estados Unidos, la formación era más abierta, lo que nos sería de mayor utilidad a nuestro regreso a Brasil, donde debíamos ayudar a constituir el Departamento de Meteorología de la USP.
¿Él también eligió donde realizarían los estudios de posgrado en Estados Unidos?
P: Eso no. Pero sabíamos que teníamos que ir a algún centro que trabajara con meteorología tropical, algo no muy usual en Estados Unidos.
A: Confeccionamos una lista con lugares que podían interesarnos y presentamos propuestas en cuatro programas. Nos aceptaron en tres y nos decantamos por la Universidad del Estado de Colorado (CSU), en Fort Collins. El Departamento de Ciencias Atmosféricas, creado a principios de la década de 1960, contaba con varios docentes que habían ganado experiencia merced a un gran experimento meteorológico que se llevó a cabo con buques oceanográficos y estaciones de superficie para explorar la región del Atlántico Ecuatorial. Eso pesó bastante en nuestra elección. En mayo de 1975, nos contrataron como auxiliares de enseñanza en la USP y en agosto partimos rumbo a Colorado. Todo fue muy rápido. Nuestro primer hijo – tenemos tres – acabó naciendo allí en 1977. Concluimos la maestría principios de 1977 y el doctorado en mayo de 1979, y a finales de ese mes reasumimos nuestras funciones en el IAG.
¿Qué estudiaron en Estados Unidos?
A: Pedro siempre estuvo más centrado en la dinámica de la meteorología a gran escala, que observa el comportamiento de los continentes y de los océanos. Yo me dediqué al estudio de las tormentas y las precipitaciones. En mi maestría trabajé con las lluvias en Venezuela. Mi director de tesina, Alan Betts, poseía un conjunto de datos muy buenos sobre el tema. En el doctorado trabajé en la modelización de los sistemas pluviales en los trópicos. La lluvia es un fenómeno fascinante. En una tormenta severa tienen lugar varios procesos, entre ellos el viento, el hielo y la lluvia torrencial. El perfeccionamiento de nuestra comprensión de las lluvias tiene amplias repercusiones en los pronósticos meteorológicos, con impacto en la vida de la gente y en la economía.
P: Yo trabajé con el profesor Wayne Schubert, que en aquella época era muy conocido por sus estudios en el campo de la dinámica atmosférica tropical. Hice un trabajo esencialmente teórico sobre la dinámica de la relación entre el viento y la temperatura en las inmediaciones del ecuador, un tema que aún hoy en día supone todo un reto para los meteorólogos.
A: Ya de regreso en Brasil, invitamos a varios exprofesores a visitar el IAG, porque teníamos la intención de iniciar investigaciones de campo.
P: Ello instauró aquí una cultura de experimentos de campo para recabar datos y entender el ciclo de vida de los fenómenos meteorológicos.
Actualmente es una constatación que los cambios climáticos están ocurriendo, dice Assunção
¿Cuál fue el primer experimento que organizaron en Brasil?
P: Fue el proyecto Radasp, con el radar meteorológico de Bauru y financiación de la FAPESP.
A: Decidí aventurarme con ese proyecto, que presenté a principios de la década de 1980 y resultó aprobado. Cuando recibimos los fondos, le pregunté a Alan Betts si podía pasar un mes aquí para ayudarnos. Y él vino. Ofreció un curso de posgrado compacto y compartió con nosotros su vasta experiencia.
¿En qué consistía el experimento?
A: El principal objetivo era estudiar el papel de las circulaciones locales, producto de las características topográficas, la brisa marina y los lagos, en la formación de las precipitaciones en las regiones monitoreadas por el radar meteorológico emplazado en São Paulo. Instalamos equipos en tierra para registrar la radiación, la temperatura, la humedad, los vientos y otros parámetros, y cada tres horas soltábamos globos provistos de instrumental para medir la estructura vertical de la atmósfera. Ese fue el primer conjunto de datos a gran altitud y con alta resolución temporal elaborado en Brasil.
¿Ya se hablaba del cambio climático en la década de 1980, cuando ustedes estaban empezando sus carreras?
