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Carta de la editora | 304

Perspectivas sombrías

El 15 de enero de 1951, el presidente de Brasil, Eurico Dutra, promulgó la Ley nº 1.310, que creaba el entonces llamado Consejo Nacional de Investigaciones (CNPq), que en su artículo primero establecía como objetivo “promover y estimular el desarrollo de la investigación científica y tecnológica en cualquier campo del conocimiento”. Casi seis meses después, el 11 de julio, se creó la actual Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes), llamada en esa época Campaña Nacional de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior, a través del Decreto nº 29.741. Sus objetivos: “asegurar la existencia de personal especializado en cantidad y calidad suficientes como para satisfacer las necesidades de las iniciativas públicas y privadas con miras al desarrollo económico y social del país” y “ofrecer [a] las personas más capaces y sin recursos propios, acceso a todas las oportunidades de formación”.

Estas instituciones, que ahora celebran 70 años de existencia, son fundamentales dentro del sistema brasileño de ciencia y tecnología (página 43). No obstante, su futuro se presenta incierto. Los recortes sucesivos en la financiación de estos y de otros organismos debilitan la capacidad del país para alcanzar los objetivos reproducidos en el párrafo anterior y ponen en riesgo una estructura que arroja resultados significativos (página 34).
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Con más de 250.000 muertes tan solo en 2021, el covid-19 continúa devastando a Brasil, que ya suma 450.000 fallecidos desde el inicio de la pandemia. La vacunación, un arma importante, sigue ubicándose por debajo de lo deseable: un 8,5 % de la población ha recibido las dos dosis. Otra herramienta de control, la vigilancia genómica, también está en mantillas: solamente se ha secuenciado el 0,59 % de las muestras de ARN de los casi 15 millones de casos diagnosticados desde marzo de 2020 (página 18). La lectura del genoma del virus es crucial para poder rastrear sus mutaciones, elaborar un registro de las cepas que circulan en el país y, al mismo tiempo, verificar la eficacia de las vacunas y la precisión de los test de diagnóstico.

La cobertura sobre la pandemia incluye un reportaje sobre un raro síndrome inflamatorio que afecta a una pequeña cantidad de niños infectados con el nuevo coronavirus (página 22). El estudio brasileño contribuye a la comprensión de este problema, al sugerir que el Sars-CoV-2 daña directamente a ciertos órganos como el corazón y los intestinos, además de provocar la conocida respuesta exacerbada del sistema inmunitario, que acaba siendo nociva para el organismo. Los medicamentos aprobados para su uso de emergencia en los pacientes con covid-19 son objeto de otro artículo, en el que se informa sobre su limitada recomendación y su alto costo (página 26).

Los productos médicos innovadores que ya han sido objeto de otros reportajes en Pesquisa FAPESP constituyen el tema del artículo intitulado “Empezar, caerse, renovar y recomenzar” (página 66). Con base en 35 proyectos financiados por la FAPESP, el editor Carlos Fioravanti entrevistó a 16 investigadores y escuchó sus informes sobre los retos que enfrentan. La reconstrucción de sus trayectorias revela las dificultades en la planificación, en la conformación de los equipos y en la estrategia comercial, pero también pone de relieve su capacidad para adecuar sus derroteros, o bien reiniciarlos. El reportaje siguiente, sobre una especie de diadema diseñada por una startup brasileña para detectar los ataques epilépticos con antelación (página 74), posiblemente inspire una nueva edición de este tipo de estudio informal dentro de algunos años.

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