P: Fue El Niño de 1983 [hasta entonces, la manifestación más intensa de este fenómeno climático en el siglo XX] lo que despertó un mayor interés por el tema. Su impacto social y económico fue tremendo en todo el mundo. En el posgrado había estudiado de qué se trataba el cambio climático. Desde el siglo XIX, ya había una noción de que el aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera podía tener un impacto sobre el clima.
A: No hay que olvidar que El Niño no es, en un sentido estricto, un cambio climático, sino que forma parte de la variabilidad natural del clima. Desde entonces se ha creado toda una estructura de investigación climática de alcance mundial.
P: La cuestión era discernir si lo que ocurría con el clima se debía al aumento de la concentración de los gases de efecto invernadero o bien a una variabilidad natural. La Organización Meteorológica Mundial dio inicio a este proceso que, con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas [ONU] condujo a la creación del IPCC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático] en 1988. La primera evaluación de las investigaciones sobre el clima se publicó en 1990. Yo participé en el segundo informe, en 1995, y en el cuarto, en 2007.
A: Y yo en el quinto, en 2013.
¿Cuáles de sus contribuciones científicas destacarían?
P: En mi caso, creo que son mis trabajos al respecto de la dinámica tropical. En particular, cómo se dispersa en la atmósfera la energía asociada a las precipitaciones, lo que lleva a que lo que ocurre en el trópico tenga influencia sobre el clima de latitudes más altas. También estudio cómo pueden influir los fenómenos tropicales de pequeña escala espacial y alta frecuencia temporal en la formación de sistemas a gran escala. Se trata de trabajos más bien teóricos que han dado lugar a explicaciones sólidas sobre las observaciones en la escala del tiempo meteorológico y del clima.
El IPCC apunta una tendencia al aumento de la frecuencia de huracanes más intensos, comenta Pedro
¿Estos procesos se diferencian de los que se producen en una zona templada?
P: Hay diferencias significativas. Es una línea de investigación que comenzó con mi doctorado en la CSU y tiene amplia aplicación en el desarrollo de modelos atmosféricos globales. Es un tema vinculado a los estudios sobre los sistemas dinámicos en el campo de la matemática. En el trópico, el efecto conjunto de las lluvias, no tan solo de uno u otro episodio aislado, es de gran importancia. Este conocimiento hoy en día se utiliza para perfeccionar los modelos de pronóstico del tiempo en los trópicos.
A: A mí se me conoce más por mis estudios sobre las interacciones de las lluvias en la biósfera de la Amazonia. He trabajado mucho en las interacciones del clima con las zonas selváticas, con las pasturas y con los productos de los incendios forestales, como así también con cómo estos elementos alteran los procesos meteorológicos y cómo se forman y evolucionan las tormentas en los ambientes tropicales. La cuestión de la influencia de la contaminación producto de las quemas sobre el clima me sigue quitando el sueño. En determinadas circunstancias, la contaminación parece inhibir las precipitaciones. En otras transforma una nube de lluvia amazónica que aparentaba ser típica del verano y no muy severa en un sistema más preocupante, con vientos fuertes, lluvia torrencial y hielo. En la Amazonia, las piedras de hielo son propias de la primavera, principalmente, cuando el aire está sumamente contaminado debido a los incendios forestales. No hay consenso en cuanto a este punto: ¿es la contaminación el origen de esas piedras o se trata de otro parámetro meteorológico que conduce a su formación? Hacen falta más investigaciones para entender esto. Esta línea de investigación se inició en los años 1980, se amplió mucho con el LBA [el Experimento a Gran Escala de la Biósfera-Atmósfera en la Amazonia, puesto en marcha a mediados de la década de 1990] y alcanzó gran repercusión internacional. Hace algunas décadas no sabíamos casi nada sobre estos procesos, un campo de investigación en el que Brasil ha realizado aportes importantes.
El LBA fue el primer experimento a gran escala sobre el clima de la Amazonia con financiación tripartita de Brasil, Estados Unidos y Europa.
P: El LBA se implementó con gente que ya tenía mucha experiencia en experimentos de campo en la década de 1980, como yo mismo, Assunção, Carlos Nobre, Paulo Artaxo y Reynaldo Victoria, entre otros. Primero organizamos nosotros una reunión acá en Brasil. Después convocamos a nuestros colegas extranjeros a un encuentro más amplio en el que definimos los objetivos generales del programa de investigación y la forma de relación entre el equipo brasileño y los grupos del exterior. Nos habíamos quedado con el sabor amargo de experimentos anteriores con una intensa participación extranjera en los que hubo colaboraciones mal resueltas. En algunos experimentos, la participación brasileña fue inexpresiva desde el punto de vista de la generación de nuevos conocimientos y se hizo poca ciencia en colaboración.
A: El LBA se creó con una idea diferente. Hicimos un gran esfuerzo para obtener apoyo financiero de los organismos de financiación brasileños para las actividades de campo y para realizar investigaciones. Fue un éxito: siempre se nos consideró socios efectivos. Por supuesto, no se puede competir financieramente con la Nasa [la agencia espacial estadounidense, que ha invertido mucho en el LBA]. Pero con nuestros fondos financiamos a nuestros equipos y pudimos dialogar en pie de igualdad con los extranjeros.
P: En el LBA estipulamos desde el principio ciertas condiciones para asociarnos con los grupos del exterior. Para que el grupo extranjero participara, tenía que haber un compromiso con la formación de estudiantes becados para que hicieran sus estudios de posgrado con ellos.
A: Una gran cantidad de jóvenes, principalmente de la comunidad amazónica, fueron a hacer sus doctorados en el exterior. Crecieron profesionalmente, se convirtieron en investigadores y ahora están diseminados por todo el país.
¿Cómo valoran el nivel actual de las investigaciones meteorológicas y climáticas en Brasil?
P: Hoy en día hay gente haciendo investigación de alto nivel en todo Brasil. Esta es la diferencia principal. Hace 40 años esto no existía. Éramos pocos y bastante limitados en cuanto a áreas de investigación. En los años 1970, estábamos maravillados con las condiciones de trabajo en los laboratorios de la Universidad del Estado de Colorado en comparación con las nuestras. Ahora ya no es tan así.
A: Pero ellos siguen teniendo más recursos y más gente.
P: Sí, pero la ciencia que nuestros colegas hacen actualmente aquí no es muy diferente de la que hacen allá. Buena parte de los investigadores brasileños tienen proyección internacional.
¿Hoy en día nuestros pronósticos meteorológicos y modelado climático están al mismo nivel de los mejores centros internacionales?
P: Creo que hace 15 o 20 años teníamos más relevancia internacional en el aspecto operativo. Estábamos entre los 10 mejores centros de pronóstico meteorológico del mundo.
¿Por qué hemos quedado rezagados?
A: Teníamos una computadora más competitiva y equipos trabajando en temas en los que también éramos competitivos. Por múltiples razones, la cantidad de grupos trabajando en el desarrollo de previsiones numéricas ha disminuido. Los recursos humanos especializados en la materia se han atomizado y en el ámbito académico se ha perdido mucha gente.
P: Principalmente, a manos de instituciones del exterior y del sector privado.
¿Nuestro modelado climático está desactualizado?
P: Antes que nada, para ser competitivos, deberíamos disponer de una supercomputadora unas 50 veces más rápida que la que actualmente posee el CPTEC. Otro problema es la falta de rumbo de nuestra ciencia. Para resolver un problema mayor, que genere un impacto en la sociedad, hace falta estar enfocados. Este es un problema serio en Brasil. Durante mis ocho años como director del LNCC, hubo seis ministros de Ciencia y Tecnología, cada uno con una idea diferente de lo que tenía que hacer la institución.
La creación en 2012 del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales, el Cemaden, prácticamente un retoño del Inpe, ¿no fue algo bueno para el país?
A: Es importante contar con un centro de este tipo. Pero quizás podría haberse creado en coordinación con el Inpe y con los organismos estaduales que se ocupan de los desastres naturales.
P: Ha habido un proceso de vaciamiento del CPTEC que ha comprometido su misión.
A: Por ejemplo, se duplicaron las operaciones de pronósticos meteorológicos.
P: También era posible crear un centro más articulado con otras iniciativas que ya existían en todo Brasil. Grupos de investigación de otros estados que estaban haciendo un buen trabajo, como en Santa Catarina, se quedaron con la sensación de que sus esfuerzos se consideraban de poco valor. Hoy en día, el CPTEC no cuenta con el personal necesario como para incorporar los avances en modelado climático. Para revertir esta situación, el Inpe, con el apoyo del MCTI [Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación], puso en marcha hace dos años un programa institucional para el desarrollo del nuevo modelo comunitario brasileño del sistema terrestre, el Monan.
A: Monan es el acrónimo en inglés por Model for Ocean-laNd-Atmosphere predictioN [Modelo para la Previsión de los Océanos, las Superficies Terrestres y la Atmósfera].
P: El Monan tiene un coordinador del Inpe, Saulo Ribeiro de Freitas, y un coordinador externo, que soy yo. Agrupa a más de 50 investigadores en Brasil. En lengua tupí, Monan es el nombre de la entidad que creó el mundo, los cielos y los seres vivos. En Brasil, la capacidad está actualmente dispersa entre varias universidades, cada una con su propia misión. Necesitamos que todas trabajen para satisfacer una demanda nacional. En este caso, una capacidad de predicción de alta calidad.
¿Todavía es posible reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para que el calentamiento global no supere los 1,5 ºC, como es el objetivo del Acuerdo de París?
A: Ya tendría que estar produciéndose un cambio significativo en el patrón de emisiones. La respuesta climática es lenta. No es que se reducen las emisiones y el calentamiento se detiene inmediatamente.
P: Tengo la impresión de que solo se tomarán las medidas necesarias cuando el “dolor en el bolsillo” sea insoportable. Está claro que ha habido algunos avances con una serie de acuerdos internacionales, como el de Kioto y el de París. Pero aún estamos muy lejos de lo que se necesita en términos de compromisos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo.
A: La ciencia ha avanzado mucho y ahora nos damos cuenta de que el cambio climático ya está ocurriendo. Pero la sociedad se enfrenta a dilemas increíbles, como equilibrar el impacto en el medio ambiente con la economía. Nunca se ha debatido tanto este tema como ahora.
¿Existen evidencias de que los ciclones extratropicales, como el que se abatió recientemente sobre Rio Grande do Sul, sean cada vez más frecuentes o violentos en Brasil?
P: El IPCC apunta que, debido al cambio climático, hay una tendencia al aumento en la frecuencia de huracanes y tifones más intensos. En mis clases sobre este tema, suelo contar una historia alusiva a la causa y origen de los ciclones. Desde el punto de vista termodinámico, los ciclones estabilizan la atmósfera, transportando el calor de abajo arriba, evitando un calentamiento superficial excesivo. Las nubes convectivas, aquellas de gran desarrollo vertical que se forman cuando los días son muy calurosos, también actúan en el mismo sentido. El calentamiento global producto del aumento de la concentración de gases de efecto invernadero tiene el efecto contrario: tiende a desestabilizar la atmósfera, calentándola por debajo, cerca de la superficie, y enfriándola más arriba. Así, para estabilizar la temperatura en un planeta más cálido, la atmósfera debe “tomar una decisión”: o produce más nubes convectivas aisladas u organiza sistemas ciclónicos más intensos para resolver el problema generado por la inestabilidad termodinámica. Desde un punto de vista práctico, siempre que los vientos sean favorables, resulta más eficiente producir ciclones intensos que nubes aisladas. Estos ciclones resuelven con mayor rapidez el problema de la inestabilidad termodinámica. La atmósfera “toma decisiones” en función de las leyes de conservación que controlan los movimientos del aire, en particular, de la ley de conservación de la energía termodinámica.
¿En su casa también hablan mucho sobre el clima y la meteorología?
P: Hemos estudiado juntos desde que ingresamos a la universidad. Siempre hemos intercambiado ideas sobre ciencia y enseñanza. A veces, nuestros hijos nos pedían que dejáramos de hablar de trabajo.
A: Creo que el hecho de poder intercambiar ideas sobre temas relacionados con la investigación ha sido una ventaja para nosotros. Para mí, un período muy difícil de la vida fue cuando nuestros hijos eran pequeños. No fue fácil conciliar el trabajo con su crianza. Incluso pensé en reducir mis horas de trabajo en la universidad, pero Pedro argumentó que solo era una etapa, que ya pasaría. Y finalmente no llegué a hacer ese cambio.